Por fin llegó a salas colombianas Moneyball de Bennett Miller. Se le esperaba con ansias por el revuelo que han causado las destacadas actuaciones de Brad Pitt, Jonah Hill y Philip Seymour Hoffman quienes han sido reconocidos en los Globo de Oro, los SAG’s e incluso los BAFTA’s. Aunque hasta ahora Jean Dujardin y Christopher Plummer han arrasado en las categorías de actor principal y actor secundario, respectivamente, tanto Pitt como Hill esperan dar la sorpresa en la noche de los Oscar el próximo domingo 26 de febrero.
Digamos que soy un convencido que Christopher Plummer es dueño indiscutible de la categoría de mejor actor de reparto, así que esta vez no será para Hill que está muy joven y seguramente las ofertas empezarán a llegar por docenas de aquí en adelante, entonces no es un gran duelo y siendo sinceros me pareció más extraordinaria la transformación de Hoffman como un agrio entrenador apartado de las revolucionarias ideas del protagonista y mezquino hasta más no poder -una gran actuación de este monstruo-. Pero por el lado de Dujardin y Pitt la cosa puede estar un poquito enredada, lo que la hace súper interesante. Por un lado hay convencidos (entre los que me incluyo) que el francés ratifica su posición en la industria donde ha venido arrasando y se lleva la estatuilla el próximo domingo pero hay una gran porción de la industria apoyando el desempeño de Pitt que seguramente tiene un gran peso pero no el suficiente, creería yo, como para voltear el favoritismo del «artista». Pitt lo hace muy bien. Se desenvuelve perfectamente como un gerente general, con un estilo informal muy californiano pero sin abandonar esa pizca de acento sureño que le da la perfecta caracterización como el «floridense» Beane. Los matices de su tono, los nudos de la garganta y sus profundas luchas internas se evidencian con cada mirada que electrifican la pantalla o pasan escalofríos cuando suelta sus lágrimas. Muy bien acompañado por los planos de Wally Pfister pero sobre todo muy bien armados por Mychael Danna en montaje. Es loco pero siento que aunque la música estuvo bien le faltó mucha más fuerza, mucho más poder. Detalle que entendieron perfectamente Atticus Ross y Trent Reznor en The Social Network que a la postre les significó su Oscar a mejor partitura original.
Hablando de Moneyball, es una cinta que le da vida a la novela del mismo nombre de Michael Lewis sobre la vida de Billy Beane, un jugador retirado que se dedicó a gerenciar un equipo pequeño como los Athletics de Oakland y revolucionó el juego muy en contra de la corriente, donde en vez de preocuparse por las estrellas se preocupó más que las estadísticas por armar equipos regulares. Esto le trajo muchas contrariedades con los dueños del equipo, los cazatalentos, el equipo técnico y la prensa que trataron de mantener el statu quo. Es dífícil no compararla con The Social Network de David Fincher, no sólo porque su guionista Aaron Sorkin comparte créditos en ambas piezas sino además porque las dos son claras referencias a historias de administración y gerencia. La gran diferencia es que mientras The Social Network nos muestra golpes de astucia y aprovechamiento de oportunidades para triunfar en un sistema liberal, Moneyball tiene un claro mensaje altruista, incorruptible, donde la superación personal no puede pisotear los principios y los ideales de nadie.
Pensé en algún momento que si una persona no sabe de béisbol podría aburrirse o no entender la peli. Pero Moneyball es mucho más que esa primera capa, o mejor, sólo entenderla por el deporte es un acto de severa miopía. Es una clara doctrina de toma decisiones impopulares como rutina diaria, constante e imparable de un gerente en una empresa donde cada una de esas determinaciones genera un adelanto o un retroceso de la empresa misma hacia el progreso, que al final se ve contrarrestada en blanco y negro con pérdidas y súperavits. Los juegos del tiempo como recuerdos de este ex-jugador son divertidos pero más que nada ayudan a estructurar el criterio en la resolución de la historia misma, resolución que al final es lo que más me gusta y por lo que esta historia está por encima de mucha de la basura de Hollywood a la que estamos acostumbrados.
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