Anne Sewitsky es una realizadora noruega que se junta a la oleada de directores y cineastas nórdicos que en la última década parecen despertar con mucha fuerza la industria del cine independiente. Sykt lykkelig (Happy Happy o Increíblemente feliz) es una comedia sencilla sin muchas pretenciones y con una buena fuerza dramática al avance de su trama.
Contrario a muchas fórmulas de realización, Sykt lykkelig pareceiera no estar dividida en actos pero si sistemáticamente en tres partes de acuerdo a su duración. Cada 30 minutos, la peli va cerrando fundamentos de la pieza; en el primer tercio queda reseñado el planteamiento y la primera crisis de los personajes; en el segundo tercio se hila el problema general y un primer giro argumental; y en el último tercio la directora se encarga de cerrar cada una de las ramas de la historia logrando una agradable armonía entre la pieza y su desenlace.
Kaja (Agnes Kittelsen) y su esposo Eirik (Joachim Rafaelsen) son un par de lugareños nórdicos que tienen una casa de huéspedes y la alquilan de cuando en vez a turistas interesados en pasar un tiempo en el campo. El pueblito en el que viven es sencillo, con una parroquia y un par más de vecinos más. No hay mayores discrepancias o problemas, es un pueblo simple y todos viven felices.
Sin embargo, Sigve (Henrik Rafaelsen) y Elisabeth (Maibritt Saerens) llegan a ocupar la casa de Kaja y Eirik y hacen evidente que la profunda crisis que afrontan sus habitantes es camuflada por la aparente calma de sus vidas desoladas, frías y desmotivadas. Contrario a lo que la corriente pudiera conducir a Kaja, ella está determinada a ser feliz y pelear por ello. De pronto, no tan asertivamente como una mujer de la ciudad como Elisabeth pero si un poco más eficiente y directa. La gran apuesta dramática de Sewitsky es validar la lucha de esta humilde mujer y de cómo su felicidad puede sobrepasar cualquier límite sin atropellar a otros.
Sykt lykkelig rompe el cliché de los fríos escandinavos y nos muestra una cálida visión de sus personajes. Una pequeña tragicomedia que logró ser ovacionada en Sundance como mejor drama del mundo. Los verdaderos cierres de la cinta en actos son amenizados por un coro a cuatro voces de hombres que concluyen cada intervalo; parecen tener el mismo sentido del coro griego de Mighty Aphrodite de Woody Allen que con pequeños comentarios parecen epílogos de los subcapítulos pero esta vez con folclor norteamericano y gospel.
Hay que acotar de todas formas, aunque las promesas son altas y colmadas, las actuaciones no son increíblemente descrestadoras, a excepción obvio de Agnes Kittelsen. Además la trama debió ser más orgánica y no tan sistemática en sus partes; da la sensación que la directora está más preocupada por los tiempos que por el hilo conductor o las emociones que podrían desencadenar cada una de sus acciones; un ejemplo claro es que los macabros juegos entre los niños terminan siendo apenas anécdotas dentro del centro del enredo amoroso que implica la trama, sin justificación o castigo, haciendo un poco superficial el desarrollo de los personajes y la historia.
Sykt lykkelig se consigue en Netflix que la acaba de agregar a su portafolio.
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