Dos papeles grandes e importantes marcaron mi niñez con Rutger Hauer.
El primero, obviamente, el replicante de Blade Runner con su hermosísimo monólogo frente Deckard, bajo la lluvia en medio de la tensión de haberlo salvado pero también después de haberlo condenado. Uno podría decir, que fue un gran intérprete del guionista David Peoples, pero tanto él como Ridley Scott reconocerían que Hauer habría improvisado y alterado las líneas del que ahora casi que consideramos poema “Tears in rain“:
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I’ve seen things you people wouldn’t believe.
Attack ships on fire off the shoulder of Orion.
I watched C-beams glitter in the dark near the Tannhäuser Gate.
All those moments will be lost in time, like tears in rain.
Time to die.
La imagen del moribundo replicante caló y sería suficiente en este humilde homenaje post mortem pero su reconciliación como héroe del camino en la «road-movie» Blind Fury, ciego y además diestro en las artes marciales también quedó para siempre en mi memoria. La memoria de un niño de 9 años que tenía en su cuarto un afiche de Bruce Lee, todo ensangrentado, en fondo rojo y con el dragón de Operación Dragón.
Paz en la tumba del replicante.