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The House That Jack Built

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La triste historia de Lars Von Trier es que, desde su metida de patas en Cannes de 2011, ahora parece un chiquillo, un pendejo, un culicagao, tratando de llamar la atención y no lo consigue.

Esta “Casa que construyó Jack” está muy lejos de sus obras en la década de los 90’s (Breaking the Waves, Idioterne) o los 2K’s (Dancer, Dogville, Antichrist) -que personalmente es mi época favorita-. Tal vez, si somos más precisos, Jack podría encajar muy bien con Manderlay; una extraña versión de Dogville reeditando esa maravillosa figura del escenario teatral «cuasi-becket-iano» pero con una historia forzada, de narrativa repetitiva, pobre y ciertamente nada especial; ese lapso del creador que repite sus pasos para poder tomar impulso y tratar de desenredar el nudo o de dar reversa para salir del callejón sin salida le funcionó en 2006 y dió a luz su bellísima Antichrist o incluso Melancholia; en 2018 esperamos no sea un paso en falso y en vez de controvertir por controvertir, de enlodarse en lo iconoclasta de su propio discurso, tengamos luces de algo más interesante de ver.

Jack es un arquitecto que ha empezado un proyecto de construir su propia residencia. Un proyecto que llama la atención en esta ocupación pues, en diseño, los intereses del autor a veces sólo se dan rienda suelta (1) cuando se está estudiando en la academia pero generalmente nunca se aprovechan esas oportunidades o (2) cuando alejados de los proyectos de la rutina laboral, se encuentra un espacio y presupuesto para dedicarse a un proyecto personal.

Este es un planteamiento bien bonito para la metáfora de su génesis como asesino en serie. La metáfora toma giros, se extiende y se va desarrollando pero con el error que el ritmo se va perdiendo, la emoción de tener a Bruno Ganz como narrador en «off» se diluye y los demás artistas conforman un mosaico -como su casa- bastante grotesco y no en el buen sentido.

Es raro ver ese lado maniqueista católico apostólico en el realizador. Me tomó por sorpresa y de la nada. Sin estructuración. Sin desarrollo. Sin fundamento. Como peli, lo mejor es el marca de la casita -hablando de cine y lo más rescatable es un comentario de diseño-. En serio, la locomotora del cine danés pasó y lo arrolló a Lars: !Pobrecito¡

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Nymphomaniac: Volume II

[Continúa]
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Es preferible que si no han visto la primera parte de Nymphomaniac, no vean la segunda parte –mejor aún que ni siquiera lean esta entrada en absoluto–. A diferencia de muchas otras secuelas, Von Trier realmente pensó su pieza como un todo y no como un juego de volúmenes más fácilmente comerciable. Esto da pie para que la peli abra con una exculpación o un descargo de responsabilidad bastante peculiar que, por lo anteriormente explicado, puede ser tomado como una justificación comercial del distribuidor o una simple jugada de manipulación de Von Trier.

Joe (Charlotte Gainsbourg) nos ha venido relatando la historia de su vida, en un afán por confesar sus pecados y absolver sus culpas; Joe es una mujer entrada en sus cuarenta años que desde muy joven experimentó una vertiginosa serie de aventuras sexuales que profusas fueron desencadenando una patología y evidenciando un síndrome. La patología es la de convertirse en hipersexual y el síndrome el de la pérdida total de sus orgasmos.

El desenlace de la obra se autodivide también en tres capítulos “The Eastern and the Western Church (The Silent Duck)”, “The Mirror” y “The Gun”.

La trama continúa con el matrimonio en conflicto que sobrellevan Joe y Jerôme (Shia LaBeouf), quienes se definen enamorados, voraces en apetito sexual y embarazados de Marcel, un hijo completamente inesperado para Joe quien a su vez experimenta una insatisfacción sexual por la desconexión de sus órganos sexuales con su libido; Jerôme más que preocupado por la insatisfacción de su mujer le sugiere que busque experimentar con otros hombres que la ayuden en la búsqueda y consecución de esa satisfacción; de esa forma se topa con K (Jamie Bell), una especie de terapeuta conocido por sus tratamientos altamente violentos y de alguna forma juzgados como sadomasoquistas. K logra despertar sensaciones perdidas pero también su relación también destruye el matrimonio, el trabajo y el estatu quo de Joe, una metáfora del maltrato que también empieza a recibir su vagina.

La historia en este segundo volumen se desenvuelve hacia la madurez de Joe, define los antecedentes del callejón donde fue violentamente asaltada y donde subsecuentemente fue recogida por Seligman (Stellan Skarsgård). La historia no es tan apasionante y creativa como en el primer volumen y es consecuencia directa de la larga pausa en el entreacto –que tomó cerca de un mes–; ciertamente hay una pérdida en el ritmo de la narración –visual y textual–, y el mismo Von Trier es consciente cuando Seligman y sus pausas ya no son tan divertidos, expresamente identificado en una de las líneas de Joe cuando se refiere a los nudos de K, en una de sus sesiones; sea cual fuere la razón, agradecemos que de todas formas, de principio a fin, las figuras cinematográficas y literarias, que aparecen constantemente en el diálogo de Joe y Seligman, sean explicadas por el autor y no son parte de un discurso posterior e intelectualoide donde se descifra cada uno de sus semas bajo la interpretación personal. Es cierto, para mentes inexpertas e inocentes de filosofía, como la mía por ejemplo, la secuencia lacaniana que aleja el sexo de Joe de su éxtasis, pasa tan frugal e inadvertida, que tan sólo deja clara la genialidad de Lars Von Trier, demandante de un análisis mucho más profundo de cada una de las capas de su pieza y mucho más estudiado que el humilde punto de vista de un fanático del cine, como cualquiera de nosotros en el blog. Nosotros nos quedamos con un cierre de la pieza un tanto torpe pero con la aparición de L (Willem Dafoe) y la alegoría a la introducción de Antichrist cuando Marcel se asoma al balcón.

Lars con Trier es, sin duda, uno de esos pocos autores que permite referirnos a sus obras como piezas de arte; un arte moribundo, casi extinto, consecuencia de la feroz existencia y voraz competencia de Hollywood en nuestras carteleras. Nos permite además detenernos a estudiar muchas complejidades dentro de su discurso, algunas veces existencialista, otras veces dialéctico, fundamentalista y quien sabe que más corrientes filosóficas puedan ser exploradas en él. Nymphomaniac es una declaración de su insolente pensamiento, una demostración de que ser denominado persona non grata es tan sólo una vía para desencadenar una serie de imágenes provocativas y alucinantes como combustible y disparador de su intelecto.

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Nymphomaniac: Volume I

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La última creación de Lars von Trier llega a nuestras salas en una inusitada eficiencia por parte de los distribuidores. Mucho antes que en otros países –incluido Estados Unidos–, la extensa pieza llega partida en dos partes cuyo primer volumen ya está rotando en nuestras salas.

La historia es sobre Joe, una niña que descubre sus genitales precozmente e investiga sobre ellos, en una especie de lúdico aprendizaje hasta que entrada su adolescencia explota el placer que estos le generan, desencadenando una serie de aventuras sexuales que desenfrenan una patología, sólo revelada en el desenlace de este volumen. Su historia es relatada en su madurez a través de una mujer agobiada por sus experiencias en un manto de arrepentimiento, culpa y un fuerte juicio propio; dicho relato le es contado a un hombre maduro que la recoge de la calle, cuando yacía quebrada en el adoquinado.

Joe es interpretada por cinco actrices; a sus dos años por Ronja Rissmann; a sus siete años por Maja Arsovic; a sus diez años por Ananya Berg; en su adolescencia y su temprana juventud por Stacy Martin; y en su madurez por Charlotte Gainsbourg. Es precisamente Charlotte la que le cuenta sus vívidas experiencias a Seligman, el hombre que la recoge y que es interpretado por Stellan Skarsgård.

En Nymphomaniac hay un juego entre el relato de Lars von Trier y nosotros como espectadores donde la expectativa juega un papel importante en la tensión; por un lado, discutiblemente el título de la obra es «Ninfómana» pero este término es problemático porque siempre es tomado como un prejuicio sobre la sexualidad abierta o liberal de una mujer, mientras que ‘ninfómano‘ no es de uso común o por lo menos no se conoce como comportamiento negativo de un hombre. Investigando un poco el término médico correcto es «hipersexualidad» y por lo tanto la cinta debería traducirse como «Hipersexual»; esta condición se conoce cuando hay un aumento repentino del apetito y la actividad sexual pero aunque se asocia a medicamentos o problemas médicos su causa es mayormente desconocida.

Trastornos en la salud mental, como el desdoblamiento bipolar, el alto consumo de alcohol o narcóticos pueden resultar como disparadores de esta condición. Joe al no estar expuesta a ninguna de estas circunstancias, se hace una apuesta general en la que su inquietud exacerbada termina provocando la situación de pulsión imnanejable a través de un comportamiento sexual errático. La posición de Seligman se siente como la de un psicoterapista y no condena los supuestos síntomas que han acarreado una moral socavada en Joe; mientras ella bajo una mirada judeo-cristiana interpreta su búsqueda hedonista como pecado, culpa y deformación de su alma. Es un diálogo interesante el de Seligman y Joe, no obstante un poco acartonado cuando se empieza a volver predecible.

El primer volumen de la historia se reparte en cinco capítulos: “The Compleat Angler”, “Jerôme”, “Mrs. H”, “Delirium” y “The Little Organ School”; sin embargo, en ritmo cada media hora, independiente a los capítulos, la pieza va denotando una estructura particular donde cada 20 minutos aproximadamente se cuenta una historia completa (inicio, nudo, desenlace) y es comentada por los dos interlocutores principales; esto hace que la sesión de dos horas sea entretenida, no pierda tensión ni interés aunque, ahora en retrospectiva, pueda que no se diferencie mucho del diálogo que pudo haber entre Sylvia Kristel (Emmanuelle) y George Lazenby (On Her Majesty’s Secret Service) en Emmanuelle’s Love.

En fin, el volumen uno de esta extensa obra que es Nymphomaniac define los dos primeros actos de la historia hasta el punto del giro narrativo que devela el nudo de la trama; como siempre Lars von Trier se toma su tiempo y lo hace tan bien que no nos preguntamos si hubiera sido necesario partir la historia en tantos capítulos o extenderla tan vastamente. La única comparación que se me viene a la cabeza de una obra parecida es Il Decameron de Pier Paolo Pasolini pero la vi hace tanto que no valdría la pena la referencia; la otra es Kill Bill de Quentin Tarantino una extensa y caprichosa historia de venganza que se pierde precisamente dentro de la longitud de su narración; obviamente para terminar de dar un juicio de Nymphomaniac es necesario atender su desenlace y ver si las expectativas se cumplen o se descarrilan en su impulso.

Una de las trampas en las que uno cae, y lo sugeríamos previamente en la entrada, es que el título Nymphomaniac, sumado al espíritu provocador de Von Trier y la campaña propagandística que se hizo alrededor del sexo no simulado en la peli hace que esperemos una pieza cruda, descarnada, grotesca pero que al final es un ejercicio dialéctico, un poco subido de tono y si muy pícaro; me pasó lo mismo en Brokeback Mountain de Ang Lee cuando en la escena del campamento, Heath Ledger aviva la fogata y en un plano muy posterior, muy desenfocado, sale Jake Gyllenhaal desnudo por ahí; uno piensa que se avecina una escena fuerte de cine rosa candela pero al final Gyllenhaal se mete a la carpa y no sucede nada, dejándonos una sensación inquieta de que los prejuiciosos, perversos y morbosos somos nosotros como espectadores. Tal cual es la sensación de esta primera parte, un tanteamiento de la situación, un humor sofisticado y una recurrente analogía de la sexualidad de la mujer con la pesca profesional de río.

El chileno Manuel Alberto Claro repite equipo con el danés, después de haber trabajado juntos en Melancholia ratificando el buen estado de la producción austral; al lado de Claro también repiten varios actores así como Simone Grau en el arte y obviamente Molly Marlene Stensgaard su llave en el montaje de sus piezas; hay un recurso inédito en esta cinta y es el diseño de los títulos, la infografía y el diseño gráfico, aún no he descubierto de quién es pero espero saberlo pronto porque es un punto destacado dentro de la producción. La segunda parte llega en marzo y ya nos tiene muy ansiosos.

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Melancholia

Melancholia nos llegó un poquito tarde a salas de cine pero agradecemos el hecho que por lo menos la trajeron. Lars Von Trier es uno de esos directores que causan conmoción con cada filme que saca a la luz pública y por ejemplo Antichrist calificada como misogina no fue traída comercialmente.

Von Trier concursó en Cannes codo a codo con Terrence Malick, él con Melancholia y Malick con The Tree of Life. Lo interesante es que ambos proyectos contemplaban cuestiones existencialistas y apocalípticas desde dos puntos muy diferentes. Von Trier con una visión más naturalista y científica, Malick abogando por el creacionismo. The Tree of Life fue una cinta que disfruté con todo mi ser, por la factura, la partitura, la fotografía, la escogencia de reparto, mi primer encuentro con Jessica Chastain y la perfecta interpretación de Brad Pitt como un padre del medio oeste norteamericano; pero siendo completamente honestos no tiene nada que hacer con Melancholia.

Melancholia es la alabanza a la inevitabilidad. Somos, un sistema frágil de ínfima importancia en el orden universal. Nuestras acciones en la vastedad del vacío infinito suenan como las patas de una mosca que se está relamiendo frente a un alimento en descomposición. No importa si nos destruímos o lanzamos una bomba atómica y nos aniquilamos. No importa si somos buenas personas y evitamos el colapso personal, un meteoro que nos apunta nos destruirá sin remedio. La cinta tiene un prólogo-epílogo que define su filosofía. Esperamos durante toda la cinta entender a qué se refiere el director y buscamos dentro de todos los eventos dramáticos una leve esperanza que nunca llega. Una boda en la campiña parece no enterarse de los apocalípticos eventos que se avecinan y la única consciente emocionalmente es la novia, que actúa de manera errática e incluso deprimida. Como siempre con Von Trier el eje de esta cinta son los diálogos y las formas de pensamiento pero esta vez se involucra en una producción llena de efectos especiales y dentro de cine de género, algo completamente opuesto a su forma de hacer cine. La fotografía es impecable y la partitura es majestuosa, una ambientación musical implacable. Sobresalen del reparto Kirsten Dunst como la melancólica novia, su hermana interpretada por Charlotte Gainsbourg que repite con el director después de Antichrist, Alexander Skarsgård el novio y Stellan Skarsgård como el jefe de la novia. El resto de actores intervienen en el paisaje de Von Trier como pequeñas pinceladas de sus relaciones interpersonales.

Al final, Cannes se congració con Malick en una acción reprochante ante el boquisuelto de Von Trier. El danés trata siempre de generar controversia a manera de publicidad e incluso como una necesidad de su ego para llamar la atención. Esa vez habló de más en la conferencia de prensa ad portas a su premier, haciendo apologías a Hitler y comentarios demás, que no tenían necesidad de hacerse en ese momento. Al final fue tomado como de muy mal gusto y después en competencia no pudo zafarse de ellos.

Cannes es su instancia favorita para lanzar todas sus pelis -hasta ese año Von Trier era considerado el consentido, un chico malo pero también una figura estelar-. En esta ocasión el Festival finalmente lo vetó y lo nombró «persona non grata». Un hecho que le importó cinco e incluso como vemos en el afiche de promoción internacional usa como un logro más. Lástima porque la cinta hubiera ganado palma de oro, Von Trier mejor director y se reocnfirmaría a Kirsten Dunst como la mejor del festival.

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Melancholia

¿Qué sorpresa nos tendrá guardada ahora Lars Von Trier? Melancholia es la última peli a estrenarse en pocos meses y todo parece indicar que es muy diferente a lo hecho nunca. Si estaba en contra de los artilugios de efectos especiales, si el montaje no podía ser protagonista, si la música debía ser ambiental pero no mezclada, el corto muestra todo lo contrario. Empezando con que al parecer es una historia de género, es un thriller de suspenso con algo de ciencia ficción. El drama se encuentra establecido en la relación de dos hermanas que se ve amenazada por un planeta que se acerca a la Tierra. Sip. Un planeta.

El reparto trae de nuevo a su equipo caras conocidas e invita a otras más populares a vincularse al género independiente. Su equipo no lo conozco mucho pero que recuerde Manuel Alberto Claro es nuevo en la cinematografía del realizador, lo mismo que el diseñador de producción Jette Lehmann, pareciera que la única que repite es Molly Marlene Stensgaard en montaje acompañada de Morten Højbjerg.

Kirsten Dunst (Justine)
Charlotte Gainsbourg (Claire)
Kiefer Sutherland (John)
Charlotte Rampling (Gaby)
John Hurt (Dexter)
Alexander Skarsgård (Michael)
Stellan Skarsgård (Jack)
Brady Corbet (Tim)
Udo Kier (Organizador de Bodas)
Jesper Christensen (Little Father)

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Breaking the Waves

Manifiesto Dogme 95 / Voto de castidad

  1. El rodaje debe realizarse en locación. Accesorios y decorados no pueden ser introducidos (si un accesorio en concreto es necesario para la historia, será preciso elegir uno de los exteriores en los que se encuentre este accesorio).
  2. El sonido no debe ser producido separado de las imágenes y viceversa. (No se puede utilizar música, salvo si está presente en la escena en la que se rueda).
  3. La cámara debe sostenerse en la mano. Cualquier movimiento -o inmovilidad- conseguido con la mano están autorizados.
  4. La película tiene que ser en color. La iluminación especial no es aceptada. (Si hay poca luz, la escena debe ser cortada, o bien se puede montar sólo una luz sobre la cámara).
  5. Los trucajes y filtros están prohibidos.
  6. La película no debe contener ninguna acción superficial. (Muertos, armas, etc., en ningún caso).
  7. Los cambios temporales y geográficos están prohibidos. (Es decir, que la película sucede aquí y ahora).
    Las películas de género no son válidas.
  8. El formato de la película debe ser en 35 mm.
  9. El director no debe aparecer en los créditos.

A pesar que este manifiesto se concilió en 1995 y esta peli es de 1996, por un lado no pertenece al Dogma y por otro es uno de los primeros y más claros exponentes del movimiento. Falla al requerimiento número dos, sobre el sonido que debe ser completamente ambiental, falla en el número ocho, al haber cambios geográficos y falla en el número nueve al aparecer Von Trier en los créditos como director.

El manifiesto fue declarado en contravía a la explosión comercial y efectista de Hollywood y de cierta forma puso a Dinamarca en el mundo. Yo por lo menos en 1995 no conocía nada de la industria fílmica de ese país, hoy en día, al lado de sus hermanas nórdicas, me parecen de las más interesantes a nivel independiente.

Volviendo con Von Trier el Dogma lo hizo fuerte, lo hizo poderoso, lo hizo egocéntrico y sobre todo le dió estilo. Estilo que sería reconocido en Idioterne de 1998, Dancer in the Dark de 2000 que lo hizo llevarse la Palma de Oro en Cannes y que constantemente le ha permitido concursar por la Palma con cada una de sus pelis haciéndolo su festival predilecto.

El Dogma exacerba el drama como única forma argumental en el cine y la historia de Bess, interpretada por Emily Watson, es drama puro. Un poco muy lenta empieza a tomar fuerza paulatinamente, es todo lo contrario a la comida rápida a la que nos tiene acostumbrados Hollywood, una pieza que se cuece tranquilamente en sus jugos y termina en un vertiginoso descenso, digamos que un tanto predecible pero muy agresivo. Es una peli de cogerle el tiro y adentrarse en la historia.

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Antichrist

Mucho se ha especulado sobre esta peli de Lars Von Trier pero nada del todo cierto. Han tratado súper fuerte su contenido tanto periodistas como críticos pero creo que incluso sin antes haberla observado, a tal punto que, algunos comentarios son bastante incongruentes y sin sentido. La idea es pues desvirtuar a como de lugar el filme sin una razón evidente, tal vez en un acto defensivo al sentirse ofendidos por algo en particular. Recordaba con unos amigos el maltrato de la prensa en Cannes hacia Von Trier que le demandaban respeto porque él como director no tenía derecho a hacer lo que se le diera la gana que tenía una responsabilidad social con su contenido y el director defendía que su única motivación para hacer cine es hacer lo que se le diera la gana porque a él lo que le gusta es hacer cine y ya, lo otro son pendejadas. A pesar de todo fue nominado para la Palma de Oro e incluso Charlotte Gainsbourg ganó como mejor actriz. Anthony Dod Mantle quien había trabajado en Slumdog Millionaire en 2008 repite como mejor cinematografía en los European Film Awards (donde de nuevo repiten Trier y Gainsbourg como nominados). Finalmente, logra mejor dirección y película en los Neuchâtel International Fantasy Film Festival y los Nordic Council’s Film Prizes.

La peli definitivamente no es fácil eso hay que ponerlo por lo menos claro y aparte del inconmesurable egocentrismo del director mi intensión como siempre es tratar de proponer mi punto de vista de una manera clara y no tan subjetivada tratando de no dañar cualquier honesta expectativa de los que quieran ver la peli. No se cuando la vayan a traer a Colombia y en parte por eso hice lo imposible por verla; el cine independiente está completamente relegado en nuestro medio y pues posibilidades de ver este tipo de obras en una sala de cine como es debido son muy escasas. Si existe otra posibilidad de verla, no lo duden: Véanla.

Muchos pueden ver como defecto el ya mencionado egocentrismo de Lars Von Trier otros afirman que por lo mismo puede darse el lujo de hacer sus pelis con ese discurso social tan característico y después girar completamente a hacer algo como Antichrist. A mi me cayó completamente la boca porque era de los que creía que su cretinismo lo hacía más cerrado en su arte. Antichrist, sin embargo, tiene la secuencia inicial que me parece más bella, escalofriante, descarada, honesta y llena de lírica como ninguna otra en particular. Es una escena elaborada con el más estricto detalle, es fotografía en movimiento, es una melodía silenciosa casi muda donde el protagonismo es el color (blanco y negro) y la textura misma del celuloide. Y así, hay dos o tres golpes más directos a la quijada donde Von Trier nos alecciona en estética y cinematografía. Lo más destacado las monstruosas actuaciones de Charlotte Gainsbourg y de Willem Dafoe.

Reafirmo que el gran éxito de muchas de las pelis que me han venido gustando últimamente deviene del hecho que el director esté involucrado en el acto creativo de la peli misma, que sea parte inobjetable del equipo de escritura y que por lo mismo tenga el control de lo que filma tanto como de lo que escribió o creó en el pasado. Que cualquier improvisación o ajuste sea consistente y que por lo mismo la obra sea una sóla pieza de principio a fin. Antichrist muy de la mano con otras pelis contemporáneas de corte independiente ofrece su paquete en cinco capítulos dos de ellos, el prólogo y el epílogo, los más hermosos y más elocuentes de la peli.

No se qué haya pasado con el manifesto del Dogma 95 del cual Von Trier y una pequeña lista de directores daneses hacían parte. Este Manifesto era una contraposición a la estética hollywoodense que se estaba instalando fuertemente en Inglaterra, Francia y España pero que empezaba a contaminar a otros países adyacentes. La idea entonces era estipular estrictamente una serie de pecados cinematográficos y darle rienda suelta a lo que pudiera surgir en adelante. Festen de 2008 e Idioterne (también de Von Trier) son ejemplos claros de este movimiento y demostraron cómo fue más importante el diálogo, la disposición de las escenas y la historia misma antes que los grandes efectos de sonido, edición o cámara. Nombro El Manifesto porque sentía que Von Trier había logrado una estética clara cercana a obras de teatro, con un ascetismo inconfundible donde las actuaciones y la historia era lo único importante.

En Antichrist, Lars Von Trier, pareciera que siguiera leyendo su manifesto pero logra permitirse algunas libertades como grúas, una edición acuciosa y musicalización casi orquestada en post producción; aunque también es un maestro al usar grandes lentes de acercamiento, mezclarlos con teleobjetivos y no limitarse al de 50mm para dar sensaciones de paneos, usar películas de alta sensibilidad y evitarse el ajuste de color en compo y mantener al mínimo los protagonistas con diálogos y monólogos crudos y fuertes que mantengan la atención del espectador intacta.

No creo que la peli sea misógina o sea la peli de terror más escalofriante de la historia. Es una peli de tensión psicológica, eso sí, no para para todo el mundo y que creo profundamente se le debe dar una oportunidad de género a Von Trier quien logra una magnífica pieza de arte, para mí, un clásico espontáneo.

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Antichrist

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El maestro del cine danés, Lars Von Trier, quien recientemente ha entrado a Hollywood, manteniendo su sello independiente, ha desarrollado una peli que ya fue presentada en Estados Unidos y gracias a su registro de censura y propaganda ha logrado posar todos los ojos sobre ella.

Aparte de eso, sus cortos y promoción han sido impecables. Ojalá la peli sea tan buena como sus predecesoras y que lo interesante del tema sea tan impactante como parece.

Willem Dafoe (Él)
Charlotte Gainsbourg (Ella)


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