Auteur, Drama, Epochal, Folk, Indie, Miguel Vaca, Movie, Robert Eggers, Storytelling, Suspense, Thriller, Vacacion

The Lighthouse

Hay algo particularmente romántico de las historias de faros que de manera simple nos hipnotizan. Puede ser esa posición en donde el personaje principal está huyendo de alguien o aquella en la que termina aislado de algo; en algunos casos es comparable a un «western» y en otros a una «road-movie» pero son muy interesantes -rápidamente se me vienen a la cabeza la colombiana El Faro de Luis Fernando Bottía, The Light Between Oceans de Derek Cianfrance y la referencia misma del faro en The Lovely Bones de Peter Jackson-.

En este caso, otra peli costumbrista que involucra a Willem Dafoe como el farero, acompañado de un extenuado y casi camaleónico Robert Pattinson como operarios de un atalaya casi abandonada. Robert Eggers escribe y dirige esta obra armándose camino en Hollywood como una promesa de culto. The Lighthouse tiene una fotografía impecable en blanco y negro de alto contraste, directamente filmada en 35mm casi termina siendo una pieza alusiva estéticamente a la época del Acorazado Potenkim de 1925, sin embargo, obviamente las líneas de diálogo casi «shakespearianas» la diferencian en su totalidad. Sus tomas y cuadros están rigurosamente calculados, se vuelven intrigantes secuencias de una retorcida razón a la vez que son cómplices con sus escorzos de la monstruosidad de la isla. Un acierto de La Academia en su nominación como mejor fotografía (Jarin Blaschke).

Dafoe se ha vuelto un actor con un gusto exquisito y delicado a la hora de escoger últimamente sus papeles. At Eternity’s Gate como Van Gogh, la bellísima The Florida Project como el casero Booby, sus diversos trabajos con Wes Anderson y hasta un oscuro papel con Lars Von Trier en Nymphomaniac: Vol. II. Thomas WakeThomas despierto juego de palabras insinuando tal vez que él es el consciente- es un solitario farero, borracho, severo y demente por la sugestiva, recurrente y cíclica luz del destartalado faro en Saint Elmo. Por su lado, Pattinson ha tratado de quitarse la etiqueta de Twilight en un esfuerzo sobrehumano. Su primer trabajo reconocido después de Edward Cullen fue Bel Ami todavía muy arraigado al macho conquistador y altivo, luego vino Cosmopolis de la mano de El Duque pero personalmente no me agradó en absoluto aunque la crítica habló muy bien de él y sólo fue hasta The Rover donde realmente vimos un desempeño sobresaliente. Su trayectoria ha tratado de manejar un perfil bajo para no cometer el mismo error de encasillarse aunque las cosas vuelven a ponerse truculentas para el británico al aceptar un papel de notoriedad como el Bruce Wayne de Matt Reeves. En The Lighthouse interpreta un hombre desarraigado, de pasado borroso, apesadumbrado y con la culpa de posiblemente haber sucumbido al alcohol; todas prevenciones sin piso porque en realidad el personaje se desarrolla y se deja conocer con el paso de la trama.

En este faro, ambos actores derrochan y se sumergen en sus habilidades histriónicas codo a codo; yo diría que Dafoe es el actor principal pero la narrativa nos contradice poniéndolo a Pattinson en su lugar. Al inicio del tercer acto, sumergidos en lo más profundo de su propia cotidianidad, no sabemos realmente quién es Thomas, quién persigue a su psique o quién persigue su destino ¿Es acaso Thomas una versión adulta de Ephraim?. Esta pequeña introducción para demostrar que si Willem Dafoe fuera el principal estaría a la altura de Joaquin Phoenix o Adam Driver en la categoría de mejor actor y que Pattinson se hubiera ganado un puesto indudablemente por encima de las presentaciones de Al Pacino y Anthony Hopkins de este año incluso con posibilidad de estatuilla peleándosela contra Brad Pitt como mejor actor de reparto; si fuera al contrario Pattinson habría descalificado o a Antonio Banderas o a Jonathan Pryce y agradecería esta nominación a la altura de DiCaprio, no tendría cabida entre Driver y Phoenix, mientras que Dafoe sería rotundo ganador de la categoría de mejor actor de reparto por encima de todos.

…y sin embargo ninguno fue nominado.

Nota personal. Si hablamos de belleza en la cinematografía de esta peli, me fue muy difícil escoger entre los afiches que encontré para promocionarla. Se refrenda el buen gusto de la fotografía en unas piezas hermosas que parecen pliegos ampliados de una cámara de ojo exquisito.

Standard
Action, Biopic, Brit, Emo, Epic, Epochal, Exploitation, Folk, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Sam Mendes, Storytelling, Thriller, Vacacion, War, World

1917

Sam Mendes es un gran director. Thomas Newman hace bellísimas partituras y… Roger Deakins es tal vez el mejor director de fotografía que sobrevive a nuestros días de retoques y falsas pantallas creadas por computador. Los tres trabajan en 1917. Los tres hacen un formidable trabajo en esta pieza incluso, sin temor a equivocarme, su mejor trabajo promediando sus últimos trabajos pero, así y todo, eso no aseguró que esta terminara siendo también una excelente pieza cinematográfica. No es mala pero sus 10 nominaciones al Oscar no son más que ruido acallado por las bombas y las tomas majestuosas de Deakins.

Hay muchos a los cuales agradecer. Ridley Scott es el primero que se me viene a la cabeza; su forma de encontrar esos rostros en la multitud a través de bombas sorpresesivas en Black Hawk Down llenaron de material estos 171.360 fotogramas. Hans Zimmer tuvo inevitablemente que ser un gran referente; desde el oscuro lado del Caballero de la Noche hasta las secuencias más endemoniadas de Dunkirk. Skyfall, o mejor, James Bond en el episodio de Skyfall; Sam Mendes hasta Skyfall y Spectre realmente no era un director de acción ni siquiera thriller de acción, lo más cercano fue Road to Perdition -mi gran debilidad por el realizador- y algo de Jarhead encontraremos aquí, sin duda, en las relaciones del cabo con sus subordinados pero toda la emoción, el entusiasmo y la agitación que vemos en pantalla hoy, simplemente es producto de los Brocolli.

En una entrevista de Cillian Murphy, perdón, después de Peaky Fuckin’ Blinders me voy a referir a él como el gran Cillian Murphy, -un día de estos le van entregar un título nobiliario y seré su más ferviente entusiasta-; en una entrevista del Gran Cillian Murphy, después de haber participado en la más injusta subvaloración de la historia reciente del cine como lo es Dunkirk, dijo que agradecía que apareciera una historia de británicos, siendo héroes en su parte de la historia de la Primera y Segunda Guerra Mundial; todo realmente se ha centrado en un gran estadista como Winston Churchill y el heroísmo sin fin de los estadounidenses; para ese entonces no había una historia de ellos y ya podemos hablar de dos. Buen negocio.

Si nos vamos hasta Dunkirk, yo creería que hay un señor, discípulo de Nolan, que también es súper meritorio de recibir un agradecimiento como lo es el señor Lee Smith. Ha acompañado a Nolan en todo su gran camino estelar y sin Lee “Schoonmaker” Smith, que sí hace presencia esta pieza, no se hubiera logrado todo el valor narrativo en el que se sostiene.

Ya finalizando la entrada, yo a gradezco de corazón a los productores, a Mendes, a Smith y a Deakins. Teniendo en cuenta la pesadilla que viví en Birdman, con la explotación del plano secuencia, esta 1917 nos ofrece exactamente el mismo planteamiento estético-narrativo y la misma duración de película pero nos da pausas; rompe la secuencia en dos o tres partes y nos deja respirar. Birdman podrá ser muy genial y todo pero es exasperante, agotadora y frívola con esa terquedad de terminar cada plano en el siguiente sin siquiera ser real y más un artilugio pesado, obtuso, aburrido sin mucho que proponer. Genio, Scorsese en Goodfellas como abre la historia y como ese agobiante ritmo termina en la relación del narrador con la forma de contar sus hechos. Aquí en 1917, la técnica se maneja como un monólogo de teatro; el POV (o punto de vista del personaje) se toma como un acompañante del monólogo que se crea en la historia pero no lo ahoga o lo asfixia. Se acaba la toma y ya. Hay otra toma -larga sí- pero no es el concurso de quién orina más lejos que se siente en Birdman.

Son muchas nominaciones las que abarca esta pieza. Yo pensaría que está más que segura en las categorías de sonido, teniendo como máxima competencia a Ford v Ferrari; en efectos especiales, no se cómo vaya a tomar La Academia lo de Netflix y The Irishman pero si hay algo de pelea aún con la distribuidora de TV por tableta diría que no tiene competencia; en maquillaje hay harta rivalidad, desde lo simple de Joker hasta lo fastuoso de Maleficient, sin embargo, creo que Judy va a tener por aquí premios de consolación que va a celar y extrañar 1917; Newman hace un gran trabajo en partitura y podría empezar a puntear la pelea aquí con Joker -su real contricante-, si no es uno es el otro y faltándome por ver The Lighthouse creo que la guerra aún es más ceñida, entre estos dos, en cuanto a cinematografía esperando, de todas formas, que Deakins y su «skyfallesque» sea otra vez dominador de la velada.

Entre los premios duros la cosa es muy personal y subjetiva. Diría que es un digno rival de Parasite y Joker y todo lo que logre de ahí en adelante es ganancia -siendo Parasite y Joker mis favoritas-. En realidad, en la temporada de premios afloran unas piezas interesantes de ver pero que no van a cambiar realmente el cine o su historia, creo fehacientemente que 1917 es tan chévere como entretenida y eso está bien. Mi favorita no es en este año.

Nota personal. Sinceramente, con todo y lo que me gusta la Futura, hasta el afiche es como aburrido.

Standard
Action, Adventure, Animation, Drama, Epic, Folk, French Cinema, Indie, Internet, Jérémy Clapin, Miguel Vaca, Movie, Netflix, Storytelling, Terror, Thriller, Vacacion, World

J’ai perdu mon corps

Cuando era universitario, venía de haber ahorrado en mi casa meses y meses para poder comprarme mi primer estéreo (AIWA) y para poder pagarme TV Cable. En mi cuarto había una cama sencilla, un armario con poca ropa, un par de colecciones, mis libros del colegio y en algún momento hubo una batería pero esa idea nunca maduró porque nunca tuve oído para la música. Cuando me fuí a vivir solo, prácticamente ese esquema se mantuvo -sin la batería que ya había vendido-. El apartamento donde vivía, en ese entonces era mucho más grande que mi casa de bachiller completa pero sólo ocupaba dos cuartos, la cocina y un baño; el resto no se usaba; en un cuarto auxiliar estaba mi cama y mi ropa, en el cuarto principal el TV con el baño que usaba, y estaban sin dueño, otro auxiliar, dos baños, la mayoría de los closets y la sala-comedor. Era gigante. Sólo me hubiera gustado tener una poltrona como la tengo hoy para ver mi cable; de resto no me hacía falta nada. Además de ver MTV y Cinemax, el canal que más me gustaba y del que guardaba mucho material era Locomotion. No se de dónde era, pero creería que era mayormente canadiense pues muchos de los cortos que pasaban eran tesis y proyectos de algún colegiado que ya no recuerdo pero que tenía la hojita roja de arce en la identidad.

Por ese entonces, veía Cartoon, Nickelodeon y MTV para ver Ren & Stimpy así como, Cow & Chicken, Courage The Cowardly Dog, Cat Dog, Two Stupid Dogs, Angry Beavers y, mi favorito, Rocko’s Modern Life. Y, sin embargo, me quedaba horas y horas viendo Locomotion, un canal de animación para adultos -que no tenían sexo o porno- con contenidos más profundos y psicológicos e.g. los bucles de Bill Plymton que descubrí no sólo hacía la rutina de los presidentes que tanto pasaban en MTV.

Algo de eso debió marcar mi estándar y el objetivo de la animación que quería producir. Igualmente la animación siempre me ha llamado mucho la atención. Cuando chiquito veía la Televisión Educativa y Cultural de Inravisión donde pasaban cortos animados de Checoslovaquia, Yugoslavia, la Unión Sovietica, Bélgica y Alemania. Los temas eran tan diversos como la técnica de sus animaciones; la «stop-motion» era lo que mayormente me atontaba y de la animación tradicional veía Oggy y Las cucarachas de Marc Du Pontavice.

No sé. Pasaron algo casi como 30 o 35 años desde que no escuchaba ese nombre: Marc Du Pontavice
¿Quién es?

Es el productor de J’ai perdu mon corps, una de las nominadas este año para mejor peli animada en Los Oscar y que podemos encontrar directamente en Netflix -así como The Irishman, The Two Popes, Klaus y Marriage Story– (y sí, le estoy haciendo algo de propaganda a Netflix porque gracias a ellos cada vez es más fácil de estar al día con todas las nominadas).

J’ai perdu mon corp
s es una peli existencialista:

– Puedes escuchar la lluvia?
– No, no puedo escuchar la lluvia. Desde aquí arriba sólo se escucha el viento

Este es parte de un diálogo entre dos personajes de la historia, su diálogo es evocación de sonido, de altura, de estratificación. Él en un primer piso es un repartidor; ella en un piso 35 es la cliente. Él un huérfano que ha sabido sobrevivir en el sistema, que quería ser astronauta de pequeño y ella enigmática, compleja y molesta. Los separa el azar y miles de metros y pisos de clase social ¿La pieza es una historia de amor? Absolutamente no. El héroe es una mano. Es un thriller épico sobre una mano. No sabemos de quién. Su autor y realizador, Jérémy Clapin, nos lleva a través de la historia en un juego de tiempos no-lineales. ¿Será la mano de Raouf, del padre, de la madre, de Naoufel? Sabemos que tiene un lunar y sus proporciones nos dicen que no es Naoufel bebé o niño ¿Quién es y por qué el énfasis con esta familia musulmana? Se nombra el destino y que somos esclavos de él ¿Cómo se repele el destino? Con una locura sacada de los cabellos que pueda llevarnos de un lado a otro sin plan y sin remordimientos. Se hace corto a plano medio, donde la mano está pegada a un cuerpo, nos sorprendemos porque ya estamos acostumbrados a verla sin antebrazo y siendo independiente, no la parte de un miembro que a su vez es parte de un organismo que seguimos sin descifrar. Avanza. Su fortuna depende de esquivar la muerte, es una locura que esté andando sin cuerpo pero logró repelerlo porque hizo una locura. La llevó a un lugar insospechado pero no hay remordimiento, está sobreviviendo y está escapando del destino. Hay momentos muy bravos en los que uno se deja llevar por la trama. Imagínense -no sucedió- pero imagínense que uno esté por ahí, tranquilamente y pummmm se encuentra una puta mano en la tina -tina, balde, olla, lavaplatos, cualquier recipiente con agua donde esta mano hubiera querido descansar-. O si uno se pone del lado de la mano, la escena de las ratas para mi es de T.E.R.R.O.R. absoluto.

Clapin nos sigue mandando pistas. La mano se sigue buscando y hay un letrero que dice “je suis lá” -yo estoy allá-. Dónde quedan los deseos, qué son los deseos, son las ideas que rodean esta escena. El vértigo de saber que se está acabando la historia porque se está definiendo la trama es increíble.

La animación es un sistema de comunicación súper diferente al cine o a la TV. No hay, para mí, uno superior al otro -dentro de cada campo, hay mediocridad, bastardismo, mezquindad-. Pero así como en el cine, uno se enamora de las secuencias, en el TV del ritmo y de la narración, en la animación están los detalles. Dentro de los que me enseñaron a ser animador -intercalador de racamandaca-, siempre me decían que en la animación no hay imposibles, todo es posible dentro de la animación y por eso mismo, los detalles son lo que hacen la animación tan especial. Una conjugación de las imágenes rústicas con el audio que les da vida; suena a cualquier descripción audiovisual pero, en serio, un buen diseño de sonido hace que la animación sea buena o sea sobresaliente o sea simplemente genial. J’ai perdu mon corps es genial. Me recuerda mucho a Evangelion; los encuadres buscando más el detalle que el plano descriptivo medio, el audio siendo protagonista, los planos donde no hay mucha acción, largos suspensos entre toma y toma versus unas escenas de acción súper descriptivas y agobiantes.

El suicida es como un héroe. Sin miedo a la muerte, se atreve a cumplir una misión auto destructiva. Si tiene éxito, se muere. Pero si no, es posible que alcance una hazaña. La única mierda de esta peli es que es francesa y su hijueputa final es abierto. Indescifrable. Inconcluso. NO tiene sentido.

#odioElFinalFrancés

Standard
Actor, Adventure, Auteur, Comedy, Drama, Exploitation, Folk, Hollywood, Indie, Miguel Vaca, Movie, New Zealand Cinema, Storytelling, Vacacion, War, World

Jojo Rabbit

Jijijiji… Si alguien puede hacernos reír con una broma sencilla de Hitler no puede ser otro que Taika Watiti ¿A quién se le ocurre poner de amigo imaginario de un niño de 10 años a Adolf Hitler? O más audaz aún ¿A quién se le ocurre interpretar a ese Hitler?

No paré de reír y sonreír durante todo el primer acto. Después las cosas se pusieron tensas y luego ya fue un espiral en caída.

Jojo Rabbit es la fábula de un pequeño conejito que estaba en el lugar equivocado del Tercer Reich. Su inocencia y su ternura no cuadraban con las líneas nacional-socialistas del final de la Segunda Guerra. Su cándido fanatismo desfigura su cara, por daños colaterales en un campo de verano nazi al que Jojo visitaba con mucho ahínco y que a su vez era regido por el héroe de guerra y soberbio Capitán Klesendorf (Sam Rockwell, obviamente), al cual Jojo admiraba mucho.

Watiti basa su historia en la novela de Christine Leunens, Caging Skies. Pero no completamente. Un lapso entre que su padre se queda atrapado en el frente de guerra y todo el tiempo que vive con su madre. La novela está cargada de mucho humor negro y mucha locura. Con esta tragicomedia, Watiti roza casi con el mismo candor estos aspectos y nos regala una ilustración infantil con trazos de colores macabros pero que permiten de todas formas resonar las flautas y tambores de la fábula original.

Hay aspectos muy fuertes de la guerra -y de Esa Guerra, en particular- manejados con desfachatez y es claramente un logro que La Academia ha querido premiar, reconociéndola con seis nominaciones (mejor peli, actriz de reparto, guión, vestuario, dirección de arte y montaje). Valga la pena recalcar que el trabajo de Scarlet Johansson en este año demuestra el pico de su carrera; no sólo logra ser protagonista de una megaproducción -como Black Widow de Marvel-, también su destreza y -si me lo permiten- maestría para desenvolverse en Marriage Story, así como la fuerza para brindar las tonadas exactas de esta pieza de Watiti. Y hablando de él, qué maravilloso ha sido el viaje al lado de él; desde The Flight of the Fucking Conchords, pasando por Eagle vs Shark, Boy, The Inbetweeners hasta llegar igualmente al culmen de su carrera con una de MarvelThor: Ragnarok-, What We Do in the Shadows y esta que es la segunda gran sorpresa en la velada de las nominaciones de La Academia.

Mucha suerte en la temporada de premios!
Ojalá esta aventura siga por muchos más años y muchas más piezas. Su particular ingenio parece no tener límites.

Standard
Biopic, Drama, Hollywood, Internet, Miguel Vaca, Netflix, Storytelling, Suspense, Thriller, TV, Vacacion

Unbelievable

La historia se basa en hechos de la vida real y en el aclamado artículo de Ken Armstrong y T. Christian Miller, ‘An Unbelievable Story of Rape‘. Luego de que el artículo tuviera eco en Los Pullitzer’s, en podcasts y toda clase de medios a lo largo de Estados Unidos, tres personas se interesaron en crear una serie de TV: Susannah Grant, Ayelet Waldman y Michael Chabon. Cuando leía libros, Michael Chabon era de mis autores favoritos; después entró a Hollywood a desarrollar guiones y pues unos salieron bien otros no tanto pero básicamente desde John Carter (2012) no sabíamos nada de él. Siete años después sale con este proyecto desgarrador y quedamos gratamente sorprendidos de sentirnos sobrecogidos otra vez.

Es cruda. Es un tango. Por un lado en el episodio 1 nos rompe el corazón la primera chica; nadie le cree, es hostigada por la policía y decide doble-declarar que su testimonio fue falso e inventado para no sentir más el acoso del estado; su desarrollo es agobiante hasta el último episodio. En estos últimos meses he devorado series policiacas, con sentido detectivesco. Ya había dicho en Messiah que me encantaba Bron/Broen, The Killing, Borgen, The Fall, Ófærð/Trapped, Grenseland/Borderliner, Border Town/Sorjonen, Karppi/Deadwind, Hinterland. Sin embargo, no había visto una serie donde el centro de atención fuera tan poco centrado en el atacante sino más bien en las víctimas y en el desarrollo de la investigación por parte de los detectives y los agentes a cargo.

Unbelievable es una serie que empieza inspeccionando varios casos de violación de extraño procedimiento. Absolutamente minuciosos, prolijos e higiénicos, tanto que parecen invención de las víctimas. Hasta que se convierte en la persecución de un sólo depredador. Un violador serial.

Además de la intriga que es impresionante, hay un trabajo para desenmascarar el patriarcado. Parece contenido revelador pero en el mismo corte avance se encuentra. La primera chica es entrevistada por hombres que aunque se muestran profesionales y de buena voluntad, ejecutan sus prejuicios al fin y al cabo; coercionan a la víctima, sus familiares, sus amigos y sus consejeros que finalmente le dan la espalda para vivenciar el más grande de los infiernos. Inmediatamente después -segundo episodio-, a la detective Karen Duvall le es encargado el caso de una violación que por contraste, por tono, por dirección, los espectadores evidenciamos las diferencias de que un caso sea tratado por hombres o por mujeres conscientes de la situación para la víctima e implicándose más que en su obligación como servidores de la ley como defensoras de género.

Es tiempo de presentar, a mi parecer, a la gran responsable de esta pieza audiovisual que no es nadie menos que Lisa Cholodenko ¿Se acuerdan? Lisa Cholodenko escritora y directora de The Kids Are All Right, drama dentro de un grupo familiar de dos madres, una pareja de hijos y un exmarido que llega a revolver inocentemente el avispero. Cholodenko no dirigió toda la miniserie, dirigió precisamente los de mayor intensidad y que requerían mayor tacto (los tres primeros). Nos hace sentir desazón, al avanzar entre los episodios, una sensación de clamor por la primera chica porque el contraste es cada vez más duro, entre más avanza la investigación en Colorado, más se hunde la chica de Washington. Sentimos asco por los sospechosos porque sin tener que ser los posibles culpables son repugnantes hay unos que son apuestos, adinerados, privilegiados y con sentido de vía libre para hacer lo que quieran porque la ley no los tocan; otros son conscientes de que sus amigos en las altas esferas los protegen y la ley no los tocan; y finalmente, hay otros que sus faltas son menores, ofensivas, pero menores y no hay forma que la ley los vaya a tocar. Ese es el acierto que se gana con Cholodenko, un respeto expreso por la situación y la validación de las víctimas como tal. Luego, ella y Chabon se vuelven productores ejecutivos y aseguran que la serie mantenga su calidad hasta el último respiro del fin de la temporada.

La tenía en mi lista de Netflix pero me tocó subirle prioridad porque no sólo estuvo nominada a los Globo de Oro de este año, también amasa nominaciones en los próximos SAG, Los Broadcasts y los del Gremio de Escritores. Es una serie que uno no querría perderse. Tal vez lo último que me faltaría por anotar es que aparte de Kaitlyn Dever que protagoniza la serie como Marie Adler de una forma brutal -pónganle ojo a esta chica- y Toni Collette que parece la experimentada veterana, mentor y líder de las escenas, me parece que sobresale mucho Merritt Wever; y Wever sobresale sobre todo porque justo la veíamos en Marriage Story como la hermana insegura, descontrolada versus la poderosa fiera que es aquí, una habilidosa e ingeniosa investigadora pero más que nada una persona cuya función es ser empática con cada víctima para triple-checar cada proceso, cada paso y así honrar su dignidad; fantástica actriz, le voy a poner también un pin para seguirle su carrera.

Nota personal. El tema es sensible y delicado; lo que menos quiero es sonar condescendiente o desconsiderado porque si algo puedo decir completamente seguro es que me encantó la serie, me encantó el formato, me encantó la narración. Curiosamente, esta serie me ha tocado mucho de manera personal pero también me ha hecho explorar temas para muchos superficiales como puede serlo Batman. Sí, el encapuchado. He pensado mucho en él, de cómo se nos da por sentado que es el mejor detective ¿Realmente lo es? En los cómix por la forma en que se desarrolla su literatura y la amplia gama de atención que le brindamos, a cada página y a cada capítulo, pues uno si ve un investigador detrás de cada caso; digamos que si uno lee el artículo de Armstrong o Miller suena a un titular de una agencia de noticias, no sentí esa genialidad periodística o por lo menos no la encontré, de pronto el libro es otra cosa; ya cuando uno ve toda la serie se hace evidente que un equipo con más recursos puede ayudar más, una sola persona no va a resolver un caso complejo a menos que que sea eficiente, minuciosa y casi que adicta al trabajo. Tanto que me pone a pensar, más allá de los crímenes y las violaciones, en todo el empeño que se puso para demostrar como es que se lleva una investigación en un proceso deductivo. No quiero sonar frívolo y quisisera no ofender a nadie -o por lo menos tratar de no hacerlo- para brindar mi experiencia y conocimiento sobre esta serie. Y parte de ese conocimiento es evaluar de manera transversal otros medios y otras propuestas. DC acaba de dar un golpe en la mesa y volvió a sentar el tono de cómo se puede hacer una peli de un cómic desde otra perspectiva con Joker. Ahora se prepara para relanzar la franquicia de Batman; Matt Reeves dice que va a explorar el sentido detectivesco adentro del cómic ¿No es acaso una oportunidad grandísima de hacer algo completamente diferente como esta Unbelievable o True Detective?

Standard
Auteur, Biopic, Drama, Epic, Epochal, Experimental, Exploitation, Folk, Gangster, Gore, Hollywood, Internet, Martin Scorsese, Miguel Vaca, Movie, Netflix, Serie B, Storytelling, Thriller, TV, Vacacion

The Irishman

Para nadie es un secreto que el problema de Martin Scorsese con los audiovisuales contemporáneos no tiene nada que ver con la TV o sus productos por si mismos; en varias ocasiones lo hemos visto dirigir y producir este tipo de piezas, generalmente, asociado a HBO que muy congruente a su leyenda es otra cosa; y no son pocas tampoco, desde Vynil y Boardwalk Empire hasta una cantidad innumerable de documentales de todo tipo dirigidos a este medio. No es ni siquiera lo comercial su tema directo con Marvel Studios y su comparación con parques temáticos, es precisamente que Disney volvió esa sub-subcategoría de la serie B (cómic-superhéroe) en un acto panfletario que los pueda beneficiar en sus negocios transversalmente, negando la naturaleza misma del arte del cinema para compartir experiencias, generar empatías o deconstruir perfiles psicológicos. Una relación que él mismo define de humano a humano.

No quiero alargar mucho esta introducción porque mi objetivo no es volver esta entrada un foco de lo que hace o no Buena Vista International, así que mejor avancemos.

Quiero pensar que es tan abierto a esta discusión que incluso fue motor de la preproducción del Joker que terminó atrayendo a Robert De Niro y dándole luz verde a la dupla Todd Phillips/Joaquin Phoenix pero luego un proyecto más llamativo, más de lo suyo, como The Irishman, empezó a copar la totalidad de su atención hasta que abandonó el barco. Entrelíneas pareciera que estaba muy interesado en el perfil del villano que ya tenía Warner Bros. -y que supuestamente lo habría desarrollado en un prototipo Todd Phillips– para dirigirlo y traer a Leonardo DiCaprio como protagonista -sabiendo de antemano que Phillips tenía desarrollada la idea exclusivamente para Joaquin Phoenix-. Creo que en la pelea, el maestro perdió interés por el proyecto pero dejó asociado a De Niro, una gran agitación que terminó funcionándole de maravilla a la producción, a la peli misma y, ojo al dato, dejó enclavada a Emma Tillinger Koskoff que produjo Joker y le permitió usar el resto del equipo de The Irishman para terminar la grabación.

Scorsese tiene una excusa para hacer una pieza audiovisual. Sea una peli, un corto, un episodio de una serie, un documental. El tema obviamente es importante, dará la forma del contenido, la dirección de arte, la fotografía, la iluminación, todo lo estético y todo lo de fondo. Esta afirmación es tan ambigua que se ajustaría a cualquier director de cine incluso si pudiéramos reunir y resumir tipologías en los temas que Scorsese ha venido acumulando con el paso de su carrera. Sin embargo, algo que me fascina de él, en todas sus piezas, es su capacidad pedagógica. Es un maestro. Cada obra en su portafolio es una Masterclass de narrativa; audiovisual, textual o rítmica. Son cadentes, son distintas, han venido evolucionando con el paso del tiempo y han tomado una lógica y una «manniere» muy de su personalidad pero no necesariamente se ha estancado o se ha vuelto iconoclasta como podría ser la tentación y tendencia.

Su profundo conocimiento del Nuovo Cinema Italiano -esclarecido en varios documentales que le conozco sobre encuadres, narración y estética- definió su rúbrica a principios de los 70’s.
Amigos y amigas, estamos hablando de una leyenda andante que ya por 1974 había desarrollado clásicos instantáneos como Mean Streets y Taxi Driver. De los 80’s a mediados de los 90’s podría uno decir que cada uno encuentra sus favoritos «martinianos» (o «scorsesianos» como prefieran) -los míos sin lugar a dudas Goodfellas, Cape Fear y The Age of Innocence-, algunos alegarán que su esencia está en su genial pedacito en New York Stories o una y cada una de las nominadas que perdió el duelo final en la irresponsable época de Los Oscar que lo marginó de su(s) correspondiente(s) distinción(es). No importa. Descubrir cuál es la preferida de cada uno y definirla como la mejor del portafolio del realizador es un acto futil y sin sentido. Lo importante es que se le reconoció como Cinema de Autor, el suyo, y el de varios de sus colegas contemporáneos… Casi me atrevo a decir que fue la época dorada del cine.

¿Y qué de su estilo reconocemos en The Irishman?
(Que finalmente es nuestro centro de discusión)

Me atrevo a decir que su declaración fue tan contundente (la de Buena Vista) que lo primero para poderla afirmar y más llamativo, al fin y al cabo, fue traer a su guardia pretoriana en cabeza de Joe Pesci y Robert De Niro; en el marco meramente de la historia se necesitaba una tercera pieza que terminó siendo Al Pacino convencido por De Niro -discrepo que el ideal hubiera sido él, ya hablaremos de eso-. Después vendrían los centuriones; los optios, Rodrigo Prieto que ha venido trabajando con el maestro desde hace ya tres proyectos atrás (The Wolf of Wall Street, Silence y ahora The Irishman), un viejo conocido para las partituras con Robbie Robertson y Emma Tillinger Koskoff para completar el resto de la producción; y si me lo permiten, diría que no existiría Martin Scorsese sin su pilus prior centurion: Thelma Schoonmaker, la dama detrás de su ingenio, capaz de desenredarlo y de ordenarlo para presentarlo.

Esa es su firma.
Un ejercito conocido organizado y bien dispuesto.

Se quejan que Scorsese se volvió loco con Netflix y sus tres horas veintinueve minutos porque es demasiado para una peli pero se olvidan de Silence (2 horas 41 minutos), The Wolf of Wall Street (3 horas), The Aviator (2 horas 50 minutos), Gangs of New York (2 horas 47 minutos) o Casino (2 horas 58 minutos) ¿O es que sólo se nos hace excesivo esos 29 minutos por fuera del promedio? Scorsese está más del lado de Ettore Sottsass, aquel que fundó el Memphis Milano y que diseñó la esencia de los años 80’s llena de colores y texturas; un rococó que tenía como lema que «con menos hay aburrimiento» en claro contraste con el minimalismo de la Bauhaus. Después del paso de los años -y cada vez más, por lo mismo, estoy más seguro de eso- el adulto mayor está con menos tapujos en la boca, su interés no es callarse nada, por el contrario tratar de decirlo todo y casi que al mismo tiempo. Scorsese no es diferente (por eso Thelma Schoonmaker es una pieza esencial para la cordura de su narración), dispone su ejercito y los colores su verborrea de las mafias ¿Cuál en este caso? La de los camioneros de todo Estados Unidos y así una gran pieza para disfrutar y analizar.

Ahora bien, Al Pacino suena muy bien en las marquesinas de la pieza pero no cuadra su Jimmy Hoffa en su desempeño. Sus gritos, sus movimientos, todo su rol se refiere y se hace muy cercano a Tony Montana, no estoy comparándolo con el Jimmy Hoffa de Jack Nicholson -no sé cuál sea mejor- pero todo parecería más coherente si Stephen Graham y Al Pacino hubieran intercambiaddo papeles; si querían darle más protagonismo hubieran podido tranquilamente hacer más énfasis en esta relación con Tony Pro, una rivalidad entre Detroit y Florida; igual Pacino hubiera podido asumir su posición con gallardía así como loable fue la actitud de Anna Paquin en un modesto pero protagónico personaje o el mismísimo Joe Pesci que creo hizo el papel de su carrera, sobrio, pausado, implacable, sereno, letal. No me saco la idea de que embelezados con la figura de Pacino se les olvidó alguien que hubiera funcionado mucho mejor, y en honor a los viejos buenos tiempos: Ray Liotta.

Aparte de éste que personalmente considero el único descache, y ya finalizando la entrada, no sólo para The Irishman sino para cualquier peli de Scorsese hay que prepararse bien, hay que haber dormido bien, comido bien y no haber tomado mucha agua, hay que estar alerta para todo el aluvión que se viene encima y sentarse a disfrutar sus tres horas veintinueve minutos. Tres cosas me llamaron la atención a primer golpe de vista y que están intrínsecamente relacionadas con las declaraciones de Scorsese (1) Martin Scorsese no está en contra de la tecnología, la ciencia y los desarrollos dentro del cine, filmó su peli en digital y con un despliegue de efectos especiales loquísimo para contar la historia de tres personajes durante treinta años de historia con los mismos actores, es decir, no es Christopher Nolan evangelizador del formato iMAX sino casi que es Richard Linklater y su perspicacia experimental (2) así como Linklater creo que valida otros estilos de narración cinematográfica actuales, ingeniosos y originales -no sé si me siguen pero hay muestras perceptibles de muchos autores- e.g. Wes Anderson (cuando enumera las pistolas, cuando nombra las muertes y su ficha técnica), Quentin Tarantino (con su caprichosa oda a la sangre y el «gore») seguramente cuando la revise pueda encontrar otros pero, lo que intento decir es que Scorsese armó un gremio tácito de realizadores en frente a nuestras narices (3) la más intrigante de todas, a la altura del minuto 30 de la tercera hora (2:30hrs), De Niro mira a la cámara; quedé perplejo -me alegré de tener Netflix porque podía devolverme a revisar a ver si había sido yo o qué-; repetí el minuto y sí miró a cámara, con la boca abierta continué viendo y ¡Juepuerca! Otra vez, De Niro miró a cámara por segunda vez y a la altura del minuto 33 un poco más evidente volvió a mirar; en este juego de validar técnicas y sus realizadores ¿Quién le habla a la cámara y rompe la cuarta pared? Generalmente, se hace en comedias de grandes genios como Mel Brooks o los Monty Phyton tal vez Woody Allen y de pronto un poco más serio Michael Haneke o los muchos intentos de Terry Gilliam de consumar su Quixote, no recuerdo que lo haya hecho antes ¿The Departed tal vez? ¿Bringing Out the Dead? Pudiera ser The Last Temptation of Christ pero ¿Por Qué lo haría Scorsese justo en The Irishman? Sólo se me ocurren conjeturas como que el guiño es hacia el público, nos quiere de aliados en su campaña porque seguro no tiene que ver con la validación de Deadpool (*)

* Estoy viendo el documental The Irishman In Conversation y sí, parece ser un error de De Niro y una indulgencia tanto de Scorsese como de Prieto donde sobrevive la esencia de la escena por encima del error. Y es que explican que todo el tema del CGI de ILM, para volverlos más jóvenes o más viejos, requería una concentración absurda, ya que había dos cámaras por cada actor para los efectos además de las “narrativas”; hay un chiste en el docu donde están Pesci y Scorsese hablando y Pesci dice que todo el mundo le daba órdenes de no mirar la cámara, no mires la cámara, no mires la cámara, ¡Cuál puta cámara! -respondía-, en mi época sólo había dos cámaras y ya.

Haciendo relación al CGI de ILM en el docu, Scorsese dice que hay una situación de alivio para él en cuanto no tiene que tener un actor para cuando el personaje tiene 30 años, otro para cuando tiene 50 y otro para cuando tiene 80 años, no tiene que explicar la escena, la línea, la intención, el primer actor ya lo sabe y además es un actor de primera categoría que es cambiar de moldear su eje histriónico para lograrlo. Ahora bien, a muchos actores les puede gustar el reto o no, pero es un reto. Es un personaje en sus 30’s, en sus 50’s y en sus 80’s, tienen pegadas unas marcas en la ropa y casi como en teatro tienen que darlo a entender con voz, con expresión corporal, con talento. El CGI es el nuevo maquillaje se pueden ahorrar horas y horas de maquillaje, se va a perder ese romanticismo que también tenían las pelis con efectos de «stop motion», pero va a haber una consistencia tanto del personaje como de sus rasgos a lo largo de la peli que va a ser un gran aporte de esta tecnología de ahora en adelante… Lo de las cámaras, ya se revisará… Forget ’bout it!

Nota personal: ¿Recuerdan mi juego con Richard Nixon en este blog? Al final de la entrada de The Butler está la definición «colección de interpretaciones de Richard Nixon; un personaje histórico pero shakespeariano y vil ala Richard III que se considera deforme y sensible al desprecio de su pueblo». A partir de allí se pueden ver esas interpretaciones recolectadas aquí. Hace rato no lo jugaba, tal vez porque con el paso del tiempo, Nixon ya no es un referente tan claro y se ha perdido interés en su figura a medida que Vietnam y el asesinato de JFK se va quedando olvidado. Incluso en Watchmen el presidente es Robert Redford, Nixon apenas pasa nombrado. En The Irishman, vuelve a parpadear la imagen de un Nixon, no como Richard Nixon sino el Presidente Nixon, y su responsable Jeff DeHart, prácticamente un desconocido pero si aparentemente un comediante imitador. Divertido. No sólo porque aparece en sólo dos instantes muy fugaces sino porque además lo hace de una manera muy sutil lo cual le aporta mucha gracia y agudeza al impostor 😉

Standard
Auteur, Drama, Hollywood, Internet, Miguel Vaca, Movie, Netflix, Noah Baumbach, Thriller, Vacacion

Marriage Story

Marriage Story es como una de esas buenas pelis de Woody Allen de los 90’s. Introspectiva, psicológica, con cambio de narradores así como diferentes puntos de vista, incluso aparece Alan Alda, un poco menos de humor que en una de ellas y, como uno de los protagonistas es un director de teatro, yo creo que a manera de guiño las tomas se tornan un poco a lo Ingmar Bergman, en menos proporción pero mucho más de lo que lo haría una peli originalmente de Allen.

La cinta trata sobre las transformaciones en un matrimonio. La mayor parte de dicha historia nos la dan contada y somos más testigos de los momentos amargos pero está bien. No me canso de decir que Jim Carrey tenía mucha razón, en A Series of Unfortunate Events, interpretando al Count Olaf declaraba que “El Matrimonio no es un picnic” tiene sus altas y sus bajas y seguramente cuando estamos en las bajas sólo recordamos los momentos duros pero Baumbach logra conmovernos para develar que, incluso en relato, esos grandes momentos de felicidad, sencilla, simple y completa hacen valer la pena y sobre todo dan el valor de estar en las bajas para sobrevivirlas.

Si me preguntan, a parte de las monstruosas actuaciones de Adam Driver y Scarlett Johansson, esta Marriage Story me parece una versión ligera de Kramer v. Kramer. Es drama puro pero el centro y valor de esta pieza son estas dos personas que dejaron el ciento por ciento en cada línea. Fascinante. Seguro van a dar guerra en Los Oscar, Los SAG y demás premios de la temporada.

Es un placer haber sido protagonista del crecimiento de Baumbach como escritor y realizador. Su inicio al lado de Wes Anderson fue divertido, elegante, colorido si quieren pero de alguna forma cuando vi el material adicional en el Blu-Ray los sentí igualmente muy ingenuos; por un lado, Anderson se estancó en su belleza; por el lado de Baumbach, The Squid and the Whale me sorprendió mucho, qué buena peli; Greenberg qué buena-buena peli; hay un proceso, hubo también unas bajas -ni siquiera las nombremos- pero parece el realizador un dragón sinuoso, serpenteante, que toma impulso para cada vez lanzarse más alto y no me cabe duda que esta es una gran pieza, madura, descarnada y muy bien ejecutada pero desde ya esperamos su siguiente pico para que nos siga sorprendiendo su ingenio.

Nota personal. Me topé con una serie de afiches de esta peli muy buenos. Capturan muy bien la esencia de la trama y de las personalidades. En Marriage Story no hay buenos y malos o una lucha del bien contra el mal; hay matices, tonalidades, malas entradas, soportes, paciencia pero también cada uno es el perfecto oponente del otro, Costa Oeste versus Costa Este: hermosos.


Standard
Action, Drama, Hollywood, Internet, Miguel Vaca, Netflix, Politicae, Road Movie, Storytelling, Suspense, Thriller, TV, Vacacion, World

The Messiah

Está complicada la cosa de ponerse al día con los nominados (al Globo de Oro) en esta temporada de premios que se nos viene, si aparte de que son muchas piezas por resolver, aún tenemos tantos pendientes. Justito antes de que me enterara de la susodicha -y primera- lista, me había empezado a ver The Messiah; una producción de Netflix que me aconsejó el algoritmo porque me encantan las intrigas, las teorías de conspiración, los espías y las series policiacas -eso se nota en que en el centro de este blog aparecen series como Bron/Broen, The Killing, Borgen, The Fall, Marcella, Happy Valley, Ófærð/Trapped, Grenseland/Borderliner, Border Town/Sorjonen, Karppi/Deadwind, Hinterland y obviamente por eso cabe también Homeland y True Detective-.

The Messiah es interesante a nivel narrativo en gran parte porque la mayoría de los episodios son dirigidos por el espectacular James McTeigue -la mano derecha de Las Hermanas Wachowski mucho antes de que Tom Tykver tomara su lugar- y supo interponer una rúbrica de thriller de acción a cada uno de los episodios de los que fue responsable. Para que recordemos rápidamente, los primeros trabajos del australiano se remontan al equipo de producción de The Matrix, luego le es confiado el proyecto más reluciente de su carrera como lo es V For Vendetta y finalmente se aisla en una cadena de errorcitos de serie B no muy conocidos -más allá de The Raven que logró algo de eco en críticas y taquilla-; vuelve con Las Wachowski con Sense8 y parece que hubiera renacido porque inmediatamente del revuelo de la serie ahonda en The Messiah que de verdad me parece muy interesante.

Más allá de las caricaturas de Porta dos Fundos, de Monty Phyton y súper alejado de cualquier serie de Semana Santa que tratan de hablar con una verdad absoluta sobre el fenómeno de Jesús de Nazareth, The Messiah es algo más cercano a American Jesus de Mark Millar. Michael Petroni crea una serie tipo Homeland, desonvolviéndose en Cisjordania con la idea del surgimiento de un nuevo profeta, un nuevo profeta muy revolucionario que ya con sólo anotar en su discurso que “Toda La Arabia debe volver a unirse” es por sí mismo un tema suficientemente incendiario y peligroso para Los Francos y Cruzados contemporáneos. La historia empieza a seguir sus pasos por Siria, Irán, Jordania, Israel y finalmente nos lleva a un cacerío en Texas, Estados Unidos. Sólo una vez Petroni muestra lo que parece ser un milagro del «Mesías» (e incluso en ese momento no es del todo claro y evidente) porque de resto todo parece creación de la histeria colectiva o la sugestión misma de los protagonistas.

Ritmo impecable, notas relacionadas con El Corán, La Biblia y La Torá, lenguas inexorablemente diferentes a lo que estamos acostumbrados a oír, personajes cautivantes y una historia sin muchos huecos hacen de The Messiah, repito, muy interesante de revisar. Si se lo piensan un poco incluso puede ser una «road-movie», con un inicio geográfico, un recorrido, un destino y un aprendizaje. Al finalizar, los diez episodios de su primera temporada, me queda la sensación que incluso el centro más atractivo de la trama no es el peregrino que agolpa todos los lentes sino sus discípulos; no estoy revelando nada en absoluto pero échenle ojo, si se atreven a ver esta serie, a «Los Apóstoles» de la serie pues creo que tienen mucho para desarrollar en una segunda o tercera temporada.

Standard
Action, Adventure, Aussies, Biopic, David Michôd, Drama, Epic, Epochal, Exploitation, Hollywood, Miguel Vaca, Movie, Netflix, Storytelling, TV, Vacacion, War, World

The King

Nunca fui un gran admirador o fanático de Timothée Chalamet y su Call Me by Your Name; al final lo que hice fue seguir mi tarea para los Oscar y descubrir porqué había sido nominada para mejor guión, mejor desempeño para actor principal, mejor canción original y mejor peli del año. Era imposible no verla. ¿Era una obligación amarla? Absolutamente no, y no lo hice. Me pareció un flan súper insípido rodeado de un almíbar exageradamente dulce que dañaba la experiencia entera.

Después pudo haber venido Lady Bird de la querida Greta Gerwig pero el regusto que siempre me quedaba es el de la estrellita divina que se va haciendo camino en Hollywood.

Bueno, empecé a leer buenas críticas de The King. No empecé a leerlas por él mismo sino porque estoy en un periodo de inquietud por lo que se viene con Batman y Robert Pattinson ha sido alabado en varios papeles, incluidos Cosmopolis (mal) y The Rover (muy bien); una nueva crítica positiva me interesaba mucho; no importa tanto si era un papel secundario, Tommy Lee Jones sacó adelante una pieza de acción y la llevó al máximo explendor con su desempeño en 1993 con The Fugitive al igual que Mahershala Ali en Green Book, Sam Rockwell en Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, Mark Rylance por Bridges of Spies o pordiós J.K. Simmons por Whiplash. Todos realzando una pieza desde una parte muy pequeña, el actor de reparto, pero tan grandiosamente que permitía explorar capas y capas de la historia central que sin ellos no eran más que otro flan.

The King fue la última reseña que leí de Pattinson. Un antagonista despreciable. Humillativo. Soberbio. ¿Era posible ver estas facetas en el galán de las señoritas de Twilight? Pues sí. No lo hizo mal. ¿Lo odié? Un poquito, no mucho, eso demeritó su desempeño. Y es que he venido afilando mi criterio sobre el villano en la historia; no hay una buena historia si no hay un buen villano y sin revelar demasiado la sorpresa fue que el villano no fue Pattinson, sino uno genialmente mayor y salvo la peli; no por el mal desempeño del ex-vampiro porque realmente lo hizo bien; la salvó porque fundamentar la catarsis en un personaje tan simple y tan ‘negro’, tan plano, tan malo porque-sí hubiera sido una gran desilusión.

The King basa su historia en la coronación de Henry V como rey de Inglaterra y su pelea frente a Francia a mediados del siglo XIV. La vi por Netflix pero me llamó la atención que su director fuera mi loado David Michôd, también eso me ayudó a bajar la guardia un poco; después viendo como secundario a Ben Mendelsohn y a Joel Edgerton (además de escritor con Michôd), me hizo fantasear que el realizador había reunido a su «dreamteam» para crear algo fabuloso.

Realmente no fue ni comparado con Animal Kingdom, pero si cuando Chalamet, al principio del tercer acto, hubiera dicho “Kill ’em all” y hubiera sonado Metallica de otra cosa estaríamos hablando (para eso hubiéramos necesitado que en diseño de banda sonora hubiera estado Atticus Ross y Trent Reznor, como fabulosamente lo hacen en Watchmen)

Standard
Andy Nyman, Auteur, Brit, Drama, Exploitation, Folk, Indie, Internet, Jeremy Dyson, Miguel Vaca, Movie, Suspense, Terror, Thriller, Vacacion, World

Ghost Stories

ghost_stories_ver3_xlg

Hay varios puntos positivos de ver hoy en día The Graham Norton Show en vez de The Tonight Show Starring Jimmy Fallon. Generalmente, siempre grababa los dos y de esa forma me quedaba fácil adelantar las partes que no me llamaban la atención; resultó ser que la sección de los grupos musicales, en su presentación final, empezó aburrirme mucho en el show de Jimmy mientras veía casi todas las de Graham; al final terminé adelantando todo el material de Jimmy y ahora sólo veo Graham -aunque si extraño las pocas veces que llevaban un comediante a hacer «stand-up»-.

En fin, lo bueno de ver The Graham Norton Show en Film and Arts es que curiosamente nunca son nuevos. Son programas de archivo con un retraso de tres meses, en el mejor de los casos, pero a veces incluso de uno o dos años atrás. El problema con el show de Jimmy es que es muy reciente; sus novedades son realmente novedades; no encuentra uno un libro, una canción o una peli porque todas son de último golpe de voz. Todo está en boga y aparecerá en unas semanas, en unos meses o al final de la estación.

Bueno pues me acabo de ver dos cosas gracias al show de Graham. Lo primero es el episodio con Dwayne Johnson y Naomie Harris ¡promocionando Rampage! Es decir, estamos hablando de aproximadamente abril del año pasado y Roger Daltrey promocionando su disco de soul con la canción “As Long As I Have You“… Bien atrás.

Lo interesante no fue Rampage -aunque estuvieron divertidos La Roca & Naomie-, ni tampoco la excelente presentación de Daltrey como leyenda del «rock’n roll». Lo verdaderamente interesante fue escuchar a Martin Freeman, también invitado esa noche, promocionando su pieza: Ghost Stories

ghost_stories_xlg

Y adivinen, fue fácil hacer hoy mismo la reseña porque fue refácil encontrarla en internet. Ya pasó su explotación comercial y ahora es accesible en algún rincón de la nube que si les interesa seguro la encontrarán.

Ghost Stories es una peli de terror y me llamó mucho la atención que estuviera basada en una obra de teatro. Hasta donde yo se, apenas en Colombia estamos incursionando en el «stand-up»; ahora bien, mis experiencias en el teatro son bastante limitadas y de base griega: o comedia o drama. Las tablas y yo no vamos muy bien, por eso cuando hay una parada del Festival Iberoamericano trato de ir a algo diferente y, generalmente, termino viendo payasos y danza contemporánea que me fascinan. ¿Pero terror? Eso si es nuevo. Recuerdo grandes momentos de intensidad que le ponen los pelos de punta al espectador pero realmente una obra para asustar y en teatro nunca se me pasó por la cabeza.

Pues bien, esta obra estrenada en 2010 en Liverpool, escrita y dirigida también por Jeremy Dyson y Andy Nyman, tuvo una recepción excelente y extendió su éxito hasta 2015 y 2016 con una gira mundial hasta Australia: Después el dúo decidió hacer la peli. Andy Nyman actúa como un parasicólogo que expone al público presente tres entrevistas, con tres personajes y frente a sus ojos se recrean las escenas relatadas. Estas tres historias son las de un celador, un joven conductor y un empresario que espera su primogénito.

No conozco los resultados de la obra pero la peli es increíble. La tensión es «hitchcockiana» en cada relato, abierto hasta cierto punto; nos lleva a una elegante forma de narrar terror en cine. La fotografía va aportando pistas delicadísimas y la frase de Martin Freeman: “…¿por qué será que siempre la última llave es la que siempre nos ayuda a abrir todo?…” casi que rompiendo la cuarta pared, nos afirma que las tres historias se alinearán en algún momento y con su llave, la última historia, algo disparará el final del argumento.

Pienso que las formas de hacer terror son generalmente muy elegantes y no tanto las de hacer horror. Ambos subgéneros han sido explotados por maestros e incluso galardonados por su genialidad. Sin embargo, hay más destreza en tensionar a un espectador para después asustarlo (base del terror) que hacerlo vomitar por algo grotesco en la pantalla (base del horror) y después asustarlo -perdón por mi definición bien simplista del terror versus el horror pero creo que nos cae como anillo al dedo-. Nada más, detallen la escena de la cuna donde el personaje de Freeman está petrificado, “todo lo importante de la escena“, en una cinta de horror, está en segundo plano, borroso, mientras el primer plano (como toda la peli) es el protagonista. Increíble.

Ahora, es la primera vez que siento escucharme decir que una peli me llevara a una función pero ¡cómo quisiera haber visto esa obra de teatro!

Esta pieza, sin embargo, no sería nada sin las increíbles actuaciones de Alex Lawther joven talento que reconocemos desde The End of the F***ing World, Paul Whitehouse y Martin Freeman; este último par haciendo cosas fuera de su zona de confort, e.g. Whitehouse es un reconocido comediante británico, sí reconocido por su tinte amargo en sus personajes pero nada comparado a este drama o Freeman que generalmente hace de bonachón o compinche bonachón de un héroe bonachón y aquí es un ser despreciable y hasta repulsivo. Los tres dejan sus vísceras en sus desempeños y cada sentimiento aflora por sus poros, lo que nos invita a empatizar con ellos y su tragedia.

De nuevo, échenle mucho ojo a la fotografía de Ole Bratt Birkeland.

ghost_stories_ver4_xlg
ghost_stories_ver2_xlg

Nota personal: El capítulo de Graham Norton debe ser incluso más viejo porque la peli de Freeman se estrenó en 2017

Standard