La semana pasada escuchamos que Andrew Stanton después de su fracaso taquillero de John Carter vuelve a Pixar muy posiblemente a dirigir la segunda parte de Finding Nemo. Viniendo de la tercera parte de Toy Story, la anunciada segunda parte de Monsters, Inc., la desastrosa salida de Cars 2 y ahora Finding Nemo 2 pensaría uno que la creatividad y chispa de las producciones originales de la compañía se está agotando y tienen una “secuelitis” crónica que termina por desinteresarnos -hay incluso un rumor de Toy Story 4-.
Al lado de esta contingencia, aparece este año una cinta como Brave dirigida por Mark Andrews y Brenda Chapman que revive las esperanzas de que la compañía que no sólo fue punta de lanza en la tecnología sino también en las historias animadas que tocan esas fibras de nuestra más pura sensibilidad, que son anacrónicas y no pasan de moda aún no está acabada.
Brave es la historia de Merida (Kelly Macdonald), una niña escocesa que vive bajo las tradiciones de su clan del cual su padre es rey (Billy Connolly). Su educación es encargada a su madre (Emma Thompson) quien le indica como vestir, como comportarse, como pensar. Su personalidad es una mezcla de agudeza, vivacidad y energía desenfrenada. Mientras sus tres hermanitos son exhortados a sacarle jugo a estos tres factores, Merida tiene que obedecer a su madre quien la califica y/o reprueba. Hasta aquí nos dejó ver el corto, en la cinta la historia se vuelve oscura y por un deseo mal pedido por parte de Merida peligra la vida de su madre, sus hermanitos y el equilibrio del reino.
Comparada con Up, WALL·E y Ratatouille maneja un buen promedio de acción, entretenimiento y es impecable en la historia. Tal vez el ritmo se cae un poco cuando ella y el oso buscan el fuego fatuo pero justo en esos momentos hay instantes de físico terror cuando la consciencia del oso se torna instintiva y predadora. El espectador disfruta mucho la historia, los chistes, la gracia y el desarrollo como en la mayoría de pelis de Pixar, esta tiene un plus adicional y es lo hermoso de la ambientación con música gaélica. Por mi lado, además me emocioné con los pelos de todos los personajes. El rojizo marchito del rey Fergus, el elástico y vital de Merida, los incandescentes y llenos de bucles de los hermanitos, la crin sedosa del caballo, el lomo plateado del oso y todos los demás genéricos en la reunión de clanes.
Si pueden seguir haciendo este tipo de historias, ¿por qué empantanarse en secuelas que pueden ser entretenidas pero opacan el universo creativo de Pixar?