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Bond 9: The Man with the Golden Gun

[Continúa]
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La producción toma un paso atrás en finanzas y a pesar de que confían en que Roger Moore es la respuesta correcta, el presupuesto para la realización de The Man with the Golden Gun pasó de 35 millones a tan sólo 13 millones; se recogieron casi 98 millones lo cual significó un gran negocio pero de todas formas la producción se vio afectada.

Guy Hamilton repite como director en su cuarta versión del súper agente 007 y supera a Terence Young quien logró apenas sólo tres capítulos -entre los que se encuentran los más deplorables hasta ahora-. Además de Hamilton, vuelven también Tom Mankiewicz como guionista, Ted Moore como director de fotografía, Maurice Binder en la secuencia de títulos, John Barry en la partitura original y se siente como la franquicia se va volviendo legendaria cuando todos se juntan en torno a Bernard Lee como M, Lois Maxwell como Moneypenny, el mismo Roger Moore y Desmond Llewelyn quien regresa como el gran Q.

Francisco Scaramanga el asesino de fama mundial hace una amenaza abierta al 007 al mandarle una bala de oro con su nombre directamente al MI6. Scaramanga interpretado por Christopher Lee entra a la cima de villanos de la serie por la particularidad de armar una pistola gracias a implementos personales de oro como una cigarrera, una pluma o un encendedor. Pero no hay mucho desenvolvimiento en este capítulo, todo gira en torno a una conspiración de Scaramanga por adueñarse de una estación de poder solar; lo interesante es que a pesar de que no tuvo mucho tiempo en pantalla Christopher Lee logra un villano, sofisticado, exótico que sin deformidades físicas es catalogado como uno de los mejores de la franquicia. Se habla de su muerte como una de las mejores, no se si es la época o qué, pero personalmente me pareció una intriga sosa sin mucha justificación -me refiero al duelo de los veinte pasos y después la casa de los espejos-.

En The Man with the Golden Gun aparecen dos chicas Bond. Maud Adams como Andrea Anders quien colecta las balas doradas para Scaramanga en un casino de Macau -una escena que se evoca posteriormente en Skyfall– y Britt Ekland como Mary Goodnight -gran nombre-. Este par de suecas se complementan con Hervé Villechaize el enano mayordomo de Scaramanga famoso por su papel de Tatoo en La Isla de la Fantasía y Clifton James como el Sheriff Pepper que vuelve aparecer un poco forzado debido a su popularidad alcanzada en Live and Let Die.

Como advertíamos, a pesar de tener locaciones exóticas en Tailandia, Hong Kong, China e Inglaterra, el bajo presupuesto no permitió un mayor desenvolvimiento de la saga. Roger Moore se acostumbraba al papel y el resto de la producción recogió buenas regalías. Aunque no es la peor, The Man with the Golden Gun tampoco es la mejor y sin mucha pena y con poca gloria se ubica consistentemente en el promedio de toda la serie.

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Bond 8: Live and Let Die

[Continuación]
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Es 1973. Han pasado dos años y la solución de traer a Sean Connery como James Bond, ni funcionó ni fue a largo plazo. EON Productions en cabeza de Albert R. Broccoli, intentó convencer al escocés de volver al proyecto pero este fue reticente y determinante. Saltzman siempre quiso darle un giro al súper agente para volverlo más americano y armó una larga lista de posibles actores para finalmente ofrecerle el papel a Clint Eastwood quien, sintiéndose alagado, declinó por pensar que el actor debía ser un británico; Broccoli, de acuerdo con Eastwood, encontró una salida reconocida y más segura para la saga. En la época en que el Dr. No se anunciaba en las marquesinas de los teatros de cine, varias opciones de espionajes basadas en las historias de Ian Fleming también comenzaban a aparecer en la TV; una de ellas The Saint con siete temporadas ininterrumpidas proclamando como estrella a Roger Moore. Por su cuenta, Moore ya había participado en pruebas de reparto para interpretar al 007 que finalmente le fue concedido a Connery para el Dr. No y a George Lazenby para On Her Majesty’s Secret Service.

Moore concentraba, de esa forma, varias claves importantes para la producción del siguiente James Bond, estrellato, aceptación del público, ganas de hacer el trabajo y apuesta a largo plazo. El británico sólo pidió no ser puesto a imitar a Sean Connery ni a Simon Templar (The Saint), por lo que el guionista Tom Mankiewicz intentó darle un aire de más frescura y más comedia a sus partes. Las líneas cómicas tan características de Connery se convirtieron pues en escenas más amplias que abrazaron la sofisticación y un poco la insolencia que caracterizarían al súper agente posteriormente.

Live and Let Die fue escogida porque se quería traer a escena el tema de las panteras negras; tomando como excusa la novela homónima de Fleming, por primera vez, un actor negro interpretaría un antagónico en la serie. Yaphet Kotto fue el encargado de darle forma a Kananga en las profundidades folclóricas de Nueva Orleans y lo hizo impecablemente. El director encargado iba a ser Guy Hamilton, el francés que obtuviera hasta ese momento el mayor éxito de la franquicia con Goldfinger y que volvió en Diamonds Are Forever, también con relativo éxito. En principio, Hamilton no quería filmar en Nueva Orleans por haber tenido muy cerca el Junkanoo en Thunderball pero la producción lo convenció de que era otro Bond y ya habían pasado ocho años, lo cual hacía irrelevante su petición.

La historia empieza con la desaparición y supuesto asesinato de tres agentes especiales del MI6, en dudosas circunstancias mientras vigilaban el accionar del Dr. Kananga en Santa Mónica, una isla caribeña en donde ejerce su tiranía. Bond se desplaza a Nueva York para encontrarse con Felix Leiter (David Hedison) y recibir el informe, mientras el mismo Kananga también se desplaza a la ciudad para un encuentro diplomático en la ONU; un par de persecuciones después conllevan a Bond a Harlem y a la pista de Mr. Big otro de los villanos de este capítulo. Gracias a Mr. Big, Bond descubre a Solitaire (la bella joven y virginal Jane Seymour) que lee el futuro mediante su inmaculada peculiaridad, el tarot y de esta forma es la mano derecha de esta facción. Obviamente Bond la seduce, la inhabilita 😉 y emprende la cacería sobre Kananga.

El esquema de Bond se aferra a la franquicia en busca de una nueva identidad perdida con Connery y Lazemby. Pero de aquí en adelante todos en la producción de la serie deberán reconocer que lo logrado en On Her Majesty’s es lo mejor que les ha sucedido. Como explicábamos antes, Moore se aferra a un perfil más coqueto, juguetón y cómico con su personificación pero Lazemby enseñó que no todo es una payasada, que las peleas no pueden ser tan coreografiadas, que el uso de dobles debe ser la última opción (en esta peli en particular hay una escena que es realmente asombrosa y que justificaba el uso de dobles: el paso de Bond sobre una camada de lagartos en el pantano – las escenas de cómo se filmó esta toma son escalofriantes y obviamente no las iba a hacer Roger Moore), que se puede sufrir y que James Bond no es ramplón. Live and Let Die es la mejor cinta de Roger Moore, un roletazo de cuadrangular; hay unas excelentes persecuciones, las locaciones exóticas en el sur y en el Caribe son geniales, la canción insignia compuesta por Paul McCartney -que le significó la segunda nominación de Bond a un Oscar– personalmente es la mejor de la franquicia y se le notó madurez a todo el equipo que por fin se empezaban a olvidar del sonsonete de que el único súper agente 007 fue Sean Connery. Bernard Lee sigue siendo M y Lois Maxwell es Moneypenny. Los créditos fueron diseñados por Maurice Binder quien seguía usando temas de la peli con mujeres desnudas; esta vez modelos negras, pintorretiadas como vudistas mexcladas con fuego, colores muy cálidos y sus clásicas siluetas.

Notas personales. El interés de usar la novela de Fleming también se dió en un momento del cine llamado «Blaxploitation» o cine de explotación negra; varios recursos del género como los chulos, sus vestimentas estrafalarias, el mismo Harlem, los carros y la jerga fueron introducidos sin pena en la cinta. El presupuesto inicial fue de 35 millones de dólares y aunque la retribución de 91 millones no fue tan alta, de nuevo, Lazemby había enseñado que un cambio en el personaje podía generar desconfianza en el público, que no necesariamente era malo sino más bien algo natural y que no tendrían que sonar las alarmas inmediatamente.

Desmond Llewelyn actor distintivo como Q por primera vez desde From Russia With Love en 1963 no aparece en la cinta; aunque varios de los trucos y dispositivos de Bond si aparecen, Llewelyn venía trabajando en unas series de TV que lo hacían molesto para algún sector de la producción que no lo quiso llamar para esta edición; de pronto por eso mismo el rescate de Solitaire se hizo con una Smith & Wesson Model 29 y no con la clásica Walther PPK.

No hubo un carro insignia. Las grandes persecuciones se hicieron en lancha en los grandes pantanos de Luisiana.

Aparte del personaje Jane Seymour con su sugestivo nombre, por primera vez una chica Bond era negra y se involucraba románticamente con el 007. Rosie «la entallada» Carver fue interpretada por la bella Gloria Hendry y se mezcló perfectamente en la trama -como curiosidad apenas, Gloria Hendry después de Bond, continuó su carrera en el cine en la serie B y fue gran estrella del ya nombrado género de Blaxploitation. Otro actor, Clifton James añadió el toque ramplón y payaso con su personaje del Sheriff Pepper, no sólo fue un ícono en la historia sino que también se aseguró una aparición más adelante en futuras producciones de Bond. En general, el cambio fue bueno y Roger Moore se adaptó perfectamente.

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Bond 7: Diamonds Are Forever

[Continuación]
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Es el año de 1971 y tras cuatro años de ausencia Sean Connery vuelve como el súper agente 007. George Lazenby es historia y Diamonds Are Forever es la séptima salida de la franquicia, de nuevo interpretando una novela original de Ian Fleming. Visiblemente cambiado, con sus 41 años encima, y con un perfil diferente, el escocés tiene la sartén por el mango; Eon Productions hace pruebas de reparto con varias alternativas norteamericanas para llevar a Bond a un público más americano pero nada resulta convincente; la presión de United Artist los sobrecoge y vuelven a llamar a Connery; este pide un millón 250 mil de dólares, la opción para portagonizar dos pelis de United y la inclusión dentro de la producción de Bond 7. Un acuerdo realmente impresionante para la época.

El francés Guy Hamilton es convencido para volver a dirigir, gracias a que Harry Saltzman y Albert R. Broccoli aceptan que la única verdadera cinta con aires de rompetaquilla fue Goldfinger y quieren volver a darle ese estatus a la franquicia. Los presupuestos por todas las negociaciones empiezan a crecer y Diamonds Are Forever empieza con 7 millones 200 mil dólares para finalmente recoger un poco más de 116 millones. Hamilton, pues, parece tener la clave para monetizar la saga pero analizándolo bien, hay varias razones y no muy agradables para los fanáticos de Sean Connery.

Todo colapsaría en On Her Majesty’s Secret Service pero al final parece más un gran boicot de la producción que no quería que, ni la pieza triunfara, ni que George Lazenby continuara. Desde Maurice Binder -con una de las presentaciones más mediocres – hasta los mismos Saltzman y Broccoli que se cansaron de su modelo australiano, todo fue un gran salto al vacío. Pero gracias a Lazenby y Peter Hunt, Diamonds Are Forever no es otra payasada en la que estuvo involucrado Connery. Puede atribuírsele al cambio de década, que se siente mucho, pero las escenas de acción son más elaboradas y no hay tanto montaje en estudio, los dobles son dobles y no compiten en pantalla con los protagonistas en las escenas de acción, aún siendo un imperdonable mujeriego, Bond es más cuidadoso con cada una de ellas pero sobre todo la historia parece mejor estructurada y la trama no se resuelve completamente en 10 minutos al final de la cinta.

La historia vuelve a traer a colación Ernst Blofeld, el reconocido Número Uno de SPECTRE, que al principio de la cinta explica la serie de cirugías a las que se ha sometido para poder cambiar su apariencia. Esta parte no es del todo agradable en la pieza por dos razones sencillas (A) Charles Gray que interpreta a Blofeld ya había actuado en You Only Live Twice como un aliado de Bond en Japón (B) Ernst Blofeld conserva todo su vestuario pero desde la misma You Only Live Twice, su apariencia es caracterizada como un hombre caucásico y calvo; en On Her Majesty’s Secret Service, Telly Savalas pasó por alto la cicatriz de Donald Pleasence pero en esencia era el mismo. Gray por su lado olvida la cicatriz, la calva y con su previa actuación se desentiende completamente de la continuidad en la franquicia. Gravísimo error muy constante en estas primeras pelis del 007.

Blofeld es muerto a manos de James Bond al principio de la cinta. Esto le permite a Bond, seguir adelante y rastrear una mafia de diamantes robados directamente desde Sudáfrica. Gracias a pasaportes falsos, Bond llega a Amsterdam, haciéndose pasar por Peter Franks, uno de los intermediarios y contacto de Tiffany Case -la chica Bond de Diamonds Are Forever que en esta ocasión será interpretada por Jill St. John-. La trama envuelve un poco de intriga, algo de seducción de Bond con Tiffany Case, increíbles persecuciones de carros en Las Vegas y grandes escenas de acción. Sin embargo, la trama alrededor del robo de diamantes, el satélite destructor y el secuestro de un multimillonario tipo Howard Hughes es excesivo.

El esquema ha variado un poco y Bond ya no es tan autosuficiente como antes, necesita ayuda y su equipo se la ofrece sin chistar. Norman Burton es el nuevo Felix Leiter, Bernard Lee cada vez es un más bravo M, Desmond Llewelyn es Q y Lois Maxwell es Moneypenny. La atención del espectador es desviada en varias ocasiones, se pierde ritmo constantemente en la narración y termina la historia tornándose muy aburrida. La crítica además afirma que Diamonds Are Forever es demasiado exagerada, muy sobreactuada y casi una corografiada ridiculez. Sin embargo, por primera ves una peli de Bond es nominada al Oscar como mejor sonido y la taquilla, como habíamos referido anteriormente, también respondió muy bien.

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Bond 3: Goldfinger

[Continuación]
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En tiempo record y después de haber comenzado la serie en 1962, cada año se dedicaron a sacar una pieza del 007, tan programadas cada una que al final de los créditos aparece un anuncio de la siguiente pieza. De las hasta ahora vistas, la tercera parte de la franquicia de Bond es la mejor estructurada y podría deberse al hecho de que después de tres años trabajando en el proyecto, Goldfinger hereda la madurez de los productores, un mejor estudio y un nuevo director, el francés Guy Hamilton.

Hamilton hace pequeños ajustes. A nivel de escritura remplaza a Johanna Harwood y Berkely Mather por Paul Dehn y repite con Richard Maibaum. El par de guionistas llevan la acción a Estados Unidos y por eso vuelve a aparecer Felix Leiter esta vez interpretado por Cec Linder. De resto todo permanece inmutable Sean Connery como James Bond, Bernard Lee como M, Lois Maxwell como Moneypenny y, como habíamos acotado en From Russia with Love, Desmond Llewelyn adopta oficialmente su personaje de Q.

Auric Goldfinger es un magnate que tuvo su primer enfrentamiento con James Bond en Miami, cuando este lo expuso en un juego amañado de cartas de Gin. Como consecuencia de su alevosía, Goldfinger mata a su cómplice Jill Masterson (Shirley Eaton) en una de las formas más icónicas de la serie. Masterson yace en la cama de Bond, completamente desnuda y con su cuerpo cubierto de una pintura dorada que le provocó asfixia de piel.

En Goldfinger no se nombra a SPECTRE y pareciera que Auric trabaja independientemente y paralelo a esta organización del mal. Su plan macabro es enredar al 007 y poder atacar el Fort Knox donde se encuentra toda la reserva federal de oro de Estados Unidos. Bond persigue a Goldfinger hasta Ginebra y descubre su plan maestro “Operation Grand Slam” pero es capturado y puesto en la vigilancia de Pussy Galore (Honor Blackman). Es llevado hasta Kentucky donde Auric quiere que sea víctima del ataque.

Goldfinger será recordada como la primera de cuatro pelis que dirigió el francés y la primera de la serie que rompió taquillas al invertir el presupuesto combinado de sus predecesoras y un recaudo de 124 millones de dólares mundialmente. Tres personajes para recordar en esta salida de la franquicia Auric Goldfinger un icónico villano -que curiosamente no tiene deformidades o incapacidades-, Pussy Galore como la tercera chica Bond -con un juego de palabras parecido a Honey Ryder de Dr. No– y Oddjob el asistente más vil y famoso de toda la serie gracias a su mudez y su sombrero afilado.

Nota personal. Robert Brownjohn hizo los créditos de From Russia with Love con unas proyecciones un poco torpes de los títulos sobre cuerpos de mujeres que a veces se veía interesante, otras veces simplemente no había lectura; en Goldfinger no sólo repite Brownjohn como encargado de los títulos sino que lo hace de nuevo con proyecciones, esta vez sobre un cuerpo de una mujer dorada, evocando la muerte de Shirley Eaton y definitivamente con un mejor resultado.

Nota personal 2. Un dato importante es que por primera vez aparece el clásico Aston Martin DB5 de placas “BMT 216A“. En Ginebra, hace uso de la silla eyectora del pasajero tal cual como el juguete clásico:

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