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Savages

Por un instante, sentí un poco de alegría cuando vi que Oliver Stone, volvía al ruedo de los largometrajes argumentales con una excusa menos ociosa que la pésima secuela de algún trabajo suyo, de cuando era genial y divertido, o algún trabajo lastimero emancipando su orgullo estadounidense. En cualquiera de los dos casos se sentía demasiado falso.

World Trade Center fue un triste homenaje a los bomberos en los eventos del 11 de Septiembre que no fue nada más que eso: triste. Estuvo demasiado tiempo involucrado en sus proyectos personales -documentales explorando la izquierda socialista de América Latina– y fue bien. El problema es que haya querido volver a los argumentales como el chico malo de los 80’s y principios de los 90’s donde ganaba Oscares como director y escritor porque eso no iba a pasar. No sólo no iba a pasar sino que esos primeros títulos podrían haber sido más desastrosamente mediocres, cursis y faltos de originalidad. Vino Wall Street 2 que fue tan malo como hubiera sido una segunda parte de Any Given Sunday, Natural Born Killers o Platoon. La gran diferencia es que de ninguna forma la historia le ayudó mucho.

Savages es entonces su primer trabajo argumental original en seis años -y aceptable en casi once años-, con un enfoque diferente a W., World Trade Center o Sourh Border. Es la historia de los líderes de la producción de marihuana en la mitad de California que trataron de llevar los negocios con calma, buena onda y mucho más equilibrio que las mafias italianas con toda su filosofía de venganza. Su problema es que las mafias mexicanas, no son fáciles, no son estables, no son calmadas. Los choques internos entre sus carteles sacan chispas y dejan muertos en toda Baja y Alta California y de una u otra forma los iba a alcanzar.

Stone hace lo suyo y dirige un reparto no tan espectacular para sacar oro y diamantes impecables. Del trío de protagosnistas, siempre me ha gustado Blake Lively -no sólo por su físico-, desde The Town me sorprendió con ese papel de basura blanca bostoniana completamente transformada de su papel en Gossip Girl, aquí interpreta a una típica californiana con su pelo pintado, preocupada por su alimentación, sin muchas ataduras morales y viviendo el presente día a día; Taylor Kitsch es un actor joven que está buscando su identidad en Hollywood y ha tenido grandes oportunidades que no han resultado en los éxitos de taquilla esperados como Gambito en X-Men o el vaquero perdido en Marte de John Carter, en Savages interpreta a un ex-infante de marina a cargo de la seguridad de la operación muy diferente a sus papeles anteriores y de un desempeño aceptable; Aaron Johnson es el más impresionante de los tres, de su papel de Kick-Ass ha crecido mucho y es prácticamente irreconocible en físico y en actitud.

Pero el gran trabajo de actuación lo da el respaldo de actores secundarios y antagónicos. Por un lado John Travolta, corrupto, áspero, tosco maneja la dualidad del federal con una fluidez impresionante. Su antagónico Benicio Del Toro, aparece la primera vez en pantalla y recorre un escalofrío profundo por nuestras espaldas, ¡da mucho miedo! El reparto lo cierra grandiosamente Salma Hayek quien embebida en papeles ligeros y cómicos nunca ha tenido retos demasiado grandes y este podría ser el trabajo dramático de su carrera.

Vengo de una racha maldita de películas pero no puedo decir que odié Savages, no le auguro un buen futuro y será otra bala salva de Taylor Kitsch pero disfrute a lo largo de la cinta la estética «stoniana», que anhelaba hace un tiempo, gracias al trabajo de montaje de Joe Hutshing, Stuart Levy y Alex Marquez y la cinematografía de Daniel Mindel. Yo no se si le pagaría boleta pero la banda sonora -que incluye El Patrón de Systema Solar-, la fotografía y Salma Hayek valdrían el esfuerzo. Detesto los dobles finales, detesto la falta de coraje de un escritor o un director para imponer una idea sola, de pronto no lo odio tanto como un final francés pero me parece falta de convicción y generalmente el regusto no es bueno.

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Wall Street: Money Never Sleeps

Wall Street: Money Never Sleeps es el resultado de volver una peli de los 80’s como Wall Street en franquicia. De nuevo dirigida por Oliver Stone y protagonizada por Michael Douglas es el clamor de toda una generación de economistas que tomaron demasiado en serio las directrices de Gordon Gekko y las volvieron motores propios en sus rutinas diarias, según palabras del mismo Douglas en Cannes.

Me gustaba pensar en los 80’s y los 90’s que Stone era un director independiente, muchas de sus pelis se volvieron mis favoritas por su tono político, desafiante, auténtico y con un profundo sentido de la estética cienematográfica. Entre nos creo que se volvió viejo y le pasó la batuta al nuevo chico malo de Hollywood: Quentin Tarantino (de pronto se sintió culpable por la pataleta de este cuando de alguna forma empezó a modificar el guión de Natural Born Killers sin consultárselo).

En fin, mientras Tarantino cada vez madura su estilo casi iconoclasta en Hollywood los últimos proyectos de Stone cada vez son más esporádicos, desabridos y hasta pusilánimes.

No me pareció adecuada esta segunda parte de la historia, no le encuentro aún sentido y en aras de seguir con el mismo discurso de los 80’s tiene un tufillo pretencioso de mal gusto. Igual no esperaba mucho de la peli entonces no hubo problema.

Un reparto de lujo acompañando a Douglas como Susan Sarandon, Frank Langella, Josh Brolin y Eli Wallach. No logro adaptarme a Shia LeBeouf sin embargo puede que haya logrado en esta peli su mejor desempeño en su carrera. Aquí definitivamente hay que seguirle aplaudiendo a Stone su inmenso carisma como director de actores.

No le repruebo más la calificación a esta peli por tres factores importantes, la verdad dos importantes uno es muy personal; el primero es que las cámaras y fotografía a cargo de Rodrigo Prieto muestran una ciudad hermosa como lo es Nueva York, eso si lo dejaron muy claro en la peli es una ciudad posterrorismo; lo segundo David Byrne con su melodiosa voz y su tono folclórico le dieron una ambientación cálida y casi inusual al referirse a un tema como Wall Street o Nueva York; finalmente, lo que paga la peli es la actuación de Carey Mulligan, una actriz que tiene mucha madera para quemar. Ya la habíamos visto en An Education donde se ganó con creces la nominación al Oscar como mejor actriz principal y fugazmente en Public Enemies, también la empezamos a ver en muchos cortos de Hollywood y de seguro si nos sigue mostrando esas habilidades la seguiremos viendo protagonizando las ceremonias de grandes premios incluso podría estar de nuevo en las listas de los Globo de Oro o los Oscar del próximo año.

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