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360

A veces es muy complicado seguirle la pista a todos los directores que a uno le parecen interesantes. Por diversas razones, se van quedando en un momento de la vida, de pronto con una peli en particular y no volvemos a escuchar de ellos. Fernando Meirelles es el caso más reciente que puedo nombrar. A pesar de haber entrado a la industria independiente del Reino Unido su proceso no es muy nombrado en titulares obviamente porque su perfil es bajo por el mismo carácter alternativo que produce así sus repartos sean de primera línea. Pero la verdad es que tampoco es un realizador que esté buscando figurar y sus proyectos son escogidos con pinzas. El cierre de su ópera prima fue precisamente con la peli que nos ayudó a conocerlo internacionalmente, Cidade de Deus; un baldado de frescura, originalidad y una narración súper destacable que lo hubiera podido catapultar poderosamente en Hollywood pero que con calma decidió otra opción menos alienante. Vino The Constant Gardener, con Rachel Weisz, Ralph Fiennes y Danny Huston, y era definitivamente un salto diametralmente opuesto en una lucha del director en la industria británica tratando de ser independiente con una historia bastante contestaria y que a la postre lo dejó con tres nominaciones al Oscar y a la Weisz con su primera estatuilla dorada como mejor actriz. Su última peli Blindness fue un gran homenaje post mortem al escritor de habla portuguesa José Saramago y a su novela Ensayo sobre la ceguera con un reparto más «hollywoodense», de la cual podría decir que fue no fue tan inesperada pero es que el autor y esa novela en particular me encantaban por lo que apenas supe de su producción estuve muy pendiente.

Hace una semana estrenaron 360, no reconocí el afiche donde figuraban Anthony Hopkins, Rachel Weisz y Jude Law. Tenía una pinta de historia sensiblera y aburrida pero menos mal me atreví a ver el corto-avance. No sólo me interesó la trama sino que al final el crédito del director apareció y dije no me la puedo perder. Este fin de semana muy juicioso me dispuse a verla y no falla, es otra vez una gran peli.

Una historia que es tan amplia -como su nombre lo indica- como el espectro en un rango de 360 grados, no tiene protagonistas claros, así el afiche en su función mercantilista nos muestre sólo a las grandes estrellas. Hopkins, Weisz y Law sólo son tan importantes como Lucia Siposová, Gabriela Marcinkova, Johannes Krisch, Moritz Bleibtreu, Jamel Debbouze, Dinara Drukarova, Vladimir Vdovichenkov, Maria Flor o Ben Foster -por eso de alguna forma, escogí este afiche donde ya no son tan claras las caras de los actores reconocidos-. Cada historia es fundamental y es excitante como cada una de ellas, primero se va dispersando pero luego va encajando perfectamente en un vasto rompecabezas que hace poco probable predecir el final de la(s) historia(s). La gran capacidad de Meirelles se define en tres grandes potencias; la primera, es que es un gran contador de historias, nos narra por lo menos diez relatos y estamos fascinados con cada uno de ellos; segundo, su gran dirección de actores, tanto las estrellas como el resto del reparto aporto frecura, experiencia, drama, elocuencia, originalidad y sobre todo visceralidad, nadie se sobrepasó, nadie se sintió repetido, nadie se sintió cojo en su desempeño, un gran despliegue de actuación que al final sólo hacen muy consistente la pieza; finalmente, Meirelles es un gran arquitecto. Muy parecido a Paris je t’aime o New York, I Love You, 360 es un mosaico de historias y personajes que definen una sensación de proximidad entre los seres humanos y como en nuestros caminos a veces se nos presentan bifurcaciones o desvíos que definen un nuevo destino. La gran diferencia con estas dos piezas (Paris je t’aime, New York, I Love You), es que no es un pelotón de directores los responsables detrás de la peli, es Meirelles solito, concentrado, enfocado y muy riguroso en su narración. Si además de eso se le suma un gran sentido de musicalidad, una cinematografía llena de tomas audaces a cargo de Adriano Goldman y un montaje impecable a cargo de su gran aliado Daniel Rezende, 360 es una peli imperdible.

En la contemporaneidad del cine independiente, se ha vuelto costumbre, o mejor, tema de mucho interés las historias corales. Digamos que es una forma del posmodernismo que tuvo sus orígenes en la literatura pero ha encontrado un nicho importante en la industria del cine. Su exponente más sonoro es Alejandro González Iñárritu (Amores perros, 21 grams, Biutiful) pero también Guillermo Arriaga (The Burning Plain), Rodrigo García Barcha (Mother and Child), Carlos Sorín (Historias mínimas), Denis Villeneuve (Incendies), el mismísimo Steven Soderbergh con Contagion y muchos más que se me escapan en esta larga lista de piezas pertenecientes al género. En la universidad la pieza que expresaba de mejor forma el posmodernismo era In weiter Ferne, so nah! (¡Tan lejos, tan cerca!) de Wim Wenders también con un estilo coral y con una mezcla natural de léxicos que la hacían, sí babilónica, pero también universal. Para mi 360 es un gran ejemplo de posmodernidad muy bien elaborada y sin el plasticismo iconoclasta en el que autores como González Iñárritu han caído sin mayores reparos.

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Blindness

Blindness

Fernando Meirelles es un excelente director que primero nos trajo Cidade de Deus en 2002, con una magńifica estética y una historia increíble. Antes había dirigido y producido varios proyectos para televisión y otros largometrajes pero lo vinimos a reconocer hasta su quinta peli. Después confirmó de qué está hecho y realizó una conmovedora Constant Gardener en 2005 y que le valió varias nominaciones y un Oscar para su actriz principal, Rachel Weisz.

Tres años después, y luego de hacer de nuevo televisión, nos deleita con Blindness una peli basada en el libro de José Saramago, Ensayo sobre la ceguera.

Debo confesar que hasta hace muy poco me leí algo de Saramago, ya unos habían desertado su novela que me pareció cautivante, llena de vértigo, morbo y una extraordinaria narración. Desarrollarla en cine era todo un reto.

Pocos, en serio, pocos proyectos resultan verdaderamente gratificantes cuando pasan del libro al celuloide. Se me vienen a la cabeza tan sólo cinco de los que he leído; Curtis Hanson con Wonder Boys de 2000 basado en la novela de Michael Chabon, David Fincher con Fight Club de 1999 basado en la novela de Chuck Palahniuk, Stephen Daldry con The Hours de 2002 basado en la novela Michael Cunninghan, Mary Harron con American Psyco basado en la novela de Bret Easton Ellis y Tommy Lee Wallace con It basado en la novela de Stephen King (que es una tenebrosa producción para televisión).

El gran problema con un libro es que uno como lector se imagina todo muy específicamente, los espacios son muy luminosos o muy oscuros y los personajes son muy bajitos o muy gorditos pero nunca son los que le ponen a uno enfrente de la pantalla que incluso hablan muy diferente de lo que uno alguna vez se imaginó.

Teniendo esto en la cabeza Saramago nunca le puso nombre propio a ninguno de sus personajes, eran simplemente seres humanos con profesiones o características especiales. Después de sufrir su decadencia, es lo único que les queda: Su humanidad. Y el reto entonces se extiende a Mark Ruffalo que hace del doctor, a Julianne Moore que hace de la esposa del doctor, Alice Braga que hace de la mujer de gafas oscuras, Danny Glover que hace del tuerto del radio o Gael García Bernal que hace del rey del pabellón 3; el reto es que todos ellos no son sólo seres humanos son artistas reconocidos que deben desprenderse de su fama y hacerse humildes, mundanos, instintivos, animales, desconocidos.

Creo que es un producto acertado, fue muy fiel a la obra en su planteamiento, en su nudo y en su desenlace. Si uno cierra los ojos se alcanza a imaginar las líneas originales de Saramago. Me encantó la calidad del reparto que encarnó una población cosmopolita donde desde el primer ciego un japonés de fuertes y arraigadas costumbres se vuelven gratas sorpresas. Hubo instantes en la novela que me encantaron por su morbosidad, me llevaron al límite de mis instintos y quería disfrutarlos gráficamente en la peli. La putrefacción de los corredores, las telas que dejaban entrever los acaecidos pechos de las mujeres e incluso su violación por parte de los integrantes del pabellón 3 fueron momentos verdaderamente geniales. Eso sumado a descripciones de mendicidad, en la ciudad, los cortos donde se muestran los accidentes, los perros devorando cadáveres y todo el concepto de inframundo en el que se volvió esa nación hacen de la peli una desgarradora parábola.

Sin embargo, las imágenes de la ceguera blanca, la música, los pequeños detalles e incluso las mujeres bañando sus senos al aire libre con agua lluvia son tan bonitas que uno al final como espectador vive constantemente contrastes que evaluan la moralidad del ser humano yendo y viniendo entre horrores y belleza.

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