Warrior me llamó la atención hace unos meses porque le estaba siguiendo el rastro a la carrera de Tom Hardy y encontré este como su último proyecto. De un sólo golpe, su corto me llamó la atención por ser una historia dentro de cuadriláteros que como saben me fascina (toda la franquicia de Rocky, Gladiator, The Boxer, The Wrestler, The Fighter).
Esta cinta en particular no es de boxeo como tal, es la historia de dos hermanos que definen su destino en un campeonato de ultimate -como dice el afiche, Hardy (Inception, Bronson) por su honor y Joel Edgerton (Animal Kingdom) por su familia-. Su escritor-director es Gavin O’Connor, un joven realizador independiente, acostumbrado a producir y dirigir sus historias, que en total ya son nueve. La trama se plantea sencillamente con un peleador (Hardy) que quiere volver a la jaula y busca a su padre como entrenador; por el otro lado un profesor (Edgerton) que no le alcanza su sueldo empieza a participar en peleas clandestinas y se vincula a un campeonato estatal para ganar el premio mayor y poder sacar de las dificultades económicas a su familia. Ambos el profesor y el luchador profesional comparten el mismo padre (Nick Nolte), que se presenta como una figura oscura tratando de redimirse de su pasado. Nunca sabemos a ciencia cierta todo el daño que les causó a sus hijos sólo sabemos que su nivel de alcoholismo fue profundo y causó mucho dolor -este punto es el más interesante y siempre queda en la reserva del imaginario del espectador-.
El drama está muy bien desarrollado, la historia y el papel de Nick Nolte me conmovieron durísimo. Su nominación al Oscar como mejor actor de reparto es muy merecida. Sin embargo no deja uno de pensar que la peli se divide en dos y que tratar de conjugar el drama personal con el campeonato es un poco demasiado.
No creo que la traigan pronto a salas. Para los que no se quieran aguantar ya está en Cuevana.