El director de Promised Land es Gus Van Sant, reconocido por su visión intimista, reflexiva y humanista en sus piezas cinematográficas. Esta cinta no es traicionera a su estilo pero si tiene algo diferente y es que es contraria al sentido lineal con el que Van Sant ha venido manejando piezas como Last Days, Milk, la misma Elephant o incluso Restless. La linealidad no necesariamente es a nivel narrativo porque Van Sant a veces tiene esas libertades pero no es a lo que me refiero, lo que quiero decir es que en la medida que uno va observando una peli del director, el perfil psicológico de los personajes se va exponiendo poco a poco, como un individuo introvertido que se va quitando capa tras capa. Ese es un esquema, otro es donde el héroe determinadamente va camino a su odisea y la cumple.
En Promised Land hace un planteamiento muy inteligente y rápido de la trama pero poco a poco se van descubriendo nuevas urdimbres y a medida que se van desenredando, van apareciendo más. Pareciera un esbozo demasiado complejo pero lo bonito del asunto es que sigue siendo sencillo, tal como cualquier peli de Van Sant. Es diferente a todas porque uno no puede apostar a ninguna resolución porque la mina y la destruye.
Matt Damon vuelve a hacer equipo con el realizador para interpretar a Steve Butler, un campesino oriundo Iowa en lo profundo del medio oeste norteamericano, que estudió negocios y se vinculo a la multinacional Global Crosspower Solutions. Esta corporación se encarga de hacer perforaciones en suelos estudiados en busca de yacimientos de gas y Butler es responsable de que en los pueblos se firmen los contratos y se saque el mejor provecho sobre las tierras explotadas. La trama se plantea en un pueblito de Pensilvania donde Butler y su equipo (Frances McDormand) llegan a vender dichos contratos. Tienen un modus operandi establecido, han logrado que el 60% del pueblo los firme, tienen a los políticos ganados pero un sector de los vecinos, liderados por Hal Holbrook, un viejo ingeniero del MIT y ahora maestro de la secundaria local se opone al proyecto. A esto se suma la llegada de un ambientalista interpretado por John Krasinski que le sube el fuego a la confrontación.
La historia es interesante porque en algún momento uno entiende que el personaje de Damon es el malo del paseo, pero es la persona con la que uno empezó la historia, entonces cuando por ejemplo se insinúa con Rosemarie DeWitt, uno le hace fuerza, uno espera que todo le salga bien y uno cree en que su discurso es una salvación para todos en el municipio. Además Krasinski así sea un verde ecologista, cae mal. Mi tema además con Krasinski es personal desde que supe que se casó con Emily Blunt. Lo odio. No lo puedo ver en pantalla jejeje 😉
Promised Land me gustó por su fuerte contenido político. No es la historia melodrmática de Van Sant sino es una exploración un poco más social de lo que viene sucediendo con estas corporaciones en Estados Unidos -recomiendo ver el documental The Last Mountain dirigido por Bill Haney-.