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Doubt

Las adaptaciones teatrales generalmente no son tan chéveres cuando pasan a formato cine. Las exploraciones de los personajes tienden a ser sobreactuadas por lo que toca reelaborar los diálogos y el guión en general. Se me vienen dos ejemplos a la cabeza de lo que puede ser una adaptación exitosa en este ámbito y es el trabajo de Mike Nichols en Closer y este de John Patrick Shanley, Doubt.

John Patrick Shanley es más un escritor que un director, con tendencias comerciales ha sacado adelante proyectos como guionista en Alive de Frank Marshall en 1993 o más reciente en Congo trabajando de nuevo en equipo con Marshall en 1995. Esta vez, escribe una novela, rehace el guión y la dirige. Y con un excelente reparto, encabezado por Meryl Streep, Philip Seymour Hoffman y la joven Amy Adams, desarrolla una intrincada suerte de relaciones y experiencias que nos hacen testigos de lo fuerte que pueden ser nuestros prejuicios cuando van dominados por los miedos internos.

No quiero hablar de la fotografía, de la buena actuación de este grupo de mega actores, de la misma dirección, ni de la música o quizas de la cinematografía. Creo que todo el esquema de trabajo del equipo de producción tienen un balance sobresaliente a lo largo de la obra. Quisiera dedicarme sin embargo a un rayo de luz enceguecedor y efímero en la peli y por lo mismo una gran injusticia en los Oscar de ese año. No le puedo perdonar a Hollywood el poco reconocimiento a Viola Davis. Una mujer con un extenso repertorio en TV y con numerosos papeles secundarios en pelis independientes o muy pequeños en grandes producciones.

En esta peli bastó dos escenas nada más, unas treinta líneas de diálogo entre la Streep y Davis para sacar chispas. un duelo de actuación impecable, sórdido, conmovedor, abrumador. Un par de escenas que pagaron en su momento la boleta pero que ahora me siguen recordando lo buenas actrices que son estos dos mosntruos.

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