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The King

Nunca fui un gran admirador o fanático de Timothée Chalamet y su Call Me by Your Name; al final lo que hice fue seguir mi tarea para los Oscar y descubrir porqué había sido nominada para mejor guión, mejor desempeño para actor principal, mejor canción original y mejor peli del año. Era imposible no verla. ¿Era una obligación amarla? Absolutamente no, y no lo hice. Me pareció un flan súper insípido rodeado de un almíbar exageradamente dulce que dañaba la experiencia entera.

Después pudo haber venido Lady Bird de la querida Greta Gerwig pero el regusto que siempre me quedaba es el de la estrellita divina que se va haciendo camino en Hollywood.

Bueno, empecé a leer buenas críticas de The King. No empecé a leerlas por él mismo sino porque estoy en un periodo de inquietud por lo que se viene con Batman y Robert Pattinson ha sido alabado en varios papeles, incluidos Cosmopolis (mal) y The Rover (muy bien); una nueva crítica positiva me interesaba mucho; no importa tanto si era un papel secundario, Tommy Lee Jones sacó adelante una pieza de acción y la llevó al máximo explendor con su desempeño en 1993 con The Fugitive al igual que Mahershala Ali en Green Book, Sam Rockwell en Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, Mark Rylance por Bridges of Spies o pordiós J.K. Simmons por Whiplash. Todos realzando una pieza desde una parte muy pequeña, el actor de reparto, pero tan grandiosamente que permitía explorar capas y capas de la historia central que sin ellos no eran más que otro flan.

The King fue la última reseña que leí de Pattinson. Un antagonista despreciable. Humillativo. Soberbio. ¿Era posible ver estas facetas en el galán de las señoritas de Twilight? Pues sí. No lo hizo mal. ¿Lo odié? Un poquito, no mucho, eso demeritó su desempeño. Y es que he venido afilando mi criterio sobre el villano en la historia; no hay una buena historia si no hay un buen villano y sin revelar demasiado la sorpresa fue que el villano no fue Pattinson, sino uno genialmente mayor y salvo la peli; no por el mal desempeño del ex-vampiro porque realmente lo hizo bien; la salvó porque fundamentar la catarsis en un personaje tan simple y tan ‘negro’, tan plano, tan malo porque-sí hubiera sido una gran desilusión.

The King basa su historia en la coronación de Henry V como rey de Inglaterra y su pelea frente a Francia a mediados del siglo XIV. La vi por Netflix pero me llamó la atención que su director fuera mi loado David Michôd, también eso me ayudó a bajar la guardia un poco; después viendo como secundario a Ben Mendelsohn y a Joel Edgerton (además de escritor con Michôd), me hizo fantasear que el realizador había reunido a su «dreamteam» para crear algo fabuloso.

Realmente no fue ni comparado con Animal Kingdom, pero si cuando Chalamet, al principio del tercer acto, hubiera dicho “Kill ’em all” y hubiera sonado Metallica de otra cosa estaríamos hablando (para eso hubiéramos necesitado que en diseño de banda sonora hubiera estado Atticus Ross y Trent Reznor, como fabulosamente lo hacen en Watchmen)

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The Rover

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Si hay alguien de quién esperaba ver su siguiente proyecto con ansiedad era David Michôd; aquel australiano que triunfó en Sundance con su magnífica y maravillosa Animal Kingdom.

A diferencia de la mencionada pieza, Michôd lanza The Rover y aún no tiene el impacto de su antecesora. Fue selección oficial de Cannes –que me acabo de dar cuenta no tengo reseña– y se presentó en Sídney para lograr sólo una nominación en esta última. La busqué por cielo y tierra para poder vérmela lo antes posible y puedo afirmar que para los que vieron Animal Kingdom y les gustó, con The Rover no hay pierde, no hay decepción; es áspera, ruda, contundente, muy bien realizada y qué buena es la música que acompaña todo el relato.

Tan borroso como el significante del título de Michôd, la historia nos envuelve en una anacrónica anécdota de un apesadumbrado viajero que para en un rincón del desierto para tomarse un trago. La tristeza lo envuelve y parece que sólo cargara encima la ropa que lleva puesta, unos cuantos dólares australianos y su carro. Michôd que también es el escritor de la pieza nos introduce a este peregrino tan sólo con “Australia diez años después del colapso“. El desierto la escasez de gasolina, el requerimiento de los tenderos de sólo aceptar dólares norteamericanos, las patrullas de «rangers» y la aridez de sus habitantes nos hablan de dos posibilidades temporales; o es una historia en nuestra época en lo más remoto de las profundidades australianas; o es una historia de ciencia ficción, alá Mad Max, en un futuro postapocalíptico. Cualquiera de las dos opciones es válida y muy acertada, haciendo rica la pieza en vertientes, perspectivas, de nuevo significados y significantes, referentes y asociaciones. Lo que no queda claro es el ‘colapso‘ en sí; pareciera la introducción de un relato distópico, lo cual nos pone a pensar en guerras, sistemas democráticos colapsados o incluso una bomba atómica; pero también hay pistas en las líneas de Michôd que nos guían a un colapso nervioso del protagonista, una serie de eventos desafortunados con conclusiones violentas que de pronto determinaron su eterno andar, su peregrinaje sin rumbo y sin acompañantes, el judío errante. El caso es que el viajero, parqueado en este fin del mundo, se encuentra atónito cuando ve como una pandilla de malandros en frente de sus narices roba su carro, cuando el suyo propio ha dado vueltas y queda atascado en unos escombros; es entonces cuando trata de recuperarlo a toda costa; la primera opción es desatascar el vehículo en el que venían y perseguirlos en él mismo pero enfrentarlos no será suficiente; la otra opción llega de la nada, con un joven herido que dice conocer a los que robaron su carro y es cuando su odisea a través del desierto australiano empieza.

Lo interesante de ciertas palabras en inglés, como «rover», es que tienen muchas connotaciones; a veces, no basta sólo con el contexto porque incluso en el mismo entorno pueden seguir nombrando cosas muy distintas. Uno empezaría a atar cabos en esta cinta desde el título pero «rover» puede referir un carro, un vagabundo, un andariego, un nómada, un trotamundos, un perro callejero o incluso un boleto abierto. Pero reunir todos esos significados es lo que finalmente nos da la idea de trama de esta intrincada y compleja «road-movie», donde de nuevo Guy Pearce es protagonista con una gran actuación y sin dudarlo la sorpresa es Robert Pattinson que se comporta a la altura de este gran actor, con un tremendo desempeño como un joven con una ligera lesión cerebral.

Nota personal. Esta es mi primera reseña desde que nació #JAMEsSofía ❤

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The Rover

david-michod
David Michôd, el director australiano de la increíble peli Animal Kingdom, nos trae un thriller de suspenso protagonizado por Robert Pattinson y Guy Pearce que repite con el realizador.

En una salvaje venganza, el personaje de Guy Pearce obliga a Robert Pattinson para que lo ayude a ratrear el resto de la pandilla que robó su carro. En esta desesperada introducción el personaje de Pearce parece que no tiene nada que perder y por eso desencadena esta agresiva venganza.

Muy buen regreso de Michôd.

Guy Pearce (Eric)
Robert Pattinson (Reynolds)
Scoot McNairy (Henry)
Nash Edgerton (Soldado)
Anthony Hayes (Sargento Rickofferson)
David Field (Archie)

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Animal Kingdom

Jacki Weaver ha sido nominada recientemente por esta peli de David Michôd en los Globo de Oro y en los Oscar de La Academia, Weaver también ganó mejor actriz de reparto en Los Angeles, en el National Board of Review pero seguramente este blog recuerda mejor esta peli por haber logrado gran premio del jurado en la categoría drama del mundo en Sundance del año pasado.

Es una peli complicada, cine negro, crudo y visceral. La peli empieza dramáticamente con la muerte de la madre de un joven de dieciocho años a causa de una sobredosis de heroína, la atención del muchacho desconcertantemente se pierde en un programa de concurso que están pasando en la TV y su completa ausencia de angustia nos demuestra el contexto conflictivo que vivía al lado de ella, que sin pasar más de cinco minutos en la trama descubrimos el grado de fastidio de vivir esa situación. Pide ayuda a su abuela, Jacki Weaver, que con una tierna y calmada voz al otro lado del teléfono lo consuela y le ofrece ámparo y ayuda; continúan los créditos y terminan en una imagen de una manada de leones, una música perturbadora y el discurso del joven de dieciocho años explicando lo que había heredado.

Si uno se deja llevar por la apuesta del director es escalofriante llegar a entender esta manada. Como sabemos una agrupación de leones es un matriarcado, los machos están para reproducirse, toman las mejores presas pero a duras penas toman una decisión, protegen a la manada o cazan; las hembras por el contrario, cuidan a los cachorros, cazan, protegen su clan y mantienen a raya a las hienas, matriarcado que se plantea como uno de sus enemigos más severos. Ahora bien, es evidente encontrar el grupo de leones, de hienas y hasta de cebras en esta peli, un ecosistema que no debe ser juzgado pero igual que en un documental de National Geographic uno toma partido por uno de estos grupos y crea empatía.

Nada es más claro en este filme de Michôd que la empatía es traicionera, que el poder de lo salvaje es instintivo y que las peleas para determinar quién es el jefe de la manada son pan de cada día. El planteamiento es sobrecogedor, el desarollo es visceral y el final es extraordinario. Una peli impresionante, con una musicalización perturbadora a cargo de Antony Partos y una fotografía muy bonita, muy bien trabajada a cargo de Adam Arkapaw, nos situa sutilmente en el mundo del crimen organizado australiano de los 80’s con All Out Of Love una canción de Air Supply icónica de la época y con una actuación devastadora, escalofriante de Jacki Weaver.

Tarde pero definitivamente una de las mejores pelis del 2010. Súper recomendada.

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