Adventure, Auteur, Brit, Documentary, Experimental, Folk, Indie, Internet, Miguel Vaca, Movie, Storytelling, Terry Gilliam, Thriller, Vacacion, World

The Man Who Killed Don Quixote

Para los amantes de Terry Gilliam y que vimos ‘su documental’ Lost in La Mancha (en realidad, es un documental sobre su arte, dirigido por Keith Fulton y Louis Pepe) estamos congraciados con este mágico proyecto de Don Quijote en las manos del Maestro. Es una L.O.C.U.R.A. que un proyecto cinematográfico haya tenido tantos tropiezos y tantísimas complicaciones -y que sin embargo no sea colombiano, todo el cine colombiano es quijotesco- haya salido adelante y haya visto la luz. El tema ha obsesionado al realizador y ha hecho innumerables intentos por sacar adelante, según su visión, el largo y siempre termina descalabrado.

Esta vez, 2018, Terry Gilliam termina su pieza y lanza The Man Who Killed Don Quixote.
Keith Fulton y Louis Pepe publicarán un documental -aún en producción-, ya no en la frustración de la realización, sino en la culminación del sueño con el alcance completo llamado He Dreams of Giants.

Y si.
Este maestro que tanto adoramos. Este viejo sinvergüenza que se negó a ser estadinense por última vez. Y que en su divertido ingenio se congració con el equipo entero de la Monty Python, para ser el realizador de un par de sus largometrajes, este genio empedernido quisiera pensar que sacó adelante su visión pero que todavía sigue en la búsqueda de su Quijote ideal. Y es que esta búsqueda será infinita, por muy bien que lo haya colaborado Jonathan Pryce, su Caballero de La Mancha siempre fue Jean Rochefort, y como un alma en pena, quiero pensar también que seguirá investigando, que será su caso sin resolver y que por lo mismo estaremos dispuestos a ver más Quijotes y más documentales quijotescos sobre el tema.

¿No es acaso Qohen Leth (Christoph Waltz) en The Zero Theorem El Quijote del Futuro?
No lo es igualmente

¿The Imaginarium of Doctor Parnassus un juego de Quijotes con el Doctor Parnassus (Christopher Plummer) a la cabeza, seguido obviamente de Tom Waits, Jude Law, Johnny Depp, Colin Farrell y Heath Ledger?

¿No es su obra más hermosa, The Adventures of Baron Munchausen, una oda completa al Hidalgo?

¿Y el resto? ¿The Fisher King, Twelve Monkeys, Fear and Loathing in Las Vegas? ¿Tideland? ¿Con una pequeña protagonista embelesada con este almíbar del que estamos hablando?

Ya sabíamos que la pieza era un autorretrato y que Toby significaba Terry pero hoy gracias al paso de los años, sucedieron más actualizaciones desde el primer intento de Toby/Terry de sacar adelante este proyecto e.g. Jean Rochefort descansa en paz y cambia por Jonathan Pryce, Vanessa Paradis por Joana Ribeiro y Johnny Depp por Adam Driver. Todos O-Ka salvo Driver que lo siento incómodo y sobreactuado en el papel… Yo hubiera, personalmente, preferido seguir con Depp.

Don Quijote ad portas de la desaparición de las historias de caballería de la Edad Media, es el último de esos grandes héroes, el último cid, el ultimun campeador. Pero está viejo, su psique juega con su fortuna y su físico con su orgullo. Aunque es la definición del idealista, altruista, desinteresado, caballeroso lo es por antonomasia también del iluso, soñador, el lunático y sobresaltado. A parte de la magnitud de su obra y de su ingenio, no veo cómo mejor definir a Terry Gilliam, ese hombre que soñó en gigantes cuando todos veíamos molinos de viento.

La peli, The Man Who Killed Don Quixote, es particularmente buena, divertida, llena de figuras literarias tratando de emular al Manco de Lepanto, y creo que logra ofrecer un cándido escenario donde todas estas locuras puedan conjugarse en nuestra época. ¿Es Terry Gilliam el último de los directores quijotescos en esta época de CGI? Ciertamente, no. Christopher Nolan pareciera ser más esbelto, más diestro, más dispuesto a dar la pelea y hasta más cauto. Pero si Nolan es El Mio Cid, seguramente, sin lugar a dudas, Terry Gilliam es el Último Quijote de La Mancha.

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Drama, Exploitation, Fede Álvarez, Hollywood, Latin, Miguel Vaca, Movie, Remake, Serie B, Storytelling, Suspense, Thriller, Vacacion, World

La Trilogía de Millenium

La trilogía de Millenium fue filmada/producida en Suecia con el fin de ser terminada en su totalidad para 2009. Su exposición se dió de manera ininterrumpida desde ese año con una pausa anual de por medio -para nosotros en Latinoamérica-, lo cual fue gratificante para todos los que nos hicimos fanáticos de ella, fanáticos de Lisbeth Salander, pues finalmente tuvimos la posibilidad de ver toda la trilogía para poder asimilarla completamente y no con pausas demasiado prolongadas -hecho curioso que soportó The Girl with the Dragon Tattoo de David Fincher que no siendo tan descabelladamente mala, debió soportar el escrutinio del público de Hollywood y ver si lograba ayuda para su segunda parte; continuación que finalmente no llegó, dejó a Rooney Mara con su teta en ascuas y perforada y a sus espectadores insatisfechos de no poder experimentar la fuerza completa de la historia-.

Ya hace casi diez años que vi Flickan som lekte med eldenThe Girl Who Played with Fire en inglés, o La chica que soñaba con un fósforo y un bidón de gasolina en español) que fue la que absolutamente me fascinó. El año anterior a ella había ido a ver Män som hatar kvinnor (Men Who Hate Women / Los hombres que no amaban a las mujeres) y me sorprendía un nombre tan largo en una cinta; supuse que era alguna basura de serie B y quería ver a qué sabía una hecha en Suecia. Recuerdo que me emocionó mucho, corroboré que a veces entre los desperdicios de esta categoría de explotación, de cuando en vez, se encuentra una que otra joya. Me enteré de Stieg Larsson, de su trilogía, de Lisbeth Salander y me propuse que al siguiente año iba a ser de los primeros en comprar la boleta de su segunda parte. Después la saga cerró con Luftslottet som sprängdes (The Castle in the Sky that Blew Up / La reina en el palacio de las corrientes de aire) y no sólo hubo elegancia en la clausura también hubo satisfacción y placer porque fue una historia contada sin afanes ni mayores pretenciones de lo que fue.

Hoy por fin puedo ver la segunda parte de The Girl with the Dragon Tattoo, The Girl in the Spider’s Web, ya no de David Fincher sino, dirigida por el uruguayo Federico Álvarez, ya no protagonizada por Rooney Mara y Daniel Craig, en los papeles de Lisbeth y Mikael Blomkvist respectivamente, sino Claire Foy y Sverrir Gudnason. El reparto lo completa Lakeith Stanfield, Sylvia Hoeks, Claes Bang, Cameron Britton y gratamente me sorprendió Stephen Merchant en un papel serio dramático. No lo hacen mal. La historia tampoco es mala y el responsable es Steven Knight a quien conocemos por Eastern Promises.

Al igual que su primera parte, no tiene la misma marinada de la trilogía original y falla en la continuidad de los actores originales, y así la historia original se pierde, es ausente (ni siquiera tácita), se vuelve anacrónica, independiente, aislada falla porque no se puede analizar en serie. Pecado que Hollywood parece no importarle mucho pero que le pasa factura en las taquillas de sus producciones.

De esta forma, ya no sabría si Scott Rudin se anima a producir y sacar una tercera parte, con qué fin, quién la realizaría y mucho menos quién la protagonizaría… Paro así es Hollywood, tan impredecible como el fútbol.

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Betsy West, Biopic, Documentary, Hollywood, Internet, Julie Cohen, Miguel Vaca, Mimi Leder, Movie, Vacacion

On the Basis of Sex versus Notorious RBG

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A veces siento mucha envidia de Hollywood, de su industria, de su poder de comunicación. Por un lado es que nuestra forma de hacer las cosas tan artesanalmente, sacando pecho del error y la comicidad de una línea de tiraje caprichosa, nos deja a mitad de camino para proponer, innovar, crecer; por el otro lado, no conocemos nuestro pueblo, nuestros y nuestras combatientes, nuestras líneas de defensa pero sobre todo nuestros héroes. No es mi intención en esta entrada enumerarlos pero en todos nuestros años de historia y que tan sólo por allá en la década de los 90’s hayamos tenido un programa en la tele donde nos mostraran quién es Rodolfo Llinas o Julián Restrepo creo que es patético. Mientras tanto, una que otra vez, en Colombia hemos escuchado ese sonoro y rítmico nombre: Ruth Bader Ginsburg; unos lo habrán escuchado más que otros, a veces asociado de manera inexacta pero normalmente se entiende como una figura decisiva que ha sido protagonista en Estados Unidos.

Hoy en día, existe una corriente que trata de mostrar nuestros personajes de una forma asequible a través de las novelas y eso por ahí ya es un paso; pero quién escribe la historia es quien escribe la verdad y cuando el que la escribe tiene tan poca moral como RCN o CARACOL, nuestros acontecimientos heroícos son tergiversados y los protagonistas ya no son los fotógrafos de vanguardia, los destacados neurólogos o los excelsos bailarines sino el traqueto, la gamina, el narco, el capo, el ñero, el narco, la policía corrupta, el vándalo, el muerto inocente, el narco. Una serie de personajes que, siendo parte de nuestra historia, terminan siendo los únicos que se buscan y al final lo único que se muestra.

Contrario a esa misma onda, Hollywood explora tanto lo malo como lo bueno (casi que sin juicio/prejuicio simplemente exponiendo los polos), de forma correcta, políticamente incorrecta o completamente ficcionado. Pero de una u otra forma, la gente del común supo que una chica súper empoderada se montó nada más y nada menos que en la Corte Suprema de Justicia a tratar de mediar en los casos donde había discriminación sobre la base del género.

* Sentar una gran indulgencia aquí porque más que vasto, es un grosero resumen de lo que en realidad es Ruth Bader Ginsbourg.

Al ver la peli de Mimi Leder, la realizadora que se había dedicado a la tele durante casi dos décadas y que no había hecho un largo desde la infame Deep Impact, se lanza en esta pieza llena de atracción -como su último meteorito- y trata de imprimirle todo el impulso posible, para lograr llegar a lo más profundo de esta jurista de excelsa valentía y grandilocuente poder.

Yo, estoy haciendo la entrada realmente porque primero vi las nominaciones del Oscar y en la categoría de mejor documental no podía encontrar el bendito documental RGB y terminé viendo On the Basis of Sex de Leder protagonizado por Felicity Jones, Armie Hammer y Justin Theroux. La verdad detesto a Armie Hammer pero me cae muy bien Justin Theroux y fue entonces cuando le dí la oportunidad a la pieza para entender quién era Joan Ruth Bader, su esposo Marty y su gran odisea alrededor de la defensa de la igualdad de los derechos de los ciudadanos de Estados Unidos. Un párrafo de prosopopeya rimbombante pero en serio uno se emociona con estas biopics de los gringos sobre todo cuando, en serio, la protagonista superó tantas vicisitudes con tanta tenacidad.

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Al principio, no me encajaba Felicity Jones por su cara bonita, su encantador acento y la forma en cómo encaró su personaje. Después despotriqué contra Armie Hammer simplemente porque para mí es el detestable Armie Hammer y Justin Theroux que si me cae muy bien no es que apareciera mucho. La entrada realmente iba a quedar archivada para ser revelada como anécdota en algún coctel, no demasiado elegante, al contrario, uno de esos bien informales donde la base de la conversación empieza con dos pelis, una serie y uno explora desde ahí a dónde lo llevan los interlocutores.

Sin embargo, la espinita estuvo ahí y no me dejaba tranquilo. Encontré RBG y la disfruté con emoción loca. Qué personaje es esta chica octogenaria, qué gran hombre del que se enamoró y qué conmovedor ver a su familia aún hablando de ella con los ojos iluminados y llenos de orgullo. Ahí fue cuando más mal me sentí con On the Basis of Sex y su selección de reparto a cargo de Victoria Thomas. Mi primer error garrafal y súper sexista fue pensar que una mujer empoderada, feminista y dispuesta a dar la batalla de la discriminación a todo nivel debería haber tenido otra apariencia diferente a la de Felicity Jones; Joan Ruth en sus 23 años, era una joven neoyorquina de ascendencia rusa espectacularmente hermosa. Elegante. Sofisticada. Dedicada a su hogar, su familia, su esposo y sus hijos, además con un inmenso tono de orgullo al colgar a usanza su apellido de casada.

¡Un bicho raro dentro de las rutilantes feministas!

Por su parte, Martin Ginsburg no podía ser interpretado por otro diferente a Armie Hammer. Alto, acuerpado, atlético, atractivo, inteligente, de reluciente linaje. Completamente obnubilado por su esposa y por sobre todo muy carismático; pareciera una bobada relucir este tema pero Martin era tan extrovertido como su esposa cautelosa, seria, formal y precavida. Una pareja de complementos (ambos abogados) que se potenció y se apoyó hasta que el cáncer se los permitió, viviendo juntos y felices por mucho tiempo. Una historia de hadas, donde Ruth, hija de su madre, era una dama y perfectamente independiente en la batalla de sus ideales. Esa podría ser una pequeña lección para todas las fundamentalistas que deben negar la particularidad de ciertas mujeres sólo porque van en contra de sus más recalcitrantes ideales de cómo se debe vivir la lucha contra el patriarcado.

Para entender On the Basis of Sex hay que ver el documental que es revelador en lo fantástico y brutal de esta pequeña gigante. Su sentido del humor, su sonrisa, la forma de hablar de comportarse y de ganar sus batallas. Su historia de batalla empieza desde Cornell; del entender porqué no brilló en su primer año pero en su segundo participó del Harvard Law Review; del porqué no negó que estudiar en Harvard era un privilegio pero decidió graduarse de Columbia; de cómo consiguió sus trabajos hasta que finalmente el presidente Jimmy Carter la nombró jueza del Tribunal de Apelaciones del Distrito de Columbia y Bill Clinton la postuló para el puesto que hoy ocupa en la Corte Suprema de Justicia.

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Notorious RBG.
YOU CAN’T SPELL TRUTH WITHOUT RUTH!

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The House That Jack Built

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La triste historia de Lars Von Trier es que, desde su metida de patas en Cannes de 2011, ahora parece un chiquillo, un pendejo, un culicagao, tratando de llamar la atención y no lo consigue.

Esta “Casa que construyó Jack” está muy lejos de sus obras en la década de los 90’s (Breaking the Waves, Idioterne) o los 2K’s (Dancer, Dogville, Antichrist) -que personalmente es mi época favorita-. Tal vez, si somos más precisos, Jack podría encajar muy bien con Manderlay; una extraña versión de Dogville reeditando esa maravillosa figura del escenario teatral «cuasi-becket-iano» pero con una historia forzada, de narrativa repetitiva, pobre y ciertamente nada especial; ese lapso del creador que repite sus pasos para poder tomar impulso y tratar de desenredar el nudo o de dar reversa para salir del callejón sin salida le funcionó en 2006 y dió a luz su bellísima Antichrist o incluso Melancholia; en 2018 esperamos no sea un paso en falso y en vez de controvertir por controvertir, de enlodarse en lo iconoclasta de su propio discurso, tengamos luces de algo más interesante de ver.

Jack es un arquitecto que ha empezado un proyecto de construir su propia residencia. Un proyecto que llama la atención en esta ocupación pues, en diseño, los intereses del autor a veces sólo se dan rienda suelta (1) cuando se está estudiando en la academia pero generalmente nunca se aprovechan esas oportunidades o (2) cuando alejados de los proyectos de la rutina laboral, se encuentra un espacio y presupuesto para dedicarse a un proyecto personal.

Este es un planteamiento bien bonito para la metáfora de su génesis como asesino en serie. La metáfora toma giros, se extiende y se va desarrollando pero con el error que el ritmo se va perdiendo, la emoción de tener a Bruno Ganz como narrador en «off» se diluye y los demás artistas conforman un mosaico -como su casa- bastante grotesco y no en el buen sentido.

Es raro ver ese lado maniqueista católico apostólico en el realizador. Me tomó por sorpresa y de la nada. Sin estructuración. Sin desarrollo. Sin fundamento. Como peli, lo mejor es el marca de la casita -hablando de cine y lo más rescatable es un comentario de diseño-. En serio, la locomotora del cine danés pasó y lo arrolló a Lars: !Pobrecito¡

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The Favourite

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Dos preguntas se me vinieron a la cabeza con esta pieza, a priori y ad portas de la sala de cine; la primera de ellas es porqué se habría de interesar un realizador como Yorgos Lanthimos en una pieza de época británica; y despúes de haber visto la peli, justo antes de salir, cómo hizo este señor para encontrar una historia tan alocada y que funcionara en su propio universo; ese universo de Kynodontas, Alpeis, The Lobster y The Killing of a Sacred Deer.

Ya lo revisamos.

Alpeis cierra la ópera prima de Lanthimos, después de la inigualable y genial Kynodontas; cierra este ciclo de pelis excéntricas, estramboticas y estrafalarias, no en el sentido de Jean-Pierre Jeunet sino más bien por el lado de los «dogmáticos» daneses y el ingenio de Kubrick, con una posición casi contestataria hacia lo que es considerado normal y de cómo se puede tergiversar fácilmente. Mucha gente lo asocia con Gaspar Noé o Lars Von Trier, provocadores de profesión que publicitan sus esfuerzos de esta forma; pienso que Lanthimos tiene su esencia en sus venas, tendrá algo de alborotador y de chocante pero en equilibrio con su propio ingenio, no como parte de un ardid sino evidente y natural, casi que es su forma de ver el mundo.

Esta tripleta por característica trivial está hablada en griego y hago énfasis en lo ‘trivial’ porque de aquí en adelante Lanthimos se arriesga a producciones de mayor presupuesto, con actores de mayor renombre y todas ellas habladas en inglés pero más a un nivel anecdótico, su sustancia permanece inalterada. Ya había trabajado con Colin Farrell -dos veces-, con Nicole Kidman y para The Favourite logra armonizar tres grandes fuerzas de la actuación: Olivia Colman (que finalmente recibió nominación y Oscar por este desempeño), Rachel Weisz (ganadora del Oscar pero nominada por este desempeño) y Emma Stone (también ganadora del Oscar y nominada por este desempeño).

Vamos a decirlo claramente, el «bait» para este año eran historias de mujeres protagonistas. Widows, The Wife, Mary Queen of Scots, If Beale Street Could Talk y la misma Roma son unos ejemplos propios de esta afrmación y por ahí creo que le empieza a picar la mosca la oreja del griego. Una historia de la primera reina del Reino Unido que tuvo como consejera a Sarah Churchill, Duquesa de Marlborough, pasando de confidente a amante (por aquí ya hay veneno metido en el sien de Lanthimos) y como último ingrediente, el picante de Abigail, que llega a palacio como criada de Sarah pero escala a consejera de la mismísima reina; es decir, un triángulo de amor por el poder del imperio. Desde la primera escena, hasta el inicio del primer acto (así como los polvos de Bigas Luna en Las Edades de Lulú), sabemos que la pieza va a estar enlodada de picardía, ridículo y «grotesque», que Emma Stone no tiene nada de santa y que su papel se va a refugiar en una zona lejos de su confort.

El perfil de esta reina batalla entre mantener la cordura y regir Inglaterra. Su tío muere, su padre abdica, su cuñado muere, al igual que su hermana y cuando ella termina siendo reina, ya viene enferma y obesa; tuvo gota y diecisiete embarazos, de los cuales no sobrevivió ni uno de sus hijos; su cónyuge muere y gobierna solitaria. Un estado mental quebrado y fácil de persuadir.

Ya es una locura la cita y, en serio, que buen equipo de investigación para conseguir el detalle y la minucia. Lanthimos y Robbie Ryan (Director de Fotografía) se lanzan entonces en una serie de planos descriptivos, costumbristas, con movimientos de grúa, contrapicados y ojo-de-pez; una sensación rara de una perspectiva retorcida que cala sobre eventos de la misma trama que no son para nada comunes (e.g. el señor masturbándose en el carruaje estrujado entre damas y caballeros e infantes).

Luego, en cámara lenta, escenas de una fútil carrera de patos en pleno de una sala de la corte, con sus nobles desdibujados por el furor de las apuestas, lo mundano y el licor; quizás aquí quepa otra daga de Lanthimos a sabiendas que el apoyo del reino es hacia los «Tories», ala derecha de los partidos; su frivolidad y enriquecimiento o derroche determinó la ausencia de capital en las arcas justo en plena época de guerra.

Podríamos seguir, escena por escena, acto por acto y lograríamos disectar una pieza exquisita a todo nivel (vestuario, maquillaje, dirección de arte, montaje, cinematografía) que fue reconocida en los Oscar como una de las favoritas para vencer en la velada.

La buena factura contrasta con el desparpajo de sus protagonistas -incluso su afiche promocional más conocido es muy diciente- y el desarrollo de cada uno de sus personajes, siendo realmente maestro el de la Colman con una Ana que llega a ser déspota, grotesca y hasta cierto punto inútil cuando su enfermedad agrava en profundo dolor y escala a niveles de obesidad morbosa.

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Recuerdo que fue de las primeras pelis que vi en sala después de mucho tiempo, por la temporada de premios que se avecinaba y recuerdo el placer de salir satisfecho de una pieza de cine completa.

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Ali Abbasi, Drama, Exploitation, Fantasia, Folk, Gore, Indie, Internet, Miguel Vaca, Movie, Sci-Fi, Serie B, Storytelling, Svensk Film, Vacacion, World

Gräns

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¿Qué es esto?

Me disponía a comer y me tocó parar por completo ¿Es maquillaje?

¡Claro que debe ser maquillaje! Pero ¿Qué es esto? Realmente es muy inquietante por no decir pertubador, ahora, he buscado y definitivamente es maquillaje. Es nuestra vieja conocida Eva Melender de Brön. ¡Pordiós qué maquillaje! De razón estuvieron nominados Göran Lundström y Pamela Goldammer en esa categoría. De acuerdo, hay gente que nunca ha visto Game of Thrones. Todobién. No juicios por aquí. Sin embargo, a veces, algo tan espectacular como Star Wars, Avengers o Game of Thrones, deja de ser una posibilidad y se vuelve una tarea… Esta gente de maquillaje en Gräns, ha trabajado en Doctor Who, The Wolfman, Clash and Wrath of the Titans, Hansel & Gretel: Witch Hunters, Game of Thrones y True Detective: Tercera temporada. No es cualquier cosa, podrán ser producciones de Serie B, unas muy buenas y otras muy malas ¿pero en maquillaje? Impecables.

Me voy a alejar de lo obvio, que es un excelente trabajo de maquillaje.

La trama se desarrolla en la historia de Tina, una chica que no es igual a las otras chicas de su especie, ¿es humana? Ciertamente, tiene unas facciones fuertes y un cuerpo robusto pero podemos asegurar que sí, es humana. Tiene un talento. Su olfato, puede detectar rabia, miedo, remordimiento en los humanos, ha encontrado un lugar perfecto en el mundo: una agente de aduanas en la frontera de Suecia, al parecer con Noruega, a la altura de Skognäs -nada significativo sólo es que la historia parece ser tan peculiar y específica en el detalle máximo geográfico, que la hace a su vez un lugar cualquiera de Suecia, en el medio de la nada, en el medio del bosque-.

A primera instancia es una historia de fantasía y aventura pero entrelíneas, hay un lenguaje muy muy fuerte sobre los transgénero, y cualquier persona que se sienta inconforme con su apariencia, su sexualidad y su género. El espectro sexual es amplio y diverso. La batalla de sus transgresores se da porque en el estándar de los heterosexuales, durante mucho tiempo hemos tratado de mantener un binarismo que hoy en día gracias a mucha socialización estamos tratando de dejar atrás. Dicha batalla no ha sido sencilla, se le considera al transgresor, pecador como poco, pero escuchamos que hay una fuerte arremetida hacia ellos en forma de matoneo donde se connota que son asquerosos, deformes, depravados, parásitos de su propia diversión o monstruos. Precisamente, los calificativos que han mantenido sumisa a Tina durante toda su vida hasta que encuentra a Vore, un transgresor de la transgresión, un infractor, ¿una media naranja para Tina?

Rica. Llena de mucha sutileza y muchos esquemas en el imaginario que se deben estudiar; otro ejemplo, ya para cerrar, no es gratuito el título de la obra tampoco: «frontera»; límite entre qúe y qué, ¿entre humano y otra cosa? ¿Entre normal y anormal? ¿Quién es normal, el que está adentro o la que está afuera? ¿Entre macho y hembra? ¿Entre local y migrante? Esa es otro tema, no obstante, esta que acompaña esta entrada, fue la versión que yo determiné pero puede también ser otra la intención del realizador Ali Abbasi, de pronto, desde su perspectiva sueco-iraní quiere hablar del musulmán migrante y la segregación religiosa que ha sufrido; o quién sabe si John Ajvide Linqvist sencillamente quería un relato macabro de una extraña Blancanieves (Låt de gamla drömmarna dö). Con esto lo que quiero afirmar es que no es una pieza sencilla que se pueda admirar, calificar o clasificar desde un punto de vista único, lo que la hace resaltar entre las de su categoría -me refiero a las nominadas a mejor maquillaje en los reciente Oscars-. Gran descubrimiento y qué bueno encontrarnos de nuevo con Linqvist -que ya conocimos con Låt den rätte komma in-.

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The Old Man & the Gun

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Trabajar con Robert Redford debe ser uno de esos retos de vida o muerte para cualquier cineasta o actor que quiera trabajar al lado de él después de la institución en la que se ha convertido con el Festival de Salt Lake City en Utah.

Y sí, Adrian Lyne no quiere a cualquier multimillonario para hacerle una Propuesta Indecente a Woody sobre su esposa Demi, aunque Redford se interna en The Last Castle como un pequeño pillo haciendo una picardía menor, Rod Lurie sabe que no es una figura cualquiera y le toca ponerle un buen contrapeso con Gandolfini y Delroy Lindo; en 2001, Brad Pitt empieza a madurar y no quiere ser sólo una cara bonita en Hollywood, le pide a Redford su testamento, en una carrera de doscientos metros planos con relevos, y él se lo pasa sin miramientos en Spy Game de Tony Scott y finalmente para no alrgar demasiado esta pequeña hipótesis, lo mismo pasa con The Clearing de Pieter Jan Brugge que ‘amarra’ a Redford – para que no haga mucho de lo suyo o por el contrario para que se sienta completamente tranquilo de hacer solamente lo suyo: hablar – y le pone compensación a la balanza con Willem Defoe y Helen Mirren.

El Festival le debe quitar mucho tiempo y no es una estrella que esté dedicada a hacer demasiadas piezas al año pero desde 1993, ha logrado realizar, nada más en ese lapso, 20 largometrajes, o sea, qué locura de personaje! Y sin ser para nada exagerado, cada una está delicadamente escogida para hacer una obra rica en emociones, buenas líneas de diálogo y una buena actuación – en forma de paréntesis, ahora que está en voga Avengers: Endgame, no en vano considero a Captain America: The Winter Soldier como la mejor peli de toda la era, con un sólido antagonista, una historia creíble, con fondo, estructura y tampoco es un azar que Anthony Russo y Joe Russo hayan sido designados para hacer Infinity War y Endgame. Son los escogidos por Marvel y Disney para sellar su era, los que se atrevieron a ponerle un poco de seriedad a la saga trayendo a una leyenda y manejándola a la perfección -.

Lo que me parece loable (o tan loable como Los Hermanos Russo) es que este joven temerario como lo es David Lowery, haya logrado convencer a Redford de hacer una peli Pete’s Dragon y logre convencerlo para hacer otra como The Old Man & the Gun, un Western como en otrora, chapado a la antigua perfectamente delineado para ser exquisito. (De Pete’s Dragon hablamos después).

Un bandolero robabancos tiene destinado una línea de atracos a bancos por todo el «Bible Belt» hasta llegar a Missouri al gran banco de St. Louis, La Reserva Federal. Planea retirarse después de ese gran golpe si es que lo permite el aguacil John Hunt que está a la cacería del peculiar bandido. Lowery, en extensión de su juego de Western pone al bandolero en un dilema, sobre lo bueno y lo malo. Para hacer contrapeso por el lado bueno está Casey Affleck, joven actor veterano de La Academia con Manchester by the Sea pero que se ganó mi adoración con The Killer Inside Me de Michael Winterbottom; por el lado malo, sus rufianes son el queridísimo Danny Glover y el espectacular Tom Waits. No le basta a la pieza nada más sino agregarle que está basado en una historia real de unos viejos pedorros, particularmente flemáticos y súper bizarros para que a esa altura de la vida sigan pendejiando con ideas de robos y atracos.

Como si fuera poco, al malhechor se le suma la historia de conquista de su damisela; la hermosa Sissy Spacek no podía ser otra que la pareja de Robert Redford.

¿No es suficiente invitación para verla, además de decirles que es una muy buena pieza de «heist-movie», «road-movie», western y de romance, ambientada perfectamente en el gobierno de Reagan como a mediados de los 80’s, con los colores y tomas propias de la época? Bueno, seguro que si les digo que para robarse un beso de la chica tuvo que esperar el momento adecuado, tal como lo haría con su banco y que saldría con éxito de la aventura, no habría cómo no adorar esta cinta.

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Zimna wojna

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La historia de Zula y Wiktor hubiera podido trascender como la lucha eterna entre dos amantes imposibles. Claro, esa imposibilidad se acrecienta en una Polonia de posguerra, dominada por el comunismo y luego en el exilio donde no se tiene nacionalidad alguna.

Pero.

Pawel Pawlikowski, autor y realizador de la pieza, no la llama Zula & Wiktor. Todo hubiera podido ser más fácil, no obstante, la llamó Zimna wojna, que traduce «Guerra Fría». Y la Guerra Fría tiene mucho que ver con esta tormentosa relación.

Después de la Segunda Guerra Mundial, sobreviven dos súperpoderes dentro de la alianza contra los nazis alemanes, Estados Unidos y la Unión Soviética (de Naciones). Se había firmado el Pacto de Varsovia, donde se prevenía el rearme de la República Alemana en una alianza de amistad, sin embargo, ambas potencias se dividieron las zonas aledañas a la derrotada nación teutona en dos frentes, el oeste y el este; el uno capitalista y el otro comunista. En el pulso por sostenerse en la zona y de ganar incluso ventaja mientras se permanecía, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética emprendieron una guerra silenciosa que se denominó fría porque no tuvo ataques en una lucha a gran escala pero si hubo ataques, movimientos, inteligencia, defensa y contrataque de espías, de parte y parte, que favorecían las escaramuzas en los frentes aliados.

Polonia por su lado, y aparte de esta guerra fría, no es que haya sido una completa víctima inocente en las guerras del sector pero si había sido una chica eslava mancillada por sus vecinos que se habían aprovechado de sus tierras y la habían pasado de mano en mano como una vaca muerta. Incluso en 1795 los tres poderes que la rodeaban (El Imperio Austro-Húngaro, Prusia y Rusia), unieron fuerzas para invadirla y desaparecerla aprovechando una revolución contra la debilitada monarquía y su parlamento dividido.

Aunque en principio, ayudados por los franceses, el tercio ocupado por los prusianos fue liberado pero luego reconquistado por los rusos en 1815, el espíritu nacionalista de los polacos se recuperó y se instauró de manera subersiva entre la población. En 1914 se dispara la Primera Guerra Mundial, abajo en Austria contra Serbia y los, antes, aliados se vuelven contra Austria, haciéndose fuertes los alemanes y retomando todas las tierras de Polonia y Lituania en un solo estado alemán; luego entonces, en la derrota alemana por los aliados de 1918, de nuevo, el estado polaco renace de entre sus cenizas. En 1920, la Revolución Volchevique avanza hacia las tierras polacas a recuperar tierras perdidas pero milagrosamente, en un acto estoico y sin precedencia, el Ejercito Rojo es derrotado por la resistencia polaca y la Segunda República establece de nuevo fundamentos multiculturales y de pluralidad de cultos (en el siglo XVIII, muchos judíos fueron exiliados de sus naciones de origen y en una larga travesía muchos de ellos terminaron en Polonia, de allí que en 1939, los alemanes la tomaran como objetivo militar en su afán por erradicar esa cultura); los polacos fueron dominados en la parte occidental de Polonia gracias al «Blitzkrieg» alemán y su diplomacia con la Unión Soviética que absorvió sin mucha oposición la parte oriental restante. Varsovia era el núcleo de aguante polaco y mientras se defendían de ambos invasores fueron realmente vigorosos contra los alemanes a quienes repelieron finalmente en 1944, pero en una jugada predadora, el Ejercito Rojo dominó Polonia y la obligó a marchar como aliada para ultimar la fuerza alemana en su centro de operaciones hacia 1945.

La nueva alianza implicó que el Imperio Soviético devolviera tierras de los polacos retiradas desde siglos pasados y reacomodó la población en una estrategia geopolítica que permitió formar «La Cortina de Hierro» (naciones satélites aliadas con el comunismo) alredor de Polonia y la Unión Sovietica desde 1946 hasta 1955. Después de una mortandad impresionante de su población y la destrucción de sus tierras, parecía imposible el rerrenacer de los polacos, ahora bajo el dominio soviético, pero sobrevivían. En 1968 cansados de la explotación de la madre patria por parte del régimen stalinista, los estudiantes se revelaron contra el régimen en duros choques contra la policía y el estatu quo, lo que curiosamente derivó con la migración de la mayoría de judíos a Israel.

Lejos de llegar a las revoluciones obreras y la conformación del partido de la Solidaridad, Zula y Wiktor, son testigos de los movimientos previos y sus revoluciones. Unos positivos, otros no tanto. Unos hacia un opresor, otros hacia el otro. Zula y Wiktor son metáforas de espías, agentes y doble-agentes de Polonia – estúpidas metáforas diría Zula llena de celos por Juliette, la poeta francesa -. Por eso de alguna forma, esa cinematografía lúgubre de Lukasz Zal manifiesta el vaivén de los poderes en esta zona de Morrena y las costas del Mar Báltico. Del ir y venir de sus ciudadanos. De la masculinidad y la feminidad. De la rubia y el morocho. De la cercanía de sus artistas con el estado francés y, sin embargo, esa aura de tristeza en sus miradas, el lamento en sus cantos campesinos y la increíble belleza de sus faldas llenas de florituras, reflejo de su amor y esperanza por la patria que vuelve a renacer.

La peli termina con un “A mis padres“.
Imagino que son sus padres los protagonistas de esta trama basada en hechos reales y acomodada a esta fábula de amor.

Nota personal. La pieza está esplendidamente realizada, tanto en diseño de arte como cinematografía y la exquisitez de sus cuadros se complementa con la belleza de Zula, interpretada por Joanna Kullig, como esta áspera eslava que nos encanta hasta su último aliento. No ganó en ninguna de sus categorías, cinematografía, dirección, película extranjera, pero realmente le hizo buena pelea a todas sus competidoras.

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Action, Auteur, Brit, Exploitation, Indie, Internet, Miguel Vaca, Movie, Serie B, Steve McQueen, Thriller, Vacacion, World

Widows

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Cuando uno se refería, no hace mucho, a Steve McQueen uno pensaba en persecuciones, acción y mucha emoción, gracias a que en el portafolio del nacido en Indiana se encuentra The Great Escape, Papillon, The Towering Inferno y, por supuesto, la así denominada persecución automovilística más intensa del mundo del cine, Bullitt. Pero ahora (sobre todo porque el actor lleva casi 40 años de muerto), su homónimo ha retomado la voz de los cinéfilos como un director serio y de culto.

Por eso cuando escuchamos que McQueen, el director irlandés, saca una nueva pieza en cartelera llamada Widows y que tiene como reparto a Viola Davis, Michelle Rodriguez, Elizabeth Debicki y Liam Neeson, pues uno se hace a la idea que es otra historia de método, dramática y bastante seria. Hasta este punto uno tan sólo llega a intrigarse porqué no aparece Michael Fassbender en esta lista, su actor fetiche durante toda su ópera prima.

Aún así, no bien se expone el planteamiento de la historia, algo no cuadra. A Neeson se le junta Jon Bernthal, Garret Dillahunt, un tal Manuel Garcia-Rulfo y Colin Farrell. El reparto, la trama y el tono parece ahora más la esencia de Taken, The Grey o Unknown. Presenciamos lo realmente insólito de esta pieza: Steve McQueen, el director de culto dramático irlándes está desarrollando una peli tipo Steve McQueen de Indiana. Una «heist-movie». Boquiabiertos y sin aliento presenciamos esta maravillosa experiencia. Ya no importa nada. Importa todo. Cómo se desenvuelve McQueen en unas arenas movedizas como estas y si logrará salir adelante de su zona de confort, son las dos dudas que revuelan nuestra mente.

La historia es sencilla. La peli se llama ‘viudas‘ por las esposas de unos malhechores a quienes algo les sale mal en su último trabajo y terminan muertos. Las deudas las aquejan y deciden continuar con el siguiente trabajo planeado en agenda. Punto. Un planteamiento directo.

Hay escenas que sobresalen por su peso. La relación de Veronica (Davis) con Harry (Neesom) está cargada de una imaginería exquisita. Artilugios completos de McQueen y Sean Bobbitt, que repite como su director de fotografía, así como, Joe Walker cierra este triángulo al ser otra vez el encargado del montaje (Hunger, Shame, 12 Years A Slave). Aún así, por sobre todo el material, me queda grabada una escena en particular; Jack Mulligan (Farrell) es un candidato como edil del Distrito 18, después de dar un discurso mediocre en un lote baldío y de ser inquirido por un molesto periodista sale corriendo a su carro; la escena se torna un plano secuencia con voz en off entre Mulligan y su asistente personal (Molly Kunz); el diálogo es tan cercano a la aclamada escena entre El Cura y Bobby Sands de Hunger; no hay cortes, todo se elabora en los tonos y la interacción de respuestas entre los actores, cada uno se alimenta del otro y es cuando por primera vez el personaje de Kunz se descuaderna y discute de tú-a-tú con Mulligan. Para mí esta escena paga la boleta. Además que la simbiosis entre McQueen y McQueen es completa porque esta escena parece parte de una persecución.

Entrelíneas, dejando atrás la historia del robo (que no deja de ser anecdótica), McQueen tiene un discurso político fuerte. Por un lado, sigue trabajando con irlandeses, parece un dato menor pero hay una respuesta de origen en su declaración. Luego, más hacia adentro, hay una crítica hacia los políticos de origen irlandés en su forma de presionar y de conseguir sus términos, casi que la metáfora se hace directa con JFK. Y finalmente, apoyando el movimiento #MeToo, lejos de hacer una mamertada, otro golpe de opinión es que su reparto es una historia de tres, cuatro, incluso cinco chicas que se quedaron sin sus proveedores; no cualquier tipo de proveedor, uno violento, abusivo y desleal; en vez de quedarse cruzadas de brazos se imponen en un trama machista y sobresalen, para bien o para mal en el desenlace de la pieza.

Nota personal: Escojo precisamente el afiche de versión francesa porque le da poder de imagen a las chicas en vez de sus contrapartes

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Adventure, Animation, Auteur, Experimental, Hollywood, Indie, Internet, Miguel Vaca, Movie, Storytelling, Thriller, Vacacion, Wes Anderson

Isle of Dogs

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Isle of Dogs no sólo parece ser mi favorita de los Oscar -recuerden que aunque me divierte la gran ceremonia de La Academia y que he aprendido a encontrar sus ganadores como adecuados para sus patrones, me encanta encontrar el que lleva las de perder porque casualmente tiene una gran riqueza en su factura-, es el que se espera que pierda, es el que guarda secretamente el testimonio de mejor peli del año.

Y aunque su calificación no es más alta que algunas de la ceremonia, la razón es que Wes Anderson y su Grand Budapest Hotel trajo decepción y engaño iconoclasta a mi hospitalidad como fanático de su obra. No soporté más su repetición inocua de imágenes y sensaciones, de giros y líneas aburridamente citadas como copias de su propio fruto. Y lo abandoné. Pero hoy Isle of Dogs me trae más que satisfacción al ojo, me trae esperanza en un nuevo proceso creativo del autor; un proceso que renace de sus propias cenizas y considera un camino novedoso.

Una selección de actores como siempre excelente con la noticia de primer plano a Bryan Cranston en su primer papel con el director -obviamente también a Harvey Keitel o Scarlett o Frances McDormand o Greta Gerwig o F. Murray Abraham o Ken Watanabe o incluso Liev Schreiber– pero Cranston llega como actor principal, como a su vez fue Bruce Willis en Moonrise o Fiennes en el Budapest Hotel o George Clooney en Fantastic Mr. Fox. Dichas voces se esfuerzan en un dramatismo de tonos sencillos conservando el relato de una fábula infantil y llega el éxtasis cuando reconocemos la nasalidad de su actor fetiche, una vez más dando pinceladas de genialidad en sus participaciones del guión.

Me encanta la mezcla de técnicas como recursos de narración temporal (ilustraciones de xilografías clásicas japonesas cuando se refiere el pasado); de planteamientos del epílogo (otra vez con ilustraciones esta vez más clásicas de la tradición japonesa transmitiendo contexto y algo de solemnidad); recursos de texturas audiovisuales (con las líneas en alto contraste negro-verde para mostrar las cámaras de video infrarrojo o las blanco y negro ‘cuasi collage‘ para mostrar las pantallas de tele en vivo); obviamente, todas contrastadas con las fabulosas estatuillas en «stop-motion» que describen el aquí-ahora de la historia.

Hay otros picos aún más altos dentro de la pieza como Desplat en la música, Tristan Oliver en la cinematografía o todo el equipo de montaje o producción de diseño. No es más alta su calificación por los mismos estándares planteados anteriormente. Nada previene o asegura que esta no sea sino un paréntesis, una chispa volatil, un yerro que se olvide en su siguiente diatriba.

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