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Dolor y gloria

Una hora ha pasado hasta que la peli se puso interesante. Una hora y siete minutos, para ser exactos. Alguna otra vez me hubiera dormido, me hubiera ido o estaría en este momento despotricando de la hora y siete minutos que se fueron. Sí, Almodóvar me traicionó con Los amantes pasajeros pero me sirve una copa de reconciliación con Dolor y Gloria.

¿Es buena?
No sé. Está bien. No es una descarada mascarada, de alucinante musical, ni una chorrada, ni pura chabacanería. Si usted es un fumador empedernido, es un cigarro delgado acaramelado y picante, suave, cautivador y asfixiante. Si usted es un borracho como yo, es un trago largo, bien largo de whiskey, frío, muy frío, sin hielo, intoxicante, abrumador, amaderado, delicioso. Si usted es un goloso, pues no sé, es un pastel y ya.

No me encanta pero no la odio. La fotografía es juguetona y si le gusta mucho a mi ojo. Me encanta cuando Almodóvar hace una metaobra dentro la obra, y narra en otra línea de tiempo una fábula, un cuento. No soy un experto en él, entonces no se cuántas veces lo habrá hecho, pero se que me encantó El amante menguante dentro de Hable con ella. Esta vez es Adicción y toma más protagonismo que la misma Dolor y Gloria. Me ha gustado.

La ví con la única excusa de Antonio Banderas nominado como mejor actor. No lo hago ya por Almodóvar, ni por Allen, ni por Burton, ni por Eastwood, ni recientemente por Anderson… Siento que todos de alguna forma me traicionaron. Pero Banderas lo ha hecho muy bien, nada exagerado -menos su atragantada tos-, al contrario muy delicado todo, se ha ganado con creces una nominación y es un excelente trabajo. Sigue a perfección sus propios consejos, no es mejor actor el que se deja llevar por el llanto sino aquel que lucha por frenarlo.

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The Lighthouse

Hay algo particularmente romántico de las historias de faros que de manera simple nos hipnotizan. Puede ser esa posición en donde el personaje principal está huyendo de alguien o aquella en la que termina aislado de algo; en algunos casos es comparable a un «western» y en otros a una «road-movie» pero son muy interesantes -rápidamente se me vienen a la cabeza la colombiana El Faro de Luis Fernando Bottía, The Light Between Oceans de Derek Cianfrance y la referencia misma del faro en The Lovely Bones de Peter Jackson-.

En este caso, otra peli costumbrista que involucra a Willem Dafoe como el farero, acompañado de un extenuado y casi camaleónico Robert Pattinson como operarios de un atalaya casi abandonada. Robert Eggers escribe y dirige esta obra armándose camino en Hollywood como una promesa de culto. The Lighthouse tiene una fotografía impecable en blanco y negro de alto contraste, directamente filmada en 35mm casi termina siendo una pieza alusiva estéticamente a la época del Acorazado Potenkim de 1925, sin embargo, obviamente las líneas de diálogo casi «shakespearianas» la diferencian en su totalidad. Sus tomas y cuadros están rigurosamente calculados, se vuelven intrigantes secuencias de una retorcida razón a la vez que son cómplices con sus escorzos de la monstruosidad de la isla. Un acierto de La Academia en su nominación como mejor fotografía (Jarin Blaschke).

Dafoe se ha vuelto un actor con un gusto exquisito y delicado a la hora de escoger últimamente sus papeles. At Eternity’s Gate como Van Gogh, la bellísima The Florida Project como el casero Booby, sus diversos trabajos con Wes Anderson y hasta un oscuro papel con Lars Von Trier en Nymphomaniac: Vol. II. Thomas WakeThomas despierto juego de palabras insinuando tal vez que él es el consciente- es un solitario farero, borracho, severo y demente por la sugestiva, recurrente y cíclica luz del destartalado faro en Saint Elmo. Por su lado, Pattinson ha tratado de quitarse la etiqueta de Twilight en un esfuerzo sobrehumano. Su primer trabajo reconocido después de Edward Cullen fue Bel Ami todavía muy arraigado al macho conquistador y altivo, luego vino Cosmopolis de la mano de El Duque pero personalmente no me agradó en absoluto aunque la crítica habló muy bien de él y sólo fue hasta The Rover donde realmente vimos un desempeño sobresaliente. Su trayectoria ha tratado de manejar un perfil bajo para no cometer el mismo error de encasillarse aunque las cosas vuelven a ponerse truculentas para el británico al aceptar un papel de notoriedad como el Bruce Wayne de Matt Reeves. En The Lighthouse interpreta un hombre desarraigado, de pasado borroso, apesadumbrado y con la culpa de posiblemente haber sucumbido al alcohol; todas prevenciones sin piso porque en realidad el personaje se desarrolla y se deja conocer con el paso de la trama.

En este faro, ambos actores derrochan y se sumergen en sus habilidades histriónicas codo a codo; yo diría que Dafoe es el actor principal pero la narrativa nos contradice poniéndolo a Pattinson en su lugar. Al inicio del tercer acto, sumergidos en lo más profundo de su propia cotidianidad, no sabemos realmente quién es Thomas, quién persigue a su psique o quién persigue su destino ¿Es acaso Thomas una versión adulta de Ephraim?. Esta pequeña introducción para demostrar que si Willem Dafoe fuera el principal estaría a la altura de Joaquin Phoenix o Adam Driver en la categoría de mejor actor y que Pattinson se hubiera ganado un puesto indudablemente por encima de las presentaciones de Al Pacino y Anthony Hopkins de este año incluso con posibilidad de estatuilla peleándosela contra Brad Pitt como mejor actor de reparto; si fuera al contrario Pattinson habría descalificado o a Antonio Banderas o a Jonathan Pryce y agradecería esta nominación a la altura de DiCaprio, no tendría cabida entre Driver y Phoenix, mientras que Dafoe sería rotundo ganador de la categoría de mejor actor de reparto por encima de todos.

…y sin embargo ninguno fue nominado.

Nota personal. Si hablamos de belleza en la cinematografía de esta peli, me fue muy difícil escoger entre los afiches que encontré para promocionarla. Se refrenda el buen gusto de la fotografía en unas piezas hermosas que parecen pliegos ampliados de una cámara de ojo exquisito.

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Doctor Sleep

No se si entré predispuesto a ver esta peli pero hacer una secuela de un clásico tan importante como de The Shining después de tantos años, me parecía un exabrupto. Podemos entender que Steven Spielberg haya dicho que, el recién fallecido, Kubrick le había comentado de un proyecto que la tecnología no le permitía desarrollar en su momento; era una trama de ciencia ficción y siempre discutimos que aunque bien hecha, le faltaba el picante del maestro para editar y terminar la historia; al final siempre pareció una pieza de Spielberg. Una trampa de taquilla bien ejecutada.

Doctor Sleep es una buena idea mal ejecutada. Reconozco que hay cosas interesantes al rememorar los corredores del Overlook Hotel pero todo el tema de los personajes con otros actores quita algo de mística; hubiera sido bonito toda la recreación con perfiles escondidos o sugeridos, con personajes insinuados y no una sensación barata de que no había el presupuesto para trabajar con los actores originales. De la misma idea, pasar de una delicada pieza de suspenso a una de terror y horror somete las herramientas, a clichés y hacia otra dirección; por no decir más, da mucha pena ajena con Ewan McGregor en los pedazos que su única salida fue la sobreactuación para solventar un duelo futil entre el bien y el mal, aterriza The Shining de una forma simplista y maniqueista que no tenía originalmente. Y finalmente, masticar toda la obra de Stephen King para explicar los detalles de la peli original creo que fue un disparo en el pie.

Rarísimo que le haya ido tan bien en crítica pero parece que no soy el único que piensa diferente; el descalabro en la taquilla es un recordatorio que no todos los reenlatados son buenos, que hay cosas que es mejor dejarlas en la estantería para recordarlas con el placer de la maestría con la que fueron ejecutadas. Sobre todo si son hechas por ese gran genio que fue Stanley Kubrick.

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Judy

Es increíble e innegable, después de que hay una gran sorpresa temática en Hollywood, cómo la industria se apropia del logro y se vuelca a producir cuanta historia se relacione con dicho tema. No hay duda, que, precisamente, es lo que la hace industria y rentable; además le reconocemos que en ese ejercicio, las producciones independientes dejan florecer sus directores, sus guionistas, sus actores y de vez en cuando se siente la renovación del medio. Esas producciones que depredan la moda «hollywoodense» se las conoce como carnada para el Oscar y a veces La Academia vuelve a picar o y otras veces no, siguiendo derecho su camino directo hacia el olvido.

No estoy diciendo que Sam Mendes tiene que reinventarse cada vez que logra un reconocimiento o que Tom Hanks no pueda explotar esa fórmula melodramática que tanto éxito le ha dado -de todas formas, parafraseando a Gary Lineker, el cine requiere de un director, unos actores, un guión, una cámara y siempre los Oscar se los lleva Meryl Streep o Daniel Day-Lewis-. Es crudísimo decirlo pero Judy no es nada más que el resultado de la explotación temática del melodrama de Bohemian Rhapsody. La actuación de Renée Zellweger es cautivante, la historia de Judy Garland es durísima y la crítica a Louis B. Meyer/Metro Goldwin Meyer es interesante pero apenas si se disuelve como el humo de uno de sus cigarros.

El drama de la historia, repito, no estaba en la decadencia, sino en la fábula de Caperucita con zapatos de rubíes engatusada por el feroz Louis B. Meyer, en el bosque de la MGM. Y aunque me sorprende -estuve «googliando» y no me cabe en la cabeza que esa señora tan acabada tuviera casi mi edad, 47 años-, me molesta que Hollywood se haya arrodillado a esta cinta y a su actriz principal, más como un sentimiento de culpa por haber abandonado, de manera prematura, a uno de sus pilares en el esplendor de su vida que de pronto por la calidad misma de la pieza. Me enfurece que por lo mismo, hoy esté opacada Scarlet Johansson con un excelente trabajo y que seguramente se le robe su merecida estatuilla.

Sin lugar a dudas, yo mandaba esta peli al ostracismo de su propia decadencia.

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Bombshell

Al igual que Adam McKay (Vice, The Big Short), me encanta que Jay Roach ha venido desarollando ese lado aún más oscuro en lo sarcástico de su comedia y que tiene algo más que decir sobre el estado político de Estados Unidos. En ambos directores, además, se elige una serie de actores tan espectaculares que su imitación de los personajes principales es tan absurdamente buena que terminan siendo aclamados por sus desempeños.

Por ejemplo, Lyndon B. Johnson en All the Way caracterizado por Bryan Cranston -casi tan fielmente que nos preguntamos a veces si esas imágenes no eran de archivo-, Sarah Palin y John McCain en Game Change caracterizados por Julianne Moore y Ed Harris, respectivamente -e igual, fueron tan impresionantes las personificaciones que hasta se hicieron muy controvertidas-, y tal vez la excepción con Jay Roach y sus personajes fue Recount con todo el fenómeno de reconteo en las elecciones presidenciales para el periodo 2000-2004 donde se hizo más desarrollo de personajes por parte de los actores que una personificación per sé de sus apariencias. Con McKay, en la misma dirección pero a otro precio, el realizador tenía un largo, largo, trayecto de dirección de piezas cómicas, series y largometrajes, me atrevo a decir que por el excelente e innovador trabajo de las pelis de Jay Roach entró en un campo donde la sátira es más interesante que el sarcasmo; así la personificación de todo el reparto de The Big Short fue impresionante pero al mismo «nivel Jay-Roach» Dick Cheney en Vice caracterizado por Christian Bale dió frutos en la velada de Los Oscar -el trabajo de Amy Adams como Lynne Cheney, Steve Carrell como Donald Rumsfield o incluso la apuesta de Sam Rockwell como George W. Bush fueron de una calidad elevadísima logrando el año pasado sólo para lo que estamos tratando tres nominaciones y un Oscar a mejor maquillaje, además de ser considerada para mejor peli, director, guión y montaje-.

Lo de este año con Bombshell de Jay Roach es atrevido. Una trama dentro de la caída más dura del ala conservadora de las noticias, en pleno ascenso de Donald Trump, cuando por conducta inapropiada y acoso sexual sistemático es acusado Roger Ailes, director ejecutivo de Fox News. Un trabajo alusinante que empieza con una presentadora de noticias; por sus rasgos y las líneas de diálogo entendemos que es Megyn Kelly pero quién diablos podría descifrar que es Charlize Theron (yo la verdad me demoré una media hora y seguía incrédulo casi hasta la mitad de la peli que salió en un ambiente más familiar, sin imágenes de archivo de contexto, con la defensa más baja y “sin maquillaje” -yo no si sea capaz de ganarle a Renée Zellweger, favorita este año como mejor actriz, pero aquí nadie puede negar su gran desempeño-). El resto de las personificaciones son igualmente impresionantes. Al lado de Theron, Nicole Kidman como Gretchen Carlson, el fabuloso John Lithgow como Roger Ailes y todos y cada uno de los personajes de Allison Janney, Malcom McDowell, Connie Britton que respaldaron con creces el trabajo de sus líderes de estudio.

Me causa inquietud que así me haya visto la mayoría de piezas de Roach y McKay no haya hecho del todo sus reseñas. Creo que no termina de convencerme el formato o el regusto o la intención así alabe su hazaña. Bombshell no es diferente y a su vez deja mucho que desear. ¿Jay Roach es el informante positivista que la realidad de Estados Unidos necesita? ¿No es mejor un historiador capacitado para esta labor? Es decir, ¿No le hace más daño al hecho real que lo que se retrata sea realizado por un director argumentativo y no por un documentalista? ¿Hay algo más que rescatar que el escándalo y las buenas actuaciones? Sinceramente, entre mejor logra el retrato más se pierde el contexto y si no es por el trabajo ya resaltado de sus capitanes de actuación personalmente creo que la verdad sería mejor una serie documental en Netflix y ya. De esta forma sin lugar a dudas, caracterizaría esta pieza como de explotación y melodrama.

Sin embargo, esta trama tiene algo diferente que me logra sacar de este abismo de pesimismo por la pieza. Si uno libera de esta obra el trabajo de Theron, de Kidman y de Lithgow la esencia no es otra que Margot Robbie interpretando a Kayla Pospisil. Una chica inocente, ingenua, llena de ilusiones y ambiciosa como todas las chicas que llegaron a un punto donde el paso obligatorio era el segundo piso, la oficina de Ailes. Tal vez, este ligero ardid, esta pequeña figura literaria de Charles Randolph armando un personaje común, una heroína de mil caras -interpretada desde las entrañas por Robbie– no sólo convalida todas sus nominaciones sino que podría salvar este cartón que es Bombshell.

El siguiente trabajo de McKay es sobre Elizabeth Holmes de Theranos a quien conocemos por el excelente documental de Alex Gibney para HBO, The Inventor, y ya veo montada en ese potro a Jennifer Lawrence pero podría también estar cayendo en la misma red del retrato naturalista que al final sólo sirve para documentar el folklore de una época y no más.

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Once Upon a Time… in Hollywood

Supongo que soy considerado un nerdo en cine pero no tengo idea quiénes son o en quiénes se basó Once Upon a Time… in Hollywood. Pienso en voz alta: Nada de qué apenarse. Simplemente no es mi época. Sharon Tate. Roman Polanski. Steve McQueen. Fácil; incluso Damian Lewis personificando a McQeen es una locura, un espejismo… Igualito! Pero aunque encuentro referencias de los dos personajes principales no se quiénes eran.

En fin.
9 de agosto de 1969.
La fecha es lapidaria y al igual que Santiago Nassar, Margot Robbie es acribillada en un relámpago juego de nuestra memoria.
Pero ¿Qué tal si le seguimos el juego a Tarantino con su “y qué tal si…“? En Basterdos achicharró a Hitler en un teatro -¿que no es acaso una referencia de los 14 Fists of MlCluskey?-. Aquí algo va suceder, sabemos que va a suceder y, sin embargo, es una gran sorpresa narrativa.

La Novena Peli de Tarantino -como es promocionada- es divertidísima. Súper elegante el papel de Brad Pitt y su relación silenciosa con Pussycat, la jipi (Margaret Qualley) me parece que está llena de asociaciones atrevidas y subidísimas de tono pero con una sutileza casi erótica; -vuelvo a pensar en voz alta: se está representando una época entre los 70’s y los 80’s, después de fanfarronear con ese Porshe, casi después de los créditos (Bullitt), Tarantino trata de suavizar el paso entre las «John-Wayne movies» y las «Clint-Eastwood movies», no ¿será posible que Pitt y esta loquita, siendo una historia paralela, estén representando los últimos alientos del cine mudo en plena California, con todas sus miradas y sus gestos?

Y bueno… Mi héroe. Mi ídolo de toda mi infancia: El señor Bruce Lee, con una imitación válida de Mike Moh pero en este juego de “y qué tal si…” de Tarantino es infantilizado por Brad Pitt. Gracioso. ¿Verdadero? En absoluto. Lo digo con la voz de ese niño de siete años que confía plenamente en que su héroe es implacable, invicto, invencible y que en un arranque de soberbia sea destrozado por otro actor en una pelea, es del mismo rango de Hitler achicharrado. Uno de otros chistes del director para decirnos que esta peli es una farsa, no la tomemos en serio y divirtámonos.

Siendo parte del portafolio, es rara. Es un «western» menos aplomado o mejor mucho más ligero que The Hateful Eight o Django Unchained, donde esta vez los héroes hacen su travesía por el desierto, van a un rumbo lejano donde van a ser separados por la fuerza del destino y las consecuencias de sus actos; no son contrincantes o duelistas, son sobrevivientes del Lejano Oeste. Y entonces aparece el Tarantino carambolero (o billar) a tres-bandas. Según la teoría de planos, compara a DiCaprio con lo diva de Sharon Tate en un sólo plano fundido. Genial porque parece un chiste interno entre los dos pero de alguna forma, hay una pequeña lección en la que Sharon supera a Rick y es que reconociendo su realidad, cada persona puede ser feliz en un pequeño usufructo, no hay que dominar el mundo ni ser el mejor-más-mejor. Es ridículo. Suena muy mal porque está mal dicho aunque podríamos afirmar que también está planteado desafortunadamente. Es sobreactuado y poco probable. Entonces porqué mejor no ser feliz y disfrutar ese pequeño mundo y punto.

Hay ciertos movimientos de cámara que (1) no se dieron sino gracias a D.W. “Mothafucka” Griffith y que obvio no se manejaban completamente en los «Westerns» y (2) son tan bravos que se necesitaba de una grúa de las que aparecieron apenas hace un par de lustros, imposibles para la época. Una serie de locuras cinematográficas que hacen de la historia, un repensamiento de los hechos, para un aprendizaje. No es sólo un capricho. De alguna forma siento que, esta a diferencia de Los Basterdos, es una autocrítica de Tarantino frente al cine, a Viet-nam, las divas, el negocio, la industria, no es una mera extravagancia. Es un «western» Pitt v. DiCaprio.

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Missing Link

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Laika es la casa de animación que nos trajo Coraline, ParaNorman, The Boxtrolls y Kubo and the Two Strings. Cada una de ellas, ha sido muy reconocida y galardonada; tres de ellas han ganado Globo a mejor peli animada, numerosos Annie en todas las categorías y todas han sido nominadas a mejor peli animada en Los Oscar -aunque ninguna se lo ha llevado a casa-. Este año nos sorprenden con Missing Link, escrita y dirigida por Chris Butler, y no es la excepción; ya ganó su Globo y ya fue nominada a su respectiva estatuilla. Qué asombrosa trayectoria la de este joven estudio de animación.

Parte importante de una animación son las voces, las partituras y el diseño de sonido. En ese orden, el reparto lo encabeza Hugh Jackman, Zoe Saldana, Zach Galifianakis y es extraordinariamente antagonizado por la voz profunda de Stephen Fry, su patiño contador Matt Lucas y el mercenario Timothy Olyphant; la música original compuesta por Carter Burwell (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, Carol, Seven Psychopaths, The Kids Are All Right, A Serious Man); el diseñador de sonido Clayton Weber y los efectos de cámara a cargo de Amy Kane, Catherine Harper y Katherine Rose definen las anécdotas sonoras de la pieza de una manera juguetona, vivaz con mucho humor en «off» que le aportan audacia al relato.

Sir Lionel Frost es un osado explorador que busca a toda costa el reconocimiento de la Society of Great Men dirigida por su más encarnizado detractor, Lord Piggot-Dunceby. Todos sus descubrimientos, por diferentes eventualidades, terminan sin fundamento, reconocimiento o acreditación. Esto lo ha llevado a ser más persistente y a desarrollar una fuerza voluntariosa que lo enceguece, y sin llegar a ser presuntuoso o petulante, si se torna en algún momento egoísta; su filtro es lo que lo favorece y lo único que le interesa. Por el camino un gran admirador lo invita a una nueva aventura y se convierte en un amigo entrañable, el señor Link, Susan Link. Un inocente personaje que busca la candidez en el corazón de Sir Lionel para encontrar un familiar perdido, Sir Lionel acepta el reto pero por las razones equivocadas y Lord Piggot-Dunceby enterado de los objetivos de su empresa intentará detenerlo a cómo de lugar.

Por un lado, Missing Link (juego de palabras para Eslabón Perdido o Extrañando a Link) es una buena peli y entretenida; de las de Laika, no es mi favorita pero es que es difícil llenar los zapatos de Kubo o ParaNorman. Por el otro, si esperamos que de la batalla en la categoría de mejor peli animada, la va a tener muy dura con la mejor de las cuatro versiones de Toy Story y con la avasalladora J’ai perdu mon corps que personalmente creo es de otro mundo, está por fuera de la categoría.

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J’ai perdu mon corps

Cuando era universitario, venía de haber ahorrado en mi casa meses y meses para poder comprarme mi primer estéreo (AIWA) y para poder pagarme TV Cable. En mi cuarto había una cama sencilla, un armario con poca ropa, un par de colecciones, mis libros del colegio y en algún momento hubo una batería pero esa idea nunca maduró porque nunca tuve oído para la música. Cuando me fuí a vivir solo, prácticamente ese esquema se mantuvo -sin la batería que ya había vendido-. El apartamento donde vivía, en ese entonces era mucho más grande que mi casa de bachiller completa pero sólo ocupaba dos cuartos, la cocina y un baño; el resto no se usaba; en un cuarto auxiliar estaba mi cama y mi ropa, en el cuarto principal el TV con el baño que usaba, y estaban sin dueño, otro auxiliar, dos baños, la mayoría de los closets y la sala-comedor. Era gigante. Sólo me hubiera gustado tener una poltrona como la tengo hoy para ver mi cable; de resto no me hacía falta nada. Además de ver MTV y Cinemax, el canal que más me gustaba y del que guardaba mucho material era Locomotion. No se de dónde era, pero creería que era mayormente canadiense pues muchos de los cortos que pasaban eran tesis y proyectos de algún colegiado que ya no recuerdo pero que tenía la hojita roja de arce en la identidad.

Por ese entonces, veía Cartoon, Nickelodeon y MTV para ver Ren & Stimpy así como, Cow & Chicken, Courage The Cowardly Dog, Cat Dog, Two Stupid Dogs, Angry Beavers y, mi favorito, Rocko’s Modern Life. Y, sin embargo, me quedaba horas y horas viendo Locomotion, un canal de animación para adultos -que no tenían sexo o porno- con contenidos más profundos y psicológicos e.g. los bucles de Bill Plymton que descubrí no sólo hacía la rutina de los presidentes que tanto pasaban en MTV.

Algo de eso debió marcar mi estándar y el objetivo de la animación que quería producir. Igualmente la animación siempre me ha llamado mucho la atención. Cuando chiquito veía la Televisión Educativa y Cultural de Inravisión donde pasaban cortos animados de Checoslovaquia, Yugoslavia, la Unión Sovietica, Bélgica y Alemania. Los temas eran tan diversos como la técnica de sus animaciones; la «stop-motion» era lo que mayormente me atontaba y de la animación tradicional veía Oggy y Las cucarachas de Marc Du Pontavice.

No sé. Pasaron algo casi como 30 o 35 años desde que no escuchaba ese nombre: Marc Du Pontavice
¿Quién es?

Es el productor de J’ai perdu mon corps, una de las nominadas este año para mejor peli animada en Los Oscar y que podemos encontrar directamente en Netflix -así como The Irishman, The Two Popes, Klaus y Marriage Story– (y sí, le estoy haciendo algo de propaganda a Netflix porque gracias a ellos cada vez es más fácil de estar al día con todas las nominadas).

J’ai perdu mon corp
s es una peli existencialista:

– Puedes escuchar la lluvia?
– No, no puedo escuchar la lluvia. Desde aquí arriba sólo se escucha el viento

Este es parte de un diálogo entre dos personajes de la historia, su diálogo es evocación de sonido, de altura, de estratificación. Él en un primer piso es un repartidor; ella en un piso 35 es la cliente. Él un huérfano que ha sabido sobrevivir en el sistema, que quería ser astronauta de pequeño y ella enigmática, compleja y molesta. Los separa el azar y miles de metros y pisos de clase social ¿La pieza es una historia de amor? Absolutamente no. El héroe es una mano. Es un thriller épico sobre una mano. No sabemos de quién. Su autor y realizador, Jérémy Clapin, nos lleva a través de la historia en un juego de tiempos no-lineales. ¿Será la mano de Raouf, del padre, de la madre, de Naoufel? Sabemos que tiene un lunar y sus proporciones nos dicen que no es Naoufel bebé o niño ¿Quién es y por qué el énfasis con esta familia musulmana? Se nombra el destino y que somos esclavos de él ¿Cómo se repele el destino? Con una locura sacada de los cabellos que pueda llevarnos de un lado a otro sin plan y sin remordimientos. Se hace corto a plano medio, donde la mano está pegada a un cuerpo, nos sorprendemos porque ya estamos acostumbrados a verla sin antebrazo y siendo independiente, no la parte de un miembro que a su vez es parte de un organismo que seguimos sin descifrar. Avanza. Su fortuna depende de esquivar la muerte, es una locura que esté andando sin cuerpo pero logró repelerlo porque hizo una locura. La llevó a un lugar insospechado pero no hay remordimiento, está sobreviviendo y está escapando del destino. Hay momentos muy bravos en los que uno se deja llevar por la trama. Imagínense -no sucedió- pero imagínense que uno esté por ahí, tranquilamente y pummmm se encuentra una puta mano en la tina -tina, balde, olla, lavaplatos, cualquier recipiente con agua donde esta mano hubiera querido descansar-. O si uno se pone del lado de la mano, la escena de las ratas para mi es de T.E.R.R.O.R. absoluto.

Clapin nos sigue mandando pistas. La mano se sigue buscando y hay un letrero que dice “je suis lá” -yo estoy allá-. Dónde quedan los deseos, qué son los deseos, son las ideas que rodean esta escena. El vértigo de saber que se está acabando la historia porque se está definiendo la trama es increíble.

La animación es un sistema de comunicación súper diferente al cine o a la TV. No hay, para mí, uno superior al otro -dentro de cada campo, hay mediocridad, bastardismo, mezquindad-. Pero así como en el cine, uno se enamora de las secuencias, en el TV del ritmo y de la narración, en la animación están los detalles. Dentro de los que me enseñaron a ser animador -intercalador de racamandaca-, siempre me decían que en la animación no hay imposibles, todo es posible dentro de la animación y por eso mismo, los detalles son lo que hacen la animación tan especial. Una conjugación de las imágenes rústicas con el audio que les da vida; suena a cualquier descripción audiovisual pero, en serio, un buen diseño de sonido hace que la animación sea buena o sea sobresaliente o sea simplemente genial. J’ai perdu mon corps es genial. Me recuerda mucho a Evangelion; los encuadres buscando más el detalle que el plano descriptivo medio, el audio siendo protagonista, los planos donde no hay mucha acción, largos suspensos entre toma y toma versus unas escenas de acción súper descriptivas y agobiantes.

El suicida es como un héroe. Sin miedo a la muerte, se atreve a cumplir una misión auto destructiva. Si tiene éxito, se muere. Pero si no, es posible que alcance una hazaña. La única mierda de esta peli es que es francesa y su hijueputa final es abierto. Indescifrable. Inconcluso. NO tiene sentido.

#odioElFinalFrancés

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Jojo Rabbit

Jijijiji… Si alguien puede hacernos reír con una broma sencilla de Hitler no puede ser otro que Taika Watiti ¿A quién se le ocurre poner de amigo imaginario de un niño de 10 años a Adolf Hitler? O más audaz aún ¿A quién se le ocurre interpretar a ese Hitler?

No paré de reír y sonreír durante todo el primer acto. Después las cosas se pusieron tensas y luego ya fue un espiral en caída.

Jojo Rabbit es la fábula de un pequeño conejito que estaba en el lugar equivocado del Tercer Reich. Su inocencia y su ternura no cuadraban con las líneas nacional-socialistas del final de la Segunda Guerra. Su cándido fanatismo desfigura su cara, por daños colaterales en un campo de verano nazi al que Jojo visitaba con mucho ahínco y que a su vez era regido por el héroe de guerra y soberbio Capitán Klesendorf (Sam Rockwell, obviamente), al cual Jojo admiraba mucho.

Watiti basa su historia en la novela de Christine Leunens, Caging Skies. Pero no completamente. Un lapso entre que su padre se queda atrapado en el frente de guerra y todo el tiempo que vive con su madre. La novela está cargada de mucho humor negro y mucha locura. Con esta tragicomedia, Watiti roza casi con el mismo candor estos aspectos y nos regala una ilustración infantil con trazos de colores macabros pero que permiten de todas formas resonar las flautas y tambores de la fábula original.

Hay aspectos muy fuertes de la guerra -y de Esa Guerra, en particular- manejados con desfachatez y es claramente un logro que La Academia ha querido premiar, reconociéndola con seis nominaciones (mejor peli, actriz de reparto, guión, vestuario, dirección de arte y montaje). Valga la pena recalcar que el trabajo de Scarlet Johansson en este año demuestra el pico de su carrera; no sólo logra ser protagonista de una megaproducción -como Black Widow de Marvel-, también su destreza y -si me lo permiten- maestría para desenvolverse en Marriage Story, así como la fuerza para brindar las tonadas exactas de esta pieza de Watiti. Y hablando de él, qué maravilloso ha sido el viaje al lado de él; desde The Flight of the Fucking Conchords, pasando por Eagle vs Shark, Boy, The Inbetweeners hasta llegar igualmente al culmen de su carrera con una de MarvelThor: Ragnarok-, What We Do in the Shadows y esta que es la segunda gran sorpresa en la velada de las nominaciones de La Academia.

Mucha suerte en la temporada de premios!
Ojalá esta aventura siga por muchos más años y muchas más piezas. Su particular ingenio parece no tener límites.

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Ford v Ferrari

Otra entrega de tesón y verdadera calidad histriónica de Christian Bale, y otra vez un cambio impresionante en el físico ¿No se va enfermar un día de estos bien grave? ¿No deberíamos ser más responsables con el asunto y tratar de hacerlo entrar en razón? O tal vez, ¿Todos esos personajes que desarrolla son indefectiblemente pedacitos de esa terca personalidad del actor?

En serio. Pongámonos a pensar y revisemos los papeles de mayor resonancia. The Big Short antes American Hustle antes The Dark Knight Rises antes The Fighter antes The Dark Knight antes Batman Begins antes The Machinist. En cada uno de ellos el cambio del físico es violento y el contraste entre ellos es abismal; no me parece muy importante la capacidad camaleónica de Bale y más bien lo lejos que está uno de encasillarlo; no se puede trazar una línea y afirmar que sólo hace villanos, o nobles, o personas que tocaron fondo y resurgen, o deprimidas. Nada, la mayoría son luchadores que están tratando de sobrevivir en este mundo, muy pocos pertenecen a la fantasía e incluso su Batman es el que se alega es más tangible en lo mundano. El cambio más duro es este último, de The Machinist a Batman Begins; la filmación empezó en mayo 26 de 2003 y se extendió hasta julio 22 de 2003; Bale había empezado el proceso de aguantar hambre desde febrero y redujo su masa corporal a 50 kilos, perdiendo en el acto 28; luego empieza la filmación de Batman el 3 de marzo de 2004 y para esa fecha subió a 100 kilos, es decir, ganó 50 kilos; de ahí en adelante el sube-y-baja se da con transiciones más largas pero con cambios muy drásticos; otro impresionante para destacar fue el paso de The Dark Knight a The Fighter y de allí a American Hustle; en tres producciones distintas pasó de 100 kilos a 66 y luego subió a 110. Yo en serio abogaría una petición en Change.org para que no lo siga haciendo.

¿Eso lo hace mejor actor? No estoy completamente convencido. De pronto más llamativo y de alguna forma un poco más comprometido. Pero Bale es un actorazo; no necesita de toda esa maquinaria para demostrar sus capacidades; trato de quitarme el punto de las transformaciones físicas para tratar de ser objetivo con mi declaración, y recuerdo haber pensado que en American Hustle era algo más insustancial que necesario, le quitaba atención a las escenas y terminó siendo una decepción.

Hoy de la mano de Mangold y volviendo a su acento británico, su postura y su contextura hacen de la argucia una excelente copia de Ken Miles, el británico nacionalizado estadounidense que retó a Ferrari en Le Mans; pero Miles también fue una autoflagelación para Ford y su pretenciosa forma de ver el mundo, ese mundo de castas donde en la cima estaban los de mejor estirpe, y de ahí para abajo todos cortados con la misma tijera, para después verse obligados a usar un patán ordinario que les sacase la astilla que les había previamente clavado Enzo Ferrari en el culo.

James Mangold captura la esencia de las carreras y la hace divertida. Es eso. Ford v Ferrari es una pieza entretenida con una gran actuación de Bale y un despliegue implacable de Henry Ford II como el verdadero antagónico, de la mano de Tracy Letts y Josh Lucas, que interpreta a su lugarteniente Leo Beebe.

Nota personal. Ahhh… Si. También actúa Matt Damon pero más como una herramienta melodrámatica. Hay mucho más trabajo y desarrollo en Caitriona Balfe y Noah Jupe que le dieron condimento y forma a su aspecto familiar.

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