No importa el nombre del marinero, no importa su historia, ni porqué llegó hasta ese punto en medio del Océano Índico, tan sólo sabemos que un día cualquiera, este hombre despierta de un profundo sueño y su bote-barco-yate está gravemente averiado por un contenedor de zapaticos, que a la deriva, ha dado contra el casco de la nave, lo ha fracturado de gravedad y el agua empieza a colarse por el gran hueco que el accidente ha ocasionado.
Si estuviéramos en una sala de cine, y el hombre que despierta de su siesta es Jason Statham o Tom Hanks o Bruce Willis o incluso Harrison Ford, sabemos de corazón que algo va a suceder y su heroismo saldrá a flote para salvarse el pellejo; cuando en realidad lo que vemos es que Robert Redford, no Sundance Kid -que recientemente pude ver en Netflix– sino el octogenario visiblemente muy cansado, es el que se despierta y hunde sus pies en el agua para darse cuenta de la calamidad uno se preocupa, y bastante.
Recordamos a J.C. Chandor por ser el director del excelente thriller Margin Call, aquel revoltijo financiero lleno de intrigas y majestuosos hijos de puta que lo llevó a una nominación al Oscar además de Berlinales, Nuevayores y Torontos; Margin Call es una gran cinta y marcó su establecimiento en la industria independiente del cine a sus escasos 40 años. Su paso a dirigir a Robert Redford, en esta All Is Lost, no parece tan desquiciada después de todo; haber trabajado con Stanley Tucci, Demi Moore, Jeremy Irons y Kevin Spacey, haber logrado sido reconocido como un gran director y mantenerse a flote dentro de la industria independiente fueron casi que requisitos en estricto orden para que Redford aceptara volver a estar frente de una cámara después de casi cinco años de relativa inactividad.
En All Is Lost, no hay más personajes sino el coraje de este hombre y su profunda convicción de no desfallecer. Pero la cinta empieza con un discurso desolador que torpedea nuestras ilusiones y esperanzas en nuestro héroe. All Is Lost es una epopeya, con un clásico titán, galán y semidiós que se enfrenta a la furia de los dioses sin mayor razón que su propio entretenimiento. El giro, repetimos es que el héroe no tiene 20, 30 o 40 años; su avanzada edad y la forma en cómo resuelve los retos y los debacles son de profunda admiración; cuánto debe sufrir un hombre optimista para perder toda su fe.
Yo acostumbro a ver este tipo de cintas para aprender cosas que le sirvan a uno en situaciones de profundo estrés, no necesariamente parecidas; gracias a The Edge, The Grey o incluso mucho más atrás en las aventuras de Robert Louis Stevenson o Julio Verne, estas experiencias me ayudan a mantener la calma, a pensar con cabeza fría y me hacen un hombre pausado en situaciones críticas; no sabría decirles porqué uno debería ir a ver una cinta de estas; donde todo es angustia, desesperación y frustración; donde no hay diálogos ni otros personajes durante todo el relato; donde si uno se mete en los zapatos del protagonista ciertamente se da cuenta que uno al minuto 20 o al minuto 40 ya se hubiera rendido. Claramente, yo no hubiera llevado libros complementarios para navegar, a la muerte de todos mis dispositivos estaría más que perdido y sobre todo, en mi profunda negligencia, no tendría todos los gallos necesarios que hacen que Redford no desfallezca en el primer totazo que recibe en la cabeza -eso si estamos de acuerdo que un buen trago de Whisky nos hace pensar mejor 😳 -.
La cinta revela un poco sus trucos de imaginería computarizada, es de ritmo lento y de una fotografía no muy agradable pero esa narración, esas desoladoras imágenes y la devastadora transformación del personaje principal hacen esta pieza muy destacable; aún se le escapa a Chandor espacios de reconocimiento en Sundance pero innegablemente es un excelente director de actores, All Is Lost lo demuestra con creces y es una de las favoritas en los Spirits con cuatro nominaciones. Pongámonos a pensar por un instante, de la misma forma en que el realizador lo hizo, en que una de las rúbricas de Robert Redford es su voz, gastada por los años y fermentada por la amplia experiencia en su carrera cinematográfica; qué pasaría si apartáramos del actor esta herramienta, cómo haría para desenvolverse si tiene todo menos este elemento fundamental; en All Is Lost apenas si se escucha al inicio de la cinta un par de líneas de narración, toda su actuación se vuelve un tema de gesticulación, expresión corporal y toda clase de gruñidos varios; el hecho de que con esta limitante hayamos entrado en el juego de simpatizar con su experiencia es razón más que suficiente para justificar las nominaciones de Redford como mejor actor en los Globo de Oro, Chicago y los Spirit;