Michael Haneke es un director alemán que hizo una peli de ultraviolencia en 1997 con clara influencia de Stanley Kubrick y Alfred Hitchcock con un reparto completamente alemán del cual sólo puedo reconocer a Ulrich Mühe quien actuó en la impecable Das Leben der Anderen en 2006.
Recientemente, están rotando la versión americana en Cinemax y al parecer lo más interesante es que el director no cambió nada, igual que la distribuidora que hasta los cortos de avances de la peli los dejó idénticos. El escenario es una casa burguesa en las afueras, rodeadas por un lago y un ambiente calmado. Es de corte psicológico y de una profundidad actoral muy fuerte. En el reparto de esta versión se encuentra Michael Pitt que ya resuena como un monstruo de la actuación, Naomi Watts en una increíble y desgarradora actuación y Tim Roth. La trama es que dos jóvenes llegan a la casa donde se hospedan Roth, Watts y su hijo y empieza una cadena de torturas psicológicas que no tiene fin durante más de doce horas.
Hablabamos con un amigo y desde que Pitt le pide unos huevos a Roth, al principio de la peli, uno se estremece con el tono en el que le responde y se crea de ahí en adelante una tensión electrizante.
Es supremamente gráfica y violenta.
Es sencilla y estremecedora.
Es entretenida pero a la vez muy tensionante.
Es una pieza de teatro impecable y definitivamente recomendada para seguir analizando, una y otra vez, ya que logra involucrar al espectador en estos juegos mentales y dejarle la conciencia dañada después de ser testigo de esta interminable tortura. No es violencia por violencia, es el espacio dejado por Kubrick en los 70’s después de su A Clockwork Orange donde se critica la sociedad, la asimilación del crimen y la violencia de forma natural en nuestras vidas y la psique de los llamados civilizados.
Sería chévere repasar la versión de 1997 y reparar en paralelo las modificaciones, los actores y el final.