
Haywire es la penúltima cinta de Steven Soderbergh (en carteleras norteamericanas, con muy buena crítica se encuentra ya Magic Mike). Habíamos hablado en Contagion que Soderbergh estaba cansado de la industria y de la labor de cineasta, que se iba a dedicar a la plástica y, decía el rumor, que cuando se le acabara la plata volvía a hacer un «filme de asalto» continuación de los Ocean’s.
Esta no es una cinta perteneciente a la susodicha franquicia pero entre líneas maneja el mismo esquema. Un reparto impresionante de actores, Michael Fassbender, Ewan McGregor, Michael Douglas, Mathieu Kassovitz, Bill Paxton y que con Channing Tatum, Antonio Banderas, Michael Angarano y Gina Carano casi completan los once necesarios para el equipo. La trama se desenvuelve en varias ciudades del mundo anunciadas con una estilizada fuente tipográfica, en este caso una Helvetica cursiva ultra-ligera; así y con cierta sofisticación, preparando el engaño, recorremos el estado de Nueva York, Barcelona, Dublín, Veracruz y Mallorca (además de las ciudades sin rótulo donde se ubica el cuartel general de la compañía). Una noción jazzistíca y funk propia de una partitura compuesta por David Holmes cuya intención repite y evoca en toda Ocean’s -que también compuso-. Y obviamente la cinematografía que es la rúbrica de Soderbergh en sus piezas.
Aquí me aparto un poco de la entrada para aclarar algo que de pronto asumimos como obvio pero que de pronto no es tan evidente para todos. Soderbergh se redescubrió como artista plástico y como tal empezó a tomar muy en serio la fotografía y los encuadres de sus cintas. Desde 1996 en Schizopolis bajo el seudónimo de Peter Andrews dirige la cinematografía de sus proyectos. Esto quiere decir que esos tonos cálidos, esos movimientos de cámara en primeros planos y esas texturas tan características de su paradigma son realmente una firma que se ha tomado el trabajo de desarrollar e implementar con el paso del tiempo. En Haywire es más que claro.
Entonces, volviendo al tema de la entrada, lo que podría ser una gran peli por todos los ingredientes enunciados, resulta ser una historia nada extraordinaria, bien contada, muy bien elaborada. No tiene muchos puntos rescatables y se nota que la hizo por dinero. Haywire marca el destino de una agente de inteligencia de una agencia privada que trabaja para el gobierno estadounidense y que se quiere salir. Es perseguida por sus lugartenientes y se ve inmiscuida en un fuego cruzado parte de una conspiración más grande que ella. No hay mucho más que destacar. Esta peli es para fanáticos de Soderbergh sin mucho más que extraer de la pieza que unas grandes escenas de acción y peleas gracias a que la Carano es un ex-reina de artes marciales y todas sus escenas no son menos que fascinantes.
Soderbergh en un dilema parecido al de Woody Allen en To Rome with Love donde sus piezas se vuelven parte de un esquema iconoclasta y repetitivo, gana no sólo porque es mucho más creativo en su proyecto, más delicado en su forma sino además porque apesar de traer grandes actores, no los pone a recitar sus roles encasillados, los pone a actuar y por lo menos en eso es muy superior a Allen.
Nota personal. Me gustó el humor de Soderbergh en una escena donde un par de agentes tienen aprehendida a Gina Carano. El director debe saber que la Carano es una de las más opcionadas a participar en una selección como la nueva Wonder Woman por su belleza, su atractivo sexual y su contextura de amazona y es cuando introduce una línea de diálogo muy divertida haciendo alusión al tema.
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