“Unable to perceive the shape of You,
I find You all around me.
Your presence fills my eyes with Your love,
It humbles my heart,
For You are everywhere.”
Tengo que reconocer que ir en contra per sé de la peli que La Academia este año reconoció como la mejor, debería ser tildado de esnobista. Es fácil decir que no es la mejor pieza, que debió haber ganado otra pero, en serio, ¿debió haber ganado otra? ¿Pudo siquiera haber podido ganar otra?
¡Hombre! A esta altura no lo sé…
He visto una y cada una de las nominadas y cada una de ellas me ha sorprendido –incluso The Post de Steven Spielberg me parece que es honroso que el legendario director pruebe otras fórmulas, y que como decía en la reseña termine haciendo algo más parecido a Eastwood que a su trabajo ordinario–.
Me sorprendió de entrada la fuerte carga de sensualidad con la que abre esta pieza. Fuerte pero delicada, es erótica pero no pornográfica. Rodeados de agua, la imagen sólo es revelada después cuando entendemos como dos cuerpos, extasiados, agitados y sonrientes pueden estar rodeados de agua. Agua, agua, agua, todo es agua y su alusión es sexo. El agua hirviendo, los huevos flotando, las gotas de agua, las burbujas de agua, la condensación del líquido en los techos y paredes, los desnudos de Sally Hawkins entrando a la tina, el relato todo evoca amor, libido, pasión, sexo y sin embargo no de manera literal, es como una Amélie dirigida por Bigas Luna. Y no es tan desquiciado nombrar la pieza de Jean-Pierre Jeunet, el ambiente de los 50’s, con esos tonos verdes y su protagonista medio «afrancesada» con su corte de pelo, su vestuario, la forma de manejar sus pañoletas o sus sombreros son casi una metáfora directa de Audrey Tautou.
Pero lejos está Guillermo del Toro de tener como objetivo interpretar previos autores. Por el contrario es fiel a su estilo fantástico. El cuento de hadas que logra desarrollar en esta cinta puede llegar a relacionarse sin problema con el preámbulo de cualquiera de sus personajes, o Abe Sapien en Hellboy o incluso «El Pálido» de El Laberinto del Fauno –curiosamente también interpretados por el que parece ser su actor fetiche Doug Jones–. Lo que hace bonito su reconocimiento en Los Oscar, y como lo describe en su discurso de aceptación de la estatuilla, es que su cine no es extraordinario, lleva haciéndolo por más de 25 años, es su estilo, es su forma de hacer las cosas, es su rutina. Y como un maestro artesano, su calidad deviene del paso de los años, su conocimiento arraigado y su voluntad de seguir haciendo las historias que a él le gustan. Redundantemente, se siente que le encanta realizar tanto Pacific Rim, Blade (2) como El Laberinto o Hellboy sin discriminación alguna.
Contrario a The Post, el virtuosismo de Sally Hawkins, Octavia Spencer, Michael Shannon, Richard Jenkins y Michael Stuhlbarg no es sólo una demostración de destreza sino que aportan con su participación detalle al barroquismo de Del Toro en su pintura. The Shape of Water es una historia localizada en la posguerra, en plena Guerra Fría, es una peli de espías ambientada a finales de los 50’s o incluso inicios de los 60’s. Tranquilamente podría ser una historia anacrónica en esta descripción pero, otro de los reconocimientos que hace La Academia es el éxito en Dirección de Arte, y así en el contexto de sus paisajes, encontramos una serie de piezas cinematográficas que definen el tiempo; The Story of Ruth de 1960 se lee en las marquesinas del teatro Orpheum; Mister Ed en el TV de 1961; menciones en las líneas de diálogo a Royal Wedding con Fred Astaire de 1951; incluso su «Hombre Anfibio» puede ser una interpretación del clásico Creature from the Black Lagoon de 1954. Si conocemos a Hollywood, sabremos que lo enloquece los homenajes a su historia y bastaría con estas citas para hacerse a una estatuilla pero el autor, de nuevo, no lo encuentra suficiente y sigue su camino de menciones con Shirley Temple y Bill «Bojangles» Robinson en The Little Colonel (1935), Hello Frisco, Hello (1943) –que además ganó Oscar a mejor canción por You’ll Never Know que alanzamos a escuchar bien bajito en la peli–, That Night in Rio (1941) con Carmen Miranda y me imagino que muchas más que se me escaparon después de revisar las referencias que recordaba.
No hablo particularmente a profundidad de la trama porque en esta cinta de romance, al igual que en una peli de M. Night Shyamalan, su guión es parte de la magia en el planteamiento, el desarrollo y el desenlace. Realmente muy satisfecho con esta peli y no podría estar más de acuerdo con sus galardones en La Academia.