Todos los documentales buscan definir una hipótesis, esa es la base de sus fundamentos, así como un argumental define que toda historia tiene un principio, un nudo y un desenlace. El laureado por Sundance 2011 y reconocido en los BAFTA’s 2012, James Marsh nos trae un delicado documental que ahora mismo rotan en HBO con dos posibles sentencias.
Nim es un chimpacé que es apartado de su madre Carolyn para ser criado como un humano por Stephanie LaFarge y ver si de esa forma era posible enseñarle que se comunicara por señas. Un proyecto ambicioso dirigido por el psicólogo Herbert Terrace en el centro de la familia LaFarge dentro de Nueva York en el Upper West Side de la ciudad. No se hasta qué punto Marsh decida que «¿es posible que un chimpancé aprenda a comunicarse en el lenguaje de las señas?» sea su hipótesis o más bien por como conduce su pieza más bien sea «¿puede ser un chimpancé criado como humano ser considerado también como humano o al menos como humanoide?».
En la primera sentencia se desarrollan dos corrientes interesantes; una la de los profesores de Nim que crean un vínculo muy grande, de hermano unos, de padre-madre otros y defienden que a pesar de que la madurez intelectual del chimpacé es a veces la de un niño, Nim si se comunica a través de un progresivo aprendimiento de palabras dentro de un glosario bastante extenso. El director del proyecto, el doctor Terrace por el contrario afirma que aunque los avances son grandes en Nim, no se está comunicando sino que lo que han logrado hasta cierto punto es un mendigo brillante.
Es interesante que todos los que se involucraron con el chimpancé un ciento por ciento puedan decir qué sentía, cómo se comportaba, cuáles eran sus estados de ánimo y que Terrace, que se mantenía alejado del proyecto como un dios distante, pueda afirmar que tan sólo es un chimpancé semi-domesticado. La ética del doctor se ve vilipendiada al demostrar que se preocupaba más por su imagen pública que por Nim, que visitaba el proyecto con periodistas y fotógrafos para hacer sesiones donde él se veía cargando al chimpancé o le daba ciertas órdenes en cámara para mostrar que él estaba al tanto del progreso del proyecto. Se quiere atacar fuertemente en el documental que mientras la comunidad científica lo apoyó, era una gran estrella mediática pero cuando en realidad tuvo que defender a Nim se resguardó en la hipótesis del mendigo brillante. Por mi lado se ve grandemente afectado su criterio como profesional cuando se resaltaba que Nim pasaba de “madre” a “madre” y que siendo supuestamente un proyecto científico el doctor mantenía relaciones sexuales con ellas o por lo menos se había involucrado de la misma forma en el pasado con ellas. Una clara manipulación de jovencitas basada en su ingeniosa labia. Sin embargo, Project Nim, Es un experimento desde muchos puntos de vista retorcido, sólo hace falta ver el momento en que LaFarge asegura que amamantó al chimpacé como si fuera un hijo suyo, para entender que Terrace no fue el único que estaba desequilibrado para ese entonces.
La segunda sentencia se desarrolla en el tercer acto cuando Nim ya no es el miquito con ojitos grandes y ternura destemplada. Nim tiene veintitantos años, es un chimpancé de setenta kilos, un metro cincuenta de estatura y una fuerza siete veces más grande que la de un ser humano normal. Es un juguete roto que fue sonsacado de su ambiente natural biológico y empezó una constante odisea de hogar en hogar buscando el refugio que sabemos nunca encontró. Hemos visto en cine muchas historias de niños desprotegidos, adoptados y vueltos a instituciones gubernamentales que sencillamente no tienen la facultad para relacionarse con otros seres humanos incluso se vuelven criminales o asesinos.
Nim no es diferente y se trató que enfrentara un juicio cuando fue tratado como un simio más. Pero no hubo sentencia, la sentencia la da Marsh en su documental y nos deja la incógnita en nuestras mentes rondando una y otra vez después de ver esta fuerte pieza.