50/50 es el final de la ópera prima del joven neoyorquino Jonathan Levine. Levine acostumbra a ser el escritor-director de sus pelis, en esta ocasión le cedió el guión a Will Reiser, un reluciente productor de programas de TV, más que todo comedias y que en este segundo intento como escritor logra sacarla del estadio al lograr ganar Spirit como mejor primer guión y nominación como mejor guión original en el Gremio de Escritores (WGA). La cinta además estuvo nominada como mejor peli en los mismos Spirit y en Los Globo de Oro, además de nominar a Joseph Gordon-Levitt como mejor actor en una comedia o musical.
Gordon-Levitt interpreta en esta tragicomedia a Adam un diagnosticado de cáncer y su lucha a través de la enfermedad. No es una peli fácil porque tratan de mostrar la experiencia lo más visceral posible sin embargo no deja de ser sensiblera y en algunos pedazos lastimera, muy lejos de lo que podría ser una cinta de Michael Gross o Meredith Baxter-Birney, pero con la apuesta a que uno en momentos de vulnerabilidad puede llegar a experimentar muchas sensaciones, incluidas las rabias, las negaciones o la sensiblería misma.
Me gusta el papel -de siempre- de Seth Rogen porque es el amigo que está ciento por ciento con Adam, un amigo que lo apoya en los malos momentos, que se divierte y que lo quiere honestamente. Es la parte que no impide que se vaya a los extremos sin tener que dar discursos de superación personal, tan sólo un poco de marihuana. Ese papel es la metáfora del diablo bueno y el diablo malo, la conciencia yendo de un lado al otro, la otra mitad de Adam que lo protege de las malas personas y le permite relajarse con las buenas. El reparto lo complementan Anjelica Huston, Anna Kendrick en los papeles estereotipados de siempre y Bryce Dallas Howard en un rol pequeño pero súper difícil de afrontar. Las tres superaron el reto con suficiencia y se logra una alquimia interesante cuando se combinan con Rogen y Gordon-Levitt.
Es muy posible que esta peli logre llegar en algún momento a nuestras carteleras, seguramente tocará estar muy pendiente de las teatros alternativos e independientes porque no le harán demasiado revuelo pero les aseguro que en una sala la hubiera podido apreciar más incluso desatarme en lágrimas o algo por el estilo. Y esto gracias a que la música original y la ambientación con la banda sonora está muy bien pensada –Yellow Ledbetter de Pearl Jam en los créditos finales es sencillamente desgarrador-.