Canadians, Denis Villeneuve, Experimental, Indie, Internet, Miguel Vaca, Short Film, Storytelling, Vacacion, World

Next Floor

Dirección de Denis Villeneuve
Guión de Jacques Davidts
Idea original de Phoebe Greenberg
Cinematografía de Nicolas Bolduc
Montaje de Sophie Leblond
Música de Warren ‘Slim’ Williams

Gracias al amigo Randy Mora por traer este corto a colación.

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Actor, Canadians, Documentary, Folk, Indie, Internet, Miguel Vaca, Movie, Sarah Polley, Storytelling, Vacacion, World

Stories We Tell

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Dicen los que saben que, otra de las víctimas dentro de los atracos de los Oscar de este año fue Stories We Tell de Sarah Polley; sin haber visto más que The Act of Killing, Cutie and The Boxer o Al Midan, competidores dentro de la misma categoría, me queda muy complicado seguir esta afirmación. Este documental, realizado no el año pasado sino el antepasado, fue la estrella de los premios de Toronto y es el cierre de la ópera prima de la joven pero veterana actriz-realizadora que ha logrado hacerse un espacio reconocido dentro de la crítica norteamericana, tanto canadiense como estadounidense -el año pasado se ganó mejor documental en los premios del Gremio de Directores de Canadá y este año concursa en la misma categoría en los premios del Gremio de Directores de Estados Unidos; la verdad sería muy extraño que se ganara este reconocimiento pero que La Academia ni siquiera la haya nominado-.

Sarah Polley es la quinta hija de Diane, una reconocida actriz canadiense que empezó su carrera en el teatro y como cantante de jazz en los años 50’s, para después ir mudando a las producciones audiovisuales contemporáneas pero cada vez más cediendo sus sueños hacia la crianza de sus hijos y la formación de su familia. Diane, murió de cáncer cuando estaba casada con Michael Polley, no sin antes encriptar una duda en la mente de su pequeña sobre la verdadera identidad de su padre biológico; siguiendo pistas de los allegados a su difunta madre encontró a Geoff Bowes quien fuera amante de Diane en par ocasiones pero que su verdadero progenitor era el dramaturgo y autor Harry Gulkin, cuyo posterior examen de ADN confirmaría su paternidad. Así pues, Los Polley, Los Gulkin y Los Buchan -que fueron los hijos de su primer matrimonio- se sientan a recordar y tratar de armar el rompecabezas que fue su madre.

Stories We Tell es una historia muy íntima -casi que demasiado- que recurre al recuerdo, la reflexión y la terapia de un grupo de personas que abogan por poseer la perspectiva original y fehaciente sobre la actriz Diane Polley pero que, como el mismo Harry Gulkin afirma, no se puede tomar como verdad aquello que redunda en el recuerdo y lo conveniente de un grupo de personas que deben cuidar su imagen actual y donde la principal protagonista ya no está para defenderse.

La urdimbre de esta pieza de Polley radica en la defensa de su padre adoptivo, la vigilancia del recuerdo de su madre y el cuidado de que otros no se aprovechen del relato para su propio beneficio. El montaje abrupto y tosco da la sensación de poca edición en el mensaje evocando la honestidad del mensaje, la narración cálida de Michael Polley es impecable incluso en los momentos más complicados de su propio relato, la ejecución de las recreaciones que usó la realizadora para mostrarnos supuestas imágenes de archivo son una gran herramienta pero lo más importante son las emociones honestas de sus protagonistas cuando se doblegan a sus recuerdos y quiebran en llanto cuando se dejan conmover.

Polley es autora de varios cortometrajes, dos largos y ahora este documental; ha sido nominada para el Oscar, triunfadora en Ohio, Nueva York, Los Ángeles, Boston, Toronto, Vancouver y dentro de sus recientes trabajos está nada más y nada menos que el papel de ‘Elise‘ en Mr. Nobody de Jaco Van Dormael, pieza que su madre también interpretaría en teatro en el fulgor de su carrera; su destino aún es ambivalente y no sabemos con certeza si ponerse detrás de cámaras finalmente fue un ejercicio psico-analítico o si lo explotará de aquí en adelante para convertirlo en el nuevo trayecto de su carrera artística.

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Canadians, Denis Villeneuve, Drama, Folk, Hollywood, Indie, Miguel Vaca, Movie, Storytelling, Suspense, Thriller, Vacacion, World

Prisoners

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Denis Villeneuve nos sorprendió intensamente con su Incendies en 2011, que sin ser su primer largometraje si fue su debut con una cinta hablada en inglés; con ella Villeneuve nos arrastró por dos continentes en busca de la historia y la verdad de Nawal, una inmigrante palestina establecida completamente en Canadá que en su lecho de muerte les deja una misión a sus hijos en el testamento. El franco-canadiense logró llamar la atención de varios círculos cinematográficos como Boston, Chicago, Nueva York, Toronto (tanto TIFF como el Círculo de Críticos de Toronto), Vancuver así como los César, los BAFTA y los Oscar.

La excelente narración y su fuerte contenido político lo catapultaron en la escena pero además le permitieron entrar a Hollywood con un presupuesto más holgado para desarrollar su siguiente proyecto, con un equipo de gran renombre como el mismísimo Roger Deakins director de fotografía o los editores de confianza de Clint Eastwood, Gary Roach y Joel Cox.

Prisoners tiene además un reparto impresionante y de un desempeño deslumbrante. Cada rol tiene una importancia y un acento en la peli que condicionan la historia y desarrollan profundas controversias en nuestras conciencias. Sin ser una historia coral parece que no hubiera protagonistas sino que el eje argumental liderara la narración y que los personajes fueran satélites necesarios para su desarrollo -no al contrario-.

Villeneuve cuenta la historia de dos familias; por un lado, Maria Bello, Hugh Jackman, el hijo mayor Dylan Minnette y la menor Erin Gerasimovich; por el otro, Terrence Howard, Viola Davis, la hija mayor Zoe Borde y la menor Kyla Drew Simmons. Ambas familias son muy cercanas y comparten una cena de Día de Acción de Gracias. Al final de la jornada las dos menores (Gerasimovich y Drew Simmons) se extravían y comienza el drama por su búsqueda; los supuestos conducen a Paul Dano que representa esta vez a un joven de mediana edad pero con el intelecto de un niño de 10 años y a su tía la sensacional Melissa Leo. El detective encargado del caso es Jake Gyllenhaal y con él se cierra el reparto principal.

En realidad, el planteamiento se hizo muy rápido en comparación con las casi dos horas de intriga a las que nos expone el realizador gracias, en parte, al excelente guión de Aaron Guzikowski. Cada actor, cada línea del guión, de aquí en adelante, provee chispas de genialidad a cada momento; la intrincada urdimbre que se teje nos mantiene en profunda tensión, incomodidad y suspenso. Hice el intento varias veces de analizar las pistas que nos iba dejando el relato pero cada exposición, cada acercamiento a la verdad era una gran sorpresa. Pero el ingenio del cómo fue liderada la historia no es mantener desorientado al espectador con una historia traída de los cabellos, es precisamente que en esa desorientación se puede contemplar una filigrana exquisita donde todo fue muy bien planeado para nuestro guste.

El punto culmen del asunto llega cuando Jackman motivado por la frustración y la cuenta contrarreloj desde la desaparición de su hija secuestra al supuesto captor y lo tortura hasta el horror para que le confiese el paradero; hace cómplice de su delito a los otros padres y a nosotros mismos como espectadores que, a pesar de la grotesca violencia infringida sobre el escuálido y atolondrado joven, aceptamos sin musitar palabra, en parte porque justificamos los medios de un padre en busca de su hija. La gran actuación de Dano y la justa medida que le proveyó el director nos permiten dudar si en verdad es una mente siniestra dispuesta a llevarse su secreto a la tumba o si es un inocente mocoso atravesado en el lugar y hora equivocados.

Curiosamente y en contraste, Gyllenhaal con sus tatuajes trae a colación la deslucida Zodiac otra pieza en la que también participó como detective en busca de un asesino en serie; sin embargo, en esta la finura de la estética de David Fincher nos llevó a la frustración de una historia vacía y sin sentido. En Prisoners, Gyllenhaal es entusiasta del destino y de sus pistas escritas en el cosmos; no se cree invencible en sus casos sino creyente del fervor de su trabajo. Es testigo de Villeneuve que aparte de la tragedia, de la separación violenta de unos niños del amparo de sus padres, lo expone a la guerra religiosa en un pequeño municipio rural donde en aras de las libertades de culto un ciudadano puede emprender una cruzada en nombre de la vida de su hija y será cuidado por dios así como una serie de fanáticos podrían irse lanza en ristre directamente contra ese mismísimo dios por estar en desacuerdo con su obra.

Villeneuve llega esta semana a cartelera con este thriller de suspenso pero este año también nos trae Enemy protagonizada de nuevo por Jake Gyllenhaal sobre la novela de José SaramagoO Homem Duplicado’. Gran año para el canadiense que no sería raro si coloca un par de sus actores en la lista de nominados en las ceremonias del próximo año.

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Brandon Cronenberg, Canadians, Exploitation, Gore, Indie, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Sci-Fi, Serie B, Thriller, Vacacion, World

Antiviral

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En 2012, el hijo del Duque del Gore presenta su primera apuesta cinematográfica y lo hace como alguien que pertenece a la elite y a sus títulos, nada más y nada menos que en Toronto y Cannes, donde finalmente fue nominado en la categoría de Un certain regard. Brandon, el hijo de David Cronenberg, es el realizador de Antiviral, una pieza cercana al horror y al gore que tanto fascinaron al padre y que de alguna forma lo hicieron famoso.

Centrados en un futuro distópico, Cronenberg narra la historia de un agente comercial en una empresa llamada Lucas Clinic que se encarga de vender virus de celebridades a fanáticos que están dispuestos a inyectárselos interesados en vivir sus enfermedades como parte de una conexión con sus ídolos. Este vendedor, interpretado por Caleb Landry Jones, logra tener altos índices de ventas y su avaricia lo lleva a traficar los virus fuera de la empresa a través de su propio torrente sanguíneo. Jones en una plataforma robada de la clínica saca las traficadas cepas y las vende a un tercero que en un escalonado absurdo las desarrolla como proteína en forma de carne para consumo humano en un restaurante.

El conflicto comienza cuando al extraer un virus de Hannah Geist (Sarah Gadon), este reacciona de forma inadecuada y empieza a consumir su cuerpo. Jones descubre una conspiración que ha tratado de mantener oculta la situación de Geist con noticias inconexas a la prensa amarillista para perpetruar el mito de su persona y subir el precio del virus que se concentra en el mercado negro como una joya. De allí al desenlace la historia se queda corta en muchas posibilidades para desarrollar la trama. Personalmente, siento que el director escogió el melodrama como su peor salida escapatoria.

Sin duda Antiviral es una pieza de buena factura. Un thriller de ciencia ficción que plantea una inquietud, un tanto inverosímil, sobre la comercialización biológica de contaminantes emotivos pero que a la larga siendo la primera pieza y el primer guión del realizador es digno de alabanza. Por otro lado, es clara la influencia de David Cronenberg en la cinta en sus gustos virulentos, secrecionales y patológicos; dicha relación es cercana a eXistenZ y Naked Lunch, pero mucho más gore y con una pequeña salida hiperhigiénica en la escenografía y cinematografía de Antiviral, que sería más que inusual en cualquiera de las pelis del padre. Sin embargo -y parafraseando a Cronenberg en The Fly a través de los diálogos de Seth Brundle– pareciera que la retroalimentación que tuvo Brandon del material y herencia de su padre fue asimilada sintéticamente; el paso de la carne por el telepodo que instaló Brandon en Antiviral sabe a plástico, no ha codificado aún la naturaleza de lo que está manipulando.

Hay muchos temas por corregir en la labor de Brandon Cronenberg como director. La principal es su dirección de actores. Acometiendo un punto tan alto en la producción de Antiviral es realmente triste como Caleb Landry Jones no fue dirigido en absoluto y sus constantes sobreactuaciones terminaron por hacer insostenible su credibilidad en el papel. Otros temas como la pérdida de ritmo en la narración con demasiadas situaciones inconexas pueden llegar a corregirse con el paso del ejercicio pero el tono teatral de los personajes puede convertirse en un pantano esnobista del que el mismo David Cronenberg esta siendo víctima en sus últimas piezas -como por ejemplo Cosmopolis-. Debo reconocer que Karim Hussain como director de fotografía logró poner una rúbrica importante que determina un estilo, aún difícil de definir como propio, pero por lo menos si claro de aquí en adelante en la carrera de Brandon y si algo debe aprender del Duque es a armar un equipo de gente inquieta, creativa y muy talentosa.

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Cosmopolis

cosmopolis

El maestro David Cronenberg vuelve a la serie B, en un cuasi thriller de ciencia ficción e independiente. Centrados anacrónicamente en Nueva York, Cronenberg y sus canadienses amigos –Howard Shore, Peter Suschitzky y Ronald Sanders– nos cuentan la historia de un distópico futuro donde un joven empresario ha logrado descifrar mediante un método profundamente acertado y millonésicamente detallado del sistema de la economía del mundo.

Cosmopolis es una larga y oscura carrera hacia ningún lado, donde no pasa nada y donde lo único interesante es la visión del Duque. Cada vez que se escucha de una producción que lo involucre me lleno de ansiedad y espero una pieza maestra pero últimamente siento que no llena mis expectativas, o peor que está perdiendo el toque. Sálvemos al maestro y digamos que no comprendí completamente la pieza, al igual que A Dangerous Method y Naked Lunch. Digamos que es un poco inconsistente, y así como realiza pelis geniales como Eastern Promises o A History of Violence, a veces sus versiones son tan personales que sólo él las entiende. Me gusta cuando en sus historias algo sucede, un hombre ve afectado su estatu quo cuando se revela su pasado, un hombre abandona su implacable actuación cuando se involucran inocentes en su fuego vengador o un hombre acepta su destino cuando su cuerpo se transforma en una mosca.

La primera vez que supe de Cosmopolis fue en el Hollywood News Report, en agosto del año pasado, mucho después de Cannes, y aparecía Robert Pattinson diciendo que cuando obtuvo el libreto, tuvo esa rara sensación de no poder dejar de leerlo y quiso participar a toda costa. Cronenberg, por su cuenta, no habló mucho de la relación entre él, la peli y Pattinson pero seguro le pareció divertido tener alguien que empujara comercialmente el proyecto. Uno de mis grandes problemas con Cosmopolis, muy diferente a A Dangerous Method, es que no hay liderazgo en la actuación de Pattinson. Este joven actor pertenece a la generación de Kristen Stewart, Taylor Lautner, Alex Pettyfer o inclsuo Las gemelas Olsen; no sabe actuar, se aprende sus líneas rigurosamente pero no ofrece tono en sus personajes y lo más grave daña todo a su alrededor. En Cosmopolis, Pattinson está rodeado de grandes actores que devuelven grandes desempeños: Juliette Binoche, Samantha Morton y Paul Giamatti. Jay Baruchel comparte una escena con él, y en serio, se siente más apatía, confusión y desesperación que en todo lo recitado por el británico. En algún momento me dió la sensación que El Duque se burlaba del jovencito de manera muy pícara; parecía una broma pesada para que todo aquel que pasaba frente a él, elaborara un excelente ejercicio, le diera una lección de histrionismo y desapareciera. El mismo Kevin Durand que es un peón de las producciones de bajo presupuesto, no lo estaba haciendo mal pero cuando logra su pico de actuación –¡bum!– desaparece. Es como que Cronenberg le estuviera diciendo: «¡Usted es muy mal actor! ¡Reivindíquese! ¡Aprenda!».

Cosmopolis es como un cuerpo de un paciente comatoso que entra en «línea mortal» y necesita reanimación con electrochoques. Finalmente, justo a la hora de estar viendo la peli llega la anhelada conmoción y parece que todo mejora pero -extendiendo la metáfora del comatoso- el pulso recuperado es débil y es innegable su muerte. La crítica afirma que Cronenberg es increíblemente fiel a la novela de Don DeLillo, el problema dicen es que la novela es pésima y no se explican para que pierde su tiempo y energías elucubrando alrededor de ella. Yo no le pierdo fe al maestro y sus capacidades de dirección, su narración es muy buena y sus temas increíbles. Con esta yo pasaría la página esperando su próximo proyecto y me llevaría la cita del poeta polaco, Zbigniew Herbert, como lo más rescatable de la pieza.

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Starbuck

starbuck

Del director canadiense Ken Scott nos llega un melodrama cómico y romanticón sobre David Wozniak, un hombre de mediana edad, desordenado, con problemas financieros hasta el cuello y con una completa incapacidad para -querer- resolverlos. Es hijo de un inmigrante polaco que logró montar una carnicería en Quebec y aunque no tiene ningún vicio parece ser una desgracia para toda su familia afiliada al negocio.

Su única responsabilidad es recoger y llevar carne pero se demora en ejecutar sus labores cuatro veces más que un empleado ordinario. Su novia le informa que está embarazada de él pero que no quiere que sea el padre. Sus hermanos y compañeros tienen un equipo de fútbol aficionado y varias veces le han pedido que compre los uniformes pero aún están esperándolos. Sus acreedores le van a romper las rodillas si no paga los ochenta grandes que les debe. Encima de todo un día cualquiera se entera que, de esos más de seiscientos pajazos que colectó bajo el seudónimo de Starbuck, en el área de fertilidad de la Clínica Francesa, al lado de su casa cuando tenía dieciocho años, quinientos treinta y tres lograron fecundar y engendrar un hijo suyo.

De esa camada, ciento y pico de muchachitos quieren conocerlo y a través de un abogado le mandan un sobre con todos y cada uno de los perfiles de ellos pero Wozniak sufre un ataque de pánico y se niega a hacerlo. En teoría, su identidad no puede ser revelada pero su curiosidad termina por quebrar su voluntad y empieza a seguirlos uno por uno para conocerlos.

Scott como escritor y director no logra desarrollar el personaje de Wozniak, interpretado por Patrick Huard. El problema es que pasamos de algo medianamente inverosímil a una historia demasiado fantástica, rocambolesca y estrafalaria. En mi opinión, Wozniak es un hombre sin un centavo en el bolsillo, que estaba cultivando marihunana para tratar de sobrevivir a sus deudas y de un momento a otro, cuando decide ser el ángel guardián de sus hijos, los problemas monetarios no existieron más. Puede darse el lujo de abandonar su trabajo, pagar todas las multas de tránsito, cafés, pizzas y camionados de carne sólo porque ahora su perspectiva de la vida ha cambiado. Una concesión bastante ocurrente y caprichosa de la cual dependerá si el espectador acepta simpatizar con la historia o no.

Starbuck es una de esas pocas cintas independientes que logran colarse en nuestra cartelera y pueda ser que la sensación de caricatura sea la verdadera intención del director. En fin, no lo sé, uno puede igual caer en esa trampa, dejarse llevar por uno o dos chistes y además soltar un par de lagrimones pues ante todo Starbuck es un gran melodrama sensiblero antes que una comedia romántica promedio. La producción costó apenas seis millones de dólares y a pesar de que sólo ha recogido la mitad, Scott ya vendió los derechos a Hollywood y al parecer Steven Spielberg montará la versión en inglés con el nombre de The Delivery Man protagonizada por Vince Vaughn.

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Total Recall

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Con el estreno de Total Recall de Len Wiseman el año pasado, se preparó una nueva edición en alta definición de la cinta original de Paul Verhoeven. Dicha edición salió al mercado con el nombre de Total Recall Mind-Bending Edition que adquirí en Blu-Ray hace unas semanas por Amazon. La peli viene obviamente en una mejor resolución de 1080p pero además viene remasterizada con mejor audio y limpieza de imagen. Una excelente experiencia para un excelente clásico.

We Can Remember It for You Wholesale es un cuento publicado en la revista The Magazine of Fantasy & Science Fiction por Philip K. Dick en 1966. Los derechos de la historia los compraron Dan O’Bannon y Ronald Shusett a finales de los 70’s pero el proyecto fue perdiendo interés cuando se dedicaron a escribir el guión de Alien de Scott y nadie lograba apoyarlos para realizar la cinta. Vincularon al proyecto a Dino De Laurentiis a mediados de los 80’s pero el productor venía ya con ideas preconcebidas, como la inclusión de Richard Dreyfuss o Patrick Swayze como protagonistas, que terminaron por fatigar aún más la producción. Ambos actores se apartaron en su momento del proyecto mientras que Arnold Schwarzenegger estaba loco por participar pero De Laurentiis varias veces le afirmó que no quería verlo actuando en la cinta. Al igual que los actores, varios directores pasaron al frente para liderar la producción, entre ellos David Cronenberg que por fin le dio un poco de orden a todo, definiendo la línea de la peli y también vetando a Schwarzenegger de la producción -pobre Arnie-. El gran aporte del Duque fue sentar a O’Bannon y Shusett y hacerles entender que la peli no podía llamarse Raiders of the Lost Ark goes to Mars; los escritores estaban empecinados en apalancar el reciente éxito de la cinta de Spielberg, jugando con su nombre como se venía haciendo en las cintas de explotación desde los años 40. Cronenberg fue el que los convenció de llamar la peli Total Recall, poner a William Hurt de protagonista e incluir los benditos mutantes que tanto nos hicieron falta en la versión del año pasado. El problema fue que a partir de ese momento, entre Cronenberg, O’Bannon y Shusett redactaron doce borradores del guión y con ninguno estuvieron satisfechos, hasta que por fin Cronenberg también pierde la calma y abandona el proyecto, después de un largo año de trabajo. Este fue el punto donde De Laurentiis también llenó su copa y decidió irse. Estratégicamente, Schwarzenegger, que estaba muy pendiente de todo alrededor del proyecto, convenció a Mario Kassar de comprar los derechos de producción a DEL (el estudio de filmación de De Laurentiis), poner a Paul Verhoeven de director y, con ellos al mando, postularse de nuevo como protagonista, en lo que todos estaban más que sintonizados.

El guión ya iba por su cuadragésimo segundo borrador y aún no tenían definido el tercer acto. Verhoeven igual de estratega que Arnie, aprovechó el momento para definir el papel del antagónico (Ronny Cox como Vilos Cohaagen), contratar a su equipo de producción y definir el final de la peli que tanto nos gusta, y del que hablaremos más adelante. La producción se transladó a México para apropiarse de las locaciones del metro, el Zócalo y los Estudios de Churubusco. Como dato curioso la inclusión de William Sandell como director de producción y Rob Bottin como director de efectos especiales llevó a cabo el uso de miniaturas muy bien plasmadas gracias a Jost Vacano como director de fotografía; el éxito rotundo en las taquillas de la cinta marcó un record en los anales de Hollywood que puso a Total Recall como el primer rompe-taquillas que en gran parte usó miniaturas en vez de imaginería creada por computador -sólo la secuencia de rayos x en el terminal fue hecha con este tipo de tecnología-.

Nada que hacer. La peli es excelente. Se nota el gran gran aporte de dos grandes de la serie b, como lo son El Duque David Cronenberg y Paul Verhoeven. Por su parte, Cronenberg tuvo la parte más dura porque se sentó por primera vez con los escritores y los sacó de su obstinado capricho, dio un giro creativo a la producción y desarrolló una de las historias más fantásticas de los 80’s. -En este punto no logro imaginarme a este par de escritores sentados con Ridley Scottt haciendo Alien, me da como pena ajena-. Verhoeven, por el otro lado, logró enfocarse en la emoción de la historia y redondear el cuento de ciencia ficción en una también grandiosa peli de acción. Siento que la cinta envejece bien, se nota el arcaísmo de algunos efectos especiales pero más que torpes se sienten con un colorcillo de vendimia, con un tufillo añejo que la hacen muy divertida. Ronny Cox, Sharon Stone y el mismo Schwarzenegger son garantías de entretenimiento pero la carga dramática se la lleva sin duda el gran Michael Ironside. Su personaje destilaba envidia, furia y frustración; odiaba Hauser tanto como odiaba a Quaid y para mi su desempeño es el que hace que la historia tenga tanta química y cohesión.

En 1990 cuando me vi esta peli, tenía trece años y la vi con mi papá en algún cinema del centro de la ciudad -pero si mal no recuerdo, tal vez fue en alguno de los Cines de Granahorrar-. Mi papá salió furioso y a regañadientes me instó a que no lo volviera a sacar “para ver este tipo de basura“; estaba petrificado con la asfixia de Marte, obviamente se quedó en las secuencias de acción y todo le pareció un hueso. Mi impresión por el contrario fue tremenda. Schwarzenegger era mi héroe total al final de los 80’s, los efectos eran maravillosos, las secuencias de asfixia me sacaron la risa a carcajadas, los mutantes eran geniales y la historia épica me tenía emocionadísimo. El juego de qué es mentira y qué es verdad, qué es ilusión y qué es realidad también me dejó pensativo pero debo reconocer que no me acuerdo de haber pensado que el fundido a blanco del final de la peli me evocara una cuestión adicional. Verhoeven le aportó más secuencias de fantasías a la pieza, contraatacando al espectador cada vez que se cuestionaba la realidad; las pesadillas, los hologramas y por supuesto el final es obra de él. No sabemos si Quaid se va a despertar, ni tampoco si lo hace como quién lo haría, un gran misterio en un final abierto que también se perdió en la versión de Wiseman.

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Goon

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Si alguien esperara que esta peli protagonizada por Sean William Scott sea una comedia tipo como las que ha venido desarrollando a lo largo de su carrera podría quedar muy decepcionado o gratamente sorprendido. Goon de Michael Dowse puede ser muy parecida a Seeking a Friend for the End of the World, sobre todo en lo que hablamos de una comedia independiente donde uno no sabe cómo definirla porque tiene muchos matices que la definen. En esa categoría también caben Seven Psychopaths que termina siendo un thriller, de cine negro y gangsters, Barney’s Version que es una emotiva biografía, Four Lions cargada de contenido político o Bernie que es una especie de docudrama.

Sean William Scott interpreta a un norteamericano promedio que se autodefine como imbécil, idiota o estúpido. Sus padres no están muy orgullosos de él, ni de sus logros pero sobreviven el día a día. A Scott le gusta el hockey y un día cualquiera ve reveladas sus capacidades cuando enfrenta a un ordinario jugador de este deporte que alega improperios homofóbicos ofendiendo a su hermano. Ese día además llamó la atención del entrenador del equipo local y todo su espectro cambió. Empezó a entrenar para patinar mejor y logró un cupo para jugar en un equipo de primera categoría.

Scott en realidad interpreta a un dulce, educado e inocente joven que ha sido menospreciado, sólo quiere hacer las cosas bien entendiendo sus limitaciones. Bowse es un director canadiense que logró filtrar su idea a una gran firma distribuidora como Magnet Releasing -brazo alternativo de Magnolia Pictures– con la suerte que la respuesta del público y la crítica fue muy buena y le permitió: Rearmar el equipo de escritores originales -incluido Jay Baruchel que también actúa en la cinta-, de pronto volver a llamar el reparto original y lanzar una franquicia de material original que es toda una proeza en esta época de la industria donde todo son versiones, enlatados y contenido trillado.

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The Whistleblower

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The Whistleblower es la primera pieza de la ópera prima de Larysa Kondracki; una entusiasta canadiense que se lanza a escribir y dirigir una obra inspirada en hechos reales denunciando el tráfico de blancas, en zonas de recuperación después de la guerra.

La denuncia comienza en Sarajevo, Bosnia-Herzegovina, donde el destino cruza a Raya Kochan con Kathryn Bolkovac. Raya es una jovencita ucraniana que se deja llevar por las malas influencias y se aventura a través de una página de internet, a un viaje que le saldrá muy caro. Por su parte, Kathryn es una mujer policía de Lincoln, Nebraska que ha deicado demasiado tiempo a su trabajo y le ha costado la custodia de su hija y un par de fuertes deudas adicionales; le es ofrecido un lucrativo puesto de trabajo en Bosnia por seis meses, el cual acepta sin duda alguna.

Al llegar a Sarajevo, el primer síntoma de la policía local y su idiosincrasia es el desapego total a sus deberes y sus responsabilidades. Es marcada la herencia de odios raciales, por parte de sus colegas, que incluso dieron origen mismo a la Guerra de los Balcanes. Tomándose muy a pecho su oficio, Kathryn empieza a escudriñar en cada uno de los procesos, encontrando casos llenos de corrupción y levantando ampollas a todo nivel. Por un lado, su único apoyo moral es un policía local llamado Viko (Alexandru Potocean) y por el otro su agobio emocional es calmado con la compañía de Jan Van Der Velde (Nikolaj Lie Kaas). Ambos son fundamentales en el coraje que toma Kathryn para denunciar un profundo caso de tráfico de blancas, en el cual está involucrada Raya, y que no sólo opera en la antigua Yugoslavia sino en cualquier lugar olvidado del mundo donde los funcionarios de la ONU asociados con entidades privadas de recuperación no sólo son piezas clave de corrupción sino que además son sus propios factores de propagación, beneficiarios y patrocinadores de este atroz delito.

Rachel Weisz interpreta a Kathryn en un papel que aunque sabemos lo desarrolla a pulcritud, no alcanzamos a creer del todo que sea una estadounidense del medio oeste americano emproblemada en la ex-Yugoslavia y que termina siendo uno de esos desempeños de la actriz apenas promedio en su admirado portafolio. La acompaña un reparto de lujo, muy envidiable para la ópera prima de Kondracki, como lo son Vanessa Redgrave, Monica Bellucci y David Strathairn.

Hace rato no veía una peli tan fuerte, gráfica y espeluznante. Una definición de lo que verdaderamente siento como drama, si hablamos exclusivamente del género. Una comunicación directa de emociones muy fuertes a través de la realización del director hacia los ojos-oídos del espectador. The Whistleblower no sólo me gustó y me mantuvo entretenido, me perturbó y me hizo sentir incómodo puntos muy valiosos para una pieza cinematográfica de posición contestaria. De todas formas, no se si me perdí algo importante pero aparte del silbido del dueño del bar Florida no encuentro otra referencia para el título que podría estar escondido en alguna parte del guión, no muy evidente en la cinta misma y que de todas formas desconcierta a la hora de verla.

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Barney’s Version

Por fin pude ver Barney’s Version pero lamentablemente no me gustó. Hace un año larguito la presentaron en salas de cine colombianas pero no estuve motivado en ese entonces. Un par de personas me la recomendaron, de nuevo no tuve ese impulso necesario para hacerlo. Esta vez, La Seniora Cora (antes La Seniorita Cora) me instó a verla y la encontré en la programación de MovieCity; ella la había disfrutado por ser sorpresiva, feroz, impredecible, me decía que la historia da un giro en el medio de la trama y pasaba de drama a comedia, de comedia a thriller, de thriller a romance, y si, ahora logro entenderlo todo, y puede llegar a ser bastante interesante. Por lo menos no fue trillada y aunque el ritmo era muy lento -me tocó verla en tres tandas-, está muy bien narrada.

Barney’s Version es la historia de Barney Panofsky, un judío que vive alocadamente su tardía adolescencia en Europa y nunca termina de sobrevivirla. Termina siendo alcohólico, mujeriego, grotesco, vulgar, amante del hockey y hostil con sus amigos; vive con la comodidad de ser un productor exitoso de programas baratos de TV, pareciera que no tuviera nada bueno para resaltar a excepción de su profundo y noble amor por su padre y su incondicional apoyo a su tercera esposa.

The Apprenticeship of Duddy Kravitz del novelista Mordecai Richler, es la pieza en la que se basó el también canadiense Michael Konyves para hacer el guión de esta peli de Richard J. Lewis, un productor y director reconocido de series de TV. La trama de la historia es una respuesta en retrospectiva del viejo Panofsky a un detective que lo culpa de un asesinato en el pasado -del asesinato de su mejor amigo para ser más exactos-. El planteamiento narrativo es audaz y gracias a él, se hace evidente el gran trabajo de maquillaje de la peli. Unas veces súper radical y agresivo, otras a veces con unos toques sutiles de muy buen gusto, que ayudan a que la trama sea fluida. El gran giro intempestivo es que durante gran parte de la peli, Panofsky es un narrador omnisciente, por el tema de su retrospectiva, pero la historia lo alcanza hasta un tiempo presente donde el narrador se vuelve tercera persona y Panofsky ya no tiene el control de la historia, su destino o su memoria. Es diagnosticado con Alzheimer.

La peli es genial. Yo se que no me gustó por Paul Giamatti y puede ser muy personal. Dustin Hoffman, Rosamund Pike y Mark Addy lo hacen muy bien -además si uno pone atención hay unas apariciones estelares muy divertidas como Atom Egoyan o el duque David Cronenberg-. Giamatti por su parte es un gran actor y logra conquistar de alguna forma a los directores de reparto, convence a los directores, interactúa profundamente con los escritores pero, en escena, es una maldita máquina copiadora. A veces la logra, otras veces se siente como Paul Giamatti serio, Paul Giamatti asustado, Paul Giamatti borracho, Paul Giamatti triste, es una sensación de que se repite sin hacerlo, de que no explora y sin embargo sus papeles son profundos y bien estudiados. Aquí exaspera pero también se debe reconocer que el papel no es fácil, no es amable o empático. No sabría decir, por lo mismo, si este es un desempeño donde reincide en esa fastidiosa fórmula o hace muy bien su papel y nos desquicia.

Richard J. Lewis después de Barney’s Version volvió a la TV. No tiene proyectos nuevos y es una lástima.

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