Adventure, Emo, Exploitation, Folk, Indie, Internet, Latin, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Road Movie, Sebastián Silva, Vacacion, World

Crystal Fairy & the Magical Cactus and 2012

crystal_fairy

Sebastián Silva después de la galardonada Nana logra algo inusitado para Hollywood y es regresar para hacer, en tan sólo tres meses, dos buenas producciones cinematográficas, ganar mejor dirección Sundance con esta Crystal Fairy (su nombre corto), estar nominado en los Spirit por el desempeño de Gaby Hoffman como actriz principal y ser reconocido como realizador de una de las mejores producciones por debajo de los 500 mil dólares en la categoría John Cassavetes; digamos que los proyectos de bajo presupuesto son el pan de cada día en el cine de Latinoamérica pero nos llama muchísimo la atención su cerrada amistad con Michael Cera para que se haya prestado a hacer no una sino las dos cintas, sin contar el hecho de que también participaron Emily Browning, Catalina Sandino y Juno Temple en Magic Magic, reconocidas voces de Hollywood.

Crystal Fairy es una jipi gringa en Santiago interpretada por Gaby Hoffman que baila libre y extrovertidamente en una fiesta; allí se encuentra con Champa, Juan Andrés Silva, y Jamie, Michael Cera, que de inmediato emite un prejuicio sobre el actuar de Crystal y trata de salvarla de su bochornosa actuación; visiblemente drogado sus palabras sobre la chica caen como un torpe coqueteo pero sorpresivamente ella le sigue la corriente y deja de bailar; él ha cuadrado con unos amigos un paseo a la playa e invita a Crystal para que los acompañe; lamentablemente al otro día no se acuerda de nada, al encontrarse con ella sólo le produce fastidio y choca constantemente contra su discurso de manera violenta; Jamie es un joven muy superficial, ha planeado este paseo para tomar mezcalina y se ha enterado que de la corteza del cactus San Pedro se puede hacer una emulsión que posee dicha sustancia; frenéticamente ha empezado la búsqueda de este cactus que se le vuelve esquivo por su actitud arrogante frente a los dueños de estas matas en el pueblo; finalmente, en un acto cobarde logra su cometido y emprende su tan anhelada aventura.

Es interesante la perspectiva tanto de Crystal Fairy como de Magic Magic en cuanto a los turistas en Chile; no es que los esté denigrando o esté describiéndolos peyorativamente pero, así como en Chile, si hay un imaginario común en toda Latinoamérica de que el «gringo» (léase cualquier turista de zonas septentrionales o pálido y rubio de cabello) llega en busca de todo lo que no le es permitido en sus países de origen; “…vamos al sur por drogas”, “…vamos al sur en busca de sexo fácil”, “…vamos al sur en busca de fiestas y diversión”; y aunque no están tan alejados de la verdad, su irrespeto a las culturas locales en muchos casos se evidencia con una denigrante capacidad monetaria para comprar lo que sea; “…me gusta eso, véndemelo”, “…dónde consigo eso, tengo mucho dinero”, “…acompáñame como guía, te voy a hacer millonario” con implicaciones claras de explotación, subvenciones ilegales y porqué no hasta tintes de esclavismo, temas muy delicados que no se les puede decir muy de frente porque son sumamente ofensivos; obviamente están las excepciones y por eso dentro de nuestros grupos sociales también han logrado colarse otra clase de gringos.

Sabemos que Michael Cera no es como cualquier niño de Hollywood; a sus 26 años ha logrado vender una imagen sencilla, de impúber e inocente dentro de las corrientes convencionales de la TV; pero su trabajo es más interesante en el campo independiente, por ejemplo su canal de YouTube, es más allá de interesante y experimental, se nota el trabajo de una persona inteligente que quiere decir cosas y no se quiere quedarse quieto sobre ellas. Entonces sin ser xenófobo, Silva ayudado por Cera en sus dos producciones logran poner el punto sobre las íes, cuando se lee entre líneas la relación entre el turista y la comunidad local que está visitando; no los juzga, afirma que no son malos de corazón –Cera siempre termina dándose cuenta de su mal comportamiento y se disculpa- lo que pasa es que muchos otros no se disculparon y su grosería se vuelve el pensamiento común de la gente.

Personalmente, no siento que Crystal Fairy sea una buena producción. Tiene un mensaje sugestivo y un desarrollo «completo» de los personajes pero la trama se empantana y termina ofreciendo un final francés, que a todas luces siempre me ha parecido una herramienta facilista e intelectualoide de algo que se muestra inconclusa para que un grupo de esnobistas se maravillen y asombren.

Crystal Fairy & the Magical Cactus and 2012 no tiene programada una llegada pronta a carteleras comerciales; no es que valga mucho la pena tampoco, el trabajo de Hoffman es muy promedio y nada deslumbrante como si lo notábamos ayer en Short Term 12 y Brie Larson; su fotografía es buena y ya, si hay alguno interesado en verla la pueden conseguir en Netflix y con eso puede llegar a ser suficiente.

Standard
Auteur, Drama, Folk, Indie, Internet, Latin, Movie, Sebastián Silva, Suspense, Thriller, Vacacion, World

Magic Magic

magic_magic

Empecemos diciendo que Magic Magic es una peli dirigida por Sebastián Silva, un joven chileno que eufóricamente está de moda en los festivales independientes de Estados Unidos y que con su Nana de 2009 logró reconocimiento multitudinario en Sundance, los Spirit, los más reconocidos festivales de Latinoamérica, Biarritz e incluso los Globo de Oro; en parte a estar en boga le permitió este año desarrollar dos piezas con repartos increíbles; de la primera hablaremos más tarde (Crystal Fairy); de la segunda es el motivo de esta entrada: Magic Magic.

Ya que hablamos del reparto, aparte de los también chilenos Vicente Lenz Burnier y Agustín Silva, Magic Magic está llena de retratos reconocidos en Hollywood como Juno Temple, Emily Browning, Michael Cera y la colombiana Catalina Sandino Moreno; más o menos todos de corte independiente que se unieron por tres meses para filmar este muy buen thriller psicológico.

Juno Temple interpreta a Alicia una joven californiana que visita a su amiga Sara, Emily Browning, en Santiago de Chile y es invitada a un paseo a la campiña con sus nuevos amigos; a ellas las acompaña el novio de Sara, Agustín (Agustín Silva), Bárbara (Catalina Sandino) y Brink interpretado por Michael Cera.

Por circunstancias inmanejables en la universidad Sara debe regresarse de inmediato y Alicia queda envuelta en un paseo al que siente no fue invitada y se siente muy incómoda; no quiere importunar pero sus pocos requerimientos la hacen ver como una niña consentida armando una fuerte controversia con Brink; su estado de ánimo se transforma a anormal gracias a la insomnia que estos problemas le ocasionan y todos los eventos sucedidos en la cabaña terminan por ser más que desafortunados.

La cinta maneja una tensión rica en momentos y de una agradable narración. Sebastián Silva demuestra que es un gran director de actores al explorar la versatilidad de Michael Cera que lejos está de ser el niño bueno y tímido que se nos acostumbra ver en Hollywood; además el trabajo de Juno Temple es genial y es reconocida en Sitges por su desempeño.

Standard
Biopic, Colombia, Epochal, Exploitation, Folk, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Vacacion, World

Roa

roa

Con Roa yo no empezaría diciendo -como lo hacen sus afiches- que es dirigida por la misma persona que hizo La cara oculta, una peli mediocre que muestra el crecimiento como realizador de Andi Baiz -como se hacía conocer el director- después de Satanás y ya. No, para mi, Andrés Baiz -como se hace llamar ahora- tiene un inicio fresco de ceros con Roa y está lejos de parecerse a su antecesora.

Roa es una peli comercial que demuestra una gran y moderna producción. Una inmejorable fotografía retratando melancólicamente esa Bogota hermosa de los años 40’s, con una paleta cálida, a veces tirando a los ocres tostados, otras veces a los rojos intensos. Su responsable es Guillermo Nieto un experimentado director de fotografía argentino que logró encontrar una emotividad acorde a ese lema, casi lastimero de, “los perdedores también escriben la historia” para transformarlo en algo más humano y cercano. Varias veces quedé gratamente sorprendido frente a su sensibilidad y su aguda mirada. Definitivamente un gran acierto en la producción. Otro factor loable en Roa es el diseño de producción y la acuciosa dirección de arte, ambas responsabilidades de Diana Trujillo. Un gran trabajo ambientando delicadamente la vida de este personaje humilde en una idiosincracia casi de pueblo, en los barrios populares de esa Bogotá. Seguramente y de la mano de los directores de vestuario, de escenografía y de locaciones lograron darle el marco perfecto de desarrollo para que todos los actores se transladaran a otra época y fuera más fácil su desempeño.

Finalmente, y lo que definitivamente podría terminar de pagar la boleta es Mauricio Puentes, protagonista de la historia e intérprete de Juan Roa Sierra. Puentes es una cara desconocida en nuestro medio pero encontré en Vive.in que logró incursionar en la TV a los 11 años en un programa llamado Reporteritos -si mal no estoy los sábados o domingos a las 7AM hace como veinte años atrás-; se aprendía los diálogos de las telenovelas y terminó interesándose por el teatro. Buscó su oportunidad en el Teatro Libre de Bogotá pero finalmente terminó trabajando con Fabio Rubiano, antes de dedicarse a ser doble de películas y series de TV. En IMDb aparece un perfil vacío pero trabajó en un papel pequeño de La Virgen de los sicarios de Barbet Schroeder hasta que conoció a Baiz y encarnó a un indigente en Satanás. Para Roa, Baiz cogió a Puentes, lo sermoneó, le dio terapia por un buen tiempo y lo convenció de ser su protagonista porque el actor no creía que podía lograr semejante responsabilidad. A fuerza de pura entrega y motivación, Mauricio Puentes logra un papel desgarrador, muy conmovedor y muy bien desarrollado. Afirma que si esta es su última peli se sentiría igual muy orgulloso, la evolución de ser un extra o un doble a inmediatamente ser protagonista lo tiene completamente anonadado. Ojalá tengamos más noticias de este joven actor.

Pero no todo es color de rosa en Roa. Grandes errores se cometen en la producción y terminan dañando el buen promedio de la cinta.

Por un lado la historia. Roa debió haber sido la historia del hombre humilde que vivió en la época del Bogotazo y que terminó linchado por la turbamulta enardecida. Su relación con Gaitán debió ser más anecdótica y circunscrita dentro del magnicidio. Por el contrario, se establece un paralelo innecesario entre la vida de Jorge Eliécer Gaitán y Roa Sierra. Una comparación odiosa, melindrosa y con un tufillo de envidia que nada bien le hace a la trama. Muchas veces hemos hablado en este blog que a Colombia le hacen falta relatos sencillos, del día a día -no importa si son de guerra, del narcotráfico o la violencia- que tengan una carga de humanidad o sean drama cotidianos y de cercanía con nuestra cultura. El motor de Roa en el magnicidio no debió ser su anhelo de ser como el caudillo sino la profunda impotencia de no ser más que un mantenido por su esposa y de no poderle ofrecer un futuro a su hija -con un epílogo de sus familiares huyendo y desapareciendo de la faz de la tierra por temor a ser vinculados en la muerte de Gaitán-. Pedro Adrián Zuluaga define a Roa como “una estetización abyecta de la pobreza y de la violencia” en vez de una narración entorno a “…dos excluidos, dos hermosos derrotados, que mediante un crimen espectacular intentaron ingresar en las corrientes de la historia, cada uno a su manera y con móviles distintos” (refiriéndose a Juan Roa Sierra y Campo Elías Delgado). Tal vez eso fue lo que se le escapó a Baiz en su guión, tal vez su perspectiva se vio obnubilada por el asesinato de la figura pública y se le olvidó que su historia trataba más sobre el perdedor.

Y remata Baiz con sus malas decisiones técnicas. La más grave de todas, vincular a Santiago Rodríguez como representante de Jorge Eliécer Gaitán. El director afirma que vio en Rodríguez una cercanía muy fuerte al fenotipo del líder liberal. Su error tal vez fue de confianza porque intentó hacer lo mismo de Puentes y tomó por sorpresa al comediante, que no acostumbra a hacer papeles dramáticos. Le contó de su parecido físico y de lo que él podría llegar a ser. Rodríguez no estaba convencido pero escuchó al director y emprendió semejante empresa con la diferencia que su actuación fue infame y terminó siendo una caricatura más de este bufón que tiene todas las carencias posibles en el desempeño histriónico. No tuvo desarrollo de personaje, no articuló el tono y lo peor sus discursos enmarcaban una mueca de carcajada que nunca se pudo quitar y su expresión se vio seriamente afectada. Algo que debe entender Baiz es que el parecido no hace al personaje, debería estudiar Nixon de Oliver Stone o Hitchcock de Sacha Gervasi para que entienda que sin parecerse demasiado Anthony Hopkins nos deja con la sensación de que ningún otro actor hubiera podido responsabilizarse por su papel.

El último golpe de credibilidad es menos grave pero igualmente doloso que con Rodríguez y fue escoger a Catalina Sandino para interpretar a María, la esposa de Roa Sierra. Imaginamos que en esta decisión tuvo más que ver el estudio que vio de pronto la posibilidad de comercializar mejor la pieza en otros mercados. El caso es que Sandino no se ha destacado en su posición por grandes actuaciones o grandes desempeños sino más bien, buenas decisiones en muy buenos momentos. Es mucho mejor que Martina García -una especie de actriz zombi- pero sus papeles son igualmente planos, monótonos, aburridos y con la sensación de siempre interpretar a una bogotana en una situación particular. En Roa no es diferente. Sandino en vez de ser una mujer abnegada, luchadora y rebuscadora se comporta como una mujer de mediana clase, que no tiene mayores problemas, que su marido está un poquito loco de la cabeza pero que con descanso y cuidado se le pasa. Un vacío argumental fuerte por donde también se le escapó el drama al realizador.

Si, Baiz advierte un progreso en su técnica y en su factura. Logra dirigir mejor a sus actores, sobre todo los naturales, pero descuida a los otros, supuestamente profesionales, y es donde su confianza pervierte la cinta. Además aunque está mejor narrada, Roa tiene serios problemas de guión que la hacen inverosímil y en algunos casos excesiva o sobreactuada. Baiz debería experimentar un poco con las mieles independientes y desarrollar historias menos pretenciosas. De pronto descubre un par de Mauricios Puentes que logren contar mejor sus historias y darle una mayor redondez a toda la trama.

Standard