Muy a pesar del rechazo que Paula me pueda proporcionar, debo decir que The Beaver tiene aspectos muy buenos y que hasta podría decir que me gustó. Es posible que la traigan a salas puesto que su directora y actriz principal es Jodie Foster y ella generalmente ha tenido buenas taquillas en nuestro país. Igual hace más de diez años que no dirigía, puede ser interesante para algunos su regreso.
The Beaver es la historia de un hombre, encarnado por Mel Gibson, en una profunda depresión por la cual tiene abandonada su vida, su esposa y sus hijos. Se mueve por inercia hasta que un día se encuentra un títere de un castor que le cambia la vida cuando a través del muñeco, empieza por primera vez, en mucho tiempo a comunicarse con la gente y con sus seres queridos. Logra tomar de nuevo las riendas de la compañía y gran parte de su familia. La pregunta entonces que se empiezan a formular sus allegados es hasta qué punto el castor es terapia y hasta qué punto es locura.
La Foster lanzó por primera vez The Beaver en La Berlinale y luego siguió su carrera de promoción en Cannes, siempre defendiendo estoicamente a su protagonista como actor y muy amable como persona, todo por la mala prensa que ha venido acumulando Gibson con sus problemas de alcohol, racismo y antisemitismo (igual ella siempre llegó sola).
La peli tiene tres puntos que podrían hacernos pensar que tiene sus orígenes en Europa Central: el narrador omnipresente, la música folclórica y el tema. Todos excelentemente articulados y que le dan el gran toque de calidad que debato con Paula; de esos tres el que más me gustó fue la música de Marcelo Zarvos. Sin embargo, el detalle que más me encantó fue la voz que Gibson le proporcionó al castor; hacía mucho tiempo que el actor nos ofrecía un acento americano lavado o que cabía bastante bien en los albores de otras épocas más antiguas como The Patriot o el mismo Braveheart; en The Beaver volvemos a escucharlo en un ordinario australiano muy parecido al que nos presenta Jason Gann en Wilfred y es la primera sensación de sentir dos entidades distintas en la peli. La voz es sencillamente genial y hubiera podido ser aún más impactante si Hagen Bogdanski, director de fotografía, no hubiera sido tan tímido con sus cámaras; Bogdanski insinuó con algunas tomas la situación pero cometía errores sencillos de foco que revelaban de nuevo el truco, debió ser más audaz y haberle aportado más al títere.
Siendo honestos con Paula, llega un momento que la historia deja de ser creíble. Foster actúa bien, Gibson actúa bien, Anton Yelchin, Cherry Jones y Jennifer Lawrence actúan bien (esta última en particular me sorprendió porque en sus papeles previos de X-Men o Winter’s Bone logra darle un carácter muy dramático a sus papeles, aquí actúa como una niña popular muy tranquila con un desenvolvimiento paulatino pero la primera vez que salió en pantalla fue difícil reconocerla, en serio cada vez la considero como una figura icónica en el cine en un futuro cercano; además la escogencia de sus papeles es bastante acertada hasta el momento). Es decir, el problema no está en el reparto, ni en su dirección. Por un lado, la historia se va desluciendo en ritmo y credibilidad. Como que en algún momento el tema está agotado y se empieza a empantanar. Foster igual no lo sortea bien y el endulzamiento rosa que le va profiriendo a la cinta termina por desvirtuarla y es cuando Paula afirma que pierde todo respeto por Gibson y por la historia misma. A mi parecer es una carencia de pericia de la realizadora que no me parece tan grave pero que si no deja de afectar el balance final de la peli.
Si la traen a salas, como consejo, vale la pena pagar la boleta por su música y el reparto pero prefería esperar a verla en TV o alquilarla.