Hace ya tres semanas que fui a ver A Dangerous Method de David Cronenberg en cine y aún la están rotando en ciertas salas de la ciudad. La estuve esperando demasiado y creo que debo reconocer que después de mucho pensarla, después de mucho analizarla, no la entendí.
No digamos que quedé «plop», como dicen mis amigos chilenos, pero no estoy muy seguro esta vez de las intenciones del maestro y me pierdo en su retórica casi como cuando vi Naked Lunch
La producción se puede jactar de las interpretaciones de sus protagonistas que son bastante buenas. Sin embargo, Viggo Mortensen nos ofrece un papel sencillo que no reta demasiado sus capacidades, casi secundario, y que al contrario parece resaltar sus anteriores ejecuciones al lado de Cronenberg, con esta por debajo de sus estándares. Keira Knightley tuvo por el contrario un desafío muy vasto al tener que esforzarse para demostrarse frente a cámaras como una mujer con una patología obsesa por el sexo, además ser creíble en su neurosis y su manía para luego ir mitigando su condición hasta volverse una par de sus mentores; es creíble y su reto frente al espectador es cumplido con creces. Michael Fassbender cierra el triángulo, casi erótico entre estos tres personajes.
De nuevo vemos a un Fassbender absolutamente mimetizado en otro papel súper diferente interpretando a Carl Jung, un colega de Sigmund Freud que lo sobrevivió y se volvió a su vez pilar del psicoanálisis. Fassbender aparece muy emperifollado con un acento estilizado, una forma de comportarse bastante hermética e igual así desaforado, frenético y lujurioso con un deseo indomable por el personaje de Knightley, muy diferente al David de Prometheus, Brandon de Shame, Magneto de First Class o Bobby Sands de Hunger.
Howard Shore y Peter Suschitzky impecables siempre en equipo con el maestro.
Pero Cronenberg, aparte de la soberbia dirección de actores que desarrolló en esta pieza, no lo veo en su esencia más allá del conflicto paternal entre Jung y Freud o la mitigación de la ninfomanía de Spielrein hacia su ilustre personalidad como ya habíamos dicho. No me llenó y de pronto lo que necesito, al igual que sucedió con Naked Lunch, son sesiones de repaso, una y otra vez. Cronenberg esta vez se basó en dos obras para descifrar el guión; una fue la novela de John Kerr A Most Dangerous Method y la obra de teatro The Talking Cure de Christopher Hampton. A mi parecer se pierde en la definición del psicoanálisis y termina con una interesante pero estándar historia de amor de época.