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Chernobyl

Cuando escuchamos que venía una serie de HBO con los temas de Chernóbil, el interés afloró porque así como el Titánic había un halo de misterio alrededor de lo sucedido y siempre será bueno al menos tener una versión de los acontecimientos, ya que el hermetismo tanto de la Unión Soviética, como de los Estados Unidos dentro de la Guerra Fría, dejó muchos vacíos en la historia de la humanidad.

Por allá a mediados de los 80’s, cuando no tenía ni diez años y me encontraba gozando de mis últimos cursos elementales, escuchamos del evento nuclear sucedido en Chernóbil. Seguramente, una historia más en la sección internacional de los noticieros y, seguramente también, eclipsada por las actuaciones y desempeños históricos de Luis Herrera en la Vuelta a España, el Clásico RCN y el Tour de France de ese año. No supimos más. Tal vez esta versión esté endulzada o tergiversada pero es la mejor versión que tenemos.

Otra vez HBO vuelve con una fórmula ganadora. Un director excelente para toda la serie como lo es Johan Renck y Craig Mazin un apasionado que se ha obsesionado y se ha dedicado a investigar el fenómeno nuclear. Gracias a Mazin algo sabemos de Chernóbil; gracias a Renck la pieza es escalofriantemente hermosa. Las primeras expectativas se satisfacen inmediatamente cuando uno podría esperar que fuera impecable en ambiente, escenarios y diseño de producción. Lo que me dejó sin aliento fue los primeros expuestos a la radiación; paralelo a la narrativa, tipo crónica de los hechos, se describía la patología que iban a sufrir los empleados de la planta y los bomberos (eventualmente los pobladores de Prípiat, la ciudad más cercana a Chernóbil); sus heridas, su transformación, el ojo de su tormenta y el deceso se detallaba con cruenta frialdad; luego estas perso​​nas expuestas y quemadas, como zombis, mostraban un maquillaje escabroso -en la vida real debió ser espeluznante- pero en décadas de cine y audiovisuales fue lo más cercano a Brundel Mosca, la más grotesca imagen del duque David Cronenberg.

Definitivamente esta serie va ganar todo en Los Emmys, en Los Globo y en todo lo que se le ponga encima (1) porque habla de los rusos, los descalifica en la raíz de sus mentiras y su idiosincrasia (2) porque habla de los rusos y eso le conviene a los Estados Unidos con todo este poder que ha desatado recientemente el gobierno de Putin (3) porque habla de los rusos (4) Johan Renck logró imprimir ese olor a viejo, a añejo, al verde de las vendimias, ese nostálgico relato en ese ambiente enrarecido (5) porque Mazin tuvo una excelente historia contada en tan sólo cinco episodios y que, lejos de un tibio final àla Game of Thrones, Chernobyl se incendia como el núcleo del reactor número cuatro y (6) me voy a tomar un parráfo aparte para decir que esta serie es superior a mucho de lo visto esta temporada gracias a Jakob Ihre.

Johan Renck, imagino, trajo un equipo de colaboradores escandinavos porque quería trabajar con gente de confianza y/o porque requería el trabajo de profesionales que justamente por su entorno era los que mejor conocía; también pudo ser que la Península Escandinava, así como parte de Polonia y Alemania Oriental -según Deutschland ’86– son de las primeras zonas donde el enrarecido y contaminado aire de Chernóbil empieza a sentirse, entonces es también parte de una historia que los afectó como nación. No lo sé. Tampoco los conocía. Lo que ahora si sé, es que este señor: Jakob Ihre, cinematógrafo sueco tiene un potencial impresionante. La fotografía verdosa, los encuadres y la luz hacen de esta miniserie algo sin competencia. E.g. los «glares» son una serie de manchas brillantes aportadas por la lente de la cámara cuando hay luz directa, son tan incómodos en algunas piezas, y para algunos directores, que los hacen quitar a punta de edición o son tan atractivos para otros que los adicionan también a través de filtros y efectos de composición en la posproducción; en uno de los momentos de mayor crisis, una de los personajes se encuentra en Moscú y la cámara empieza a darle vueltas y entran en cuadro los glares de la ventana y sigue dando vueltas y los glares empiezan a parecer como «flashes» y cuando termina el movimiento de cámara, acompañado por una musicalización muy rítmica y agobiante (Hildur Guðnadóttir), sentimos un leve mareo; el mareo no es más que una anécdota para nosotros pero nos compenetra con los fogonazos de radiocatividad que vivenciaron los protagonistas, una puntuación más allá de lo sutil pero con una suprema finura.

Uno de los detalles más obvios por los cuales llama esta miniserie la atención, como casi todas las producciones de alta calidad en HBO, es su reparto. Jared Harris interpreta al héroe de esta tragedia griega interpretando a Valery Legásov, el único soviético capaz de poner los puntos sobre las íes en esta hecatombe y las cargas que esto supondría en ‘un sistema que debe humillarse obsesionado para que no lo humillen‘; pero al lado de él, Stellan Skarsgård y Emily Watson; quién no amó la química de estos dos en Breaking the Waves y después de Jon Hamm, ¿no era Harris el predilecto en Mad Men? Este trío da una dosis de interpretaciones que nos ponen los pelos de punta, nos erizan la piel y nos quitan la silla cómoda de espectadores; gracias a ellos entendemos la dureza de cada decisión y lo afilada que debe estar la mente en una emergencia de estas proporciones.

Aún me parece loco que se siga pensando que la energía nuclear es una energía limpia. Aunque directamente los evangelizadores de este tipo de ejercicios pueden tener razón, mientras la danza invisible perfectamente acompasada del uranio, el boro, el xenón, el agua y su vapor funcionen, pero indirectamente los eventos de Chernóbil o Fukushima deberían bastar para vetar el resto de estaciones nucleares en el mundo. Siempre habrá campo para un error humano, una calamidad o un imprevisto del cual la factura se le pasará al planeta, las futuras generaciones o incluso a la humanidad entera.

Recientes avistamientos de flora y fauna silvestre en Chernóbil y Prípiat indican que el buen trabajo de los científicos soviéticos para contener y limpiar la zona de 2.600 kilómetros cuadrados a la redonda de este holocausto dieron resultado. Sí se limpió y sí se contuvo lo suficiente y ya hay un renacer de la naturaleza en este ambiente inhóspito. Se demuestra de todas formas que somos una plaga. Que somos más tóxicos que el uranio y sin embargo el planeta sigue creyendo en nosotros y nos sigue dando oportunidades.

Nota personal: * Spoiler alert * Estaba embarazada!! 😮

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Zimna wojna

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La historia de Zula y Wiktor hubiera podido trascender como la lucha eterna entre dos amantes imposibles. Claro, esa imposibilidad se acrecienta en una Polonia de posguerra, dominada por el comunismo y luego en el exilio donde no se tiene nacionalidad alguna.

Pero.

Pawel Pawlikowski, autor y realizador de la pieza, no la llama Zula & Wiktor. Todo hubiera podido ser más fácil, no obstante, la llamó Zimna wojna, que traduce «Guerra Fría». Y la Guerra Fría tiene mucho que ver con esta tormentosa relación.

Después de la Segunda Guerra Mundial, sobreviven dos súperpoderes dentro de la alianza contra los nazis alemanes, Estados Unidos y la Unión Soviética (de Naciones). Se había firmado el Pacto de Varsovia, donde se prevenía el rearme de la República Alemana en una alianza de amistad, sin embargo, ambas potencias se dividieron las zonas aledañas a la derrotada nación teutona en dos frentes, el oeste y el este; el uno capitalista y el otro comunista. En el pulso por sostenerse en la zona y de ganar incluso ventaja mientras se permanecía, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética emprendieron una guerra silenciosa que se denominó fría porque no tuvo ataques en una lucha a gran escala pero si hubo ataques, movimientos, inteligencia, defensa y contrataque de espías, de parte y parte, que favorecían las escaramuzas en los frentes aliados.

Polonia por su lado, y aparte de esta guerra fría, no es que haya sido una completa víctima inocente en las guerras del sector pero si había sido una chica eslava mancillada por sus vecinos que se habían aprovechado de sus tierras y la habían pasado de mano en mano como una vaca muerta. Incluso en 1795 los tres poderes que la rodeaban (El Imperio Austro-Húngaro, Prusia y Rusia), unieron fuerzas para invadirla y desaparecerla aprovechando una revolución contra la debilitada monarquía y su parlamento dividido.

Aunque en principio, ayudados por los franceses, el tercio ocupado por los prusianos fue liberado pero luego reconquistado por los rusos en 1815, el espíritu nacionalista de los polacos se recuperó y se instauró de manera subersiva entre la población. En 1914 se dispara la Primera Guerra Mundial, abajo en Austria contra Serbia y los, antes, aliados se vuelven contra Austria, haciéndose fuertes los alemanes y retomando todas las tierras de Polonia y Lituania en un solo estado alemán; luego entonces, en la derrota alemana por los aliados de 1918, de nuevo, el estado polaco renace de entre sus cenizas. En 1920, la Revolución Volchevique avanza hacia las tierras polacas a recuperar tierras perdidas pero milagrosamente, en un acto estoico y sin precedencia, el Ejercito Rojo es derrotado por la resistencia polaca y la Segunda República establece de nuevo fundamentos multiculturales y de pluralidad de cultos (en el siglo XVIII, muchos judíos fueron exiliados de sus naciones de origen y en una larga travesía muchos de ellos terminaron en Polonia, de allí que en 1939, los alemanes la tomaran como objetivo militar en su afán por erradicar esa cultura); los polacos fueron dominados en la parte occidental de Polonia gracias al «Blitzkrieg» alemán y su diplomacia con la Unión Soviética que absorvió sin mucha oposición la parte oriental restante. Varsovia era el núcleo de aguante polaco y mientras se defendían de ambos invasores fueron realmente vigorosos contra los alemanes a quienes repelieron finalmente en 1944, pero en una jugada predadora, el Ejercito Rojo dominó Polonia y la obligó a marchar como aliada para ultimar la fuerza alemana en su centro de operaciones hacia 1945.

La nueva alianza implicó que el Imperio Soviético devolviera tierras de los polacos retiradas desde siglos pasados y reacomodó la población en una estrategia geopolítica que permitió formar «La Cortina de Hierro» (naciones satélites aliadas con el comunismo) alredor de Polonia y la Unión Sovietica desde 1946 hasta 1955. Después de una mortandad impresionante de su población y la destrucción de sus tierras, parecía imposible el rerrenacer de los polacos, ahora bajo el dominio soviético, pero sobrevivían. En 1968 cansados de la explotación de la madre patria por parte del régimen stalinista, los estudiantes se revelaron contra el régimen en duros choques contra la policía y el estatu quo, lo que curiosamente derivó con la migración de la mayoría de judíos a Israel.

Lejos de llegar a las revoluciones obreras y la conformación del partido de la Solidaridad, Zula y Wiktor, son testigos de los movimientos previos y sus revoluciones. Unos positivos, otros no tanto. Unos hacia un opresor, otros hacia el otro. Zula y Wiktor son metáforas de espías, agentes y doble-agentes de Polonia – estúpidas metáforas diría Zula llena de celos por Juliette, la poeta francesa -. Por eso de alguna forma, esa cinematografía lúgubre de Lukasz Zal manifiesta el vaivén de los poderes en esta zona de Morrena y las costas del Mar Báltico. Del ir y venir de sus ciudadanos. De la masculinidad y la feminidad. De la rubia y el morocho. De la cercanía de sus artistas con el estado francés y, sin embargo, esa aura de tristeza en sus miradas, el lamento en sus cantos campesinos y la increíble belleza de sus faldas llenas de florituras, reflejo de su amor y esperanza por la patria que vuelve a renacer.

La peli termina con un “A mis padres“.
Imagino que son sus padres los protagonistas de esta trama basada en hechos reales y acomodada a esta fábula de amor.

Nota personal. La pieza está esplendidamente realizada, tanto en diseño de arte como cinematografía y la exquisitez de sus cuadros se complementa con la belleza de Zula, interpretada por Joanna Kullig, como esta áspera eslava que nos encanta hasta su último aliento. No ganó en ninguna de sus categorías, cinematografía, dirección, película extranjera, pero realmente le hizo buena pelea a todas sus competidoras.

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