Estoy un-poco-cansado-completamente-cansado de las versiones de pelis basadas en imágenes de archivo encontradas o «found-footage movies». A pesar de lo excelente y bien logradas que pudieron llegar a ser Chronicle, Cloverfield o The Blair Witch Project otras tantas como V/H/S, Rec o Paranormal Activity se volvieron franquicias y basan su éxito en el bajo presupuesto requerido para realizar estas producciones versus el retorno de capital por las altas taquillas que generan pero al final son piezas de explotación muy básicas.
Es reconfortante de todas formas encontrarse con proyectos en Netflix o Cuevana como Trolljegeren (Trollhunter) de André Øvredal en 2010, que a pesar del formato logran sacarle jugo a una historia para hacerla divertida y/o entretenida.
De nuevo los noruegos ponen un tope bien alto repensando los subgéneros clásicos de la serie B; si van a hacer una peli de zombis piensan cómo hacerla diferente y la respuesta es una peli de zombis nazis como Død snø o en el caso de la footage movie se encargan de recrear una parte de la mitología escandinava con los troles y lo traducen en una fantástica historia.
En Trolljegeren un grupo de estudiantes de universidad, están realizando una crónica sobre un viejo cazador de osos que al parecer no tiene licencia pero está matándolos para cuidar a los pobladores cercanos de Volda pero se topan con que, en realidad, es un cazador de troles; cansado de su oficio y doblegado por la persistencia de los estudiantes baja la guardia y empieza a revelar todos sus secretos. Pero así como en Død snø, Hodejegerne o la reciente Sykt lykkelig, los personajes desarrollados en las tramas noruegas se salen del cliché, cuentan historias relevantes, reaccionan gracias al contexto que nos han provisto y se interesan en objetivos consecuentes con sus decisiones.
Qué bueno sería explotar el imaginario de Øvredal en algún formato más arriesgado o con un poco más de presupuesto como lo hizo Tommy Wirkola en Hansel & Gretel.