Auteur, Den Danske Film, Exploitation, Gore, Indie, Internet, Lars von Trier, Miguel Vaca, Movie, Serie B, Storytelling, Suspense, Terror, Vacacion, World

The House That Jack Built

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La triste historia de Lars Von Trier es que, desde su metida de patas en Cannes de 2011, ahora parece un chiquillo, un pendejo, un culicagao, tratando de llamar la atención y no lo consigue.

Esta “Casa que construyó Jack” está muy lejos de sus obras en la década de los 90’s (Breaking the Waves, Idioterne) o los 2K’s (Dancer, Dogville, Antichrist) -que personalmente es mi época favorita-. Tal vez, si somos más precisos, Jack podría encajar muy bien con Manderlay; una extraña versión de Dogville reeditando esa maravillosa figura del escenario teatral «cuasi-becket-iano» pero con una historia forzada, de narrativa repetitiva, pobre y ciertamente nada especial; ese lapso del creador que repite sus pasos para poder tomar impulso y tratar de desenredar el nudo o de dar reversa para salir del callejón sin salida le funcionó en 2006 y dió a luz su bellísima Antichrist o incluso Melancholia; en 2018 esperamos no sea un paso en falso y en vez de controvertir por controvertir, de enlodarse en lo iconoclasta de su propio discurso, tengamos luces de algo más interesante de ver.

Jack es un arquitecto que ha empezado un proyecto de construir su propia residencia. Un proyecto que llama la atención en esta ocupación pues, en diseño, los intereses del autor a veces sólo se dan rienda suelta (1) cuando se está estudiando en la academia pero generalmente nunca se aprovechan esas oportunidades o (2) cuando alejados de los proyectos de la rutina laboral, se encuentra un espacio y presupuesto para dedicarse a un proyecto personal.

Este es un planteamiento bien bonito para la metáfora de su génesis como asesino en serie. La metáfora toma giros, se extiende y se va desarrollando pero con el error que el ritmo se va perdiendo, la emoción de tener a Bruno Ganz como narrador en «off» se diluye y los demás artistas conforman un mosaico -como su casa- bastante grotesco y no en el buen sentido.

Es raro ver ese lado maniqueista católico apostólico en el realizador. Me tomó por sorpresa y de la nada. Sin estructuración. Sin desarrollo. Sin fundamento. Como peli, lo mejor es el marca de la casita -hablando de cine y lo más rescatable es un comentario de diseño-. En serio, la locomotora del cine danés pasó y lo arrolló a Lars: !Pobrecito¡

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Auteur, Drama, Emo, Exploitation, Folk, Gus Van Sant, Hollywood, Indie, Miguel Vaca, Movie, Romance, Vacacion

Restless

Con una peli tan cursi y emocional, tan llena de momentos hermosos y a la vez tan amargos, cuando ninguno de ellos le hacen nada a uno, se piensa que se ha quebrado o por lo menos algo esta funcionando mal dentro -no me salía ni una una lagrimita, ni un suspiro-. Fue así hasta como tres cuartos de la peli, cuando mis lagrimales no aguantaron y se hicieron agua. No lagrimones completos como en Dancer in the Dark, simples y tiernas lagrimitas que se desgarraban con pequeños suspiros. No era más yo, me había convertido en una dulce quinceañera. 

Restless es la última peli de Gus Van Sant sobre el amor profundo, intenso y sin límites entre dos jóvenes que parecen entender mejor la vida que el resto de sus compañeros mortales. Son una lección en vida del carpe diem y a la vez un empalagoso cuento de dos muchachitos que descubren en el otro su alma gemela, como su complemento perfecto y su más profundo defecto. 

No he sido el más suertudo, ni el más querido en las pelis de Van Sant. Tal vez su obra maestra o por lo menos la que mejor recuerdo de él es To Die For con Nicole Kidman en 1995, un thriller de suspenso divertido que bien recordé por un buen tiempo; sin embargo, llegaron tres pelis que me hicieron aborrecerlo, que me hicieron odiar su sentimentalismo, su discurso emo o sencillamente su sentido de explotación, Good Will Hunting, Phyco y Finding Forrester. Lo interesante, es que eso precisamente que me alejó de él se volvió su atractivo más influyente en las subsiguientes pelis; Elephant tomó un tono en su discurso y una estética de vendimia interesante, Last Days se apropió de un ritmo ralentizado y una emocionalidad contemplativa y, finalmente, Milk una orgía de reconocimientos de su más fina escencia. 

Es posible que otros, como yo hace un par de años, odien esta historia medio hippie, es posible que no se relacionen con ninguno de los puntos donde Van Sant va a intentar hacer zancadilla pero es innegable que es una historia hermosa y con muchas capas para analizar. 

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Auteur, Den Danske Film, Drama, Experimental, Folk, Indie, Lars von Trier, Romance, Vacacion, World

Breaking the Waves

Manifiesto Dogme 95 / Voto de castidad

  1. El rodaje debe realizarse en locación. Accesorios y decorados no pueden ser introducidos (si un accesorio en concreto es necesario para la historia, será preciso elegir uno de los exteriores en los que se encuentre este accesorio).
  2. El sonido no debe ser producido separado de las imágenes y viceversa. (No se puede utilizar música, salvo si está presente en la escena en la que se rueda).
  3. La cámara debe sostenerse en la mano. Cualquier movimiento -o inmovilidad- conseguido con la mano están autorizados.
  4. La película tiene que ser en color. La iluminación especial no es aceptada. (Si hay poca luz, la escena debe ser cortada, o bien se puede montar sólo una luz sobre la cámara).
  5. Los trucajes y filtros están prohibidos.
  6. La película no debe contener ninguna acción superficial. (Muertos, armas, etc., en ningún caso).
  7. Los cambios temporales y geográficos están prohibidos. (Es decir, que la película sucede aquí y ahora).
    Las películas de género no son válidas.
  8. El formato de la película debe ser en 35 mm.
  9. El director no debe aparecer en los créditos.

A pesar que este manifiesto se concilió en 1995 y esta peli es de 1996, por un lado no pertenece al Dogma y por otro es uno de los primeros y más claros exponentes del movimiento. Falla al requerimiento número dos, sobre el sonido que debe ser completamente ambiental, falla en el número ocho, al haber cambios geográficos y falla en el número nueve al aparecer Von Trier en los créditos como director.

El manifiesto fue declarado en contravía a la explosión comercial y efectista de Hollywood y de cierta forma puso a Dinamarca en el mundo. Yo por lo menos en 1995 no conocía nada de la industria fílmica de ese país, hoy en día, al lado de sus hermanas nórdicas, me parecen de las más interesantes a nivel independiente.

Volviendo con Von Trier el Dogma lo hizo fuerte, lo hizo poderoso, lo hizo egocéntrico y sobre todo le dió estilo. Estilo que sería reconocido en Idioterne de 1998, Dancer in the Dark de 2000 que lo hizo llevarse la Palma de Oro en Cannes y que constantemente le ha permitido concursar por la Palma con cada una de sus pelis haciéndolo su festival predilecto.

El Dogma exacerba el drama como única forma argumental en el cine y la historia de Bess, interpretada por Emily Watson, es drama puro. Un poco muy lenta empieza a tomar fuerza paulatinamente, es todo lo contrario a la comida rápida a la que nos tiene acostumbrados Hollywood, una pieza que se cuece tranquilamente en sus jugos y termina en un vertiginoso descenso, digamos que un tanto predecible pero muy agresivo. Es una peli de cogerle el tiro y adentrarse en la historia.

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Nine

Pomposa, presuntuosa y ruidosa.

Tal cual como me imaginaba la peli, así fue. Pero pues la verdad no soy fanático ni de Rob Marshall ni de los musicales que a excepción de Dancer in the Dark de Lars Von Trier en 2000 no es que me ofrezcan demasiado entretenimiento.

La boleta si la paga definitivamente el sketch de Fergie cuando Guido, interpretado por Daniel Day-Lewis, recuerda en su niñez una joven y exuberante mujer que por unas monedas juega con sus curvas frente a un grupo de niños. Magnífico, para qué.

El segundo sketch en orden de elegancia es el de Kate Hudson con mucha energía, con muy buen sabor y con un tono súper bien logrado.

De resto se admira en particularidades pero no un gran todo. Repito, y creo que ya lo había escrito, para hacer un buen sancocho no es suficiente con tener las mejores papas, las mejores arracachas, el mejor caldo y la mejor carne, para hacer un buen sancocho se necesita vivir cada uno de sus ingredientes y cada cucharada que el comenzal se manda a la boca debe estar lleno de sabor y fantasía. Nine, me da mucha pena, pero no es un buen sancocho.

Muy posiblemente lo quieran comparar con 8 1/2 de Federico Fellini de 1963. Pero sería una barbaridad. No sólo por tener el mismo tema, la misma trama, el mismo nombre de sus personajes y el mismo planteamiento se podría comparar esta obra con una pieza de arte del neorrealismo italiano.

Para nada.
Le hace falta toda la vivencia y fantasía de la obra original para que deje de ser una sumatoria ridícula de sketches.

No digo pues que Day-Lewis, la Kidman, la Cotillard o la Cruz no hayan hecho su mejor esfuerzo, todos son ganadores del Oscar y cada uno tiene su talento en particular muy bien aprendido pero le escuché a Day-Lewis que no quería inicialmente participar en una pieza donde hay tantas celebridades porque la historia dice que frenéticamente son una causa pérdida. No se porqué no hizo caso de sus instintos y se alejó del proyecto pues no le veía una desfachatez tan grande desde 1992 cuando hizo The Last of the Mohicans.

La peli es rica (en reparto y actuaciones) en música y en fotografía pero cuando aprenderemos que el rendimiento, pulcritud y majestuosidad en la producción no necesariamente hacen una buena peli. Hacer pelis no es parte de una clase de educación física y el esfuerzo, como tal, por sí sólo, no debería ser vanagloriado como se ha hecho en el pasado, como por ejemplo The English Patient una peli para mi gusto bastante regular que coincidencialmente fue dirigida por el fallecido Anthony Minghella, que ganó Oscares como loco y que hoy en esta peli se le hace un homenaje póstumo.

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