Excelente drama. Como para chillar un rato placenteramente. Sería una peli perfecta de no ser por un minúsculo y frívolo detalle: El botox de Nicole Kidman.
Hay que ser muy bestia en esta vida para dañar una carrera actoral tan prominente como lo tiene esta maravillosa pelirroja australiana, con un acto tan trivial como tratar de eliminar las arrugas, anulando las expresiones faciales de una forma tan espantadora; escenas muy bien llevadas, con unos diálogos intensos y unas actuaciones espectaculares, como diría un amigo, en un aire espeso, espesísimo, opacadas completamente por esa ingestualidad absurda de ese botox en la frente de esta mujer. Yo creo que si Kidman mirara con detenimiento lo bella que aparece la doble ganadora del Oscar Dianne Wiest se daría cuenta de la estupidez que está haciendo. El director y su montajista muy inteligentemente jugaron al collage, a la música en off y a unas cámaras lentas impresionantes que le ayudaron a la Kidman a suavizar ese adefesio pero se alcanzó a notar y no fue chévere.
Aunque podría detestar esta peli por ser la adaptación de una obra de teatro, David Lindsay-Abaire escribe una obra y posteriormente crea el guión de esta magnífica peli. Pero no se dedica a trasponer las líneas en el celuloide, no se dedica a generar frases que los actores sobreactuarán como si estuvieran en un tablado frente al público, las frases no se acentuarán y las bocas no gesticularán perfectamente cada labidental que escupan. Por el contrario, la adaptación es inefable, es tranquila, es delicada, es el suspiro de estos personajes sumidos en su drama puro tratando de sobrevivirlo, tratando de sobrellevarlo.
John Cameron Mitchell es el director de esta pieza. Al buscarlo en IMDb caí en la cuenta de su peli Hedwig and the Angry Inch una obra también cargada con un fuerte drama de un transexual (interpretado por Cameron Mitchell) que canta en una banda de punk rock sus penas y sus glorias. Su estilo es tratar de demostrar con líneas desgarradoras verdades crudas que pueden herir al espectador pero que sólo demuestran su gusto sensible por lo visceral que puede llegar a ser el ser humano. Con tan sólo tres pelis en su haber Cameron Mitchell demuestra una extrema madurez al dirigir impecablemente a todo este impresionante reparto, sin dejarlos perder y tampoco sin dejarlos agrandar demasiado; desde Wiest hasta Kidman y desde Sandra Oh hasta Aaron Eckhart se siente un cauteloso trabajo de actor. El drama se resuelve en los personajes de Kidman y Eckhart que tratan de rehacer sus vidas después de haber perdido un hijo prematuramente. Me encanta la confrontación que hace Lindsay-Abaire con la posición sentimental y lastimera que asumen ciertas personas en tratar de definir lo indefinible, en darle un apalancamiento místico, teológico o metafísico a algo tan sencillo como la muerte. Lo rudo de este fenómeno no es el porqué sucede o cómo acontece, es el vacío que nos deja un ser querido y las heridas que quedan en su partida. Los personajes de Kidman y Eckhart sufren tratando de encontrar su propia salida y pensar en un universo paralelo no es escapar de la realidad sino una forma de ver en perspectiva la vida.
Kidman sale muy bien librada y logra nominación al Oscar y los Globo de Oro por su desempeño. Yo me quedo con la actuación de Eckhart donde se siente la frustración, la actitud errática, el sin sentido, el dolor, una de las mejores actuaciones que le he visto. Los Spirit son un tanto más justos además de sus respectivas nominaciones para estos dos actores, reconocen el trabajo del director y del guión.