Los años no llegan sólos y acarrean desgaste en nuestros cuerpos mortales. Lo digo no porque esté sufriendo alguna dolencia, porque me sienta cansado o no tenga un espíritu joven y emprendedor, lo digo porque no existe otra explicación para ver esta peli y terminar en llanto.
Peter Weir es un buen director que nos sorprende con historias maravillosas y casi siempre conmovedoras; en 1985 Witness un thriller de acción (raro en su portafolio) que nos habla de la vida Amish, en 1989 lloré a moco tendido con Dead Poets Society, en 1990 salí sonriente con Green Card, casi entrando a la universidad me enamoré de él en 1993 con Fearless pero el amor no duró tanto y en 1998 apenas me satisfizo con The Truman Show. Son pelis de historias bonitas, que exaltan la bondad y la humanidad que a veces se nos pierde entre la cotidianidad, la indiferencia o el mismo morbo.
No es tan prolífico como otros realizadores y se toma su tiempo para hacer sus pelis, no siempre con el mejor resultado por ejemplo Master and Commander: The Far Side of the World) pero casi siempre si deja algo en qué pensar.
Green Card es la historia de una niña bonita llamada Brontë, interpretada por Andie MacDowell, que quiere cambiar el mundo sembrándolo de flores, por el otro lado, Gérard Depardieu, según Bernardo Hoyos el mejor actor francés, interpreta a Georges, un francés tosco que no terminó su escuela secundaria y que está buscando una oportunidad en Estados Unidos mediante un matrimonio por convenniencia con Brontë.
El drama termina volviéndose una delicada comedia y la historia termina desarrollándose armónicamente.
Si no es porque Weir es un muy buen director, la historia está bien desarrollada y la actuación de Depardieu es fenomenal no se qué diablos haría MacDowell en la peli. El eterno papel de mojigata e ingenua no se acaba nunca y se repite desde Sex, Lies, and Videotape hasta Groundhog Day o Four Weddings and a Funeral. Qué fastidiosa reiteración sin evolución la de esta mujer, hasta Tom Cruise ha tenido sus visos de originalidad dos o tres veces en su carrera.
En fin, la peli súper entretenida y la delicada presencia de Hans Zimmer en la peli hacen de esta peli un producto delicioso para un fin de semana encamado y arrunchado.