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Following

A veces me impresionan las óperas primas por la calidad casi innata de sus piezas y la capacidad de dirección de estos directores que sin mucha experiencia logran adentrarnos en un mundo que muchas superproducciones o directores más experimentados no logran nunca. Hablo por ejemplo de Acción Mutante de Alex de la Iglesia, One Hour Photo de Romanek, Human Nature de Gondry, Being John Malkovich de Jonze, Diary of a Dangerous Mind de George Clooney, Synecdoche, New York de Charlie Kaufman, Moon de Duncan Jones, Sex, Lies, and Videotape de Steven Soderbergh, Delicatessen de Jean-Pierre Jeunet y, porqué no, Citizen Kane de Orson Welles.

No importa el género, no importa la producción, estas piezas logran impactarnos sobremanera. Muchas de estas piezas tienen como artífice un escritor-director, muchas de las que nombro su escritor es Charlie Kaufman pero en realidad son puras coincidencias, eventos circunstanciales que no tienen mucho que ver con lo que estoy tratando de referir.

Following de Christopher Nolan me llegó gracias a un querido y aliado lector de este blog, Juan Almonacid y me marcó por la madurez con la que Nolan abordó el juego de tiempos en la narrativa. Discutíamos con Juan que el estilo entre adormilado y surreal de Inception tiene sus guiños en esta peli, incluso el logo de Batman demuestra un cierto anhelo por dirigir esta historia. La peli trata de un escritor con crisis de hoja en blanco que se dedica en sus tiempos libres a seguir personas de forma aleatoria y sin un sentido más profundo que el de la curiosidad de encontrar un destino ajeno, todo cambia cuando Cobb (otro guiño con Inception) lo enfrenta y cambia su rutina completamente incluso ayudándolo a escribir un par de páginas.

La historia está muy bien elaborada. Nolan hace de hombre orquesta y la dirige, la filma, la monta y la produce. Su reparto es un trío casi teatral conformado por Jeremy Theobald, Alex Haw y Lucy Russell y la riqueza de la peli podría estar en el montaje que con disolvencias, muy bien aprovecahadas con el blanco y negro, nos envuelve en esa incertidumbre tan familiar cuando nos adentramos en una obra del director.

Muchas «primerísimas» óperas primas tienen más éxito que otras, a esta peli no le fue tan mal. Sus nominaciones estuvieron a la altura de los British Independent Film Awards y sus cuatro premios rodearon círculos alternativos de intermedios como Rotterdam, Slamdance o Newport.

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Delicatessen

Jean-Pierre Jeunet hizo muchos cortos antes de lanzar su primer largometraje Delicatessen en 1991. Los primeros animaciones reconocidas por sus premios en las cuales trabajó con Marc Caro en cinematografía y montaje, los últimos cortos eran argumentales donde él mismo actuaba y en el último de sus cortos Foutaises de 1989 se unió a Dominique Pinon que de ahí en adelante se volvió su actor fetiche.

Los tres, Dominique Pinon, Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet definen en Delicatessen la estética y el argumento de lo que en principio es una farsa pero mucho más importante el principio de la estética y rúbrica que definen a uno de los directores más divertidos del cine contemporáneo. Tal vez, su última peli Micmacs à tire-larigot sea un tanto más de lo mismo y se empiece a sentir el cansancio en su creatividad con un sentido iconoclasta en sus imágenes pero nadie puede negar que las sonrisas son parte esencial de una visita al cinema cuando Jeunet dirige la peli.

Delicatessen seguramente no sea su mejor obra aunque definitivamente si es la que más reclama culto por parte de sus admiradores. Y no es para menos, para los que no conocíamos a fondo el cine francés, para los que la fantasía se debatía entre Terminator 2 y Viaje a la s Estrellas la afiliación hacia un género costumbrista, anacrónico y descabellado era casi que inmediata. Puedo afirmar que Delicatessen no es la mejor peli de Jeunet porque estaba madurando su acompañamiento musical, estaba experimentando con secuencias de imágenes que le proporcionaban ritmo, continuidad, humor, secuencia, y estaba definiendo sus cámaras y su fotografía que permanecerían casi invariables durante todo el resto de su portafolio. Sin embargo los rasgos de genialidad saltan a la vista en esos mismos experimentos, el concierto de chelo y serrucho, el ritmo visual y musical generado por la orquesta de cotidianidades cuando el carnicero está tirándose a su vecina o la ingeniosidad para crear los diferentes artilugios de cada personaje casi como elementos de su propia personalidad.

Siempre pensé que me encantaban los títulos de presentación de Napoleon Dynamite o Nacho Libre, los consideré realmente sofisticados en The Royal Tennembaums y pintorescos en Amélie pero no llegué a pensar nunca que eran parte de un gran estilismo creado por Jeunet desde siempre.

Delicatessen no es sólo una pieza recomendada, es una pieza que no debe faltar en nuestras videotecas 😉

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Micmacs

Jean-Pierre Jeunet es un genio en eso que mal llaman “lenguaje cinematográfico”. Digo que mal llaman, porque el cine no tiene una sóla interpretación y por lo tanto no puede ser leído con un diccionario o guía de símbolos con significados únicos y acertados. Sin embargo, si se pueden encontrar coincidencias, similes, metáforas, ritmos, pausas, acentos y como vimos recientemente hasta sinécdoques. Sistemas de comunicación. En esos sistemas, es donde emerge la genialidad de Jeunet.

Jeunet es un director que se ha caracterizado por traernos una fotografía y unas cámaras atrevidas, esta vez a cargo de Tetsuo Nagata, una música costumbrista y folclórica, esta vez a cargo de Raphaël Beau y un montaje lleno de vértigo, ritmo y color, esta vez a cargo de Hervé Schneid y tal vez, Schneid es uno de los que mejor entiende ese sistema de pedacitos que hace que una peli sea tan particularmente de este director. Ha trabajado antes con Jeunet en varios proyectos que van desde Delicatessen, Amélie (o Le Fabuleux Destin d’Amélie Poulain) o Alien: Resurrection, pero además ha trabajado con Lars Von Trier y Mike Figgis y de nuevo la personalidad de cada uno de los directores sobresale por encima de su trabajo.

Esta es una peli que nos llega un poco tarde, siendo del 2009 y habiéndose ganado tres nominaciones de los César de este año, entre ellas mejor montaje, lo que hay que agradecer es que la hayan traído a carteleras comerciales. Pero no hay que estar muy alegres, pueda ser que no dure mucho.

La peli es divertida. Muy divertida. Llena de tantas cositas por descurbrir por ejemplo ¿cuántos afiches lograron ver en toda la peli? (yo vi 3). Con un humor muy característico de Jeunet casi de payaso, vemos protagonizando esta vez a Dany Boon, un hombre lesionado que trata de vengarse de sus peores archienemigos a través de sátiras, malentendidos y una serie de artefactos producidos, preparados y accionados por su nueva pandilla los Micmacs. Descubrimos también en el equipo a Dominique Pinon, su actor fetiche, y repitiendo a Yolande Moreau.

La peli llega a su clímax en el absurdo y alcanza a perderse su línea narrativa, volviéndose un tanto densa. Pero Jeunet vuelve a tomar las riendas de su peli y nos brinda un dulce desenlace, como nos tiene acostumbrados.

Nota personal: El nombre de “Micmacs” no es entendible en la peli, a menos que uno sea como Remington que es un acusioso etnólogo. Esta palabreja es un grupo de personas unidas por su lenguaje “Mi’kmaq” ([miːɡmax]) que están ubicadas bien al norte de América. Su seudolenguaje se extiende a tan sólo 40.000 personas y es entendido por estudiosos ingleses y franceses. Me atrevo a decir que la metáfora en la historia es que Bazil y sus secuaces logran entenderse perfectamente porque hablan el mismo intrincado, ininteligible y poco aceptado lenguaje como base de su estrategia militar de comunicación.

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