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Bombshell

Al igual que Adam McKay (Vice, The Big Short), me encanta que Jay Roach ha venido desarollando ese lado aún más oscuro en lo sarcástico de su comedia y que tiene algo más que decir sobre el estado político de Estados Unidos. En ambos directores, además, se elige una serie de actores tan espectaculares que su imitación de los personajes principales es tan absurdamente buena que terminan siendo aclamados por sus desempeños.

Por ejemplo, Lyndon B. Johnson en All the Way caracterizado por Bryan Cranston -casi tan fielmente que nos preguntamos a veces si esas imágenes no eran de archivo-, Sarah Palin y John McCain en Game Change caracterizados por Julianne Moore y Ed Harris, respectivamente -e igual, fueron tan impresionantes las personificaciones que hasta se hicieron muy controvertidas-, y tal vez la excepción con Jay Roach y sus personajes fue Recount con todo el fenómeno de reconteo en las elecciones presidenciales para el periodo 2000-2004 donde se hizo más desarrollo de personajes por parte de los actores que una personificación per sé de sus apariencias. Con McKay, en la misma dirección pero a otro precio, el realizador tenía un largo, largo, trayecto de dirección de piezas cómicas, series y largometrajes, me atrevo a decir que por el excelente e innovador trabajo de las pelis de Jay Roach entró en un campo donde la sátira es más interesante que el sarcasmo; así la personificación de todo el reparto de The Big Short fue impresionante pero al mismo «nivel Jay-Roach» Dick Cheney en Vice caracterizado por Christian Bale dió frutos en la velada de Los Oscar -el trabajo de Amy Adams como Lynne Cheney, Steve Carrell como Donald Rumsfield o incluso la apuesta de Sam Rockwell como George W. Bush fueron de una calidad elevadísima logrando el año pasado sólo para lo que estamos tratando tres nominaciones y un Oscar a mejor maquillaje, además de ser considerada para mejor peli, director, guión y montaje-.

Lo de este año con Bombshell de Jay Roach es atrevido. Una trama dentro de la caída más dura del ala conservadora de las noticias, en pleno ascenso de Donald Trump, cuando por conducta inapropiada y acoso sexual sistemático es acusado Roger Ailes, director ejecutivo de Fox News. Un trabajo alusinante que empieza con una presentadora de noticias; por sus rasgos y las líneas de diálogo entendemos que es Megyn Kelly pero quién diablos podría descifrar que es Charlize Theron (yo la verdad me demoré una media hora y seguía incrédulo casi hasta la mitad de la peli que salió en un ambiente más familiar, sin imágenes de archivo de contexto, con la defensa más baja y “sin maquillaje” -yo no si sea capaz de ganarle a Renée Zellweger, favorita este año como mejor actriz, pero aquí nadie puede negar su gran desempeño-). El resto de las personificaciones son igualmente impresionantes. Al lado de Theron, Nicole Kidman como Gretchen Carlson, el fabuloso John Lithgow como Roger Ailes y todos y cada uno de los personajes de Allison Janney, Malcom McDowell, Connie Britton que respaldaron con creces el trabajo de sus líderes de estudio.

Me causa inquietud que así me haya visto la mayoría de piezas de Roach y McKay no haya hecho del todo sus reseñas. Creo que no termina de convencerme el formato o el regusto o la intención así alabe su hazaña. Bombshell no es diferente y a su vez deja mucho que desear. ¿Jay Roach es el informante positivista que la realidad de Estados Unidos necesita? ¿No es mejor un historiador capacitado para esta labor? Es decir, ¿No le hace más daño al hecho real que lo que se retrata sea realizado por un director argumentativo y no por un documentalista? ¿Hay algo más que rescatar que el escándalo y las buenas actuaciones? Sinceramente, entre mejor logra el retrato más se pierde el contexto y si no es por el trabajo ya resaltado de sus capitanes de actuación personalmente creo que la verdad sería mejor una serie documental en Netflix y ya. De esta forma sin lugar a dudas, caracterizaría esta pieza como de explotación y melodrama.

Sin embargo, esta trama tiene algo diferente que me logra sacar de este abismo de pesimismo por la pieza. Si uno libera de esta obra el trabajo de Theron, de Kidman y de Lithgow la esencia no es otra que Margot Robbie interpretando a Kayla Pospisil. Una chica inocente, ingenua, llena de ilusiones y ambiciosa como todas las chicas que llegaron a un punto donde el paso obligatorio era el segundo piso, la oficina de Ailes. Tal vez, este ligero ardid, esta pequeña figura literaria de Charles Randolph armando un personaje común, una heroína de mil caras -interpretada desde las entrañas por Robbie– no sólo convalida todas sus nominaciones sino que podría salvar este cartón que es Bombshell.

El siguiente trabajo de McKay es sobre Elizabeth Holmes de Theranos a quien conocemos por el excelente documental de Alex Gibney para HBO, The Inventor, y ya veo montada en ese potro a Jennifer Lawrence pero podría también estar cayendo en la misma red del retrato naturalista que al final sólo sirve para documentar el folklore de una época y no más.

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Zeitgeist

Zeitgeist es una serie de documentales miedosos elaborados por Peter Joseph, un activista y realizador independiente estadounidense que escribe, produce, dirige y distribuye de manera gratuita sus documentales. Son tres pelis hasta ahora Zeitgeist: The Movie, Zeitgeist: Addendum y Zeitgeist: Moving Forward. Me parece más divertido hablar de los tres al tiempo que ponerme a discernir sobre cada una de las pelis y de pronto empezar a decir lo mismo muchas veces.

Sin tantos recursos como Inside Job, Zeitgeist en un discurso bastante estructurado que primero explora la manipulación judeo-cristiana de la religión como motor esclavista de la población para después mostrarnos los acontecimientos del 11 de Septiembre como un símil político para poder justificar guerras, controlar la opinión pública, crecer industrialmente e incluso como vimos en Inside Job crear un ambiente que quitara atención de toda la profunda crisis económica que se avecinaba. Tienen en común los dos documentales que cuando se habla de crisis económica se habla de todo menos de crisis en los bolsillos de los banqueros. En Zeitgeist se explora incluso más profundo esta situación y se habla de una conspiración engendrada mucho más atrás del nacimiento de la nación más poderosa del mundo, mucho más allá del imperialismo capitalista de Estados Unidos donde un puñado de familias no conformes con sus riquezas se repartieron el país y se propusieron repartir el mundo.

Estas familias han estado presentes de manera activa en las cuatro guerras importantes del mundo en su contemporaneidad, la primera guerra mundial, la segunda, Vietnam y Medio Oriente (que incluye la invasión a Afganistán e Iraq). Sus intereses son tan corruptos que se demuestra como influyeron para que hubiese guerra en un principio y como apoyaban paralelamente ambos frentes de choque con la única intención de colectar más y más deuda, más y más poder. Todo eso sin contar la constante influencia en la debilitación de los sistemas políticos de Latinoamérica y el mundo que estaban en contradicción con sus intereses.

Ahora bien, hablar del 11 de septiembre en Estados Unidos es tabú. El dolor que este fenómeno causó en las mentes norteamericanas es devastador. Sin embargo Joseph se atreve a compilar la suficiente cantidad de estudios, de expertos y de material audiovisual para demostrar que los atentados fueron premeditados, pero no por facciones aisladas en el medio oriente sino por grupos dentro del mismo país que necesitaban manipular la opinión pública para crear una guerra absurda que no tenía justificación alguna. Desde la forma en que colapsaron las torres 1, 2 y 7 del World Trade Center, el seguimiento que hizo el gobierno a falsas pistas, el ocultamiento deliberado de otras que debieron ser públicas pasando por las muy poco feacientes que si se hicieron públicas y fueron completamente desmentidas por expertos hasta la muy dura afirmación que el gobierno a todo nivel estaba enterado de lo que iba a suceder y como estaban preparados para confundir al resto, por ejemplo Dick Cheney, vicepresidente de la nación, estaba a cargo de la fuerza áerea en un simulacro con aviones merodeando los edificios metropolitanos, al mismo tiempo que eran atacadas las torres. Los autores intelectuales contrario a lo que yo pensaba no tienen siquiera partido o visión política, simplemente este puñado de familias tienen un plan delicadamente estructurado y maquiavelicamente preparado donde no hay mucho que podamos hacer. Desde el control de los medios de comunicación, hasta ser los dueños de la tecnología, la educación y el progreso, son una fuerza implacable que van a repartirse el mundo de forma descarada en frente de nuestros propios ojos.

En el pasado, la religión judeo-cristiana se adaptó a las creencias populares, se apoderó de los mitos egipcios, persas, sirios y conquistó miles de mentes gracias a Constantino que perdía poder en el Imperio Romano y necesitaba algún ardid que le permitiera dominar esa población. El resultado fue el Vaticano que gobernó toda la Edad Media con miedo, dogmas y ocultismo. El símil se adapta perfectamente al uso del terror como ente movilizador, como motor de manipulación y como justificación máxima de sus hechos perpetrados. Esta sociedad no tendrá fin hasta que no lleguemos al mínimo de nuestros recursos y cuando la crisis económica llegue a tal límite que será ineludible una solución diferente a una economía basada en los recursos y no en el dinero.

En la primera parte se llama a la concienciación de las masas sobre la manipulación gubernamental perpetrada por los bancos y las familias banqueras de todo el mundo. Un llamado que puede ser de alguna forma una voz en el desierto, un grito en el vacío, porque las amenazas de estos monstruos están tan avanzadas que parece que no se puede hacer nada. Peter Joseph afirma que el tiempo de la revolución es ahora, pero cuál es el lema, cuál va a ser la motivación, una verdadera revolución implica movilización, disciplina, exhortación de las masas a organizadamente responder a la afrenta. Somos esclavos de lo que ellos mismos nos propusieron y nosotros mismos nos pusimos las cadenas de esa servidumbre.

En la segunda parte ya hay una respuesta, la consolidación del dinero moneda como establecimiento de nuestra soberanía como nación, es un espejismo, un acto de magia donde generamos capital del aire reconocido por un ente arbitrario y el cual genera deuda a quien lo quiera poseer. Esa deuda se paga con trabajo y mientras en la esclavitud del siglo XVIII el patrono debía proveer sustento, alimento, ropa y techo, en la esclavitud actual el patrono no ofrece ninguna de estas bondades por el contrario si no paga la deuda de la casa esta es embargada o si uno no se alimenta tranquilamente se puede morir de hambre. Entonces, la respuesta es que los políticos están puestos en el poder del pueblo sólo como opio para sus votantes, no son capaces de resolver un sólo problema porque no están capacitados para hacerlo y es tan ineficiente su listado de requerimientos que el mismo ocio, el mismo poder los corrompe y los degenera. El siguiente paso debería una sociedad holística dependiente de los recursos, procurando su bienestar y evaluando la mejor forma de usarlos, una sociedad regida por tecnócratas y cientificos bajo energías sostenibles y limpias. Eso es el Proyecto Venus de eso se trata el Movimiento Zeitgeist.

La tercera parte menos mal fue el epílogo, no hay más obstáculos. Es la muerte del capitalismo a manos del sentido común. No más guerras orquestadas para mantener los intereses bancarios y financieros de unos pocos. Boicot directo a los bancos más corruptos y más codiciosos. No más el trabajo por el trabajo como método esclavista, producto de la deuda como mecanismo directo de control de estos grupos sobre el resto de la población. No más uso de energías limitadas, si al uso e investigación de energías limpias, sostenibles, eficientes e ilimitadas. No más desensibilización. Todos somos seres humanos, la pobreza ha matado más seres humanos que todas las guerras del mundo juntas y su capacidad mortífera aumenta día tras día.

Finalmente, la primera parte era demasiado escabrosa y creo que el mismo Joseph cayó en cuenta de su error. Las segundas partes fueron mas optimistas. El sentido común salió a relucir y aunque densas como ellos sólos, estos tres documentales deberían ser vistos más que como una excelente pieza audiovisual como un producto académico para que no nos estén diciendo después: «Se lo dijimos».

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