Anunciaron The Hunger Games como la mejor peli de ciencia ficción desde Matrix.
Con esa frase ya empezaron muy mal.
Primero porque es demasiado ligera la aseveración de que Matrix esté en esa posición en la categoría de ciencia ficción -dónde queda Blade Runner, Alien, Moon o más recientemente incluso Another Earth-. Siendo muy divertida, siendo muy interesante, tengo varias quejas sobre Matrix que no vale la pena explorar en este momento pero segura y definitivamente puedo afirmar que The Hunger Games no está ni cerca de estar en los tobillos de ella.
El segundo error es afirmar que The Hunger Games es una peli de ciencia ficción. El hecho de ubicar una historia en el futuro no la hace de ciencia ficción per se. Hemos discutido el tema varias veces en el blog y sabemos que es mucho más que eso. The Hunger Games es una peli de quinceañeros, muy comercial y del género clarísimo de explotación. Hubieran sido más claros en ese sentido y creo que les hubiera ido mejor. Llegué obviamente muy incrédulo y la peli no llenó mis espectativas en absoluto.
Gary Ross es un escritor comercial de Hollywood acostumbrado a pelis emocionales, unas muy chéveres como Big, otras bodrios tenaces como Seabiscuit, pero es consciente de su puesto en la industria. Su principal problema es que le tocó salir con esta cinta en un año de mucha competencia, donde los grandes proyectos comerciales amenazan con aniquilar a sus contendientes ferozmente. Ese es el verdadero «juego del hambre». The Dark Knight Rises, Sky Fall, The Avengers o recientemente tomando la delantera Prometheus son pelis que la industria espera ver como grandes recogedores de taquilla, un paso en falso y cualquiera de ellas puede salir gravemente lastimada. The Hunger Games sencillamente está pescando en río revuelto y por ahora le está yendo muy bien, tal vez incluso asegure un par de secuelas más.
La historia se centra en un desvalido tratando de sobrevivir, una niña que viene de un pueblo minero que debe pelear por su gente y brilla como un diamante en bruto ante todas las adversidades. Por todos lados la historia rechina en clichés, momentos súper predecibles y un meloso triángulo de amor bastante forzado. Entendemos que actores como Stanley Tucci, Donald Sutterland y Jennifer Lawrence deban comer pero esta pieza es despreciablemente muy comercial para que la hayan aceptado sin que pudieran siquiera haber criticado el guión.