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Bond 25

kinopoisk.ru

Estaba seguro que no iba «abrir la boca» para emitir un sólo comentario alrededor de lo que pudiera ser muy divertido en una Bond 25 si Rami Malek es el anunciado villano.

Por la cabeza sólo se me pasó un personaje con algo de frenesí, angustia y errático, muy humano pero ojalá también pudiera ser todo eso con algo de deformidad física (que apenas fue elegantemente sugerida en Casino Royale con Mads Mikklesen y sus lágrimas de sangre o definitiva y prefectamente en Skyfall con Javier Bardem cuando se quita su prótesis facial); lo que quiero decir es que por mucho que estuve gritando de emoción cuando anunciaron que Sam Mendes repetía detrás de cámaras después de Skyfall, que el título de la pieza iba a ser SPECTRE y que Blofeld iba a ser Christoph Waltz, la decepción no hubiera podido ser más pareja a esa primera euforia.

SPECTRE no es que haya sido un desatino absoluto; me imagino que cuando se revisa en estos días Quantum of Solace no es tampoco tan, tannnnn mala, pero es que su precedente era Casino Royale, que fácilmente puede estar en el Top 3 de cualquier fanático de Bond. A SPECTRE le pasó lo mismo, con Skyfall que es una peli de vendimia pura, donde el mito se recoge en una sola pieza excepcional; uno agradecía que Craig hubiera repetido, la línea de drama se hubiera mantenido con Neal Purvis y Robert Wade, y que el maestro Sam Mendes reforzara ese encanto perdido en la infame de Marc Foster.

Sin embargo, no fue Mendes, no fue el equipo reiterante de Purvis, Wade y John Logan (recientemente añadido en Skyfall ), ni tampoco Waltz o Craig. En fútbol, uno puede perder y ganar (o empatar) pero se habla de cómo se logra ese resultado; para nadie es un secreto que soy delirante hincha del Liverpool, un equipo que juega el todo por el todo, le apuesta todo al rojo, en un cincuenta-cincuenta donde puede perder o ganar, no juega a defenderse y por lo tanto sus partidos son una montaña rusa de emociones; a uno no le importa si perdió 3-0 contra el Barcelona, lo que nos importa es que dominamos todo el partido, a la mitad del segundo tiempo íbamos perdiendo uno-cero y el equipo bufaba como un toro tratando de enterrar su estocada; no pudimos y nos hicieron el segundo; no renunciamos y nos sorprendió ese maldito tiro libre de 30 metros; y, sin embargo, seguimos combativos tanto que nos taparon la doble de Firmino y Salah que el vertical devolvió con ese doloroso sonido metálico. SPECTRE se relajó y dejó que la historia la avasallara; Blofeld estuvo bien y la historia estuvo bien pero hubo demasiada indulgencia que perdonar; para mi el pecado mayor fue la explosión determinante sobre Blofeld, esperé poder perdonar todo y ver al austriaco quemado, deforme, casi calvo y con una marca horrorosa en la mitad de la cara y nos salen con esto:

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En serio, el maquillaje en la sutil quemadura de Sean Bean siendo el 006 de Goldeneye lo supera grandemente.

Hoy vuelvo a gritar de emoción, euforia y frenesí.
Revisaba IMDb y me topé que el director de Bond 25 es Cary Joji Fukunaga, fuerza gráfica demoledora en True Detective, creador de The Alienist, Beasts of No Nation y Maniac, que además pertenecerá a un reestructurado equipo de escritura al lado de Purvis y Wade, y otra leyenda andante, Scott Z. Burns, la mente detrás Side Effects, Contagion, The Informant! (dirigidas por Steven Soderbergh) y de Ultimatum cerrando la fantástica trilogía Jason Bourne.

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Dice IMDb que el rumor es que regresan a los orígenes; que es muy posible que el arco histórico tenga relación con Dr. No. Por mi lado, quiero ver un partido abierto en pantalla, atacando todo el tiempo, dispuestos a ganar el encuentro hasta el último minuto y ojalá disfrutando un excelente desempeño de Malek con media cara deformada y un brazo cibernético.

Me encanta la referencia de Gert Fröbe en Goldfinger:

Bond: Do you expect me to talk?
Goldfinger: No, Mr. Bond, I expect you to die!

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Bond 15: The Living Daylights

[Continúa]
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Pasaron sólo dos años para que EON pudiera volver a renovar la cara de James Bond. En 1962 el escocés Sean Connery definía el 007 como mujeriego, jugador y sofisticado; en 1969 el australiano George Lazenby tomaba el testimonio con un agente menos torpe, más audaz, que hacía sus escenas de acción sin doble aunque fue el más vulnerable sentimentalmente al casarse y trágicamente perder a su esposa (Tracy), la producción no congenió con él y rápidamente sería relevado otra vez por Connery en 1971, quien sin embargo, a pesar de los ruegos, volvería a abandonar el barco para que en 1973 Roger Moore lo retomara por siete episodios; Moore definiría al 007 como juguetón, coqueto y mucho más gracioso hasta 1985, cuando muy cansado renunció a la franquicia.

Dentro de este pequeño resumen, Roger Moore es un gran héroe al sobreponerse a Albert R. Brocolli y su perspectiva de que la única forma de interpretar a James Bond es la ofrecida por Sean Connery. Moore desde el principio afirmó que aceptaba el papel sólo si le era permitido aportarle su visión personal lo cual era una espada y una pared para Broccoli que, si o si, debía aceptarlo en aras de sacar adelante su producto.

En 1987 el encargado de comandar la franquicia fue Timothy Dalton. Un galés de 43 años que se aventuró a desarrollar The Living Daylights bajo una nueva producción que incluía a Broccoli, el ya posicionado Michael G. Wilson y por primera vez su hermana Barbara Broccoli -estrenándose en el puesto-. La producción partió de los 30 millones de dólares y la recepción fue muy buena con un recaudo de 192 millones, un fenómeno que seguramente no se esperaban los de EON que siempre que cambiaron de protagonista la taquilla se resintió fuertemente.

El británico John Glenn dirige The Living Daylights; Richard Maibaum y Michael G. Wilson de nuevo son los únicos encargados del guión; y aunque el título es tomado de una historia corta de Ian Fleming, su excusa es sólo para la introducción de la pieza y ya no se volverían a usar títulos de novelas por lo menos en veinte años. Al igual que en las anteriores presentaciones, de los otros actores, Timothy Dalton está oculto en medio de una escena de acción que desconocemos, los acordes de John Barry suenan de fondo y su rostro se revela en pantalla -imaginamos hubo una ovación en los teatros-; poco a poco vamos descubriendo que es un entrenamiento especial para agentes Doble Cero del MI6 pero algo sale mal y el agente 004 muere y leemos «Smiert Spionam», y el galés remata diciendo “Bond, James Bond”, mientras se enreda en los brazos de una morena, y A-ha entona su versión de The Living Daylights para los créditos iniciales. A pesar de que el autor de esos créditos es Maurice Binder, el mismo que estuvo durante años al frente de su diseño, por primera vez en veinticinco años las mujeres de esas tomas salen vestidas 😕

El argumento de la peli empieza cuando James Bond, como agente 007, es encargado de vigilar la deserción del General Georgi Koskov, oficial de la KGB interpretado por el neerlandés Jeroen Krabbé, durante el intermedio de una presentación en Bratislava; hay un agente oficialista encargada de impedir el intercambio, una francotiradora a la que Bond tiene que eliminar pero al darse cuenta que es una hermosa chelista, refuta la orden y simplemente la inhabilita; Koskov sano y salvo informa que hay una nueva política revivida dentro de la KGB que es la de muerte a los espías (Smiert Spionam) a cargo del General Leonid Pushkin (John Rhys-Davies); Koskov es entonces secuestrado y se asume que ha sido devuelto a Moscú, mientras tanto Bond emprende un viaje a Tánger en busca de Pushkin para eliminarlo, finalizar su orden de muerte a más espías y así evitar un escalamiento entre las tensiones de la Unión Soviética y todo Occidente.

A este punto de la franquicia, el análisis se vuelve súper interesante -por no decir ñoño- porque pasaron los ya nombrados actores, es la pieza XV entre veintitrés -más de la mitad-, son veinticinco años de crecimiento de la producción y las referencias a las pelis del pasado se vuelve el pasatiempo favorito. Sobreviven Desmond Llewelyn como Q, Robert Brown como M, Geoffrey Keen como Sir Frederick Gray (Minister of Defence) y Walter Gotell como el General Anatol Gogol; The Living Daylights traería consigo a John Terry como Felix Leiter y a Caroline Bliss como Moneypenny. Jeroen Krabbé más que un villano interpreta a un gran antofonista y su desempeño grabaría su imagen siniestra en otras pelis de Hollywood como The Fugitive e Immortal Beloved; las chicas Bond -igual a los créditos iniciales- tienen un cambio radical al dejar de tener nombres sugestivos y así Maryam d’Abo es la hermosa chelista Kara Milovy -aunque la regla es absoluta y con un perfil más bajo Virginia Hey interpreta a Rubavitch. Al lado de Koskov aparece una figura oscura y sureña, el oficial retirado Brad Whitaker interpretado por Joe Don Baker, una recreación maligna del bufonesco Sheriff J.W. Pepper (Live and Let Die, The Man with The Golden Gun) que interpreto Clifton James. Hay que tener muy en cuenta a este Joe Don Baker, porque jugará un papel parecido -pero invertido- a Charles Gray quien en You Only Live Twice interpreta al agente aliado Dikko Henderson para después en Diamonds Are Forever ser el mismísimo Ernst Stavro Blofeld. Como lo expusimos antes casi nada está expuesto al azar y todo puede ser referido a capítulos en el pasado del 007.

El logro más grande de este capítulo es que permite refrescar la franquicia y se olvida de la ramplonería de Moore y de Connery -aunque de nuevo Broccoli haya presentado a Timothy Dalton como el preciso para representar esa juventud de Connery que tan le hizo bien a la franquicia-; The Living Daylights transformó la comedia que era James Bond en un thriller, si de bajo presupuesto, pero el giro es vasto y expreso. El súper agente, sigue tomándose sus martinis secos, mezclados pero no revueltos, de nuevo es un mujeriego, tiene un par de líneas graciosas pero es serio y oscuro. Las escenas de acción son más osadas y el desarrollo de la narrativa es concisa, bien hilada y lo mejor al convertirse en thriller la acción conlleva tensión y suspenso. Esta fue la primera vez, que EON tuvo la intensión de desarrollar una peli como precuela de toda la serie, al final decidieron continuar y mejor referirse a ella como un perfil del personaje.

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RED 2

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La nueva aventura del agente especial retirado Frank Moses, interpretado por Bruce Willis, y su novia Sarah, Mary-Louise Parker, envuelve una pícara y divertida carrera de persecución de súper agentes y espías de las agencias de inteligencia más importantes del planeta. Por lo que regresan John Malkovich, Helen Mirren y Brian Cox. Karl Urban ya no está detrás de Moses sino Han Cho Bai interpretado por el experto en artes marciales Byung-hun Lee (Akmareul boatda, Joheunnom nabbeunnom isanghannom, G.I. Joe), un agente coreano que busca vengarse de Moses, mientras que facciones iraníes están tras el Doctor Edward Bailey que es el inventor de una poderosa bomba que detona Mercurio Rojo. Para encontrar al profesor y su bomba, Moses recurre a Marvin, Victoria, Katya (Catherine Zeta-Jones) un amor del pasado de Moses, el informante “The Frog” (David Thewlis) e Ivan Simanov.

Esta vez el encargado de darle vida al comic de DC Comics es el veterano director de TV Dean Parisot. Parisot logra una narración entretenida, coherente y muy divertida. Los personajes conservan su humor y RED 2 es una perfecta secuela de la también grande RED.

En alguna ocasión, ya habíamos hablado que el éxito de la franquicia de The Fast and The Furious fue salvada por Justin Lin cuando este le dió un nuevo giro y casi que la volvió una versión de James Bond. Bueno, pues si Dr. No, From Russia With Love o Thunderball se hicieran hoy en día tendrían todo el tono de RED 2 que es muy cercana a sus clichés. Súper espías envueltos en misiones secretas, grandes amenazas mundiales a través de poderosas armas nucleares, triángulos amorosos entre mujeres comunes y corrientes, el protagonista y «femmes fatales», conflictos post-guerra fría, locaciones exóticas alrededor de todo el mundo y grandes persecuciones.

RED en el 2011 estuvo nominada a los Globo de Oro en la categoría de mejor película de comedia o musical, aún no han salido los nominados para la próxima gala de este evento pero si contara con la misma suerte por lo menos debería repetir la misma nominación.

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Bond 10: The Spy Who Loved Me

[Continúa]
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1977 es un gran año para James Bond. La décima peli se estrenó en agosto, pasaron ya quince años desde el primer lanzamiento de la serie y Roger Moore establecido en su rol se apodera de su tercer establecimiento. Todo parece indicar que las dudas se despejan y lo que parecía una franquicia en decaimiento, se ha vuelto de nuevo una gran joya de la productora EON. El londinense Lewis Gilbert regresa a la silla del director, aquel que trajo You Only Live Twice, la más grande y espectacular de las piezas del súper agente 007, vuelve con el reto de sacarle todo el jugo a The Spy Who Loved Me y digamos que lo logra. Con un presupuesto modesto de 14 millones de dólares, la peli logra un recaudo de 185 millones, por encima de los 100 y cercano a los 200, lo que supone que James Bond es aceptado por el público y está otra vez de moda.

Claramente, esta cinta se basa en las grandes persecuciones de On Her Majesty’s Secret Service cuando al principio de la cinta Bond huye de una emboscada soviética en zonas nevadas de Austria. Sin ser tan espectacular como la anterior de Lazemby, The Spy Who Loved Me logra cautivar al espectador con unas muy buenas escenas de acción. Aunque la peli se basa en el título de la -también décima- novela de Ian Fleming no se parecen en absoluto; el relato del británico casi parece una novela erótica sobre las experiencias de Viviane Michel, una joven canadiense al servicio de un alemán, que es apetecida por su apariencia en varias ocasiones, unas incluso con interrupciones violentas que llegan al límite de la violación. No, la cinta de Gilbert empieza con la desaparición de un submarino y le es encargado a James Bond su búsqueda tras la pista de que su sistema rastreador se ha visto en el mercado negro de Egipto; allá se topa con su par rusa, la Mayor Anya Amasova, agente Triple X de la KGB, interpretada por Barbara Bach y quien también está interesada en el rastreador. No obstante, en una inusual alianza de sus respectivos jefes, Bond y Amasova unen fuerzas en contra de su enemigo en común, Karl Stromberg interpretado por el bávaro Curd Jürgens. La misión es detener a Stromberg que es capaz, mediante su abisal asentamiento llamado Atlantis, seguir inhabilitando y secuestrando submarinos, sin embargo, Amasova se entera de que en su escapada en Austria, Bond habría liquidado a su amante y tomaría venganza de su amado.

Es grato ver como la trama se alejó de la ficción de SMERSH y SPECTRE, antiguas fundaciones del mal en la mitología de Bond y ahora juega con los relatos de la Guerra Fría, con la KGB o los mercenarios radicales de los 70’s; en parte es gracias a Christopher Wood, en parte al regreso de Richard Maibaum al equipo de escritura pero la verdadera razón es que la producción sufrió varias estocadas que terminaron por definir la siguiente fase en la historia de James Bond. La primera fue la salida forzada del productor Harry Saltzman quien con manejos oscuros no relacionados con la franquicia estaba sacando ventajas personales; Albert R. Broccoli negoció su salida por 20 millones de libras esterlinas -aún no se había empezado la producción y el recaudo era incierto lo que significada un duro golpe despojarse de tanto capital justo en ese momento-. El segundo golpe lo dió Kevin McClory, en los tiempos de Thunderball, quien finalmente se apropió de los derechos de Ernst Blofeld y de su organización SPECTRE, lo cual impedía a EON de usarlo de nuevo en sus producciones; McClory por su lado si reusó la historia de Thunderball, unos años después trayendo de vuelta al ya cincuentón Sean Connery en Never Say Never Again -esta fue mi primera cinta de James Bond en cines-, el título hacía relación a la declaración de Connery después de Diamonds Are Forever cuando dijo que “never again” volvería a interpretar al 007.

Richard Maibaum fue aquel que le dió forma a James Bond en Dr. No, Goldfinger y la misma On Her Majesty’s Secret Service y entiende perfectamente la necesidad de mantener actualizado el tema de espionaje del súper agente; Maibaum también escribió grandes descaches en la franquicia pero desde The Man with the Golden Gun su experiencia había ayudado a que Roger Moore se estableciera como el personaje que llegó a ser.

Es una constante en la cinta que Bond salve a la Mayor Amasova, al principio de las garras de Jaws (Richard Kiel), un gigante monstruoso con una dentadura aserrada de metal, después del Liparus el súper tanque de Stromberg y después de su misma fatalidad cuando los submarinos aliados deben destruir el Atlantis donde se encuentra la hermosa rusa. Aparte de Bernard Lee como M, Walter Gotell que había aparecido desde From Russia with Love como un antagónico ruso regresa a esta pieza como el General Anatol Gogol. Al lado de ellos, Lois Maxwell, Desmond Llewelyn y Geoffrey Keen que interpretaría la introducción por primera vez de Sir Frederick Gray, Ministro de Defensa, llave importante para la producción como posible remplazo de la figura de Bernard Lee que ya sufría de afecciones de salud debido a un cáncer de estómago.

El tema de la cinta sería “Nobody Does it Better” compuesta por Marvin Hamlisch, escrita por Carole Bayer Sager, interpretada por Carly Simon y presentada en los créditos iniciales como se acostumbraba desde la primera cinta por Maurice Binder. Al final la peli lograría lo que hasta ahora ninguna había alcanzado, tres nominaciones al Oscar de La Academia en las categorías de mejor dirección de arte, mejor canción original y mejor partitura original.

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Bond 8: Live and Let Die

[Continuación]
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Es 1973. Han pasado dos años y la solución de traer a Sean Connery como James Bond, ni funcionó ni fue a largo plazo. EON Productions en cabeza de Albert R. Broccoli, intentó convencer al escocés de volver al proyecto pero este fue reticente y determinante. Saltzman siempre quiso darle un giro al súper agente para volverlo más americano y armó una larga lista de posibles actores para finalmente ofrecerle el papel a Clint Eastwood quien, sintiéndose alagado, declinó por pensar que el actor debía ser un británico; Broccoli, de acuerdo con Eastwood, encontró una salida reconocida y más segura para la saga. En la época en que el Dr. No se anunciaba en las marquesinas de los teatros de cine, varias opciones de espionajes basadas en las historias de Ian Fleming también comenzaban a aparecer en la TV; una de ellas The Saint con siete temporadas ininterrumpidas proclamando como estrella a Roger Moore. Por su cuenta, Moore ya había participado en pruebas de reparto para interpretar al 007 que finalmente le fue concedido a Connery para el Dr. No y a George Lazenby para On Her Majesty’s Secret Service.

Moore concentraba, de esa forma, varias claves importantes para la producción del siguiente James Bond, estrellato, aceptación del público, ganas de hacer el trabajo y apuesta a largo plazo. El británico sólo pidió no ser puesto a imitar a Sean Connery ni a Simon Templar (The Saint), por lo que el guionista Tom Mankiewicz intentó darle un aire de más frescura y más comedia a sus partes. Las líneas cómicas tan características de Connery se convirtieron pues en escenas más amplias que abrazaron la sofisticación y un poco la insolencia que caracterizarían al súper agente posteriormente.

Live and Let Die fue escogida porque se quería traer a escena el tema de las panteras negras; tomando como excusa la novela homónima de Fleming, por primera vez, un actor negro interpretaría un antagónico en la serie. Yaphet Kotto fue el encargado de darle forma a Kananga en las profundidades folclóricas de Nueva Orleans y lo hizo impecablemente. El director encargado iba a ser Guy Hamilton, el francés que obtuviera hasta ese momento el mayor éxito de la franquicia con Goldfinger y que volvió en Diamonds Are Forever, también con relativo éxito. En principio, Hamilton no quería filmar en Nueva Orleans por haber tenido muy cerca el Junkanoo en Thunderball pero la producción lo convenció de que era otro Bond y ya habían pasado ocho años, lo cual hacía irrelevante su petición.

La historia empieza con la desaparición y supuesto asesinato de tres agentes especiales del MI6, en dudosas circunstancias mientras vigilaban el accionar del Dr. Kananga en Santa Mónica, una isla caribeña en donde ejerce su tiranía. Bond se desplaza a Nueva York para encontrarse con Felix Leiter (David Hedison) y recibir el informe, mientras el mismo Kananga también se desplaza a la ciudad para un encuentro diplomático en la ONU; un par de persecuciones después conllevan a Bond a Harlem y a la pista de Mr. Big otro de los villanos de este capítulo. Gracias a Mr. Big, Bond descubre a Solitaire (la bella joven y virginal Jane Seymour) que lee el futuro mediante su inmaculada peculiaridad, el tarot y de esta forma es la mano derecha de esta facción. Obviamente Bond la seduce, la inhabilita 😉 y emprende la cacería sobre Kananga.

El esquema de Bond se aferra a la franquicia en busca de una nueva identidad perdida con Connery y Lazemby. Pero de aquí en adelante todos en la producción de la serie deberán reconocer que lo logrado en On Her Majesty’s es lo mejor que les ha sucedido. Como explicábamos antes, Moore se aferra a un perfil más coqueto, juguetón y cómico con su personificación pero Lazemby enseñó que no todo es una payasada, que las peleas no pueden ser tan coreografiadas, que el uso de dobles debe ser la última opción (en esta peli en particular hay una escena que es realmente asombrosa y que justificaba el uso de dobles: el paso de Bond sobre una camada de lagartos en el pantano – las escenas de cómo se filmó esta toma son escalofriantes y obviamente no las iba a hacer Roger Moore), que se puede sufrir y que James Bond no es ramplón. Live and Let Die es la mejor cinta de Roger Moore, un roletazo de cuadrangular; hay unas excelentes persecuciones, las locaciones exóticas en el sur y en el Caribe son geniales, la canción insignia compuesta por Paul McCartney -que le significó la segunda nominación de Bond a un Oscar– personalmente es la mejor de la franquicia y se le notó madurez a todo el equipo que por fin se empezaban a olvidar del sonsonete de que el único súper agente 007 fue Sean Connery. Bernard Lee sigue siendo M y Lois Maxwell es Moneypenny. Los créditos fueron diseñados por Maurice Binder quien seguía usando temas de la peli con mujeres desnudas; esta vez modelos negras, pintorretiadas como vudistas mexcladas con fuego, colores muy cálidos y sus clásicas siluetas.

Notas personales. El interés de usar la novela de Fleming también se dió en un momento del cine llamado «Blaxploitation» o cine de explotación negra; varios recursos del género como los chulos, sus vestimentas estrafalarias, el mismo Harlem, los carros y la jerga fueron introducidos sin pena en la cinta. El presupuesto inicial fue de 35 millones de dólares y aunque la retribución de 91 millones no fue tan alta, de nuevo, Lazemby había enseñado que un cambio en el personaje podía generar desconfianza en el público, que no necesariamente era malo sino más bien algo natural y que no tendrían que sonar las alarmas inmediatamente.

Desmond Llewelyn actor distintivo como Q por primera vez desde From Russia With Love en 1963 no aparece en la cinta; aunque varios de los trucos y dispositivos de Bond si aparecen, Llewelyn venía trabajando en unas series de TV que lo hacían molesto para algún sector de la producción que no lo quiso llamar para esta edición; de pronto por eso mismo el rescate de Solitaire se hizo con una Smith & Wesson Model 29 y no con la clásica Walther PPK.

No hubo un carro insignia. Las grandes persecuciones se hicieron en lancha en los grandes pantanos de Luisiana.

Aparte del personaje Jane Seymour con su sugestivo nombre, por primera vez una chica Bond era negra y se involucraba románticamente con el 007. Rosie «la entallada» Carver fue interpretada por la bella Gloria Hendry y se mezcló perfectamente en la trama -como curiosidad apenas, Gloria Hendry después de Bond, continuó su carrera en el cine en la serie B y fue gran estrella del ya nombrado género de Blaxploitation. Otro actor, Clifton James añadió el toque ramplón y payaso con su personaje del Sheriff Pepper, no sólo fue un ícono en la historia sino que también se aseguró una aparición más adelante en futuras producciones de Bond. En general, el cambio fue bueno y Roger Moore se adaptó perfectamente.

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Bond 6: On Her Majesty’s Secret Service

[Continuación]
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Bond 6 es crucial dentro de la genealogía de la franquicia. Era 1969 y Sean Connery había renunciado dos años atrás después de haber protagonizado cinco pelis como el súper agente 007. No sólo interpretó el personaje de ficción de Ian Fleming sino que lo caracterizó y lo hizo una figura pública. Hablar de James Bond es hablar en cierta forma de Sean Connery y cada actor que pase al frente va a ser juzgado con esa misma vara. Sumado a la salida de la estrella, las cintas no lograban romper taquillas de la forma deseada como sucedió en Goldfinger o la misma Thunderball y Eon Productions, productora de la multimillonaria empresa, cada vez veía más apretado el nudo aunque igual las cifras seguían siendo ridículas (se invertían nueve y se recibía un ciento millones de dólares, es decir, una retribución mayor al 1.000%). El caso es que On Her Majesty’s Secret Service fue la primera pieza sin Connery, recibió ingresos que no se veían desde 1964 y eso asustó a todo el mundo.

Durante la búsqueda del reemplazo de Connery, Albert R. Broccoli y Harry Saltzman querían un sustituto exacto del escocés, que tuviera el atractivo de Laurence Olivier y la rudeza de Cary Grant. Tarea que no sólo iba a ser complicada sino que de alguna manera imposible por el gran carisma desplegado por el actor dentro y fuera de la pantalla. Sin embargo, el australiano George Lazenby acababa de filmar unos comerciales para una popular marca de chocolates donde con una impresionante sonrisa, vestido formalmente, cargaba un guacal de madera al hombro y lograba saludar a las chicas sin casi inmutarse. Eon se interesó en él y le pidió a su agente que lo llamara para una audición, la cual no dudó en traerlo de vuelta de unas vacaciones en París. Lazenby con una apariencia relajada quiso dar una buena impresión y lo primero que hizo cuando llegó a los estudios, fue buscar una barbería; pidió una meticulosa afeitada y de peinado un «Sean Connery». En ese mismo lugar se encontraba Broccoli y afirmó que este sería su siguiente estrella. Pero aún le faltaba mucho por recorrer al modelo australiano. Ambos, Broccoli y Saltzman, no lograban decidirse aún y teniendo parte del libreto pusieron a hacer pruebas a sus cinco mejor opcionados. A Lazenby, que no era actor, le tocó pelear con su coreógrafo de peleas y le rompió la cara. No saben si fue el golpe, la forma en que peleó o el hecho de que hubiera tumbado a una mole bielorrusa como lo era Yuri Borienko pero eso bastó para que ambos productores dieran la aprobación por el australiano.

El primer error de la producción fue sentar en la silla del realizador a Peter Hunt. Aunque su producto final es de un promedio aceptable, los anteriores directores trataron de poner su punto de vista sobre los personajes de Fleming, al contrario de Hunt que se interesó por hacerle un homenaje a Terence Young -director de Dr. No, From Russia with Love y Thunderball que en lo personal hasta ahora es lo peor de la serie-. Peter Hunt había participado en todas las cintas de James Bond como editor, y en un par como asistente de dirección; era muy amigo de Albert R. Broccoli y rogaba por una oportunidad; al final, fue esta relación la que le permitió al editor emergente quedarse con el puesto y en su vacante dejar como responsable a John Glen. Por un lado, la cinta gana sinceridad al Hunt decidir que quería filmar al mínimo en estudio. No hay que dudarlo, las locaciones suizas y la fotografía de Michael Reed permiten menos montaje falseado en posproducción y unos bellísimos encuadres nunca antes vistos -incluso hoy en día hay escenas verdaderamente increíbles gracias al balance de dichas tomas aéreas con las secuencias filmadas por John Eaves, patinador profesional, que hizo la mayoría de las persecuciones a nivel de la nieve-.

Hunt tuvo otro gran acierto. Al tenerse que demostrar frente al público y hacerse al nombre de Bond, el director le pidió a George Lazenby que hiciera todas sus escenas de acrobacias sin doble. Como habíamos dicho, el modelo australiano sin verdadera experiencia en el medio aceptó sin dudarlo. Lazenby no sólo ofrece un James Bond, más centrado, más humano, menos pendenciero sino que además lo presentó más humano -casi todas las características que le alabamos hoy en día al Bond de Daniel Craig-; Lazenby comprometido con su papel, lee y relee la novela y completamente conmovido llora. ¡James Bond por primera vez llora!. Lastimosamente esta escena pasa por el juicio de Eon y es retirada de la maqueta final. El resto del reparto también sufre modificaciones pero permanecen intactos Bernard Lee que sigue siendo M, Lois Maxwell como Moneypenny y Desmond Llewelyn no puede faltar siendo Q. Esta vez, Bond es forzado a retirarse del servicio porque durante dos años no ha tenido pistas sobre Ernst Blofeld; indignado empieza una operación personal y se topa con el Conde Balthazar de Bleuchamp quien quiere averiguar su linaje a través del profesor Sir Hilary Bray, genealogista del College of Arms de Londres. Bond sabe que es un truco de Blofeld y llega hasta su refugio ubicado en lo más alto de los Alpes Suizos y descubre su fachada: El Instituto para la Investigación de las Alergias Piz Gloria. El 007 debe entender el nuevo plan de Blofeld para dominar al mundo, revelarlo y acabar con él. De paso tratar de atrapar al Número Uno de SPECTRE.

Antes de llegar a Piz Gloria, el 007 ha cortejado fielmente a su chica Bond, la Condesa Teresa di Vicenzo interpretada por Diana Rigg (Dama Real de la Corona de Elizabeth II, actriz de la serie de TV The Avengers y de la actual Game of Thrones). La condesa se vuelve el gran amor de Bond hasta el punto en que le propone matrimonio. Los arquetipos y preconcepciones sexistas vuelven a dañar la tónica de la relación pero la escena de la propuesta es bien lograda e impactante. Su desenlace es excelente.

Esta vez Ernst Blofeld es interpretado por Telly Savalas pero con su aparición comienzan los grandes problemas de continuidad. Por un lado, en You Only Live Twice, el actor Donald Pleasence muestra por primera vez la cara del Número Uno. Un caucásico, de testa pelada y una horrible marca en su ojo derecho. Tenemos que ser condescendientes con el tema del actor y la renovación del reparto -que algo si afecta en credibilidad- pero ¿y la cicatriz? Blofeld en la última escena de You Only Live Twice conoce cara a cara a Bond ¿por qué aquí no cae en la cuenta de su presencia? La única solución que puedo llegar a comprender es que efectivamente Richard Maibaum (guionista) se aprovechó de una ligereza técnica de Fleming en la novela de Casino Royale donde hay más de un 007, por eso es posible que George Lazenby rompa la cuarta pared y nos hable al principio de la cinta de la forma que lo hace -pero igual no explica el problema de los rasgos de Blofeld-.

Terminando de rematar la pieza, tanto Peter Hunt como John Glen trajeron de vuelta las payasadas y las volvieron protagonistas en muchas de las secuencias. No sólo decidieron volver a usar aceleración de los cuadros sino que además Hunt filmaba y filmaba tomas asegurando poder cuadrarlas todas en edición; el resultado es un masacote ininteligible con saltos de eje por doquier. La forma de referirse a todos esos errores es contado de manera anecdótica por John Glen y lo único que me permite pensar es que el Casino Royale con Peter Sellers, no estaba tan desfachatado después de todo.

A pesar de Hunt, de Glen, de Maibaum, de Broccoli, de Saltzman y del mismo Maurice Binder que realiza para esta pieza la peor secuencia de títulos de la colección, On Her Majesty’s Secret Service sale aireante como una buena cinta Bond. Pareciera que todos conspiraron para que la peli fuera un fiasco pero Lazenby, Rigg y Savalas lograron ponerle el tono necesario para que fuera todo lo contrario e incluso los Globo de Oro por primera vez nominaron a un James Bond como promisoria estrella. La producción igual no rindió lo que se esperaba y el presidente de United Artists lo explica muy bien, “había que buscar un culpable y finalmente Lazenby fue el sacrificado“.

Nota personal. Dicen que Eon Productions vio carisma y continuidad en George Lazenby y le ofrecieron un contrato para realizar siete piezas más; dicen que la agente del australiano le aconsejó que no tomara este contrato porque la franquicia estaba muerta y anticuada; dicen que Lazenby se creyó demasiado rápido el papel de estrella y se volvió arrogante en la producción y en la promoción de la cinta; dicen que Eon requería un personaje consistente dentro y fuera de la pantalla y Lazenby se negaba a cortarse el pelo y a afeitarse por fuera del estudio. Fuera lo que fuese, George Lazenby pasó a la historia y fue su primera y única vez como el súper agente 007. Fue por lo tanto muy pertinente escoger este afiche para ilustrar esta entrada porque es crucial no saber quién es el nuevo James Bond ni quién será, pues Sean Connery se había ido y Lazenby estuvo de paso.

Una más curiosidad es que en la búsqueda de la locación del Piz Gloria, nombrado en la novela de Fleming, Hunt encuentra este restaurante rotatorio en las cercanías de Mürren, a medio terminar. Se acuerda con los dueños que la producción pagaría la finalización de la obra con tal de poderla utilizar a su antojo en la filmación. No sólo se terminó el restaurante sino que aún sobrevive con el mismo nombre de Piz Gloria con la capacidad de albergar a 400 comensales.

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Bond 4: Thunderball

Continuación
Thunderball

Con Thunderball se completan cuatro años consecutivos estrenando un capítulo nuevo de la serie de Ian Fleming sobre James Bond, el agente de inteligencia británico al servicio de La Reina y del MI6. Infortunadamente, la chabacanería y ramplonería superada de Dr. No y From Russia with Love cuando el francés Guy Hamilton dirigió la serie, vuelve con la dirección de Terence Young.

En contraste con la ausencia de SPECTRE en Goldfinger, Thunderball se centra en darle forma a esta siniestra organización. Bond, vuelve a asesinar a uno de sus agentes que trata de escabullirse fingiendo su propio funeral y esto genera gran descontento dentro de SPECTRE principalmente en Ernst Blofeld, su líder absoluto que vuelve a aparecer después de un año de ausencia. Le es entonces encomendada una ambiciosa misión a Emilio Largo, Número Dos en la organización, y es la de infiltrarse dentro de la OTAN para robarse dos bombas nucleares. Su cometido llega a buen término y esto le permite a SPECTRE extorsionar a Occidente, con la amenaza de atacar una sus principales ciudades. Entre la espada y la pared, la única esperanza recae sobre el agente 007 quien siguiendo un par de pistas y corazonadas logra llegar a Bahamas y empieza a desenredar la estratagema de Largo. Una de las ramas que ayudan a dilucidar el plan de SPECTRE es Domino (Claudine Auger) -la chica Bond de este capítulo, la cuarta de la serie- que lo lleva a enfrentarse directamente con el Count Lippe y con Fiona Volpe cercanos ayudantes de Largo.

Los títulos iniciales fueron diseñados por Maurice Binder sobre la música original de Tom Jones -que anecdóticamente afirma que al sostener el tono de la canción en una prolongada nota se desmayó en el estudio-. Al igual que en el resto de la serie, la presentación se reduce a un tema que nombra el título de la peli, mujeres desnudas pavoneándose por la pantalla y una sinopsis de lo que será la trama. En Thunderball este resumen se define en burbujas y mujeres filmadas bajo el agua, eso y el hecho que por primera vez apareciera el crédito de “director submarino” (Ricou Browning) permite prever que gran parte de la cinta se desarrollará bajo el agua.

Thunderball es bien regular y ordinaria. En principio, Eon Productions (Broccoli y Saltzman) tenían pensado lanzar On Her Majesty’s Secret Service después de Goldfinger pero después de los problemas que tuvieron Ian Fleming y Kevin McClory con los temas de derechos de Thunderball decidieron apresurarse y sacarla adelante cuando lograron una pequeña conciliación; lastimosamente Fleming después del concepto a favor muere y no puede ver la obra culminada. La mitología permanece intacta (Sean Connery como James Bond, Bernard Lee como M, Lois Maxwell como Moneypenny y Desmond Llewelyn como Q) a no ser por Felix Leiter que otra vez es remplazado, esta vez por Rik Van Nutter. La trama vuelve a ser súper compleja pero con la misma decisión, no se si obtusa o terca, de desarrollar el final a tan sólo diez minutos de acabarse la peli. Si, las escenas bajo el agua son importantes pero son mal manejadas, se notan muchísimo los dobles y se hacen ininteligibles para el ojo del espectador -si uno en esta época está acostumbrado a toneladas de información en una toma y se pierde, no puedo imaginarme qué podría entender una persona de estas escenas en 1965-. Las escenas de pelea son lerdas y en aras de hacerlas más dinámicas Young decide aumentar la velocidad de la cinta volviendo, en serio, todo el capítulo una payasada. El esquema argumental de James Bond es cada vez más acartonado y predecible, sobresalen los estereotipos, es mucho más sexista -se tira en promedio tres mujeres por capítulo-, es más superficial, más inverosímil y en mi parecer mucho menos carismático.

No estoy seguro si Young vuelve a dirigir otro capítulo de James Bond pero este es desastroso. Lo positivo del asunto es que Ian Fleming muere en 1964 y por lo menos se lleva la mejor visión de los Bond hasta el momento. Thunderball obtuvo tres veces más presupuesto que su predecesora y aunque es retribuido con 141 millones de dólares, con una buena aceptación del público norteamericano, es inversamente proporcional a lo acontecido en el resto del mundo (donde se aporta tan sólo un 52% al total de las regalías en una franca reducción). Igual el negocio es más que redondo y asegura más ediciones a futuro, pero por primera vez en su historia si afecta la frecuencia de una peli por año y abre una brecha de producción, siendo la siguiente de Sean Connery, You Only Live Twice en 1967 y la infame parodia de Casino Royale con Peter Sellers. Lo más divertido de este capítulo son los nombres de los agentes. Por ejemplo, Fiona Volpe que significaría «Fiona Arpía» del italiano, el Count Lippe que significaría «Conde Labio» del francés o el mismo Emilio Largo. He llegado a pensar que hoy en día estos nombres funcionarían muy bien para actrices y actores porno.

Nota personal. Nos hemos dedicado a resaltar al final de cada episodio de Bond, las escenas o tropos que después futuras versiones recrean. De esta forma, se puede tener en cuenta la muerte del Coronel Jacques Bouvar, aunque el vínculo que vamos a usar más adelante es un poco traído de los cabellos ;). Emilio Largo hace su aparición como Número Dos, un agente que también tendrá referencias posteriores esta vez en las series de Austin Powers. Como lo anotamos anteriormente gran parte de la acción transcurre bajo el agua pero no olvidar la persecución en lancha. Los artilugios de Q retoman las bondades del Aston Martin DB5, un ubicador encapsulado, un respirador para buceo portátil con hasta cuatro minutos de oxígeno, una cámara infrarroja, un dispositivo geiger, un lanza bengalas pero no olvidar la aparición del primer chaleco propulsor de la serie.

Desde la primera entrega de artefactos que fue una Walther PPK hasta el listado que vemos en este capítulo, podemos observar lo interesante que se han vuelto con el paso del tiempo.

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Bond 3: Goldfinger

[Continuación]
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En tiempo record y después de haber comenzado la serie en 1962, cada año se dedicaron a sacar una pieza del 007, tan programadas cada una que al final de los créditos aparece un anuncio de la siguiente pieza. De las hasta ahora vistas, la tercera parte de la franquicia de Bond es la mejor estructurada y podría deberse al hecho de que después de tres años trabajando en el proyecto, Goldfinger hereda la madurez de los productores, un mejor estudio y un nuevo director, el francés Guy Hamilton.

Hamilton hace pequeños ajustes. A nivel de escritura remplaza a Johanna Harwood y Berkely Mather por Paul Dehn y repite con Richard Maibaum. El par de guionistas llevan la acción a Estados Unidos y por eso vuelve a aparecer Felix Leiter esta vez interpretado por Cec Linder. De resto todo permanece inmutable Sean Connery como James Bond, Bernard Lee como M, Lois Maxwell como Moneypenny y, como habíamos acotado en From Russia with Love, Desmond Llewelyn adopta oficialmente su personaje de Q.

Auric Goldfinger es un magnate que tuvo su primer enfrentamiento con James Bond en Miami, cuando este lo expuso en un juego amañado de cartas de Gin. Como consecuencia de su alevosía, Goldfinger mata a su cómplice Jill Masterson (Shirley Eaton) en una de las formas más icónicas de la serie. Masterson yace en la cama de Bond, completamente desnuda y con su cuerpo cubierto de una pintura dorada que le provocó asfixia de piel.

En Goldfinger no se nombra a SPECTRE y pareciera que Auric trabaja independientemente y paralelo a esta organización del mal. Su plan macabro es enredar al 007 y poder atacar el Fort Knox donde se encuentra toda la reserva federal de oro de Estados Unidos. Bond persigue a Goldfinger hasta Ginebra y descubre su plan maestro “Operation Grand Slam” pero es capturado y puesto en la vigilancia de Pussy Galore (Honor Blackman). Es llevado hasta Kentucky donde Auric quiere que sea víctima del ataque.

Goldfinger será recordada como la primera de cuatro pelis que dirigió el francés y la primera de la serie que rompió taquillas al invertir el presupuesto combinado de sus predecesoras y un recaudo de 124 millones de dólares mundialmente. Tres personajes para recordar en esta salida de la franquicia Auric Goldfinger un icónico villano -que curiosamente no tiene deformidades o incapacidades-, Pussy Galore como la tercera chica Bond -con un juego de palabras parecido a Honey Ryder de Dr. No– y Oddjob el asistente más vil y famoso de toda la serie gracias a su mudez y su sombrero afilado.

Nota personal. Robert Brownjohn hizo los créditos de From Russia with Love con unas proyecciones un poco torpes de los títulos sobre cuerpos de mujeres que a veces se veía interesante, otras veces simplemente no había lectura; en Goldfinger no sólo repite Brownjohn como encargado de los títulos sino que lo hace de nuevo con proyecciones, esta vez sobre un cuerpo de una mujer dorada, evocando la muerte de Shirley Eaton y definitivamente con un mejor resultado.

Nota personal 2. Un dato importante es que por primera vez aparece el clásico Aston Martin DB5 de placas “BMT 216A“. En Ginebra, hace uso de la silla eyectora del pasajero tal cual como el juguete clásico:

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Bond 1: Dr. No

[continuación]

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En 1962, después de varios años de negociaciones, Ian Fleming logró ver por fin una de sus novelas de James Bond convertida en un largometraje. Los primeros en adquirir los derechos de Dr. No, su sexta novela, fueron Albert R. Broccoli y Harry Saltzman, básicamente porque Broccoli estaba muy interesado, y casi obsesionado, con las novelas de Bond pero Saltzman no. Finalmente, esto deterioro su relación profesional y dificultó la producción por casi un año, hasta que por fin Broccoli rompió relaciones con su socio y se unió al neoyorquino Michael G. Wilson que en menos de un año le ayudó a poner en marcha el proyecto.

No hubo introducción, no hubo necesidad de explicar nada, tan sólo que una dependencia de MI6, trabajaba en inteligencia las 24 horas del día, todos los días de la semana. Una partida de veintiuna (blackjack) en una mesa de juego cualquiera nos introduce a James Bond -con su famosa frase- y a Sean Connery como su intérprete mientras comienzan los punteos de la guitarra del James Bond Theme -a veces conocida como The Name is James Bond precisamente por la frase de Connery-.

En Dr. No se presentan además del 007, por el lado del MI6, a M (Bernard Lee) su jefe directo, Moneypenny (Lois Maxwell) la secreatria de M y eterna fantasía de James, y por el lado de la CIA a Felix Leiter (Jack Lord). No se nombra la palabra espionaje o contra-espionaje, es más, cuando se hacen alusiones al tema, Bond sonríe, dicha denominación enmarcada dentro de la guerra fría parece no cuajar aún.

La misión nace cuando dos agentes del MI6 desaparecen misteriosamente de Jamaica, investigando unos cayos misteriosos, vigilados por una antigua leyenda local. Bond es encomendado a investigar lo sucedido con estos dos agentes y se topa la conspiración de una organización en esas islas, dirigidas por un misterioso científico que perdió sus manos y ahora carga unas poderosas tenazas negras en cambio. El doctor Julius No es germano-chino descendiente y está establecido en los cayos Crab Keys, cerca a Kingston, donde trabaja con los rusos en el boicot de los misiles que los norteamericanos lanzan en Caño Cañaveral.

Dr. No no es una gran peli o por lo menos no envejeció muy bien. Es dirigida por Terence Young del que se dice, al igual que el mismo Ian Fleming, que James Bond era una inspiración personal. Gracias al autor y al realizador se da inicio a un subgénero del cine de explotación recreado en La Guerra Fría y con una calidad superior al cine de bajo presupuesto al que podría estar relacionado. Sin embargo, el género debía madurar un poco y la mitología de Bond desarrollar mejor sus figuras. La primera chica Bond -como se les conocería después a las mujeres que acompañan al 007– fue interpretada por una deslucida Ursula Andress de poquísimas aptitudes histriónicas. Aunque la dirección de Young podría llegar a ser destacada definiendo el tono de la franquicia, con locaciones reales exteriores, una gran producción dentro de los estudios Pinewood y un gran Sean Connery como el agente 007, el Dr. No tiene muchos problemas de narración, montaje y fotografía. Los puristas la señalan como la mejor peli de la franquicia pero lejos está de serlo -por lo menos si superó el vacío generado por previos intentos que no lograban darle forma al eje central de las novelas de Fleming-. Su valor está en ser la primera de la serie y lograr cautivar al público en una de las sagas más populares a través de sus cincuenta años de historia.

Nota personal. Para tener en cuenta, los tragos de James Bond, el tono sexista de sus acciones, el primer regalo de MI6 a través de un tácito Q fue una Walther PPK calibre 7.65mm, la primera toma de Ursula Andress saliendo del mar y la primera secuencia de títulos con el agente 007 disparando a la pantalla, iniciando el tema compuesto por John Barry, con las famosas siluetas de mujeres, todo creación de Maurice Binder.

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Bond 0: Casino Royale

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A partir de hoy empezamos un nuevo ciclo dentro del blog. El año pasado se celebraron los 50 años de la franquicia de James Bond con la peli número 23 de la saga, Skyfall.

Junto con Skyfall la franquicia sacó una caja oficial con las 22 pelis anteriores. Vamos a revisar de aquí en adelante cada una de ellas.

Hay una pequeña curiosidad que ya habíamos anotado, paralela al 007 de Sean Connery, existió un James Bond interpretado por David Niven, que representa a un caballero de la reina que en la década de los 60’s que debe vigilar los intereses de todo el frente occidental de cara al poder que había tomado Alemania Oriental. Para tal fin Niven, como Sir James Bond, crea una institución de espionaje dentro de la inteligencia británica patrocinada por La Corona Inglesa, Estados Unidos, Francia y la misma Rusia. Dentro de la corporación todos los agentes se llamarían James Bond, serían entrenados en inteligencia por M y en pericia de dispositivos provistos por Q. Varios productores entrarían en el negocio de representar pelis del súper agente después de la muerte de Fleming pero ya lo discutiremos más adelante.

Su primer agente encubierto sería James Bond interpretado por Peter Sellers, que tiene que sortear su suerte en un juego de cartas con Le Chiffre, Orson Welles, para desenmascarar al verdadero villano, el Dr. Noah representado por el pintoresco Woody Allen -que a esta altura redondea la tosquedad y la chabacanería de la pieza-.

Es cierto, la cinta es tan mala como suena. La participación de las grandes mentes de la época tan sólo aportaron más caos a la producción. En la escritura John Law, Michael Sayers y obviamente Ian Fleming quedaron como los responsables del guión y la historia pero también participaron los mismos Woody Allen y Peter Sellers, Val Guest, Ben Hecht, Joseph Heller, Terry Southern y nada más y nada menos que el ganador del Oscar, Billy Wilder.

Como si la anarquía no fuera ya suficiente, con todas estas personas en un vaivén profundo descifrando si el curso de la cinta era una comedia o un thriller de acción, las escenas se repartieron entre varios y laureados directores. Val Guest filmó a Woody Allen con David Niven, Ken Hughes las escenas de Berlín, John Huston las escenas iniciales en la residencia de Sir James Bond y las del castillo de Escocia, Joseph McGrath las escenas de Peters Sellers, Ursula Andress y Orson Welles, Robert Parrish las de Peters Sellers y Orson Welles y Richard Talmadge las escenas finales.

El resultado final una total atrocidad digna de su olvido.

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