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The Bad Batch

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Cuando por primera vez me enteré de una peli de vampiros iraní, me topé con Ana Lily Amirpour.

A Girl Walks Alone at Home es sencillamente genial. Y se rumoreaba por ese entonces que después del golpe de popularidad por el reconocimiento de esta peli, la realizadora se lanzaba en un proyecto de caníbales. Bueno. En principio, después de la comparación que le hicieron con Quentin Tarantino, pensé… Dinero, reconocimiento, libre albedrío… Ojalá y esa nueva peli no sea una gran basura.

Gracias de nuevo a Netflix, The Bad Batch llega a mi alcance.

Más que de caníbales, la historia es posible categorizarla en una «road-movie»; si me lo permiten, está el carro, esta la carretera, el desarrollo del personaje y su moraleja al final del cuento; pero aún más que «road-movie», debería haber una categoría en el cine que se denomine «Desert Movie»; si no se la han inventado pues me la invento yo; y así como “The Palm Desert Scene” donde varias bandas con una «liaison» musical rockera, invierten su tiempo en armar conciertos, «jams» y toda serie de colaboraciones pues así mismo en el cine la creatividad se une frente a una tendencia extraordinariamente visual. Hay que traer ejemplos a colación para no quedar como un cretino, ¿cierto? Rubber, Electroma, The Book of Eli, The Rover e incluso The Counselor se me antojan del mismo estilo y aunque sería lindo que tuvieran algún tipo de coincidencia, no la hay. Cinematografía, música, edición, nada en común. Pero de pronto con el tiempo, en serio, no es muy loco pensar en ello. A nivel de la producción en The Bad Batch uno empieza a encontrar semejanzas con «westerns», «indies» pero lo más cercano realmente a una colaboración es si acaso Eddy Moretti o el mismo Shane Smith de Vice.

Cuando uno se enfrenta a The Bad Batch es como la primera vez que uno vió Mad Max. Es escalofriante. Es anacrónica. Ubicada en la posguerra (esto puede significar exactamente un colapso nuclear, sin embargo, hoy en día lo podemos referir también a un EEUU posTrump). Y aunque sabemos que es cerca a Texas, realmente puede estar ubicada en medio de esa gran zona desértica del suroeste americano. Pero sobre todo, The Bad Batch está inmersa en el caos. La ley del más fuerte sobrevive, «The Bad Batch», algo así como el lote malo de producción humana es desechada al desierto como un gran sumidero de basura. Los Desechables. Y encaminadados a su fortuna y su propia voluntad son carne literal de cualquier otro que se quiera aprovechar de ellos.

Esta historia de Ana Lily Amirpour tiene como protagonista a Arlen (Suki Waterhouse); una chica que después de estar en una cárcel es puesta en libertad en medio del desierto; la chica se topa con un “reciclador” hermitaño (Jim Carrey) quien realmente redefine su destino ¿y cuál es ese sino? Ser alimento de una pequeña tribu de caníbales denominados «Bridge People»; esta comunidad vive en caravanas parqueadas en el desierto; el polvo es el aliado perfecto de su condición y su mejor provisión es el agua potable que parece tienen como fuente inagotable. Obviamente, es el desierto, y así como en Mad Max, se mueven en automotores impulsados por derivados del petróleo y la moneda oficial es el galón de gasolina. Al igual que el agua, parece que los «Bridge People» no tienen problema de suministro de hidrocarburos, entonces su única necesidad es alimentar esas grandes corpulencias, esas musculosas extremidades, su objetivo es adquirir proteína animal.

El paso de Arlen por «Bridge People» es determinante pero efímero. Sus principales cuestiones se desarrollan en «Comfort»; su siguiente estación. Un oasis esperanzador para los de su especie. Entre ellos, su líder es un estilizado “setentero” The Dream (Keanu Reeves) que lidera el tráfico de estupefacientes in situ y fue capaz de cambiar la moneda oficial. No sabemos si sus habitantes se dedican a la prostitución o cómo sobreviven pero lo único cierto es que el amparo ofrecido para estos desesperanzados, desfavorecidos y perdedores personajes está ahí y llevan meses alucinando con el ácido provisto por The Dream.

Lo más lindo de reconocer una historia de ciencia ficción en la pieza, es cuando de los labios de la protagonista surge la frase: «Máquina del Tiempo». Desde el primer momento que sentí la dualidad entre las dos comunidades, pude entrever una lucha con “los que están en el polvo”, “los del puente” o incluso mejor la gente que vive en el puente realmente está debajo del puente; estos versus los escuálidos personajes que se deleitan en su “zona de confort”, que están sumidos en adormilantes opiáceos, en el pan y circo que les ofrece un líder explotador y demagogo. Este pacto silencioso, de equilibrio y balance, entre las dos comunidades no es más que una interpretación de los Elois y los Morlocks de H.G. Wells de su magnífica Máquina del Tiempo. Los labios de Suki haciendo evidente el simil, para algunos pueda que mate el secreto, pero su evidencia realmente hace grande esta peli. Esto sumado a la gran destreza de la escritora-realizadora para contarnos una nueva fantástica historia y de sus aliados, (el cinematógrafo) Lyle Vincent y (el montajista) Alex O’Flinn, que la hicieron hermosa.

¿Cuál será ahora el futuro que nos depara el portafolio de Ana Lily Amirpour? No lo sabemos.
Los dejo para que se deleiten con los complementos del afiche oficial de la peli; aunque son sólo tres con Arlen, The Dream y Miami Man (Jason Momoa) hubieran podio hacer también los de Diego Luna, el ya nombrado hermitaño de Jim Carrey o el transtornado Giovanni Ribisi.

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Auteur, French Cinema, Guy-Manuel De Homem-Christo, Indie, Miguel Vaca, Movie, Sci-Fi, Serie B, Thomas Bangalter, Vacacion, World

Daft Punk: Electroma

Thomas Bangalter y Guy-Manuel De Homem-Christo son mejor conocidos como Daft Punk, son músicos electrónicos que me encantan por haber desenfrenado en mí ese gusto por la música house a finales de los 90’s. Mi disco favorito, Homework es absolutamente increíble y definitivamente un grupo para ver en concierto (malditos todos ustedes los que los han visto en persona, sinceramente los odio ;)).

Pocas veces los relacionamos con cine, sin embargo su aparición más reciente fue referida en este blog al componer la música original de Tron Legacy. Ayer me topé con un mediometraje llamado Electroma que más que ciencia ficción o algo más elaborado es una cinta serie B más graciosa que interesante. La historia es la exploración de dos robots hacia su transformación a humanos. Densa, sin ritmo y muy lenta la peli muestra un primer intento de este par de robots en su búsqueda. Su sentido existencialista es un chiste y la trascendentalidad es una carcajada. No son serios y la historia es típica del género.

No niego que tiene fotografía y tomas interesantes a cargo del mismo Thomas Bangalter, parte de la historia es muy atractiva y me encanto el efecto perturbador de las máscaras de caucho y su subsecuente derretimiento. Sin embargo una de las frustraciones más grandes es que la música no es compuesta por Daft Punk sino por Steven Baker y la verdad se siente pobre, sin mucho impacto y acartonada.

Pienso que hubiera podido ser un excelente cortometraje con una mejor edición musical.

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