Animation, Awards, Experimental, French Cinema, Indie, Internet, Miguel Vaca, Short Film, Stop Motion, Storytelling, Vacacion, World

92nd Academy Awards, Nominados mejores producciones animadas

  • Mejor Cortometraje Animado
    Hair Love
    Matthew A. Cherry, Karen Rupert Toliver

      Mémorable
      Bruno Collet, Jean-François Le Corre

      Kitbull
      Rosana Sullivan, Kathryn Hendrickson
      Sister
      Siqi Song

    Dcera
    Daria Kashcheeva

  • Mejor Largometraje Animado
    How to Train Your Dragon: The Hidden World
    Dean DeBlois, Bradford Lewis, Bonnie Arnold

    Klaus
    Sergio Pablos, Jinko Gotoh, Marisa Roman

    Toy Story 4
    Josh Cooley, Mark Nielsen, Jonas Rivera

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Adventure, Auteur, Comedy, Comic, Experimental, Exploitation, Hollywood, Indie, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Rian Johnson, Serie B, Storytelling, Suspense, Thriller, Vacacion

Knives Out

Knives Out es un descanso que se pega el director Rian Johnson después de haber dedicado su ingenio al Episodio 8 de Star Wars (The Last Jedi) y a Looper. El realizador acostumbra a dirigir y escribir sus piezas, imagino que después de un trabajo, no lo llamemos serio pero si, algo dramático disfruta mucho de cintas ligeras, que le promuevan distracción y divertimento.

Así como cambia de temática y rumbo, a veces también da unos giros con cambios completos en el reparto -donde Joseph Gordon-Levitt es tal vez el único que repitió una vez- y este es un claro ejemplo, aunque podemos tomar a Frank Oz como un invitado especial de una pequeña indulgencia. Su equipo por el contrario se hace fuerte y consistente con Steve Yedlin en la cinematografía, su primo Nathan en la composición de la música y el montaje con Bob Ducsay que los han llevado a numerosas nominaciones y reconocimientos como equipo en montaje, guión, partitura y producción.

No creo siquiera que Knives Out sea el mejor de sus divertimentos pero si la aventura de volver a tener un juego de Agatha Christie en pantalla ala Clue -el juego de mesa donde se adivina quién es el asesino- con sus giros inesperados, con los sospechosos de siempre y con sus estrambóticos personajes.

Si me lo preguntan, esta peli no es la única válvula de escape de Johnson. Lo es también para Daniel Craig y su fabuloso James Bond; para Chris Evans y su Captain America; para Michael Shannon y sus innumerables decisiones megadramáticas; para Toni Collette y toda las series psicológicas que están en nuestros catálogos de TV; incluso para Christopher Plummer que después de su Oscar, no ha parado de recibir papeles y papeles por doquier. El resto de personajes también disfrutan de una pieza ligera -para su propia diversión- pero también para abrirse o consolidar su posición en Hollywood.

El problema de la temporada de premios es que puede dejar muy mal parqueadas estas producciones porque las inflan demasiado. A cine para ver Knives Out hay que ir sin pretenciones o prejuicios, simplemente igual que ellos mismos a divertirse con un sano entretenimiento… ¿Quién fue?

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Auteur, Biopic, Drama, Epic, Epochal, Experimental, Exploitation, Folk, Gangster, Gore, Hollywood, Internet, Martin Scorsese, Miguel Vaca, Movie, Netflix, Serie B, Storytelling, Thriller, TV, Vacacion

The Irishman

Para nadie es un secreto que el problema de Martin Scorsese con los audiovisuales contemporáneos no tiene nada que ver con la TV o sus productos por si mismos; en varias ocasiones lo hemos visto dirigir y producir este tipo de piezas, generalmente, asociado a HBO que muy congruente a su leyenda es otra cosa; y no son pocas tampoco, desde Vynil y Boardwalk Empire hasta una cantidad innumerable de documentales de todo tipo dirigidos a este medio. No es ni siquiera lo comercial su tema directo con Marvel Studios y su comparación con parques temáticos, es precisamente que Disney volvió esa sub-subcategoría de la serie B (cómic-superhéroe) en un acto panfletario que los pueda beneficiar en sus negocios transversalmente, negando la naturaleza misma del arte del cinema para compartir experiencias, generar empatías o deconstruir perfiles psicológicos. Una relación que él mismo define de humano a humano.

No quiero alargar mucho esta introducción porque mi objetivo no es volver esta entrada un foco de lo que hace o no Buena Vista International, así que mejor avancemos.

Quiero pensar que es tan abierto a esta discusión que incluso fue motor de la preproducción del Joker que terminó atrayendo a Robert De Niro y dándole luz verde a la dupla Todd Phillips/Joaquin Phoenix pero luego un proyecto más llamativo, más de lo suyo, como The Irishman, empezó a copar la totalidad de su atención hasta que abandonó el barco. Entrelíneas pareciera que estaba muy interesado en el perfil del villano que ya tenía Warner Bros. -y que supuestamente lo habría desarrollado en un prototipo Todd Phillips– para dirigirlo y traer a Leonardo DiCaprio como protagonista -sabiendo de antemano que Phillips tenía desarrollada la idea exclusivamente para Joaquin Phoenix-. Creo que en la pelea, el maestro perdió interés por el proyecto pero dejó asociado a De Niro, una gran agitación que terminó funcionándole de maravilla a la producción, a la peli misma y, ojo al dato, dejó enclavada a Emma Tillinger Koskoff que produjo Joker y le permitió usar el resto del equipo de The Irishman para terminar la grabación.

Scorsese tiene una excusa para hacer una pieza audiovisual. Sea una peli, un corto, un episodio de una serie, un documental. El tema obviamente es importante, dará la forma del contenido, la dirección de arte, la fotografía, la iluminación, todo lo estético y todo lo de fondo. Esta afirmación es tan ambigua que se ajustaría a cualquier director de cine incluso si pudiéramos reunir y resumir tipologías en los temas que Scorsese ha venido acumulando con el paso de su carrera. Sin embargo, algo que me fascina de él, en todas sus piezas, es su capacidad pedagógica. Es un maestro. Cada obra en su portafolio es una Masterclass de narrativa; audiovisual, textual o rítmica. Son cadentes, son distintas, han venido evolucionando con el paso del tiempo y han tomado una lógica y una «manniere» muy de su personalidad pero no necesariamente se ha estancado o se ha vuelto iconoclasta como podría ser la tentación y tendencia.

Su profundo conocimiento del Nuovo Cinema Italiano -esclarecido en varios documentales que le conozco sobre encuadres, narración y estética- definió su rúbrica a principios de los 70’s.
Amigos y amigas, estamos hablando de una leyenda andante que ya por 1974 había desarrollado clásicos instantáneos como Mean Streets y Taxi Driver. De los 80’s a mediados de los 90’s podría uno decir que cada uno encuentra sus favoritos «martinianos» (o «scorsesianos» como prefieran) -los míos sin lugar a dudas Goodfellas, Cape Fear y The Age of Innocence-, algunos alegarán que su esencia está en su genial pedacito en New York Stories o una y cada una de las nominadas que perdió el duelo final en la irresponsable época de Los Oscar que lo marginó de su(s) correspondiente(s) distinción(es). No importa. Descubrir cuál es la preferida de cada uno y definirla como la mejor del portafolio del realizador es un acto futil y sin sentido. Lo importante es que se le reconoció como Cinema de Autor, el suyo, y el de varios de sus colegas contemporáneos… Casi me atrevo a decir que fue la época dorada del cine.

¿Y qué de su estilo reconocemos en The Irishman?
(Que finalmente es nuestro centro de discusión)

Me atrevo a decir que su declaración fue tan contundente (la de Buena Vista) que lo primero para poderla afirmar y más llamativo, al fin y al cabo, fue traer a su guardia pretoriana en cabeza de Joe Pesci y Robert De Niro; en el marco meramente de la historia se necesitaba una tercera pieza que terminó siendo Al Pacino convencido por De Niro -discrepo que el ideal hubiera sido él, ya hablaremos de eso-. Después vendrían los centuriones; los optios, Rodrigo Prieto que ha venido trabajando con el maestro desde hace ya tres proyectos atrás (The Wolf of Wall Street, Silence y ahora The Irishman), un viejo conocido para las partituras con Robbie Robertson y Emma Tillinger Koskoff para completar el resto de la producción; y si me lo permiten, diría que no existiría Martin Scorsese sin su pilus prior centurion: Thelma Schoonmaker, la dama detrás de su ingenio, capaz de desenredarlo y de ordenarlo para presentarlo.

Esa es su firma.
Un ejercito conocido organizado y bien dispuesto.

Se quejan que Scorsese se volvió loco con Netflix y sus tres horas veintinueve minutos porque es demasiado para una peli pero se olvidan de Silence (2 horas 41 minutos), The Wolf of Wall Street (3 horas), The Aviator (2 horas 50 minutos), Gangs of New York (2 horas 47 minutos) o Casino (2 horas 58 minutos) ¿O es que sólo se nos hace excesivo esos 29 minutos por fuera del promedio? Scorsese está más del lado de Ettore Sottsass, aquel que fundó el Memphis Milano y que diseñó la esencia de los años 80’s llena de colores y texturas; un rococó que tenía como lema que «con menos hay aburrimiento» en claro contraste con el minimalismo de la Bauhaus. Después del paso de los años -y cada vez más, por lo mismo, estoy más seguro de eso- el adulto mayor está con menos tapujos en la boca, su interés no es callarse nada, por el contrario tratar de decirlo todo y casi que al mismo tiempo. Scorsese no es diferente (por eso Thelma Schoonmaker es una pieza esencial para la cordura de su narración), dispone su ejercito y los colores su verborrea de las mafias ¿Cuál en este caso? La de los camioneros de todo Estados Unidos y así una gran pieza para disfrutar y analizar.

Ahora bien, Al Pacino suena muy bien en las marquesinas de la pieza pero no cuadra su Jimmy Hoffa en su desempeño. Sus gritos, sus movimientos, todo su rol se refiere y se hace muy cercano a Tony Montana, no estoy comparándolo con el Jimmy Hoffa de Jack Nicholson -no sé cuál sea mejor- pero todo parecería más coherente si Stephen Graham y Al Pacino hubieran intercambiaddo papeles; si querían darle más protagonismo hubieran podido tranquilamente hacer más énfasis en esta relación con Tony Pro, una rivalidad entre Detroit y Florida; igual Pacino hubiera podido asumir su posición con gallardía así como loable fue la actitud de Anna Paquin en un modesto pero protagónico personaje o el mismísimo Joe Pesci que creo hizo el papel de su carrera, sobrio, pausado, implacable, sereno, letal. No me saco la idea de que embelezados con la figura de Pacino se les olvidó alguien que hubiera funcionado mucho mejor, y en honor a los viejos buenos tiempos: Ray Liotta.

Aparte de éste que personalmente considero el único descache, y ya finalizando la entrada, no sólo para The Irishman sino para cualquier peli de Scorsese hay que prepararse bien, hay que haber dormido bien, comido bien y no haber tomado mucha agua, hay que estar alerta para todo el aluvión que se viene encima y sentarse a disfrutar sus tres horas veintinueve minutos. Tres cosas me llamaron la atención a primer golpe de vista y que están intrínsecamente relacionadas con las declaraciones de Scorsese (1) Martin Scorsese no está en contra de la tecnología, la ciencia y los desarrollos dentro del cine, filmó su peli en digital y con un despliegue de efectos especiales loquísimo para contar la historia de tres personajes durante treinta años de historia con los mismos actores, es decir, no es Christopher Nolan evangelizador del formato iMAX sino casi que es Richard Linklater y su perspicacia experimental (2) así como Linklater creo que valida otros estilos de narración cinematográfica actuales, ingeniosos y originales -no sé si me siguen pero hay muestras perceptibles de muchos autores- e.g. Wes Anderson (cuando enumera las pistolas, cuando nombra las muertes y su ficha técnica), Quentin Tarantino (con su caprichosa oda a la sangre y el «gore») seguramente cuando la revise pueda encontrar otros pero, lo que intento decir es que Scorsese armó un gremio tácito de realizadores en frente a nuestras narices (3) la más intrigante de todas, a la altura del minuto 30 de la tercera hora (2:30hrs), De Niro mira a la cámara; quedé perplejo -me alegré de tener Netflix porque podía devolverme a revisar a ver si había sido yo o qué-; repetí el minuto y sí miró a cámara, con la boca abierta continué viendo y ¡Juepuerca! Otra vez, De Niro miró a cámara por segunda vez y a la altura del minuto 33 un poco más evidente volvió a mirar; en este juego de validar técnicas y sus realizadores ¿Quién le habla a la cámara y rompe la cuarta pared? Generalmente, se hace en comedias de grandes genios como Mel Brooks o los Monty Phyton tal vez Woody Allen y de pronto un poco más serio Michael Haneke o los muchos intentos de Terry Gilliam de consumar su Quixote, no recuerdo que lo haya hecho antes ¿The Departed tal vez? ¿Bringing Out the Dead? Pudiera ser The Last Temptation of Christ pero ¿Por Qué lo haría Scorsese justo en The Irishman? Sólo se me ocurren conjeturas como que el guiño es hacia el público, nos quiere de aliados en su campaña porque seguro no tiene que ver con la validación de Deadpool (*)

* Estoy viendo el documental The Irishman In Conversation y sí, parece ser un error de De Niro y una indulgencia tanto de Scorsese como de Prieto donde sobrevive la esencia de la escena por encima del error. Y es que explican que todo el tema del CGI de ILM, para volverlos más jóvenes o más viejos, requería una concentración absurda, ya que había dos cámaras por cada actor para los efectos además de las “narrativas”; hay un chiste en el docu donde están Pesci y Scorsese hablando y Pesci dice que todo el mundo le daba órdenes de no mirar la cámara, no mires la cámara, no mires la cámara, ¡Cuál puta cámara! -respondía-, en mi época sólo había dos cámaras y ya.

Haciendo relación al CGI de ILM en el docu, Scorsese dice que hay una situación de alivio para él en cuanto no tiene que tener un actor para cuando el personaje tiene 30 años, otro para cuando tiene 50 y otro para cuando tiene 80 años, no tiene que explicar la escena, la línea, la intención, el primer actor ya lo sabe y además es un actor de primera categoría que es cambiar de moldear su eje histriónico para lograrlo. Ahora bien, a muchos actores les puede gustar el reto o no, pero es un reto. Es un personaje en sus 30’s, en sus 50’s y en sus 80’s, tienen pegadas unas marcas en la ropa y casi como en teatro tienen que darlo a entender con voz, con expresión corporal, con talento. El CGI es el nuevo maquillaje se pueden ahorrar horas y horas de maquillaje, se va a perder ese romanticismo que también tenían las pelis con efectos de «stop motion», pero va a haber una consistencia tanto del personaje como de sus rasgos a lo largo de la peli que va a ser un gran aporte de esta tecnología de ahora en adelante… Lo de las cámaras, ya se revisará… Forget ’bout it!

Nota personal: ¿Recuerdan mi juego con Richard Nixon en este blog? Al final de la entrada de The Butler está la definición «colección de interpretaciones de Richard Nixon; un personaje histórico pero shakespeariano y vil ala Richard III que se considera deforme y sensible al desprecio de su pueblo». A partir de allí se pueden ver esas interpretaciones recolectadas aquí. Hace rato no lo jugaba, tal vez porque con el paso del tiempo, Nixon ya no es un referente tan claro y se ha perdido interés en su figura a medida que Vietnam y el asesinato de JFK se va quedando olvidado. Incluso en Watchmen el presidente es Robert Redford, Nixon apenas pasa nombrado. En The Irishman, vuelve a parpadear la imagen de un Nixon, no como Richard Nixon sino el Presidente Nixon, y su responsable Jeff DeHart, prácticamente un desconocido pero si aparentemente un comediante imitador. Divertido. No sólo porque aparece en sólo dos instantes muy fugaces sino porque además lo hace de una manera muy sutil lo cual le aporta mucha gracia y agudeza al impostor 😉

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The Man Who Killed Don Quixote

Para los amantes de Terry Gilliam y que vimos ‘su documental’ Lost in La Mancha (en realidad, es un documental sobre su arte, dirigido por Keith Fulton y Louis Pepe) estamos congraciados con este mágico proyecto de Don Quijote en las manos del Maestro. Es una L.O.C.U.R.A. que un proyecto cinematográfico haya tenido tantos tropiezos y tantísimas complicaciones -y que sin embargo no sea colombiano, todo el cine colombiano es quijotesco- haya salido adelante y haya visto la luz. El tema ha obsesionado al realizador y ha hecho innumerables intentos por sacar adelante, según su visión, el largo y siempre termina descalabrado.

Esta vez, 2018, Terry Gilliam termina su pieza y lanza The Man Who Killed Don Quixote.
Keith Fulton y Louis Pepe publicarán un documental -aún en producción-, ya no en la frustración de la realización, sino en la culminación del sueño con el alcance completo llamado He Dreams of Giants.

Y si.
Este maestro que tanto adoramos. Este viejo sinvergüenza que se negó a ser estadinense por última vez. Y que en su divertido ingenio se congració con el equipo entero de la Monty Python, para ser el realizador de un par de sus largometrajes, este genio empedernido quisiera pensar que sacó adelante su visión pero que todavía sigue en la búsqueda de su Quijote ideal. Y es que esta búsqueda será infinita, por muy bien que lo haya colaborado Jonathan Pryce, su Caballero de La Mancha siempre fue Jean Rochefort, y como un alma en pena, quiero pensar también que seguirá investigando, que será su caso sin resolver y que por lo mismo estaremos dispuestos a ver más Quijotes y más documentales quijotescos sobre el tema.

¿No es acaso Qohen Leth (Christoph Waltz) en The Zero Theorem El Quijote del Futuro?
No lo es igualmente

¿The Imaginarium of Doctor Parnassus un juego de Quijotes con el Doctor Parnassus (Christopher Plummer) a la cabeza, seguido obviamente de Tom Waits, Jude Law, Johnny Depp, Colin Farrell y Heath Ledger?

¿No es su obra más hermosa, The Adventures of Baron Munchausen, una oda completa al Hidalgo?

¿Y el resto? ¿The Fisher King, Twelve Monkeys, Fear and Loathing in Las Vegas? ¿Tideland? ¿Con una pequeña protagonista embelesada con este almíbar del que estamos hablando?

Ya sabíamos que la pieza era un autorretrato y que Toby significaba Terry pero hoy gracias al paso de los años, sucedieron más actualizaciones desde el primer intento de Toby/Terry de sacar adelante este proyecto e.g. Jean Rochefort descansa en paz y cambia por Jonathan Pryce, Vanessa Paradis por Joana Ribeiro y Johnny Depp por Adam Driver. Todos O-Ka salvo Driver que lo siento incómodo y sobreactuado en el papel… Yo hubiera, personalmente, preferido seguir con Depp.

Don Quijote ad portas de la desaparición de las historias de caballería de la Edad Media, es el último de esos grandes héroes, el último cid, el ultimun campeador. Pero está viejo, su psique juega con su fortuna y su físico con su orgullo. Aunque es la definición del idealista, altruista, desinteresado, caballeroso lo es por antonomasia también del iluso, soñador, el lunático y sobresaltado. A parte de la magnitud de su obra y de su ingenio, no veo cómo mejor definir a Terry Gilliam, ese hombre que soñó en gigantes cuando todos veíamos molinos de viento.

La peli, The Man Who Killed Don Quixote, es particularmente buena, divertida, llena de figuras literarias tratando de emular al Manco de Lepanto, y creo que logra ofrecer un cándido escenario donde todas estas locuras puedan conjugarse en nuestra época. ¿Es Terry Gilliam el último de los directores quijotescos en esta época de CGI? Ciertamente, no. Christopher Nolan pareciera ser más esbelto, más diestro, más dispuesto a dar la pelea y hasta más cauto. Pero si Nolan es El Mio Cid, seguramente, sin lugar a dudas, Terry Gilliam es el Último Quijote de La Mancha.

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Isle of Dogs

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Isle of Dogs no sólo parece ser mi favorita de los Oscar -recuerden que aunque me divierte la gran ceremonia de La Academia y que he aprendido a encontrar sus ganadores como adecuados para sus patrones, me encanta encontrar el que lleva las de perder porque casualmente tiene una gran riqueza en su factura-, es el que se espera que pierda, es el que guarda secretamente el testimonio de mejor peli del año.

Y aunque su calificación no es más alta que algunas de la ceremonia, la razón es que Wes Anderson y su Grand Budapest Hotel trajo decepción y engaño iconoclasta a mi hospitalidad como fanático de su obra. No soporté más su repetición inocua de imágenes y sensaciones, de giros y líneas aburridamente citadas como copias de su propio fruto. Y lo abandoné. Pero hoy Isle of Dogs me trae más que satisfacción al ojo, me trae esperanza en un nuevo proceso creativo del autor; un proceso que renace de sus propias cenizas y considera un camino novedoso.

Una selección de actores como siempre excelente con la noticia de primer plano a Bryan Cranston en su primer papel con el director -obviamente también a Harvey Keitel o Scarlett o Frances McDormand o Greta Gerwig o F. Murray Abraham o Ken Watanabe o incluso Liev Schreiber– pero Cranston llega como actor principal, como a su vez fue Bruce Willis en Moonrise o Fiennes en el Budapest Hotel o George Clooney en Fantastic Mr. Fox. Dichas voces se esfuerzan en un dramatismo de tonos sencillos conservando el relato de una fábula infantil y llega el éxtasis cuando reconocemos la nasalidad de su actor fetiche, una vez más dando pinceladas de genialidad en sus participaciones del guión.

Me encanta la mezcla de técnicas como recursos de narración temporal (ilustraciones de xilografías clásicas japonesas cuando se refiere el pasado); de planteamientos del epílogo (otra vez con ilustraciones esta vez más clásicas de la tradición japonesa transmitiendo contexto y algo de solemnidad); recursos de texturas audiovisuales (con las líneas en alto contraste negro-verde para mostrar las cámaras de video infrarrojo o las blanco y negro ‘cuasi collage‘ para mostrar las pantallas de tele en vivo); obviamente, todas contrastadas con las fabulosas estatuillas en «stop-motion» que describen el aquí-ahora de la historia.

Hay otros picos aún más altos dentro de la pieza como Desplat en la música, Tristan Oliver en la cinematografía o todo el equipo de montaje o producción de diseño. No es más alta su calificación por los mismos estándares planteados anteriormente. Nada previene o asegura que esta no sea sino un paréntesis, una chispa volatil, un yerro que se olvide en su siguiente diatriba.

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El abrazo de la Serpiente

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Hace mucho no iba a cine y escribía una entrada. Hubiera podido hacerlo con Spectre o con Star Wars pero aunque realmente no hubo tiempo para hacerlo –de pronto lo haga posteriormente– ¿qué mejor excusa que volver para hablar de la peli de Ciro Guerra?

Finalmente, después de todo el «boom» causado por Cannes el año pasado, Ciro Guerra presentó su tercer largo en el país llamado El abrazo de la serpiente. Cannes en ese entonces lo laureaba en la categoría escogida por la Confédération Internationale des Cinémas d’Art et d’Essai, que podría ser catalogada como una de las más importantes para el cine independiente porque trata de protegerlo de la gran industria y los feroces estudios que inundaron el festival. En ese entonces las salas colombianas estaban agolpadas y mis tiempos personales no eran los mejores así que la dejamos pasar para poder ver la bellísima La Tierra y La Sombra de César Augusto Acevedo. Meses después, lo jamás logrado por película colombiana, El abrazo de la serpiente es nominada en la categoría mejor peli extranjera tanto en los Oscar como en los Spirit y otra vez las salas se llenaron –pero esta vez si la logramos–.

El abrazo de la serpiente tiene tonos míticos, basados en su anacronismo narrativo. La historia tiene orígenes claros a principios del siglo XX, en una de las últimas expediciones del etnólogo Theodor Koch-Grünberg, revive épocas alrededor de 1950 cuando el botánico Richard Evans Schultes revisa los pasos del germano y nos recrea la historia más contemporánea de Wade Davis (One River) que nos explica como tanto el etnólogo y el botánico por diferentes motivos buscan con fe ciega La Yakruna. Son tres momentos diferentes tanto en la historia como en la experiencia del espectador y sin embargo todas están unidas mediante Karamakate, un cohiuano errante que se considera un chullachaqui (cascarón vacío) que durante dos generaciones intentó ayudar al hombre blanco a conseguir la Yakruna. Su mensaje cercano a la leyenda de Plutarco, es que el hombre blanco se ha adentrado en su selva varias veces, miles de veces, para entender los secretos de la Yakruna y sin embargo se refiere a Heráclito cuando evidencia que no son varios hombres blancos sino uno solo tratando de atravesar el río pero ni el río es igual, ni ellos mismos tampoco.

El abrazo de la serpiente es un llamado a romper ciclos, durante lunas y lunas, durante años de años, durante varios movimientos mágicos del cielo, donde hemos cometido consistentemente el mismo error, repararlo requiere de nosotros no sólo disposición sino determinación para cambiar nuestros más arraigados paradigmas. El héroe de la historia es un individuo solitario pero es también un semidios donde recae el último resquicio de conocimiento del caapi de Yakruna. Es Prometeo. Su misión pareciera proteger ese saber del hombre blanco pero si algo tiene de «road-movie» esta peli es que al final de su travesía, el conocimiento del viaje es lo que lo hará trascender en su destino. La Yakruna es una rara orquídea y una planta sagrada entre los cohiuanos que les permite comunicarse entre ellos a través de kilómetros y kilómetros de selva mediante un trance de Ayahuasca. Koch-Grünberg la buscó para salvar una malaria, Schultes vió un camino más documentativo para que este conocimiento prevaleciera y logró identificar entre varias plantas que incluyen la Yakruna (Psychotria viridis) y la Chaliponga, los ingredientes con los cuales los cohiuanos arman el Caapi (Ayahuasca).

Si me preguntan quién es la persona más influyente en el cine colombiano, yo diría que Dago García y sin remordimiento si me preguntan quién es el que ha desarrollado e impulsado el incipiente negocio del cine en Colombia, vuelvo y repito Dago García. De esa labor, ha nacido un personaje tan especial como Ciro Guerra que no sólo ha esculpido la mejor de nuestras tendencias cinematográficas sino que al igual que Dago García, se permite producir piezas interesantes y aún más independientes que las suyas propias. Gracias a ambos, esperamos que esta incursión en el reconocimiento mundial de nuestro cine, no sea una anécdota sino el inicio de nuestra industria. Para bien y para mal.

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Silencio en la Tierra de los Sueños en @FICBAQ

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Tito Molina participa en el FICBAQ con una exhaustiva y minuciosa historia sobre una viuda en su diario vivir en Silencio en la Tierra de los Sueños. Molina, originario de Ecuador, logra una alianza con la productora alemana Weydemann Bros. y desarrolla un falso documental sobre esta mujer y su reciente difunto esposo.

El director y escritor, en un conversatorio al final de la cinta, nos explica que la actriz principal, Bertha Naranjo, es en realidad su madre y que de hecho la pieza comenzó en serio con la documentación de la muerte de su padre y de cómo ella lo iba asimilando; una cosa llevó a la otra y las figuras literarias, de ficción y de narrativa se fueron apropiando del guión y después de un extenso trabajo de producción, que se extendió a 18 meses de filmación, Silencio en la Tierra de los Sueños terminó volviéndose un argumental sobre la viuda, su vida en algún lugar recóndito de Ecuador y ese perro que la empieza a acompañar llenando el vacío de su eterno compañero. Molina nos presenta una pieza de profunda influencia escandinava, casi de neoexpresionismo alemán y nos fascina con su «larghetto».

La peli concursa en la categoría mejor producción iberoamericana y es una de las favoritas, gracias a su carismático tema y su absurdamente hermosa fotografía. Molina advertía que esta no era una cinta como otras, que había que dejarse llevar por la contemplación y la sensibilidad de las escenas para encontrarle ese verdadero ritmo que la hace un relato cinematográfico; sin embargo, ¿no es esta la función y nuestra búsqueda en cualquier cinta independiente? En lo particular, el requerimiento del director es un pleonasmo en un festival de cine independiente.

Por muy bonita que sea una fotografía, o muy conmovedora que sea una historia, se necesita mucho más que eso para ser una buena pieza cinematográfica; Tito Molina nos revela que Silencio en la Tierra de los Sueños fue compuesta como una sinfonía, y que de hecho en sus actos podemos encontrar, andantes, adagios y allegros narrativos lo que reafirma que el acto contemplativo que cumple el espectador no es para una pieza del séptimo arte sino, de pronto, una musical o mejor una plástica; no está mal en absoluto, es una experiencia y un experimento excelente pero de nuevo se autoaisla de las categorías en las que participa y se vuelve otra cosa. No obstante usando las mismas herramientas que nos ofrece el artista, Silencio en la Tierra de los Sueños no tiene retardantes (rallentando) o aceleradores (stringendo) de movimiento en movimiento; no es tan claro como la pieza está dividida en los andantes, adagios y allegrettos que se nos describen, a menos que sea una división increíblemente grande que da como resultado un también increíble número de pedacitos en la obra; la pieza parece ser más un gran y extenso larguetto con chispazos de andantes moderatos (soy cero especilista en el tema, y así suene como a Marcos Mundstock de Les Luthiers, todo es sacado de Wikipedia en su aparte explicativo al tempo en la música).

Así lo afirme Molina, su peli carece de los actos básicos definidos –en cualquiera que sea su orden– y más bien se asemeja a una gran y hermosa sonorización que mezcla y translapa un inicio, un planteamiento y un desenlace; más allá de las figuras cinematográficas, literarias, o musicales que su director quiso implementar, los semas se quedan cortos en la expresión de su pieza y sólo son explicados con las aclaraciones posteriores del realizador, lo cual desluce la naturaleza de la pieza donde usualmente no tenemos al creador para explicarnos sus intenciones, así estas sean reveladoras y abrumadoras.

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Inside Llewyn Davis

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Una veintena de piezas cinematográficas nos han traído Los Hermanos Coen (sin incluir sus segmentos en Paris, je t’aime y Chacun son cinéma); casi que inexorablemente, todos los años son protagonistas tanto en los Globo de Oro, como en los BAFTA’s y los Oscar, llegando así a la ridícula cifra de 89 nominaciones (20 + 36 + 33, respectivamente) y 15 galardones (3 + 6 + 6, respectivamente). El año pasado, estrenaron Inside Llewyn Davis -que está en este momento en salas- y curiosamente ha sido blanqueada sistemáticamente de las principales posiciones de estas ceremonias, cosa que llama mucho la atención.

Llewyn Davis es un autor e intérprete de «folk» que ha luchado demasiado en su vida para lograr tener éxito pero sus intentos han resultado fallidos, en parte a que el segmento musical escogido no es el más lucrativo y también porque su actitud frente a la vida, los problemas y sus sueños no han sido manejados con cabeza fría. Davis es personalizado por Oscar Isaac quien de nuevo se encuentra con Carey Mulligan (Jean) -su coestrella en Drive-; ambos establecen una trama de un triángulo amoroso que completa Justin Timberlake (Jim) como esposo de Jean (Mulligan); cayendo de casa en casa, de sofá en sofá, la vida de Davis parece un fracaso constante, agobiante por las múltiples complicaciones que le pasan y con el pensamiento de renunciar a su carrera rondando todos los días en su cabeza.

Desde que se anunciaron los cortos de la cinta, tuve un gran tedio de verla; por un lado, me daba un cierto disgusto que este par de hermanos siempre hicieran las cosas bien y calladamente quería que fallaran; lo segundo es que la música folk tampoco ha sido nunca una de mis favoritas, y respetando la importancia de las figuras de su género, sus angustiosas melodías y afligidos cantautores me generaban profunda animadversión. No obstante, apenas vi los Globo de Oro y las nominaciones de los Oscar quise entender el repudio general de todo Hollywood sobre la cinta (reforzado por su ausencia en el gremio de directores, productores, actores y escritores).

Personalmente, detesto los musicales, Inside Llewyn Davis es uno de ellos y no es muy diferente a Nine, Chicago, Les Misérables o Mamma Mia!; brutal pero cada dos escenas Isaac saca su guitarra y toca una canción, hasta Disney había superado el tema en sus largos animados. Ahora el desempeño de Isaac es avasallador y si el año pasado Hugh Jackman y Anne Hathaway, con actuaciones más deslucidas, lograron nominaciones y estatuillas es increíble que este año no haya sido nombrado; la fotografía es densa, sepiada, muy triste y Bruno Delbonnel ha sido reconocido por su intachable trabajo en las cámaras, sus encuadres y la luz; tanto Oscar Isaac -exestudiante Juilliard– y Timberlake aportan unas sendas interpretaciones de las canciones que más allá de una buena mezcla de sonido –segunda nominación– merecían reconocimiento en banda sonora original; finalmente, John Goodman, F. Murray Abraham, Garrett Hedlund sumados a Adam Driver, Alex Karpovsky, Max Casella, Robin Bartlett, Ethan Phillips redondean un universo de personajes increíbles, como siempre, muy bien recreados por el guión de estos hermanos y por su propia dirección.

La disculpa puede ser justa y perfecta para este año en particular; la competencia está muy alta y se nota en las figuras versus sus desempeños en cada categoría; no creo que haya llegado un punto chato en la carrera de Los Hermanos Coen, su promedio esta vez no alcanzó -como si en ocasiones anteriores como por ejemplo con True Grit– y por el contrario,
así no me haya gustado completamente esta Inside Llewyn Davis, reconozco que es un intento por hacer algo diferente y su manera de escribir es genial; por eso me caen también los Spirit que lograron darle tres nominaciones precisamente en actuación principal, cinematografía y mejor peli del año. El desenlace de esta historia es fascinante, maravilloso y paga perfectamente la tortura de su musical.

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The Act of Killing

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Cuando Anwar Congo y Adi Zulkadry, los protagonistas de este documental, eran jóvenes se dedicaban a vender boletas de cine en el mercado negro y con eso sobrevivían. En el año 1965 sucedían muchas cosas en Indonesia, la principal de ellas, era que después de muchas ocupaciones, lograban una independencia total y consistente de neerlandeses y japoneses, y se alzaba en el poder el Presidente Sukarno; su gobierno fue autoritario y su éxito fue el balance de los poderes opuestos del Ejercito Nacional y el Partido Comunista de Indonesia (PKI); pero después de un intento de golpe de estado por parte de los comunistas, el Estado en manos del General, y también proclamado Presidente en 1968, Suharto endureció su posición y emprendió una campaña de exterminio en contra de ellos; inmediatamente Anwar Congo y Adi Zulkadry lideraron la Pemuda Pancasila (Juventud Pancasilia), un movimiento de ultra derecha y paramilitar encargado de semejante misión.

Se habla que durante la ocupación japonesa en la Segunda Guerra Mundial, la ONU emitió un reporte que databa un millón de indonesios muertos por su causa; el gobierno de Sukarno culpó a los comunistas de medio de millón de ciudadanos que murieron dentro de su intento de golpe pero The Act of Killing nos cuenta que durante el exterminio de los comunistas y los habitantes de ascendencia china la cifra llegó a dos millones y medio, donde Anwar Congo fue responsable directo de más de cien mil individuos y fue reconocido como héroe nacional por sus atrocidades.

De las provincias de Sumatra y Timor hemos escuchado muchas historias y hemos tratado de documentar en este blog algunas de ellas, sobre todo aquellas que la propaganda capitalista occidental ha tratado de ocultar gracias a su feroz imperialismo que durante muchos años estuvo dirigido por Henry Kissinger, dirigiendo magnicidios o patrocinando masacres impresionantes como la de Timor Oriental; pero hasta Kissinger tenía un límite y se le dió con la Guerra de Vietnam cuando al no lograr una victoria clara, aconsejó al Presidente Nixon de una retirada honrosa no sin antes fulminantemente incendiar todas sus selvas con Agente Napalm.

La libertad de este pequeño paréntesis es sólo para entender que este par de agentes del mal, como lo son Anwar Congo y Adi Zulkadry, no son los únicos a los que la ONU ha escondido bajo su silencio sino que otros tan impunes como ellos también descansan (o descansaron, como Augusto Pinochet) en sus moradas -ojalá- viviendo las pesadillas de las memorias que los cautivan.

Parte de la leyenda del documental narra que su director Joshua Oppenheimer estaba documentando otros intereses en Sumatra cuando se empezó a enterar de las monstruosidades de la época del Nuevo Orden de Suharto; investigando logró toparse con Anwar Congo y seducirlo para contar frente a la cámara todas sus proezas mediante los géneros que más le gustaban del cine, como los musicales, los westerns y las pelis de Gangsters; fue entonces que se unió al proyecto Christine Cynn y un director anónimo -suponemos algún realizador indonesio que teme por su vida y quiere proteger su identidad frente a la respuesta y revelación del documento que se ha generado en el mundo entero-.

La demencia y las atrocidades que se documentan en las escenas de este filme no son aptas para todo público. Yo acostumbro a ver pelis en mi descanso de almuerzo y confieso que veo desde comedia romántica hollywoodesca hasta fuertes escenas de gore, como por ejemplo The Full Sequence de The Human Sentipede II; esta peli me pareció crudísima, asfixiante, perturbadora y en algunas ocasiones me quitó el apetito, debiendo tomar una pausa en mi comida para continuar con el hipnotizante discurso de la pieza. Obviamente, lo que más afecta es el acto de impunidad sobre todos los líderes paramilitares y perpetradores de las matanzas que desfilan como si nada frente a las cámaras; es tal su descaro que algunos de ellos sin notas de remordimiento o arrepentimiento afirman que no tienen pesar en sus conciencias porque son hombres felices que ni siquiera han sido juzgados, que la guerra define los crímenes y son los victoriosos los que definen las injusticias; desafiantes, incluso afirman que estarían dispuestos a atestiguar en una corte internacional sobre la violación de todas las leyes de la Convención de Ginebra.

La pieza es rica como documento y también como evidencia del desparpajo de estos monstruos. Los directores se encargan de documentar fielmente el discurso de las ignominiosas y escandalosas gestas de estos supuestos héroes aunque al mismo tiempo retratan la asquerosidad y brutalidad de estos personajes que se jactan de no haber cursado niveles elementales de primaria, comer como cerdos, despotricar vulgaridades cada vez que están frente a una joven de apariencia agradable y por supuesto congraciarse de que gracias a ellos se exterminaron los comunistas de su país; su sudor, su aliento, su baba y su ser hieden en la pantalla no importa que usen colonias carísimas como alegan algunos.

Es increíble ver una sociedad que ha sucumbido al miedo, que vive en paralelo con un ejercito, una policía y una fuerza paramilitar auspiciadas todas por el gobierno, las dos primeras par dictar orden, la última para ajusticiar, extorsionar y eliminar a los indeseados; en algunos momentos recordé a Kynodontas del griego Giorgos Lanthimos donde sus personajes protegiendo a sus hijos cambian el significado de las palabras y quiebran el sentido de libertad; en The Act of Killing esta sensación se da en el poder mercenario de la Pemuda Pancasila que dice y pregona que el término “gangster” viene de la raíz inglesa “free-men”, «hombres libres» y que ellos son libres y procuran la libertad; es tal el descaro de estos personajes y tan evangelizado en toda la pieza que me hicieron dudar y me tocó buscar porque contrario a lo que difunden, la palabra “gangster” se descompone en “gang“, pandilla, y el sufijo “-ster” del inglés primitivo “-stere” que significa “asociado o relativo a“; estos mafiosos son capaces de corregir una disputa en una calle así como cobrar dádivas de seguridad para que ellos mismos, de nuevo el descaro, no causen daños a sus extorsionados; no hay una suma legal, cobran por cliente y exigen que se les pague lo que piden, a lo que los extorsionados responden sin musitar palabra y con mucho mucho miedo. No es raro entonces relacionarlos con los gángsters de Coppola, Scorsese, De Palma o Sergio Leone porque si se jactan del término que los define muy seguramente han aprendido de las pelis sus maniobras y su forma de actuar.

Es muy difícil catalogar la pieza; más allá de su carácter documental, gracias a los géneros en los que se balancea su argumento, la peli puede tener tonos de western, gangster, gore, terror pero el experimento alcanzado por sus directores más o menos ala sweded de Michel Gondry en Be Kind Rewind, logra recrear todos géneros con bajísimo presupuesto y una gran carga de sarcasmo. El ejercicio se detiene cuando Anwar no puede continuar con una escena donde actúa como una víctima, se quiebra y es sobrecogido por los recuerdos, las pesadillas y su propia conciencia (sin justificarlo, el suspiro de esperanza es que ese ser que tuvimos en frente por casi dos horas tiene rasgos de ser humano y puede ser juzgado por sus crímenes con su consecuente arrepentimiento).

Muy parecido a Searching for Sugar Man, The Act of Killing está ganando todo en lo que se presenta casi que sistemáticamente; la diferencia es que contrario a la humareda divergente que generó la pieza de Malik Bendjelloul, el filme, de este par de texanos y un indonesio, tiene una posición política más clara y por supuesto un sentido de comunicación menos de explotación tratando exponer todos los hechos ocurridos en tres décadas de exterminio y masacres.

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