Si somos sinceros Joel Schumacher no es que tenga el mejor currículo en Hollywood pero, en ciertas ocasiones, logra sacar de la manga ases que lo dejan a uno como espectador boquiabierto. Mientras me sigo preparando para los Oscar de mañana me divierto analizando esta peli que tengo grabada.
Tal vez podamos tan sólo recordar sus descalabros en la franquicia de Batman, su peli más reciente en las carteleras de cine colombianas The Phantom of the Opera, la regular Bad Company o simplemente nos sentemos a pensar si Nicolas Cage lo hizo bien en su thriller 8MM; el caso es que no podemos negar que así mismo Veronica Guerin, Phone Booth o Flatliners son piezas interesantes, destacadas y hasta bien comentadas. A este último grupo quisiera agregar Falling Down de 1993. Una peli que sentimentalmente me despidió del colegio y me dió la bienvenida a la universidad.
Tan sólo unos pocos la habían visto pero sólo aquellos que la habían subrayado eran aquellos quienes posteriormente se volvieron compinches de cine en la carrera.
Lo que podría resaltar más de esta peli es sostener el peso argumental y dramático sobre los hombros de un sólo personaje y aún así lograr una peli activa, mordaz, entretenida y de mucho impacto. Digamos entonces que si Michael Douglas no hubiera inteerpretado a este personaje la peli sería muy irregular. Segundo, Douglas no sólo es creíble en su actuación y en el desarrollo psicológico del personaje (punto para Schumacher), también hacen parte de esa cruda dramatización el vestuario, el maquillaje y la cinematografía a cargo de Andrzej Bartkowiak. Pero además detrás de la música original está un gran maestro de Hollywood, James Newton Howard.
Pero ni Howard, ni Bartkowiak, ni Douglas, ni Robert Duvall, Barbara Hershey lograron que Falling Down fuera reconocida o destacada en los festivales. Para mi es una de mis favoritas y no deja de impresionarme lo efectiva que puede ser una pieza sencilla con un discurso crudo y bien desarrollado.