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Soul Kitchen

Sin llegar a decirnos mentiras o mejor para comenzar esta entrada sin decirnos mentiras, Fatih Akin, el director que recordamos por su segmento en New York, I Love You, nos trae Soul Kitchen, una comedia romantica, muy comercial que le dió buenos resultados en Venecia llevándose premio especial del jurado y premio de cinema joven. No hay que ir más lejos de allí, si nos gusta el cine frívolo, superficial y de puro entretenimiento esta peli puede gustar, aunque no necesariamente es una llave maestra que nos va a hacer pasar un rato excelente.

A diferencia de lo que nos puede ofrecer Hollywood en una comedia romantica, Soul Kitchen propone buena fotografía, buenas cámaras y una muy buena edición musical. No hay demasiada comedia física, en algunos puntos brotan chispas de buena actuación y definitivamente la historia no se extrae en dos líneas, al alemán le gusta contar cosas, se toma su tiempo y la verdad disfrutamos que lo haga. Definitivamente la narración es otra cosa, mientras Hollywood hubiera podido desarrollar dos pelis de Disney con esta historia, Akin nos cuenta una completica de principio a fin. Soul Kitchen es un restaurante incipiente en Hamburgo, lo dirige el personaje que interpreta Adam Bousdoukos quien compró el lugar, lo adecuó y se armó un sueño con su negocio. No tiene mayores problemas, vende comida congelada y sus clientes están satisfechos. Su hermano, interpretado por el reconocido Moritz Bleibtreu, acaba de salir de la cárcel y por azares del destino también trabaja en el restaurante. En el peor momento todo empieza a fallar, el excelente chef es demasiado pretencioso, su hermano es un vividor, Salud revisa su higiene y Hacienda lo suyo propio. Es menéster del espectador que vaya a ver la peli en salas saber si el restaurante sale adelante o si se hunde completamente, lo divertido es que no es evidente.

No es grandiosa pero pasa uno el rato y mi lema es que si uno le gusta el cine no puede aspirar a que todo sea drama y melodrama para que una velada sea buena. El cine es el arte del entretenimiento también y a veces necesitamos pausas activas de la cinematografía transgresora y que mejor plato que uno independiente y ligero.

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New York, I Love You

Como varias segundas partes, New York, I Love You no logró sobrepasar o si quiera llegar a la calidad de producción de su primera parte París, Je t’aime. No es sin embargo una mala peli simplemente lograr sobrellevar el discurso y colmar las expectativas de una excelente parte no siempre se logra fácilmente. En realidad, la historia del cine está repleto de segundas partes que no lograron ser y muy pocas que aportaron un punto de complemento e incluso son eslabones de terceras partes también exitosas.

Una gran diferencia es que esta segunda parte cobija una buena cantidad de directores más inexpertos, actores que quieren ser directores y aunque pueden llegar a ser más creativos y más flexibles, la experiencia de los directores de la primera parte se nota mucho en narración, estilo y continuidad. Ahora, si tomamos los segmentos de los directores más experimentados (tan sólo seis de ellos) sus propuestas fueron sosas y poco novedosas, nada que resalte y llame la atención.

El éxito fue logrado en el segmento que dirigió Shekhar Kapur de una historia de Anthony Minghella, una historia bien contada y con un giro interesante. Pero definitivamente el mejor segmento, para mí, fue el escrito y dirigido por Fatih Akin una verdadera pieza, completa, novedosa y honesta. Muy bien por el segmento de Natalie Portman trascendiendo prejuicios raciales, Jiang Wen trascendiendo prejuicios sociales y de pronto el de Joshua Marston que de los experimentados es el único que saca la cara.

Sin embargo, esperaba mucho más de esta producción, no sólo un par chispazos y un par de historias divertidas. La verdad Nueva York es una que lo transforma a uno con su belleza, su complejidad, su imaginario, su comida, su arquitectura y sus personas. Siento que la producción llegó tan sólo a explorar sus personas y desaprovechó la gran oportunidad de poder hablar de una ciudad viva, llena de recuerdos, de situaciones memorables y sobretodo una ciudad hecha de cine, excusa predilecta de Robert De Niro para sacar adelante su festival de cine en Tribeca.

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