Adventure, Animation, Auteur, Experimental, Hollywood, Indie, Internet, Miguel Vaca, Movie, Storytelling, Thriller, Vacacion, Wes Anderson

Isle of Dogs

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Isle of Dogs no sólo parece ser mi favorita de los Oscar -recuerden que aunque me divierte la gran ceremonia de La Academia y que he aprendido a encontrar sus ganadores como adecuados para sus patrones, me encanta encontrar el que lleva las de perder porque casualmente tiene una gran riqueza en su factura-, es el que se espera que pierda, es el que guarda secretamente el testimonio de mejor peli del año.

Y aunque su calificación no es más alta que algunas de la ceremonia, la razón es que Wes Anderson y su Grand Budapest Hotel trajo decepción y engaño iconoclasta a mi hospitalidad como fanático de su obra. No soporté más su repetición inocua de imágenes y sensaciones, de giros y líneas aburridamente citadas como copias de su propio fruto. Y lo abandoné. Pero hoy Isle of Dogs me trae más que satisfacción al ojo, me trae esperanza en un nuevo proceso creativo del autor; un proceso que renace de sus propias cenizas y considera un camino novedoso.

Una selección de actores como siempre excelente con la noticia de primer plano a Bryan Cranston en su primer papel con el director -obviamente también a Harvey Keitel o Scarlett o Frances McDormand o Greta Gerwig o F. Murray Abraham o Ken Watanabe o incluso Liev Schreiber– pero Cranston llega como actor principal, como a su vez fue Bruce Willis en Moonrise o Fiennes en el Budapest Hotel o George Clooney en Fantastic Mr. Fox. Dichas voces se esfuerzan en un dramatismo de tonos sencillos conservando el relato de una fábula infantil y llega el éxtasis cuando reconocemos la nasalidad de su actor fetiche, una vez más dando pinceladas de genialidad en sus participaciones del guión.

Me encanta la mezcla de técnicas como recursos de narración temporal (ilustraciones de xilografías clásicas japonesas cuando se refiere el pasado); de planteamientos del epílogo (otra vez con ilustraciones esta vez más clásicas de la tradición japonesa transmitiendo contexto y algo de solemnidad); recursos de texturas audiovisuales (con las líneas en alto contraste negro-verde para mostrar las cámaras de video infrarrojo o las blanco y negro ‘cuasi collage‘ para mostrar las pantallas de tele en vivo); obviamente, todas contrastadas con las fabulosas estatuillas en «stop-motion» que describen el aquí-ahora de la historia.

Hay otros picos aún más altos dentro de la pieza como Desplat en la música, Tristan Oliver en la cinematografía o todo el equipo de montaje o producción de diseño. No es más alta su calificación por los mismos estándares planteados anteriormente. Nada previene o asegura que esta no sea sino un paréntesis, una chispa volatil, un yerro que se olvide en su siguiente diatriba.

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Three Billboards Outside Ebbing, Missouri

Ya muy pocas veces logro ir a una sala a ver una peli. Las pocas veces que voy trato de que sea algo sin pierde y, me explico, aprovechar el momento para disfrutar una cinta sin exigirle demasiado. Termino yendo a ver las de súper-héroes (que me ha ido realmente bien evitando Marvel) o muy contaditas ocasiones cuando termino analizando las particularidades, probabilidades y variables de una cinta en especial.

Bueno, así logré ir a Blade Runner 2049 del, para mi ya magnánimo, Denis Villeneuve y hoy conquisté Three Billboards Outside Ebbing, MissouriThree Billboards como se le conoce en el medio para acortar un poco el nombre) del señor Martin McDonagh, del cual también soy súper fanático –no olvidemos, o mejor, tengamos en mente In Bruges o Seven Psychopaths–.

Nominada por guión original –no está basada en ningún hecho de la vida real o artículo de prensa directamente–, de plano sabemos que nada está definido al final de la historia y que todo puede pasar.

Three Billboards tiene todo lo que siempre me ha llamado la atención del autor y realizador irlandés. Es una historia llena de drama muy bien manejado y desarrollado. Tiene una gran dosis de humor, respaldado por un reparto increíble. Una gran dosis de asco, terror y suspenso. Y una gran dosis de resarcimiento en la redención de encontrar y reencontrar el verdadero sentido de la vida. Nótese que no he hablado hasta ahora de Sam Rockwell que por delante de Frances McDormand y de Woody Harrelson, desarrolló un personaje rico, complejo que lejos de lo impecable, la manera cómo McDonagh lo manejó, lo hacen sublime, hacen que no sólo obviamente la boleta haya valido la pena, sino que subraya/aprueba el reconocimiento de La Academia por Su Oscar y definitivamente gratifican a los que hemos seguido su carrera desde el Lado B del antagonismo y los roles poco convencionales.

Darle diez estrellas me obligarían a hacer una reseña más completa, pero como decía en mi Twitter …la mejor hasta ahora es #ThreeBillboards a todo nivel. Guión, trama, personajes, desarrollo, música excelentes… Tal vez lo más regular, siendo genial, es la fotografía. Eso podría encapsular que creo que es suficiente con darle una oportunidad en una sala de cine y disfrutar el momento.
Three Billboards, Tres afiches:



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Promised Land

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El director de Promised Land es Gus Van Sant, reconocido por su visión intimista, reflexiva y humanista en sus piezas cinematográficas. Esta cinta no es traicionera a su estilo pero si tiene algo diferente y es que es contraria al sentido lineal con el que Van Sant ha venido manejando piezas como Last Days, Milk, la misma Elephant o incluso Restless. La linealidad no necesariamente es a nivel narrativo porque Van Sant a veces tiene esas libertades pero no es a lo que me refiero, lo que quiero decir es que en la medida que uno va observando una peli del director, el perfil psicológico de los personajes se va exponiendo poco a poco, como un individuo introvertido que se va quitando capa tras capa. Ese es un esquema, otro es donde el héroe determinadamente va camino a su odisea y la cumple.

En Promised Land hace un planteamiento muy inteligente y rápido de la trama pero poco a poco se van descubriendo nuevas urdimbres y a medida que se van desenredando, van apareciendo más. Pareciera un esbozo demasiado complejo pero lo bonito del asunto es que sigue siendo sencillo, tal como cualquier peli de Van Sant. Es diferente a todas porque uno no puede apostar a ninguna resolución porque la mina y la destruye.

Matt Damon vuelve a hacer equipo con el realizador para interpretar a Steve Butler, un campesino oriundo Iowa en lo profundo del medio oeste norteamericano, que estudió negocios y se vinculo a la multinacional Global Crosspower Solutions. Esta corporación se encarga de hacer perforaciones en suelos estudiados en busca de yacimientos de gas y Butler es responsable de que en los pueblos se firmen los contratos y se saque el mejor provecho sobre las tierras explotadas. La trama se plantea en un pueblito de Pensilvania donde Butler y su equipo (Frances McDormand) llegan a vender dichos contratos. Tienen un modus operandi establecido, han logrado que el 60% del pueblo los firme, tienen a los políticos ganados pero un sector de los vecinos, liderados por Hal Holbrook, un viejo ingeniero del MIT y ahora maestro de la secundaria local se opone al proyecto. A esto se suma la llegada de un ambientalista interpretado por John Krasinski que le sube el fuego a la confrontación.

La historia es interesante porque en algún momento uno entiende que el personaje de Damon es el malo del paseo, pero es la persona con la que uno empezó la historia, entonces cuando por ejemplo se insinúa con Rosemarie DeWitt, uno le hace fuerza, uno espera que todo le salga bien y uno cree en que su discurso es una salvación para todos en el municipio. Además Krasinski así sea un verde ecologista, cae mal. Mi tema además con Krasinski es personal desde que supe que se casó con Emily Blunt. Lo odio. No lo puedo ver en pantalla jejeje 😉

Promised Land me gustó por su fuerte contenido político. No es la historia melodrmática de Van Sant sino es una exploración un poco más social de lo que viene sucediendo con estas corporaciones en Estados Unidos -recomiendo ver el documental The Last Mountain dirigido por Bill Haney-.

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This Must Be the Place

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La primera vez que supe de esta peli fue en el festival de Cannes; aunque no ganó nada del listado de los importantes, si se llevó el Prix du Jury Œcuménique, concursó por la Palma de Oro y quise verla de inmediato.

This Must Be the Place escrita y dirigida por Paolo Sorrentino no fue una pieza fácil de asimilar. El corto-avance nos atrapa con la extravagancia de Sean Penn en un papel que difícilmente se clasificaría dentro de lo usual que el actor nos presentaría. Penn interpreta a Cheyenne, una estrella de Rock que vive de sus regalías en la madurez de sus años. No se dedica más a la música y por el contrario se siente su repulsión hacia la profesión que alguna vez le dio fama y fortuna. Con una apariencia gótica y un garbo erosionado por el peso de su conciencia, no sabemos mucho más que el conflicto interno que le sobrellevó acarrear con la culpa de la muerte de uno de sus fanáticos.

Cheyenne mantiene una relación estable con su esposa (Frances McDormand), con la hermana del susodicho difunto (Eve Hewson) y esa es su vida. Se confina en una mansión de Dublín más que nada intentano aislarse de su vida rockera pero sobre todo para visitar frecuentemente a los familiares del joven fallecido y poder entablar una relación con ellos para así poder liberar sus cargas. Es entonces que aprovecha una oportunidad que le da la vida de volver a ver a su padre en el lecho de muerte. Viaja a Estados Unidos con el infortunio de no alcanzar a verlo con vida. Mordecai Midler (Judd Hirsch) un cazador de nazis y amigo de su padre le cuenta que su gran anhelo fue capturar al oficial nazi que lo torturó toda su vida con el recuerdo de su experiencia en El Holocausto pero que nunca obtuvo su justicia. Su viaje familiar se vuelve entonces un road trip en busca de este nazi donde las oportunidades se las va brindando el mismo camino a medida que avanza y la dirección del destino que abraza.

La fotografía de Luca Bigazzi es hermosa en tonos y cámaras. Las locaciones de Dublín, Nueva York, todos los pueblitos hasta llegar a Nuevo México y de vuelta hasta Michigan son escogidos con un voraz apetito lleno de texturas, colores y encuadres. Es realmente un placer sentarse a ver esta pieza. Además logra aprovechar con planos muy cerrados la humanidad de Cheyenne y todos los que lo rodean, conquista un nivel de descripción de humanidad inusitado. La caza del nazi es la disculpa de Sorrentino para mostrarnos el gran desenvolvimiento, la aventura hacia el crecimiento y el desarrollo personal de Cheyenne. Cada uno de los viajeros en esta odisea le ofrecen una alternativa de vida y una luz en su oscuridad. El decrépito y decadente rockero se ha aferrado a su cruz con tanto ahínco que su modus vivendi es ridículo y pasado de moda. Su itinerario de iluminación lo inspira, lo salva y nosotros quedamos boquiabiertos con la lección de actuación que Penn nos ofrece frente a nuestros ojos. De principio a fin, esta metamorfosis, cumple su función sin una sola acción de remordimiento lo que también se vuelve una gran lección para nosotros. La venganza tan evidente al principio fue el camino hacia el conocimiento del perdón y de su verdadera madurez.

Tengo amigos que les encantó esta cinta -y que de paso podemos incluir en el ciclo de Rafa Puyana, que incluso la adoró-. Como les decía tuve que darle muchas oportunidades a la historia porque no lograba conectarme con la trama pero no puedo negar su calidad o su carisma. La peli me pareció un poco lenta pero el duelo final se me hizo que estuvo muy bien logrado y que merece una gran venia por haber podido desarrollar el desenlace de la historia de una manera tan sencilla pero firme. La primera vez que intenté verla, compré un disco en Amazon, una versión de lujo que llegó completamente destrozada, casi hecha polvo. Esperé un tiempo por su arribo a cartelera pero obviamente nunca llegó. Amazon se ofreció a cambiarla pero de todas formas venía con una limitante de zona que no me permite verla con mis dispositivos. Toda esta retahíla de acontecimientos para comentarles que mi experiencia empezó mal mucho antes de comenzar a ver la peli pero que recomiendo mucho, a pesar de todo. Tal vez la historia es un poco forzada y se tomó demasiadas libertades, tal vez el planteamiento es bastante desordenado y no vale la pena tantos giros en la trama pero la moraleja es bonita y el sentido es final reconfortante.

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Moonrise Kingdom

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Por fin llegó a nuestra cartelera comercial la peli indie más esperada del año, Moonrise Kingdom de Wes Anderson. Lanzada oficialmente en Cannes del año pasado y estrenada en Estados Unidos en junio, desde la primera vez que vimos su corto hemos estado aguardando por su llegada casi un año -a decir verdad, yo hice mi pedido en Amazon a principios de noviembre previendo que de pronto no la trajeran como sucedió con Fantastic Mr. Fox y el disco llegó mucho antes de su estreno en salas, sin embargo, sabiendo que se aproximaba su proyección, perseveré hasta que por fin la vi anoche-.

Hay muchas formas de observar esta pieza; esta entrada -que se refiere a la primera vez que la vi- se centra en la bella artesanía que nos deslumbra al ser proyectada. Una gran artesanía en la cual intervienen muchas personalidades importantes en la industria de Hollywood. El primero sin duda debe ser su compañero -casi hermano- Robert D. Yeoman. Un cinematógrafo que lo ha acompañado desde Bottle Rocket y que ha interpretado su visión de una forma tan simbiótica que encontramos en cada cuadro desde su ópera prima una rúbrica de este magnífico equipo. Cuando la cinta empieza, los colores saturados, cálidos y estridentes combinados con esos movimientos específicos de cámara sentimos una estética de belleza cercana y reconocible, la del universo del realizador. Tal vez la calidad de la producción, la temática o la agenda misma lo apartó por un instante de Anderson en Fantastic Mr. Fox pero -si me permiten la cacofonía- es fantástico tenerlo de vuelta.

Sabemos que Anderson es por excelencia y naturaleza un contador de historias, un escritor-director que ha logrado hacerse a una posición prestigiosa desde la independencia de sus creaciones. Pero nunca ha estado solo en el equipo de escritura, su pareja más notable ha sido hasta ahora para mí Owen Wilson pero también lo han acompañado Jason Schwartzman, Noah Baumbach y Roman Coppola. Al igual que Yeoman, Coppola se apartó desde The Darjeeling Limited y volvió para escribir esta hermosa historia. Hermosa y de doble filo. La historia se basa en la relación de dos jóvenes doceañeros que huyen de sus hogares por inconformidad y desatención. Suzy (Kara Hayward) es introvertida, entusiasta de la literatura y la música, Sam (Jared Gilman) es campista Khaki del Campamento Ivanhoe. Ambos se recluyen por consentimiento mutuo en una ensenada que nombran como Moonrise Kingdom. Sin embargo, y a pesar de que la policía, los otros campistas y los padres de Suzy, los encuentran, en el poco tiempo que pasan solos hay serias alegorías sexuales que son muy interesantes -mi favorita por supuesto son los aretes de anzuelo que Sam le regala a Suzy y que para ponérselos literalmente tiene que romperse las orejas, delineando un fino hilo de sangre por su cuello; una alusión poética al quebranto de la inocencia o un poco más profundo a la pérdida de la virginidad-. Los diálogos forzados en un tono adulto y las figuras que acabamos de nombrar hacen pensar de pronto que los niños no son tan niños y que son instrumentos de una fábula para poder contar una historia de amor. En teoría, Moonrise Kingdom está basada en las experiencias propias del joven Anderson relacionadas con su primer amor pero eso no significa necesariamente que haya sido en su niñez; el director se refiere a ella como una buena base de la historia real pero que es poco acertada a medida que se desarrolla la trama.

Moonrise Kingdom demuestra que Wes Anderson realiza, produce y desarrolla el casi extinto cine de autor. Un cine donde se dirigen actores, se cocinan experiencias y se dirige una orquesta cinematográfica. La última parte de la triada que define su estilo una vez estuvo ocupada por Mark Mothersbaugh pero el ex-Devo dejó un gran vacío cuando en The Darjeeling Limited no hubo partitura original. De ahí en adelante, la silla la llenó el maestro Alexandre Desplat que al igual que Mothersbaugh fue capaz de ambientar escenas de forma emotiva dentro de un ecosistema muy personal del autor sin llegar a las salidas fáciles e iconoclastas que de pronto llegamos a percibir en otros autores como Tarantino, Woody Allen o incluso Almodóvar. Para los ex-refousianos, esta cinta en particular puede llegar muy profundo al corazón cuando se entrañan las clases de apreciación musical con Monsieur Jeangros o la relación directa con el Carnaval de los Animales de Camille Saint-Saëns -la pieza Pianistes interpretada magistralmente por Leonard Bernstein la usamos en El Colegio como base de una presentación final de todo nuestro curso en segundo de primaria-.

No puedo realmente afirmar que Moonrise Kingdom sea mi peli favorita de Anderson. Sigo pensando que The Royal Tenenbaums es su gran obra maestra y que tanto The Darjeeling Limited como The Life Aquatic with Steve Zissou estuvieron cerca de sus talones pero lejos de su excelencia. Moonrise Kingdom es una gran cinta que mejora cada vez que uno la ve y con el tiempo se me hará entrañable, pero eso no lo supe sino hasta que la ví y por eso sería imperdonable que nos la perdamos en salas. En si misma es una serpiente de Ouroboros que se alimenta de cada una de las pelis en el portafolio de Anderson. La presentación, los escenarios y el discurso/apariencia de Bob Balaban son inspirados en Steve Zissou, Suzy es Margot Tenenbaum, Sam es un joven Max Fischer que en vez de clubes tiene insignias pegadas a su uniforme, y en su temática el sentimiento de orfandad (o por lo menos ausencia de figuras paternas) fue tomado de The Darjeeling Limited así como el sentido fabulista para poder contar una historia -de nuevo- no necesariamente para niños fue aprendido de Mr. Fox.

La pieza empieza a recoger sus frutos cuando los principales gremios de Hollywood la empiezan a colocar como punto de referencia. Edward Norton, Tilda Swinton, Frances McDormand y obviamente Bill Murray su actor fetiche conforman el reparto, pero es Bruce Willis quien empieza “a robarse el show” cuando es nominado en los Spirit de este año.

Valga la pena nombrar, así sea al final, a Eric Anderson, hermano del autor, que siempre lo ha acompañado en el arte de sus pelis y en las portadas que Criterion Collection redita de sus piezas así como los seis artistas que fueron encomendados para desarrollar los libros ficticios de Suzy; David Hyde Costello para «Shelly and The Secret Universe», Juman Malouf (su novia actual) para «The Francine Odysseys», Sandro Kopp para «The Girl from Jupiter», Collider para «Disappearance of the 6th Grade», Andrea Dopaso para «The Light of Seven Matchsticks» y Kevin Hooyman para «The Return of Auntie Lorraine».

Nota personal. ¿Qué opinan de la Futura en la cinta? Todas las pelis de Anderson manejan de forma acuciosa letras de la familia tipográfica Futura en todos los avisos, piezas impresas o referencias gráficas, sin embargo, aquí en Moonrise Kingdom no sólo aparece muy de vez en cuando sino que se hacen referencias a otras fuentes tipográficas igual predominando dos o tres fuentes, ¿cuál es su teoría?

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Madagascar 3: Europe’s Most Wanted

Se está volviendo repetitivo pero cada vez que Bryan Cranston escoge un proyecto este resulta ser una pieza sobresaliente. Toda regla tiene su excepción y afirmar que Larry Crowne podría no convencernos con sus calidades cinematográficas o por lo menos con lo destacado de la pieza en general, no estaría de más pero el resto sea TV con Breaking Bad o Robot Chicken pasando por el cine con pequeñas apariciones en Little Miss Sunshine o Drive sobrepasan la norma y se vuelven realmente pedazos bastos y gruesos de la historia de la cinematografía contemporanea.

Su capacidad para desarrollar personajes antagónicos pudiera estar cuajando una serie de cualidades en su desempeño como actor que le están posibilitando cada vez más posicionar sus roles en prioridades más altas dentro de las cintas en las que ha venido participando últimamente. Aquí en Madagascar 3: Europe’s Most Wanted siendo Vitaly, el Gran Tigre Sovietico es un incrédulo del liderazgo de Alex; o Vilos Cohaagen en Total Recall, su siguiente gran papel, en el relanzamiento de una de las pelis que más disfruté a finales del los 80’s. Su caracterización puede ser oscura, llena de amargura o soledad, temblorosa, lisonjera o a veces zalamera pero siempre con la posibilidad de voltear las cartas y convertirse en un ser lleno de poder y maldad. Este tipo de giros simplemente le fascinan y es cuando sus personajes se vuelven más peligrosos, más escalofriantes (tres Emmys consecutivos como mejor actor dramático apoyan mi versión). Cuando se trata de voces Cranston es además un actor bastante experimentado. Ha trabajado en The Simpsons, American Dad! Family Guy y recientemente en The Cleveland Show. Todos son programas de TV que están lejos de ser corrientes, por el contrario, están cargados de contenidos fuertes, llenos de sátira y sarcasmo.

El ecléctico Cranston es una parte de las grandes caracterizaciones en esta cinta pero obviamente también están sus protagonistas Ben Stiller, Chris Rock, David Schwimmer y Jada Pinkett Smith. Además son súper importantes Sacha Baron Cohen, Cedric the Entertainer, Andy Richter, Tom McGrath (quien también es su director) y Chris Miller que entre lemures y pingüinos nos han hecho una velada muy pintoresca en todas las salidas de la franquicia. La reseña no estaría completa en absoluto si no habláramos del maestro Hans Zimmer que desde la primera parte nos enloquece con sus arreglos musicales. En la cinta, la aventura y la geografía se sienten identificadas con cada una de sus partituras siendo tal vez la más obvia los arreglos de fondo de Vitaly y su bolchevique melancólico variando una versión del Acorazado Potemkim (Bronenosets Potyomkin).

Finalmente, el espectador se divierte mucho con Madagascar 3.

Se puede afirmar que la cinta es una compilación de grandes talentos donde todos aportan su granito de arena. Martin Short, Jessica Chastain el mismo Cranston o incluso Frances McDormand son geniales cada uno en lo suyo pero quisiera reconocer una gran figura -sin demeritar el gran trabajo de estos actores-, como lo es Noah Baumbach. Gran escritor y llave de Wes Anderson en varios de sus proyectos (The Life Aquatic with Steve Zissou, Fantastic Mr. Fox, Moonrise Kingdom), así como sorprendentes piezas que él mismo escribió-dirigió como The Squid and the Whale o Greenberg. Seguramente McGrath hubiera logrado una versión ordinaria y destacada en taquilla con cualquier equipo de escritura pero Baumbach sin duda le aportó mucha empatía a todos los personajes, gracia y mucha emotividad, logrando incluso que esta tercera parte de la saga sobrepasara en taquilla en Estados Unidos el pasado fin de semana a The Avengers.

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Moonrise Kingdom

Definitivamente uno de mis directores favoritos contemporáneos es Wes Anderson. Dedicado como muchos a la escritura y realización de sus propios filmes, Anderson no sólo ha logrado establecer un estilo característico en Hollywood sino que su carácter independiente ha ayudado a que otros directores de la misma corriente como Noah Baumbach o Roman Coppola, se junten en este emotivo movimiento de hacer cine muy introspectivo y de una calidez evidente.

Anderson ha establecido un espacio de vendimia de los años 70’s a través de su fotografía, su música, sus historias, con una naturaleza impecable y estableciendo un equipo de trabajo muy sólido a todo nivel. De esa forma su reparto lo encabeza su actor fetiche Bill Murray, Jason Schwartzman, Willem Dafoe u Owen Wilson -quien a veces incluso pertenece al equipo de escritura-, Robert D. Yeoman en la cinematografía, Alexandre Desplat y Mark Mothersbaugh (Devo), así como Dylan Tichenor en montaje, que vuelve al equipo después de trabajar con el director en The Royal Tenenbaums.

Moonrise Kingdom es una grata sorpresa en nuestras recientes noticias del cine. El director ha estado en boga gracias a varios proyectos que le han ofrecido, más a nivel comercial, y satisfactoriamente se dirigió hacia otro proyecto original, más de su estilo y con la honestidad de su trabajo sin decaer en lo iconoclasta o repetido. Ahora bien el reparto es absolutamente refrescante ¿qué tal las aparicienos de Bruce Willis, Edward Norton o Harvey Keitel?

Kara Hayward (Suzy)
Jared Gilman (Sam)
Bruce Willis
Edward Norton
Tilda Swinton
Bill Murray
Frances McDormand
Jason Schwartzman
Harvey Keitel

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San Sebastián 2011

por Diego Taborda

Esta es la primera vez que hago un reporte del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. En realidad, es un festival extraño porque es un evento importante, reconocido, con amplia tradición pero que igual sólo tiene siete reconocimientos a saber: Concha de Oro para mejor filme, Premio Especial de Jurado, Concha de Plata para mejor director, Concha de Plata para mejor actriz, Concha de Plata para mejor actor, Premio del Jurado para mejor cinematografía, Premio del Jurado para mejor guión y Premio del Jurado para cualquier otro aspecto técnico o artístico considerado por el jurado como sobresaliente.

Hace parte de los festivales asociados a la FIAPF (Fédération Internationale des Associations de Producteurs de Films) y este año tuvo como integrantes del jurado a Frances McDormand, como cabeza, y al lado de ella Guillermo Arriaga, Álex de la Iglesia, Ben Hamer, Bai Ling, Sophie Maintigneaux y Sophie Okonedo. El pasado sábado se celebró la entrega de premios y estos fueron los reconocimientos oficiales:

  • Concha de Oro para mejor filme
  • Los pasos dobles dirigida por Isaki Lacuesta (España – Suiza)

  • Premio Especial de Jurado
  • Le skylab dirigida por Julie Delpy (Francia)

  • Concha de Plata para mejor director
  • Filipos Tsitos por Adikos Kosmos (Grecia)

  • Concha de Plata para mejor actriz
  • María León por La voz dormida dirigida por Benito Zambrano (España)

  • Concha de Plata para mejor actor
  • Antonis Kafetzopoulos por Adikos Kosmos dirigida por Filipos Tsitos (Grecia)

  • Premio del Jurado para mejor cinematografía
  • Ulf Brantås por Happy End dirigida por Björn Runge (Suecia)

  • Premio del Jurado para mejor guión
  • Hirokazu Kore-eda por Kiseki dirigida también Hirokazu Kore-eda (Japón)

  • Premio TVE Otra Mirada Award
  • Asghar Farhadi por Jodaeiye Nader az Simin (Irán)

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This Must Be the Place

En Cannes, como habíamos dicho en la entrada de Michael de Schleinzer, la calidad actoral de las piezas estuvo muy por encima de muchas otras versiones, se decía que la actuación de los niños era impresionante pero este corto de Paolo Sorrentino nos demuestra que Sean Penn podría estar buscando su tercera estatuilla dorada.

Básicamente, This Must Be the Place es una peli de viaje o «road movie» sobre una vieja estrella del rock que se ve envuelto en la aventura de buscar un criminal nazi refugiado en los Estados Unidos, porque su padre moribundo no lo pudo encontrar en toda su vida. La aventura involucra a Frances McDormand, Judd Hirsch y Kerry Condon. De Sorrentino nos trajeron Il divo que fue una peli costumbrista sobre un primer ministro italiano y su forma de gobernar. Esta apunta a ser una historia completamente diferente llena de la emotividad característica del realizador. Le preguntaban a Penn que si se había inspirado en Ozzy Osbourne o alguna estrella de rock conocida y negó rotundamente el juicio, su referencia siempre fue Sorrentino de quien dice es una persona extremadamente creativa y que siempre le supo indicar que era lo que esperaba del personaje.

Sean Penn (Cheyenne)
Frances McDormand (Jane)
Judd Hirsch (Mordecai Midler)
Eve Hewson (Mary)
Kerry Condon (Rachel)
Harry Dean Stanton (Robert Plath)

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Miller’s Crossing

Revisando los clásicos me topé con Miller’s Crossing, una peli de Los Hermanos Coen trabajando en equipo más que en dupla. Me explico. Los Coen se dividían en el pasado sus responsabilidades de una forma muy diferente a como lo hacen hoy en día, mientras los dos trabajaban en el guión, Joel se dedicaba a la dirección, mientras Ethan a la producción. Pronto empezaron a llegar los premios por sus guiones en conjunto y todo se volvió más homogéneo donde ambos escribían, dirigían y producían sus pelis como lo hacen actualmente.

Dicen que los grandes pintores de principios del siglo pasado, aquellos involucrados en las vanguardias del cubismo, el surrealismo, el impresionismo y el resto de «ismos», tuvieron una academia fuerte en su formación artística, así como se recuerda a Pablo Picasso por sus deformes personajes también se le alaba esa época impecable de absoluto realismo a finales del siglo XIX. Miller’s Crossing no es sólo el primer guiño que le hace Hollywood a este par de jóvenes cineastas, Raising Arizona, su proyecto previo, develó la capacidad de sus líneas y lo alocado de sus historias, además de la capacidad de romper taquillas, Miller’s Crossing es una historia de gangsters ubicados temporalmente a principios del siglo XX narrada de una forma impecable con el más fino ejercicio del clasicismo de la cinematografía y el montaje. San Sebastían nombró a Joel como mejor director mientras Yubari y el mismo Hollywood lo nominaron y apuntaron sus ojos a su material para ponerlo claramente en el horizonte de su industria.

Por lo tanto, la primera gran diferencia entre Miller’s Crossing y Raising Arizona o incluso Blood Simple es el asombroso reparto encabezado por Gabriel Byrne, Marcia Gay Harden y John Turturro, complementados por Jon Polito, Steve Buscemi, Mike Starr, Michael Badalucco y el gran Albert Finney (obviamente, así permanezca sin crédito, la aparición fugaz de Frances McDormand confirmaba desde 1990 que ya era su actriz fetiche que ya había actuado en Blood Simple y en Raising Arizona y que siguió trabajando con los hermanos durante tres o cuatro proyectos más).

Yo recomiendo esta peli por la fotografía y las cámaras de Barry Sonnenfeld querido director de cine que ya había trabajado con Los Coen en las dos pelis anteriores y que siguió formándose en Hollywood como cinematógrafo hasta la hermosa Misery. En esta peli hay un delicado sentido del encuadre y la narración con sus planos que sumados a la fotografía de color ámbar dan una sensación añeja a la peli, muy melancólica y de hecho es lo que hace más clásico este proyecto.

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