En 1999 Werner Herzog realiza el documental Mein liebster Feind – Klaus Kinski, un homenaje a su actor fetiche y su última peli en alemán. Después fue adoptado por Toronto y su Festival de Cine para unirse a la industria y empezar a desarrollar un gran número de piezas cinematográficas, entre muchas más Grizzly Man, Rescue Dawn, The Bad Lieutenant, Cave of Forgotten Dreams. Para el amante de Herzog esta movida fue lo más importante que hizo el director a finales de los 90’s, porque consiguió un buen balance en el número de producciones y la industria le permitió seguir siendo honesto con su estilo. Otra hubiera sido la historia si Hollywood lo hubiera cobijado.
Dedicado mayormente a documentales, Into the Abyss pertenece a ese paradigma. Está estructurado como un método científico en un prólogo donde plantea su hipótesis, cinco capítulos donde desarrolla su idea y un epílogo donde concluye. Into the Abyss, A Tale of Death, a Tale of Life es una postura sincera de Herzog en contra de la pena de muerte. En su prólogo presenta a Michael James Perry y es claro en decirle que su simpatía/antipatía hacia él es independiente a su sensación de que lo que está sucediendo es completamente inadmisible y que está en contra de la pena capital.
Perry y su cómplice Jason Burkett son responsables de tres muertes causadas por el robo de un Camaro rojo en el medio oeste estadounidense. Perry le echa la culpa a Burkett, Burkett a Perry, la policía a ambos y los familiares que ciegos en su dolor no quieren saber de culpables, quieren ver morir a alguien en su sed de venganza. Mientras se nos presenta el caso, las escenas son ambientadas con cuerdas y una partitura realmente espeluznante para dejarnos sin aliento al finalizar su primer capítulo The Crime donde el sinsabor es la cuestión que nos deja rondando en la cabeza de porqué podría existir la posibilidad de un crimen como estos. Los siguientes capítulos The Dark Side of Conroe, Time and Emptiness y A Glimmer of Hope se expone la poca educación de los texanos, su profundo fanatismo religioso y la putrefacción social donde los ciudadanos del común se ven envueltos en crímenes y delitos dentro de su rutina diaria.
Antes de cerrar su caso Herzog nos deja muy claro que el problema es la falta de educación en Texas, lo ignorantes que son sus ciudadanos y la gran incapacidad del estado texano para resolverlo. Su frustración toma el camino más fácil y exhorta a las víctimas al odio, la introspección y la venganza. Y lo redondea en su capítulo Protocol of Death donde describe las acciones en un proceso de ejecución y como un capitán de la policía, encargado de ejecutar la pena sobre varios reos se sintió incapaz de continuar sus labores, renunciando incluso a su pensión. Los familiares de las víctimas enceguecidas y llenas de odio liberaban sus culpas frente a un hombre que las perdonaba en el cadalso. Dichas palabras retumbarían en sus mentes por lo irracional de su sentido, “…porqué me perdona ese asesino” y carcomerían su conciencia posteriormente.
En el epílogo, suceden varios eventos desconcertantes. El primero es que un padre llora frente al jurado, suplica por la vida de su hijo y este es condenado a cadena perpetua, su cómplice igualmente responsable no tiene un padre que llore por él y es condenado a muerte. El sistema no puede lidiar con la ignorancia de sus ciudadanos y en vez de enfrentar el problema toma la salida más fácil sacándolos mecánicamente de la ecuación y los que estén en contra son chantajeados como el caso del capitán de policía que fue forzado a seguir en su trabajo a costa de su pensión o manipulados como los familiares cuyas morales son retorcidas para que acepten la condena a manera de venganza. Sea cual fuere el caso Herzog explora lo que para mi son juguetes rotos. Seres humanos vacíos, desconsolados que se sientan a detallar una fotografía, que enmarcan una camiseta, que esquivan la realidad observando o pájaros.
Si cuando una sociedad encuentra que la única solución para sus problemas son las cárceles o sus instituciones mentales Jacque Fresco (Future by Design, Zeitgeist) afirma que esa posición es estar lejos de la civilización, Herzog declara que la pena capital para todas las partes es una abominación que destruye conciencias y entidades, obvio más allá de tomar la vida de una persona sádicamente -recuerden que los condenados al camino de la muerte pierden sus motivaciones, su energía y su mente les juega una tortura con esa cuenta regresiva que no escapa de sus pensamientos.