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Holy Motors

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Holy Motors no se si es del todo buena o del todo interesante pero digamos que no es una peli convencional, como nada hasta ahora en el portafolio que le conocemos a Leos Carax; ya lo habíamos notado en ‘Merde‘ su segmento de Tokyo!.

Carax hace su aparición al principio de la cinta como una entidad que despierta de un sueño y tiene la pulsión de abrir una puerta escondida detrás del papel tapiz, cuya cerradura cuadra perfectamente con su dedo. La puerta abre un mundo nuevo de opciones, emociones y sensaciones. Dichas opciones son escenarios del mundo del cine donde uno de sus personajes, el Señor Oscar, vive de historia en historia el libreto de su vida. Esto se hace más evidente cuando el Señor Oscar empieza a interpretar al Señor Merde del segmento mismo de Tokyo! -ahora entender la crítica que le hace a la industria en Hollywood implica un par de revisiones posteriores; no es coincidencia que la empresa que conduce a los personajes sea Holy-Motors y que el protagonista se llame Oscar cuya relación directa es la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood; tal vez la premisa más segura sea decir que Carax quiere describir a Hollywood como un negocio fatuo, donde todo se recicla, nada existe por su realidad y nadie tiene valor por su esencia-.

Las capas son numerosas al igual que las metáforas y tropos cinematográficos. El director está casado con su arte -el dedo con el que abre la puerta Carax es el anular y la cerradura es su argolla-. La esencia de un personaje es la unión de todos los papeles de su actor a través de toda su vida como artista. El director es una voz omnipotente que dicta las sentencias de cada escenario y cada rol pero es lo suficiente alejado como para no volverse protagonista y permitir que ese nicho que ha creado tome vida. Y, la última que se me ocurre pero segurísimo hay más, es que los personajes sienten al máximo pero en realidad no tienen límites o necesidades físicas, no comen, no van al baño y su relación con otros personajes le compete solamente a esa nube de sensaciones expresada en cada acto.

Hablando de premios y críticas, muchos afirman que Denis Lavant debió haber sido nominado al Oscar por su desempeño como actor principal. Aunque la actuación sobre el personaje del Señor Oscar es impresionante, en esta ocasión si estoy de acuerdo con La Academia, en cuanto a que el virtuosismo no necesariamente es signo de calidad en una pieza. Lavant se mantiene al extremo de cada misión, en un balance perfecto de sobriedad y sobreactuación, pero realmente no desarrolla un personaje como tal. Es la mejor herramienta del director pero más allá de eso, un papel vacio.

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