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A Girl Walks Alone at Home

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Es raro hablar por estos días de pelis que no estén concursando en los Oscar pero es que pocas veces se puede tener acceso a cine independiente de tan buena calidad como A Girl Walks Alone at Home de Ana Lily Amirpour. Yo tuve la oportunidad de verla a través de Netflix pero se puede aprovechar en este momento que se encuentra en rotación de salas alternativas en Bogotá.

La anglo-iraní (residente en Estados Unidos) ha hecho su portafolio cinematográfico a partir de cortometrajes de serie B que le fueron armando su fama no sólo de realizadora alternativa sino incluso la empiezan a comparar con Quentin Tarantino. Ciertamente, esta pieza empieza primero como un corto en 2011 que gana mejor cortometraje en el Festival de Cine Iraní de Noor y eso le da impulso para que tres años después se anime a hacerlo largo. Su carrera al reconocimiento empieza su recorrido por Sundance donde levanta las miradas de la crítica, luego recorre –entre otros– Ohio, Londres, Dublin, Glasgow, Sitges, Los Fangoria, Los Gotham y completa su travesía con las nominaciones de mejor ópera prima, mejor cinematografía y “Alguien a Quien Echarle un Ojo” en Los Spirit del año pasado.

Y claro, es un filme de vampiros, pero sobresale su narración, su fotografía en blanco y negro y su juego de planos llenos de exquisito erotismo. La primera vez que escuché de este filme, me llamó la atención la esencia de su materia y el origen de su realizadora. ¿Cómo podría ser el enfoque de una iraní sobre la temática de vampiros? La respuesta es una peli llena de una profunda elegancia, evocando el periodo clásico del género, y una actitud contestaria metaforizando al ‘chupasangre’ en un régimen despótico como el iraní. Ella, su capa y su desplazamiento en patineta le meten picardía y genialidad al planteamiento de una mujer que lejos de ser caprichosa quiere explorar su sensibilidad reprimida.

A Girl Walks Alone at Home se suma a Låt den rätte komma in de Tomas Alfredson y Bakjwi de Park Chan-wook pelis que se resienten de la lamentable comercialización del vampirismo de Twilight o Vampire Diaries y que con ingeniosos giros se vuelven clásicos instantáneos en el género. Estas tres, sumadas a The Hunger y Bram Stoker’s Dracula hacen parte fácilmente de mi top 10 de Vampiros, y claro está, no me olvido de los Dráculas de Christopher Lee y Bela Lugosi o la tripleta exquisita de Nosferatus de F.W. Murnau, Werner Herzog y E. Elias Merhige (Shadow of the Vampire). Veremos cómo continúa su proceso Ana Lily Amirpour ahora que se lanza en su siguiente proyecto con una de caníbales.

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El abrazo de la Serpiente

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Hace mucho no iba a cine y escribía una entrada. Hubiera podido hacerlo con Spectre o con Star Wars pero aunque realmente no hubo tiempo para hacerlo –de pronto lo haga posteriormente– ¿qué mejor excusa que volver para hablar de la peli de Ciro Guerra?

Finalmente, después de todo el «boom» causado por Cannes el año pasado, Ciro Guerra presentó su tercer largo en el país llamado El abrazo de la serpiente. Cannes en ese entonces lo laureaba en la categoría escogida por la Confédération Internationale des Cinémas d’Art et d’Essai, que podría ser catalogada como una de las más importantes para el cine independiente porque trata de protegerlo de la gran industria y los feroces estudios que inundaron el festival. En ese entonces las salas colombianas estaban agolpadas y mis tiempos personales no eran los mejores así que la dejamos pasar para poder ver la bellísima La Tierra y La Sombra de César Augusto Acevedo. Meses después, lo jamás logrado por película colombiana, El abrazo de la serpiente es nominada en la categoría mejor peli extranjera tanto en los Oscar como en los Spirit y otra vez las salas se llenaron –pero esta vez si la logramos–.

El abrazo de la serpiente tiene tonos míticos, basados en su anacronismo narrativo. La historia tiene orígenes claros a principios del siglo XX, en una de las últimas expediciones del etnólogo Theodor Koch-Grünberg, revive épocas alrededor de 1950 cuando el botánico Richard Evans Schultes revisa los pasos del germano y nos recrea la historia más contemporánea de Wade Davis (One River) que nos explica como tanto el etnólogo y el botánico por diferentes motivos buscan con fe ciega La Yakruna. Son tres momentos diferentes tanto en la historia como en la experiencia del espectador y sin embargo todas están unidas mediante Karamakate, un cohiuano errante que se considera un chullachaqui (cascarón vacío) que durante dos generaciones intentó ayudar al hombre blanco a conseguir la Yakruna. Su mensaje cercano a la leyenda de Plutarco, es que el hombre blanco se ha adentrado en su selva varias veces, miles de veces, para entender los secretos de la Yakruna y sin embargo se refiere a Heráclito cuando evidencia que no son varios hombres blancos sino uno solo tratando de atravesar el río pero ni el río es igual, ni ellos mismos tampoco.

El abrazo de la serpiente es un llamado a romper ciclos, durante lunas y lunas, durante años de años, durante varios movimientos mágicos del cielo, donde hemos cometido consistentemente el mismo error, repararlo requiere de nosotros no sólo disposición sino determinación para cambiar nuestros más arraigados paradigmas. El héroe de la historia es un individuo solitario pero es también un semidios donde recae el último resquicio de conocimiento del caapi de Yakruna. Es Prometeo. Su misión pareciera proteger ese saber del hombre blanco pero si algo tiene de «road-movie» esta peli es que al final de su travesía, el conocimiento del viaje es lo que lo hará trascender en su destino. La Yakruna es una rara orquídea y una planta sagrada entre los cohiuanos que les permite comunicarse entre ellos a través de kilómetros y kilómetros de selva mediante un trance de Ayahuasca. Koch-Grünberg la buscó para salvar una malaria, Schultes vió un camino más documentativo para que este conocimiento prevaleciera y logró identificar entre varias plantas que incluyen la Yakruna (Psychotria viridis) y la Chaliponga, los ingredientes con los cuales los cohiuanos arman el Caapi (Ayahuasca).

Si me preguntan quién es la persona más influyente en el cine colombiano, yo diría que Dago García y sin remordimiento si me preguntan quién es el que ha desarrollado e impulsado el incipiente negocio del cine en Colombia, vuelvo y repito Dago García. De esa labor, ha nacido un personaje tan especial como Ciro Guerra que no sólo ha esculpido la mejor de nuestras tendencias cinematográficas sino que al igual que Dago García, se permite producir piezas interesantes y aún más independientes que las suyas propias. Gracias a ambos, esperamos que esta incursión en el reconocimiento mundial de nuestro cine, no sea una anécdota sino el inicio de nuestra industria. Para bien y para mal.

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