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5 Broken Cameras

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Políticamente cargado y emocionalmente descarado, el documental de Emad Burnat y Guy Davidi es la razón por la que uno puede tener fe en que una salida al conflicto entre israelíes y palestinos tenga un buen término.

No es necesario saber que el conflicto en la Franja de Gaza lleva más de un siglo para entender esta peli; seguramente la inconsciencia e irracionalidad continuarán y nuestras dudas del porqué existe un conflicto de este tipo se perpetuarán. De alguna forma 5 Broken Cameras es un drama ala Starship Troopers con un final abierto y un sentido de desazón completo; la diferencia es que esto es la vida real y no hay ficción entre sus líneas de diálogo, las muertes son angustiantes estocadas de personas reales que nos ofrecieron minutos en pantalla y que por una increíble estupidez ya no están con sus familias.

Emad Burnat vive en Bil’in, una población palestina colindante con Israel; sus habitantes defienden los jardines traseros que les proveen aceitunas para su consumo; los israelíes mediante ocupación de trailers, dominan injustamente territorios vecinos y pasadas varias horas su ejercito los acompaña en la construcción de edificaciones de concreto; el único problema es que las tierras ocupadas no les pertenecen, las construcciones son ilegales y la ocupación es el acto más violento que puede tener un ser humano sobre otro cuando le es despojada su tierra, su vivienda y sus raíces.

En Colombia estamos acostumbrados al maltrato de la fuerza pública; las crudas escenas de expropiación, desplazamiento, maltrato, violación y asesinato son comunes a nuestro parecer cotidiano. Es increíble como el hastío de las escenas tan crudas en el documental no generan mayor sensibilidad en nosotros. Quisiéramos apoyar el movimiento palestino pero tenemos suficientes problemas, con nuestros indígenas, nuestros campesinos y nuestro fuego cruzado.

No obstante esta pieza es de alabar por su posición no-violenta frente al conflicto porque, como muy bien lo relata Emad, ciertas situaciones hacen muy difícil la decisión de no tomar siquiera una piedra para protestar por las calamidades e ignominias de un ejercito que lo único que profesa es un matoneo sobre una población desarmada. El pensar de ultra derecha de los israelíes que pueden tomar, destruir y aniquilar a su enemigo simplemente por el hecho de que está en contra de su pensamiento es una de las grandes diferencias que tengo frente a ellos y que he tenido la posibilidad de constatar frente a frente en diálogos con sus más jóvenes idealistas; jóvenes en vacaciones después de sus años de servicio militar obligatorio.

La revolución de Guy Davidi no es poca. Israelí de nacimiento, en Jaffa al norte del país, se negó a prestar el servicio militar obligatorio que a los ojos del pueblo hebreo es traición contra la patria. Si además se juzgara que se ha juntado con Emad en la documentación de la brutalidad israelí en este estúpido conflicto, su traición se eleva a escupir su madre y quemar su bandera al aliarse a los enemigos. Los israelíes son tan fundamentalistas como sus mismos enemigos y su paranoica miopía es tan profunda que no saben distinguir quién está aliado o en contra.

Obviamente esta peli no iba a lograr mucho más de lo alcanzado en Estados Unidos, segunda tierra de Israel en el mundo y ampliamente dominada por judíos en Hollywood. Sin embargo, a punta de berraquera se hizo a una nominación, no como mejor cinta extranjera donde seguramente hubiera sido y fue vetada, sino como mejor largometraje documental; además logró mejor dirección como documental del mundo en Sundance (2012) y casi logra el Gran Premio del Jurado.

Su rival fue Searching for Sugar Man en varias oportunidades. Una peli fácil de digerir y alabar. Una perfecta nube de humo para disipar grandes atrocidades como The Invisible War, How to Survive a Plague y la misma 5 Broken Cameras.

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Ajami

Tengo sentimientos encontrados con esta peli. Por un lado, la insensibilización y el hastío a la violencia en los conflictos sociales ha llegado a un punto donde las pelis que tratan sobre ella pierden mi atención muy rápido, sin embargo la peli tiene propulsores súper intensos que lo dejan a uno frío sentado en la sala del cine; por otro lado, las pelis bonitas, bien hechecitas, puro candor son favoritas para llevarse el Oscar, esta peli no tiene nada de ingenua y su crítica al conflicto es bien fuerte. Igual no se si hubiera tenido grandes posibilidades de competir con El Secreto de Sus Ojos, Un prophète, Das weisse Band o La Teta Asustada, entre las cinco pienso que era la más débil.

La peli es una historia coral en el corazón del conflicto palestino-israelí en torno a un joven musulmán de 19 años, en un crisol de religiones intolerantes entre cada una de ellas (musulmanes, cristianos, judíos y judíos ortodoxos). Ajami es el barrio donde habita este joven y como tal es el eje geográfico de la historia. Scandar Copti y Yaron Shani co-directores y co-escritores desarrollan la trama en cuatro capítulos, cada uno de ellos encerrando un polo del conflicto, siendo el último capítulo el epílogo de la obra. No logró su Oscar a mejor película extranjera (finalmente fue para Los Ojos) pero contrastado con eso, el revuelo en los festivales de Medio Oriente y Europa fue evidente, logrando nominaciones en Festivales de renombre y la mención especial de Golden Camera en Cannes.

No me atrevo a recomendarla completamente, es lenta, es demasiado primitiva, igual las actuaciones naturales son bien interesantes, su factura no es la mejor pero la visión de los palestinos que se han ido filtrando en Tel-Aviv vale la pena escucharla. Como les digo esta peli es un conjunto de sentimientos encontrados, una extraña metáfora de lo que se experimentó en la peli durante todos los enfrentamientos. Escuchaba una crítica que decía que dirigir es un tema de moral y la moral es un tema de dirigir, no se si me vaya a enredar mucho pero filmar fielmente un conflicto, como sucede en los cine-verité es un tanto morboso en el voyeurismo y simplista en la pornografía. Mi punto es que esta peli más allá de la pugna no deja nada especial, un babilónico recuento de lo grave que está la situación por esos lados.

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