Jean-Pierre Jeunet es un genio en eso que mal llaman “lenguaje cinematográfico”. Digo que mal llaman, porque el cine no tiene una sóla interpretación y por lo tanto no puede ser leído con un diccionario o guía de símbolos con significados únicos y acertados. Sin embargo, si se pueden encontrar coincidencias, similes, metáforas, ritmos, pausas, acentos y como vimos recientemente hasta sinécdoques. Sistemas de comunicación. En esos sistemas, es donde emerge la genialidad de Jeunet.
Jeunet es un director que se ha caracterizado por traernos una fotografía y unas cámaras atrevidas, esta vez a cargo de Tetsuo Nagata, una música costumbrista y folclórica, esta vez a cargo de Raphaël Beau y un montaje lleno de vértigo, ritmo y color, esta vez a cargo de Hervé Schneid y tal vez, Schneid es uno de los que mejor entiende ese sistema de pedacitos que hace que una peli sea tan particularmente de este director. Ha trabajado antes con Jeunet en varios proyectos que van desde Delicatessen, Amélie (o Le Fabuleux Destin d’Amélie Poulain) o Alien: Resurrection, pero además ha trabajado con Lars Von Trier y Mike Figgis y de nuevo la personalidad de cada uno de los directores sobresale por encima de su trabajo.
Esta es una peli que nos llega un poco tarde, siendo del 2009 y habiéndose ganado tres nominaciones de los César de este año, entre ellas mejor montaje, lo que hay que agradecer es que la hayan traído a carteleras comerciales. Pero no hay que estar muy alegres, pueda ser que no dure mucho.
La peli es divertida. Muy divertida. Llena de tantas cositas por descurbrir por ejemplo ¿cuántos afiches lograron ver en toda la peli? (yo vi 3). Con un humor muy característico de Jeunet casi de payaso, vemos protagonizando esta vez a Dany Boon, un hombre lesionado que trata de vengarse de sus peores archienemigos a través de sátiras, malentendidos y una serie de artefactos producidos, preparados y accionados por su nueva pandilla los Micmacs. Descubrimos también en el equipo a Dominique Pinon, su actor fetiche, y repitiendo a Yolande Moreau.
La peli llega a su clímax en el absurdo y alcanza a perderse su línea narrativa, volviéndose un tanto densa. Pero Jeunet vuelve a tomar las riendas de su peli y nos brinda un dulce desenlace, como nos tiene acostumbrados.
Nota personal: El nombre de “Micmacs” no es entendible en la peli, a menos que uno sea como Remington que es un acusioso etnólogo. Esta palabreja es un grupo de personas unidas por su lenguaje “Mi’kmaq” ([miːɡmax]) que están ubicadas bien al norte de América. Su seudolenguaje se extiende a tan sólo 40.000 personas y es entendido por estudiosos ingleses y franceses. Me atrevo a decir que la metáfora en la historia es que Bazil y sus secuaces logran entenderse perfectamente porque hablan el mismo intrincado, ininteligible y poco aceptado lenguaje como base de su estrategia militar de comunicación.