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Being Flynn

Rafa Puyana se encuentra en Vancouver y aún así logra mandarnos recomendaciones en el espacio que hemos denominado Su Ciclo. Esta vez nos trae la última peli de Paul Weitz, un director acostumbrado al género de explotación de Hollywood con todos sus matices posibles. Comedias, parodias, comedias físicas y hasta espectáculos de TV, la mayoría de las veces en un tridente como director, productor y escritor. Being Flynn es su primer filme independiente basado en la novela Another Bullshit Night in Suck City: A Memoir de Nick Flynn y Puyana nos alienta a verla por las sorprendentes actuaciones de Robert De Niro y Paul Dano.

De Niro se había dedicado cómodamente también al género de explotación -de esa forma se topa con Weitz en Little Fockers– y tal vez el único paréntesis para hacer algo más relevante fue The Good Shepherd donde se involucra por segunda vez como director. Ansiábamos verlo desarrollando sus papeles y no meras interpretaciones planas de comedia o serie B. Por su lado Dano, siendo muchísimo más joven, está en pleno fulgor de su carrera y mantiene un sano equilibrio entre el cine independiente y astutas decisiones comerciales que no necesariamente lo encasillan pero le permiten, obvio, flujo de caja y también frescura en sus desempeños. El reparto lo cierra una hermosa y más madura Olivia Thirlby y Julianne Moore como un suspiro de una mujer, ajetreada, exhausta, melancólica pero igual con el poder de acabarnos en una ensoñación con su belleza.

La verdad es que Being Flynn es una cinta hermosa y sorprende la extrema sensibilidad del realizador acostumbrado al estándar «hollywoodense». La historia se reparte entre dos narraciones; la de Jonathan Flynn como el obstinado y desordenado alcohólico que siente que nadie lo puede superar en su genialidad como escritor/poeta/pensador y la narración de Nick Flynn inseguro, benevolente, tratando de resolver sus fuertes problemas internos que lo conducen a la drogadicción y al desamparo. La rivalidad de las narraciones, a veces incluso yuxtapuestas, implica una delicada interpretación del conflicto paternal entre estos dos personajes donde la seguridad añeja de la narración del padre gusta por su elocuencia, su seguridad y su belleza, la del hijo es más visceral encaminada a la sensación vertiginosa de la timidez, la inseguridad y la poca determinación. Inversamente proporcional -dirían los matemáticos- el aumento de alcohol define la poca claridad del relato y el decaimiento en la salud mental de los personajes narradores hasta desencadenar sus resoluciones como protagonistas de la historia.

Más allá de la soberbia actuación de De Niro siento que la peli logra su gracia y magnitud en la cinematografía. El mismo afiche es una metáfora de ese momento sobrexpuesto de nuestros ojos en una resaca, en el frío de la calle y el azul que madruga sobre nuestros hombros agudizando nuestra culpa por los excesos. No es una fotografía obvia de vendimia pero es cálida y con una saturación especial en los momentos recordados, casi como un otoño donde los árboles se despiden de sus hojas y se tornan del color del pelo de Julianne Moore -lo máximo-. Su responsable Declan Quinn un veterano cinematógrafo que ya vimos en Leaving Las Vegas, In America y Rachel Getting Married. Pero también es muy importante el trabajo de montaje de Joan Sobel, otra veterana (Kill Bill -ambos volúmenes-, Boogie Nights, A Single Man), que logra jugar con el material de Quinn y Weitz para capturar un humor delicado y sencillo con una narración igualmente fresca.

No sabemos si la traen a salas fue estrenada apenas el 12 de abril de este año pero si lo hace está súper recomendada.

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Drama, Epochal, Folk, Hollywood, Indie, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Storytelling, Thriller, Tom Ford, Vacacion

A Single Man

Me encantó ir a cine el fin de semana. Me topé con muchas cosas incluída esta peli del diseñador de moda Tom Ford (de nuevo un poco tarde pero por lo menos la trajeron; fue también sorpresa encontrame con los cortos ultra tardíos de Synecdoche New York que seguramente la repetiré en salas). Fue realmente exquisito y relajante. Una delicada secuencia de imágenes arriesgadas, descaradas y muy muy sofisticadas completamente sorprendente para una ópera prima basada en la novela de Christopher Isherwood.

No creo que sea del gusto de todo el mundo. El ritmo es lento, las tomas se manifiestan en planos muy cerrados y por lo mismo el grano aparece de forma inusual. A mi me encantó. Es definitivamente intencional todo este manejo de cámaras para mostrarnos la interioridad de este hombre particular a cargo de Eduard Grau. Un hombre que apenas sobrevive el día a día cuando su pareja fallece en un trágico accidente automovilístico. Su vida se torna rutinaria y sin sentido, las imágenes se desaturan armónicamente y sólo en algunos momentos vuelve arrollante el color a la pantalla cuando las remembranzas de esos momentos entrañables lo envuelen de melancolía.

Me encantó el montaje (Joan Sobel: Boogie Nights, Kill Bill) y el diseño de sonido (Brian Dunlop) con superposición de ambientes sensibilizando cada toma; el culmen creo más hermoso de la peli es cuando a Colin Firth le anuncian el deceso y cuelga el teléfono, un rompecabezas de tomas inconexas de no saberse, de no querer estar donde está, incomodidad y una toma larga con el actor destrozado donde apenas lagrimea, afuera llueve y el sonido del agua se vuelve protagonista, Firth sale de su casa quebrado en llanto, histérico y se refugia en los brazos de Julianne Moore, la lluvia no da tregua y el sonido nos sobrecoge. Excelente secuencia.

El resumen de la peli puede ser minuciosidad por el detalle, desde la utilería, la continuidad de los planos o el diseño son abordados con una seriedad que da miedo. Me pareció muy interesante que el guardarropa no lo haya diseñado el mismo Ford y por el contrario lo haya encargado al mismo equipo que hace Mad Men cuya contemporaneidad ofrece una experiencia invaluable en este tipo de producción pero lo que me hace pensar es que Ford es muy seguro de si mismo, de su equipo y de su producto. Delega con responsabilidad y está a cargo de lo que de verdad importa si uno está detrás de una silla de director, sus actores que no sentí sobreactuados en ningún moento, las cámaras que me parecieron geniales y el guión que lo desarrolla en equipo con David Scearce. De pronto se enloquece al aventurarse en la producción de su peli porque ya tenía suficiente trabajo como para no tenerse que enfocar en nada más.

Me quito el sombrero frente a este nuevo director. Quedo ansioso para su nuevo proyecto y estoy muy motivado a comprar el libro de Isherwood y un par de novelas del «Señor Huxley» sutilmente referido en la peli, descaradamente olvidado en mi biblioteca.

Nota personal. Para resaltar la estupenda actuación de Colin Firth, sencillo, fresco, de una sóla pieza y súper honesto en cada una de sus interpretaciones me encantó como coqueateaba mirando a los ojos pero pues ahí había mucha ayuda del montaje y los planos cerrados de los ojos, de pronto la más clara reacción es cuando Julianne Moore lo cuestiona en sus sentimientos y este estalla en furia. Dicha actuación no fue sorda, fue aclamada en Chicago, en los Globo de Oro, en los Oscar, en los Spirit, en los Premios del Gremio de Actores y en los London Critics Circle Film Awards, en los BAFTA’s, en La Biennale de Venezia, donde ganó su reconocimiento como mejor actor. Sin duda alguna el mejor desempeño de toda su carrera.

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