Action, Adventure, Aussies, Biopic, David Michôd, Drama, Epic, Epochal, Exploitation, Hollywood, Miguel Vaca, Movie, Netflix, Storytelling, TV, Vacacion, War, World

The King

Nunca fui un gran admirador o fanático de Timothée Chalamet y su Call Me by Your Name; al final lo que hice fue seguir mi tarea para los Oscar y descubrir porqué había sido nominada para mejor guión, mejor desempeño para actor principal, mejor canción original y mejor peli del año. Era imposible no verla. ¿Era una obligación amarla? Absolutamente no, y no lo hice. Me pareció un flan súper insípido rodeado de un almíbar exageradamente dulce que dañaba la experiencia entera.

Después pudo haber venido Lady Bird de la querida Greta Gerwig pero el regusto que siempre me quedaba es el de la estrellita divina que se va haciendo camino en Hollywood.

Bueno, empecé a leer buenas críticas de The King. No empecé a leerlas por él mismo sino porque estoy en un periodo de inquietud por lo que se viene con Batman y Robert Pattinson ha sido alabado en varios papeles, incluidos Cosmopolis (mal) y The Rover (muy bien); una nueva crítica positiva me interesaba mucho; no importa tanto si era un papel secundario, Tommy Lee Jones sacó adelante una pieza de acción y la llevó al máximo explendor con su desempeño en 1993 con The Fugitive al igual que Mahershala Ali en Green Book, Sam Rockwell en Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, Mark Rylance por Bridges of Spies o pordiós J.K. Simmons por Whiplash. Todos realzando una pieza desde una parte muy pequeña, el actor de reparto, pero tan grandiosamente que permitía explorar capas y capas de la historia central que sin ellos no eran más que otro flan.

The King fue la última reseña que leí de Pattinson. Un antagonista despreciable. Humillativo. Soberbio. ¿Era posible ver estas facetas en el galán de las señoritas de Twilight? Pues sí. No lo hizo mal. ¿Lo odié? Un poquito, no mucho, eso demeritó su desempeño. Y es que he venido afilando mi criterio sobre el villano en la historia; no hay una buena historia si no hay un buen villano y sin revelar demasiado la sorpresa fue que el villano no fue Pattinson, sino uno genialmente mayor y salvo la peli; no por el mal desempeño del ex-vampiro porque realmente lo hizo bien; la salvó porque fundamentar la catarsis en un personaje tan simple y tan ‘negro’, tan plano, tan malo porque-sí hubiera sido una gran desilusión.

The King basa su historia en la coronación de Henry V como rey de Inglaterra y su pelea frente a Francia a mediados del siglo XIV. La vi por Netflix pero me llamó la atención que su director fuera mi loado David Michôd, también eso me ayudó a bajar la guardia un poco; después viendo como secundario a Ben Mendelsohn y a Joel Edgerton (además de escritor con Michôd), me hizo fantasear que el realizador había reunido a su «dreamteam» para crear algo fabuloso.

Realmente no fue ni comparado con Animal Kingdom, pero si cuando Chalamet, al principio del tercer acto, hubiera dicho “Kill ’em all” y hubiera sonado Metallica de otra cosa estaríamos hablando (para eso hubiéramos necesitado que en diseño de banda sonora hubiera estado Atticus Ross y Trent Reznor, como fabulosamente lo hacen en Watchmen)

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Mud

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Mud es el cierre de la ópera prima de Jeff Nichols a quien ya conocimos en Shotgun Stories y Take Shelter. Con una poderosa consistencia para contar historias dentro de lo más profundo de Estados Unidos, a veces en el sur o a veces perdido en el vasto medio oeste americano, Nichols ha logrado cautivarnos y conmovernos con relatos sencillos pero con dramáticos giros. Sus héroes son vilipendiados por el resto de la comunidad y al esperar una respuesta a esa violencia somos sorprendidos con una reconfortante esperanza, casi como moraleja, de cada uno de sus desenlaces.

Mud no es diferente. Con un pequeño guiño a su ciudad natal, Little Rock, Arkansas, Nichols nos cuenta la historia de dos niños, Ellis y Neckbone, que han encontrado un bote, en lo alto de una copa de un árbol, en medio del bosque, perdido en una isla dentro de los meandros del Río White. Reconocemos a Ellis porque es interpretado por Tye Sheridan (The Tree of Life), mientras Jacob Lofland debuta en su primer papel en el cine con Neckbone. Su casa en el árbol es genial, sus escaleras son lianas, tiene camarotes, revistas de adultos y un dueño, algo que definitivamente no esperaban. Mud es una especie de vagabundo, vive en el bote, sólo posee una camisa de la suerte, su pistola, pan y fríjoles para alimentarse. Investiga a los niños que se han filtrado en su hogar y los insta a un trueque por comida.

Ellis se rinde a la aventura y se conmueve rápidamente con las historias de Mud que envuelven un amor furtivo con Juniper (Reese Whitherspoon), un vengador (Paul Sparks), un padre enceguecido por la venganza (Joe Don Baker), un aliado (Sam Sheppard) y un muerto. Neckbone es más cauteloso y no se fía del extraño, quiere fijar las reglas del trueque pero Mud siempre termina cambiándoselas. Al ruedo y para generar algo de contexto ingresan Sarah Paulson como la madre de Ellis que está cansada de vivir en una casa flotante en las riveras del río, su padre Ray McKinnon un auténtico sureño que se resiste a vivir en otro lado y no podía faltar Michael Shannon, en un papel terciario, interpretando al tío y tutor de Neckbone.

La trama gira entorno al bendito bote, Mud quiere seducir a Juniper para huir juntos en él. Para hacerlo, debe repararlo y pide al par de niños que le llevan todos los repuestos de una lista y ellos lo ayudan sin chistar; a cambio y sin darse cuenta, Mud les ofrece lo único que es suyo, su historia, sus experiencias y sus aprendizajes. Es así como entienden que una mordida de una serpiente de algodón puede quitarle la vida a una persona en minutos, que su cura sólo puede ser ofrecida una vez, que uno se puede apegar a un primer amor a muy temprana edad, que uno puede dejarse llevar por la insensatez de sus requerimientos o sencillamente que no se debe confiar en el hombre que sólo tiene una camisa y una pistola, siempre habrá un doble juego en sus condiciones.

Cuando vi esta cinta, otra vez me fascinó el relato vívido y vigorizante de Nichols que gracias a ello logró competir oficialmente en Cannes. Me llamó mucho la atención la relación entre Mud y Ellis porque sentí que el realizador nos ofrecía una actualización del legendario Huckelberry Finn de Mark Twain; cuando leí por primera vez Tom Sawyer, nunca pude entender el personaje de Huck’ Finn, un niño maduro para su edad, desapegado a las comandos de la sociedad, reticente a la escuela pero de buen corazón; de alguna forma siempre pensé que Huckelberry era más grande de lo que aparentaba y Mud apunta justo en ese clavo. Mud es la respuesta al Huckelberry Finn de Tom Sawyer que siempre había buscado. Con su diente despicado y su empalagoso acento, otra vez el trabajo de Matthew McConaughey, esta vez como Mud, es impresionante. No sabemos si fue Nichols o el mismo McConaughey el que le dió orígenes a Mud en lo profundo de Texas, pero ese detalle hizo que el papel le calzara perfectamente y lo glorifique como uno de los actores más importantes del momento, no sólo por caracterizar fielmente al texano promedio, sino también por la capacidad de sacar y sacar versiones muy diferentes y súper interesantes de cada uno de sus últimos trabajos (Bernie, Killer Joe, The Paperboy, Magic Mike).

Mud es un film noir, dentro de lo más profundo de Arkansas, relatado por un maestro contador de historias como lo es Jeff Nichols, con tintes de thriller y suspenso. Sin tener que hacer retrospectivas, prólogos o epílogos, el escritor y realizador nos muestra lo que en esencia es una historia lineal pero con rasgos de paradojas temporales donde Mud es Ellis y Ellis es Mud. Nichols es una mente ágil y brillante, sino la más de los últimos tiempos en Estados Unidos; sabe perfectamente lo que quiere y en el tono que desea que se lo entreguen. Si, es impresionante el trabajo de McConaughey pero el resto del reparto sin sobrepasarse, ni quedarse atrás logran acomodarse a esa sensación sureña que expele en cada fotograma. Un ejemplo palpable es Tye Sheridan que parece un monstruo de la actuación; su desarrollo es más bien sobrio pero tiene brotes sensacionales de furia, dolor y rabia; logra transmitir precisamente esas sensaciones al público y nos deja boquiabiertos. La música es tan sólo otro personaje más del sur acompañada de banjos, dobros, fiddles y la partitura original de David Wingo.

Gran camino le queda por delante a Jeff Nichols, que por ahora se alista para los festivales de fin de año pero que desde ya prepara junto a Michael Shannon, Joel Edgerton y Kirsten Dunst su cuarto proyecto, Midnight Special; un drama entre la relación padre-hijo con un ligero tono de ciencia ficción; aunque son sólo rumores, por ahora, suenan muy bien y la promesa de Nichols al frente de este equipo de primera línea es garantía de calidad.

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The Great Gatsby

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Sería muy odioso hablar de The Great Gatsby de Baz Luhrmann sin hablar de la versión de Jack Clayton de 1974. Incluso olvidando sus dos Oscar, sus tres BAFTA’s y el Globo de Oro, como dejar de lado el guión de Francis Ford Coppola y ese reparto ridículamente impresionante (Robert Redford, Mia Farrow, Bruce Dern, Karen Black, Scott Wilson y Sam Waterston). Baz Luhrmann, queriéndolo o no, entra en competencia con uno de los íconos de la cinematografía de Hollywood y aunque se destapa muy temprano en el año, seguramente será protagonista en las ceremonias de comienzos del próximo.

Por mi lado no he leído la novela de F. Scott Fitzgerald y tampoco he visto aún The Great Gatsby de 1974. Entré completamente inocente sobre todo al transfondo de la historia, tan sólo pervertido por estos comentarios que endiosaban tanto la cinta como la novela misma.

-En el mismo orden de arriba…- El reparto es el siguiente, Leonardo DiCaprio como Jay Gatsby, Carey Mulligan como Daisy Buchanan, Joel Edgerton como Tom Buchanan, Isla Fisher como Myrtle Wilson, Jason Clarke como George Wilson y Tobey Maguire como Nick Carraway. Si el elenco de 1974 era impresionante, el de hoy no lo es menos. Y dentro de la grandilocuencia, la pomposidad y la extravagancia que naturalmente ofrece Luhrmann en su versión, cada uno de los actores ofreció en justa medida sus capacidades, en un balance melódico con la cinta.

La pieza vuelve a tomar referencias estéticas cercanas a los inicios del realizador australiano y puede deberse al simple hecho que vuelve a trabajar en equipo de escritura con Craig Pearce -con quien desarrolló Strictly Ballroom en 1992, Romeo + Juliet en 1996, y Moulin Rouge! en 2001-. The Great Gatsby es perfecta para Luhrmann, una cinta épica, de época y de romance como subgénero de explotación, con una fotografía increíble (Simon Duggan) -a la que podría sobrarle el 3D o bien podría haber un apuntador para saber dónde ponerse las gafas y dónde quitárselas porque, al final, el 3D no aporta mucho y si fue un verdadero distractor- y una banda sonora muy sofisticada con cierto tono melancólico. El realizador afirma que nunca en momentos de mayor esnobismo y ligereza de moral podría ser mas conveniente el desarrollo de esta historia. Vale la pena verla en cine y esperar a ver cómo le termina de ir en los Oscar.

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Nota personal. Como no conocía la historia fui gratamente sorprendido con los vestidos, los tocados, las luces y la parafernalia de la cinta. La novela es de 1925 y su final se conoce desde entonces. A continuación una guía para entender las relaciones de la novela a manera de infografía pero con contenido revelador que puede dañar la experiencia de la historia.

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Zero Dark Thirty

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Zero Dark Thirty es la última producción de Kathryn Bigelow continuando en su temática de guerra de la mano de Mark Boal -quien ya ganó mejor guión original en los WGA y le apunta a repetir el Oscar que ya obtuvo hace un par de años también con Bigelow con The Hurt Locker-.

Ambos, Bigelow y Boal son bastante valientes en sacar adelante la historia de la cacería del enemigo público número uno de los Estados Unidos, Osama Bin Laden, no como una acción heroica sino como lo que en verdad fue, la necesidad urgente de encontrar vivo o muerto una persona que se estaba mitificando como inalcanzable para los norteamericanos. La controversia se genera desde el primer momento en pantalla, cuando dicha urgencia conduce a las ya conocidas torturas estadounidenses de Abu Ghraib, sobre sus presos en busca de información. Unta la inocencia de Barack Obama, en entrevista que niega dichas torturas -mayormente en el gobierno Bush pero que igual se prolongaron también hasta su mandato- y muestra el resentimiento de la operación después que esta decisión -una especie de justificación que le debe estar doliendo a muchos liberales norteamericanos y que puso en jaque su aspiración a mejor dirección este año-.

Zero Dark Thirty es parte de un código usado por los militares para identificar horas precisas de acción. Mientras “zero one thirty” significa 01:30AM, “zero dark thirty” alude a un lapso lo suficientemente temprano en la madrugada y lo suficientemente tarde pasada la medianoche donde aún es oscura la noche. Ese es la definición del momento decisivo en la historia.

A pesar de que la cinta tiene un fuerte contenido político, es provocadora y es arriesgada no es superior a sus iguales competidores en la misma categoría. Es más, fue una sorpresa propia que Boal haya sido declarado por el gremio como portador del mejor guión. Si bien Jessica Chastain es un monstruo en la actuación, su papel no fue tan retador como el de Take Shelter o The Help -si gana este año, es un acto que acostumbra hacer La Academia para congraciarse esta vez precisamente con el hecho de no haberle otorgado la estatuilla por el rol de Celia Foote en The Help que realmente si fue genial-. Al igual que el personaje de Chastain, en general, no hubo desarrollo de perfiles en el resto de los roles. Joel Edgerton, Chris Pratt, Kyle Chandler, Jennifer Ehle tuvieron líneas de diálogo cortas y fugaces en pantalla. Tan sólo sobresalieron en protagonismo Jason Clarke, Chastain y Reda Kateb -quien de todos fue el que más desafíos tuvo en su papel- pero de nuevo sus personajes no tuvieron crecimiento en absoluto o evolución de carácter.

La historia se rinde a una extensión de más de dos horas y media, en cuatro actos bastante monótonos. Es lenta y tan sólo toma propiedad en el último acto cuando la operación de Zero Dark Thirty se ejecuta. Para mi Bigelow se enfrasca en una zona de confort y vuelve su cinta un objetivo de explotación de la temática del medio oriente.

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Warrior


Warrior me llamó la atención hace unos meses porque le estaba siguiendo el rastro a la carrera de Tom Hardy y encontré este como su último proyecto. De un sólo golpe, su corto me llamó la atención por ser una historia dentro de cuadriláteros que como saben me fascina (toda la franquicia de Rocky, Gladiator, The Boxer, The Wrestler, The Fighter).

Esta cinta en particular no es de boxeo como tal, es la historia de dos hermanos que definen su destino en un campeonato de ultimate -como dice el afiche, Hardy (Inception, Bronson) por su honor y Joel Edgerton (Animal Kingdom) por su familia-. Su escritor-director es Gavin O’Connor, un joven realizador independiente, acostumbrado a producir y dirigir sus historias, que en total ya son nueve. La trama se plantea sencillamente con un peleador (Hardy) que quiere volver a la jaula y busca a su padre como entrenador; por el otro lado un profesor (Edgerton) que no le alcanza su sueldo empieza a participar en peleas clandestinas y se vincula a un campeonato estatal para ganar el premio mayor y poder sacar de las dificultades económicas a su familia. Ambos el profesor y el luchador profesional comparten el mismo padre (Nick Nolte), que se presenta como una figura oscura tratando de redimirse de su pasado. Nunca sabemos a ciencia cierta todo el daño que les causó a sus hijos sólo sabemos que su nivel de alcoholismo fue profundo y causó mucho dolor -este punto es el más interesante y siempre queda en la reserva del imaginario del espectador-.

El drama está muy bien desarrollado, la historia y el papel de Nick Nolte me conmovieron durísimo. Su nominación al Oscar como mejor actor de reparto es muy merecida. Sin embargo no deja uno de pensar que la peli se divide en dos y que tratar de conjugar el drama personal con el campeonato es un poco demasiado.

No creo que la traigan pronto a salas. Para los que no se quieran aguantar ya está en Cuevana.

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Warrior

El reto de hacer una peli con una historia trillada es que cuando se haga no se sienta que se ha dicho antes, lograr que cuando se esté contando la historia se haga de una forma diferente para que el público no sienta que puede predecir el final o el desenlace de una peli. Me encantan las historias de torneos de peleas, crecí con Karate Kid, KickBoxer y No Retreat, No Surrender pero con el paso del tiempo también llegaron Gladiator de Rowdy Herrington (protagonizada por James Marshall y Cuba Gooding Jr.), The Boxer de Jim Sheridan, toda la franquicia de Rocky o más recientemente The Fighter de David O. Russell.

Gavin O’Connor escritor-director independiente, logró su fama gracias a Tumbleweeds donde logró reconocimiento hasta Sundance, nos trae un drama familiar entre dos hermanos que definen sus problemas en un cuadrilátero. No parece muy emocionante pero la crítica ha sido benevolente con la pieza y nos trae dos grandes, tres grandes, de la actuación Joel Edgerton (Animal Kingdom), Tom Hardy (Inception, Bronson) y el señor Nick Nolte (The Thin Red Line, Cape Fear).

Joel Edgerton (Brendan Conlon)
Tom Hardy (Tommy Conlon)
Nick Nolte (Paddy Conlon)
Jennifer Morrison (Tess Conlon)
Frank Grillo (Frank Campana)
Kevin Dunn (Principal Zito)

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Animal Kingdom

Jacki Weaver ha sido nominada recientemente por esta peli de David Michôd en los Globo de Oro y en los Oscar de La Academia, Weaver también ganó mejor actriz de reparto en Los Angeles, en el National Board of Review pero seguramente este blog recuerda mejor esta peli por haber logrado gran premio del jurado en la categoría drama del mundo en Sundance del año pasado.

Es una peli complicada, cine negro, crudo y visceral. La peli empieza dramáticamente con la muerte de la madre de un joven de dieciocho años a causa de una sobredosis de heroína, la atención del muchacho desconcertantemente se pierde en un programa de concurso que están pasando en la TV y su completa ausencia de angustia nos demuestra el contexto conflictivo que vivía al lado de ella, que sin pasar más de cinco minutos en la trama descubrimos el grado de fastidio de vivir esa situación. Pide ayuda a su abuela, Jacki Weaver, que con una tierna y calmada voz al otro lado del teléfono lo consuela y le ofrece ámparo y ayuda; continúan los créditos y terminan en una imagen de una manada de leones, una música perturbadora y el discurso del joven de dieciocho años explicando lo que había heredado.

Si uno se deja llevar por la apuesta del director es escalofriante llegar a entender esta manada. Como sabemos una agrupación de leones es un matriarcado, los machos están para reproducirse, toman las mejores presas pero a duras penas toman una decisión, protegen a la manada o cazan; las hembras por el contrario, cuidan a los cachorros, cazan, protegen su clan y mantienen a raya a las hienas, matriarcado que se plantea como uno de sus enemigos más severos. Ahora bien, es evidente encontrar el grupo de leones, de hienas y hasta de cebras en esta peli, un ecosistema que no debe ser juzgado pero igual que en un documental de National Geographic uno toma partido por uno de estos grupos y crea empatía.

Nada es más claro en este filme de Michôd que la empatía es traicionera, que el poder de lo salvaje es instintivo y que las peleas para determinar quién es el jefe de la manada son pan de cada día. El planteamiento es sobrecogedor, el desarollo es visceral y el final es extraordinario. Una peli impresionante, con una musicalización perturbadora a cargo de Antony Partos y una fotografía muy bonita, muy bien trabajada a cargo de Adam Arkapaw, nos situa sutilmente en el mundo del crimen organizado australiano de los 80’s con All Out Of Love una canción de Air Supply icónica de la época y con una actuación devastadora, escalofriante de Jacki Weaver.

Tarde pero definitivamente una de las mejores pelis del 2010. Súper recomendada.

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