Hasta la semana pasada se mantuvo en cartelera una peli que no llamaba mucho la atención pero que fue dirigida por uno de los grandes, el señor Robert Redford.
Redford dedicado más a su festival de cine Sundance, ha ido menguando sus dosis histriónicas así como sus proyectos directivos. Como actor lo último que vimos fue Lions for Lambs en 2007, Spy Game en 2001 y la espectacular y clásica The Last Castle también en 2001. En su haber tiene ocho pelis como realizador así que esta reducción no se nota tanto pero también la última que le conocíamos era Lions for Lambs.
De Redford me gusta su posición crítica e independiente. Desde Quiz Show fue ácido con la ambigüedad de la moral norteamericana cuando un tramposo como Charles Van Doren fue tratado con benevolencia al justificar con pena que había aceptado el engaño en el que se vió envuelto como cómplice de la CBS, sólo porque su discurso de responsabilidad fue erudito, glamoroso y docto, obra de un gran intelectual. Esa sin duda fue una gran pieza. Su estilo al mismo tiempo es costumbrista y romántico, gran parte de su portafolio como director lo demuestra.
Mientras el pueblo norteamericano celebraba hace dos años, dos siglos del natalicio de Abraham Lincoln y los estantes de las librerías se llenaron de sus biografías y hazañas, Redford en vez de dedicarle una oda a su vida y obra, le regala con respeto un intento por descifrar la conspiración alrededor de su muerte. El centro de la historia, una mujer. Robin Wright interpreta a Mary Surratt primera sospechosa dentro de la conspiración, madre de John Surratt y anfitriona de Louis Weichmann, Lewis Payne y John Wilkes Booth -quien finalmente fue el que apretó el gatillo trás Lincoln-. Redford expone la cacería de brujas que surge de los yanquis más enardecidos queriendo ajuiciar porque sí y a toda costa a la señora Surratt. Su primer defensor, Tom Wilikinson, se da cuenta que por ser sureño su discurso va a ser tergiversado; Wilkinson como congresista logra seducir a Frederick Aiken -interpretado por James McAvoy– para que continúe la defensa del caso. El joven capitán inspirado por la búsqueda de la verdad arma un caso con lo poco que le permiten y se enfrenta a todas las prebendas de un juicio que sólo quiere saciar la sed de venganza.
Puede parecer lenta, en algunos momentos pobre en fotografía o incluso demasiado clásica en su narración pero esta cinta es un llamado de atención a todos los reaccionarios que nos rodean. Me encantó sobre todo la escena en que Danny Huston , con voz en off dice «inter arma, silent leges» (en tiempos de guerras, se callan las leyes) y Redford nos eneseña que justamente en esos momentos es cuando más cuerdos y más leales a la justicia, la ley y los debidos procesos debemos ser.