Hemos ido dejando lo mejor para lo último, y entre esas piezas una colombiana. No sólo porque dentro del festival hay una categoría especial para ella y toca nombrar una sino porque en realidad sobrepasa cualquier expectativa y se hace grande en su nobleza.
El Faro de Luis Fernando Bottia concursa en el FICBAQ por mejor peli colombiana. Es una producción de RCN y Ennovva, que determina de facto que no es una producción independiente aunque sea de bajo presupuesto. Esto es importantísimo, y que haya salido tan bien, es ya un gran motivo de alabanza.
La historia envuelve a Ángel Porras, interpretado por Roger Perea, como el guardafaro en el Morro de Santa Marta; un octogenario de raza negra, siempre bien puesto, elegante, juicioso, fiel a sus horarios, flaco pero no desnutrido de comer patacón y café todos los días de su vida; está casado pero su mujer, Petrona Martínez, vive en Santa Marta y trabaja en un convento como jefe de cocina; ella odia la labor de su marido y odia cocinar pescado. La vida entre estos dos personajes ha transcurrido así por años pero la vieja se cansó y se fue, ella quería una casa propia lejos del faro. Un día una pareja, llega a las playas del Morro, zozobrantes de algún fatal destino; exhaustos, tal vez de nadar con todas sus fuerzas, duermen rendidos y es cuando Ángel los acoge. Él, Andrés Castañeda (El Páramo); ella, Karent Hinestroza (Chocó); parece que él le ha hecho la misma promesa a ella, una promesa que parece repetirse con el paso del tiempo y que queda saldada con el accionar de este faro en medio de la nada de este hermoso mar samario.
Al divisar ese montículo en cualquiera de nuestras vacaciones a Santa Marta y ver el faro funcionar pocas veces nos quedamos a pensar que una persona vive su vida aislado en ese islote y que debe amar su trabajo con tanta pasión como para someterse a un encarcelamiento de esta índole voluntariamente; sin embargo, esa es la vida de Ángel –y por lo que entendimos del mismo Roger Perea que es un actor natural–.
La música es un tanto pasada de melodrama; el diseño de sonido, ese que debe ser sutil, ambientador y delicado, es todo lo contrario; no obstante la belleza de las tomas, la naturaleza de los paisajes y la sinceridad de la historia sobresalen por encima de los errores técnicos y del dolor de ver como en el relato unos pocos aún piensan que son dueños de lo que no les pertenece.
Gran cinta que esperamos pronto ruede en cartelera comercial regularmente. Dedicada póstumamente a Roger Perea.