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Nymphomaniac: Volume I

nymphomaniac

La última creación de Lars von Trier llega a nuestras salas en una inusitada eficiencia por parte de los distribuidores. Mucho antes que en otros países –incluido Estados Unidos–, la extensa pieza llega partida en dos partes cuyo primer volumen ya está rotando en nuestras salas.

La historia es sobre Joe, una niña que descubre sus genitales precozmente e investiga sobre ellos, en una especie de lúdico aprendizaje hasta que entrada su adolescencia explota el placer que estos le generan, desencadenando una serie de aventuras sexuales que desenfrenan una patología, sólo revelada en el desenlace de este volumen. Su historia es relatada en su madurez a través de una mujer agobiada por sus experiencias en un manto de arrepentimiento, culpa y un fuerte juicio propio; dicho relato le es contado a un hombre maduro que la recoge de la calle, cuando yacía quebrada en el adoquinado.

Joe es interpretada por cinco actrices; a sus dos años por Ronja Rissmann; a sus siete años por Maja Arsovic; a sus diez años por Ananya Berg; en su adolescencia y su temprana juventud por Stacy Martin; y en su madurez por Charlotte Gainsbourg. Es precisamente Charlotte la que le cuenta sus vívidas experiencias a Seligman, el hombre que la recoge y que es interpretado por Stellan Skarsgård.

En Nymphomaniac hay un juego entre el relato de Lars von Trier y nosotros como espectadores donde la expectativa juega un papel importante en la tensión; por un lado, discutiblemente el título de la obra es «Ninfómana» pero este término es problemático porque siempre es tomado como un prejuicio sobre la sexualidad abierta o liberal de una mujer, mientras que ‘ninfómano‘ no es de uso común o por lo menos no se conoce como comportamiento negativo de un hombre. Investigando un poco el término médico correcto es «hipersexualidad» y por lo tanto la cinta debería traducirse como «Hipersexual»; esta condición se conoce cuando hay un aumento repentino del apetito y la actividad sexual pero aunque se asocia a medicamentos o problemas médicos su causa es mayormente desconocida.

Trastornos en la salud mental, como el desdoblamiento bipolar, el alto consumo de alcohol o narcóticos pueden resultar como disparadores de esta condición. Joe al no estar expuesta a ninguna de estas circunstancias, se hace una apuesta general en la que su inquietud exacerbada termina provocando la situación de pulsión imnanejable a través de un comportamiento sexual errático. La posición de Seligman se siente como la de un psicoterapista y no condena los supuestos síntomas que han acarreado una moral socavada en Joe; mientras ella bajo una mirada judeo-cristiana interpreta su búsqueda hedonista como pecado, culpa y deformación de su alma. Es un diálogo interesante el de Seligman y Joe, no obstante un poco acartonado cuando se empieza a volver predecible.

El primer volumen de la historia se reparte en cinco capítulos: “The Compleat Angler”, “Jerôme”, “Mrs. H”, “Delirium” y “The Little Organ School”; sin embargo, en ritmo cada media hora, independiente a los capítulos, la pieza va denotando una estructura particular donde cada 20 minutos aproximadamente se cuenta una historia completa (inicio, nudo, desenlace) y es comentada por los dos interlocutores principales; esto hace que la sesión de dos horas sea entretenida, no pierda tensión ni interés aunque, ahora en retrospectiva, pueda que no se diferencie mucho del diálogo que pudo haber entre Sylvia Kristel (Emmanuelle) y George Lazenby (On Her Majesty’s Secret Service) en Emmanuelle’s Love.

En fin, el volumen uno de esta extensa obra que es Nymphomaniac define los dos primeros actos de la historia hasta el punto del giro narrativo que devela el nudo de la trama; como siempre Lars von Trier se toma su tiempo y lo hace tan bien que no nos preguntamos si hubiera sido necesario partir la historia en tantos capítulos o extenderla tan vastamente. La única comparación que se me viene a la cabeza de una obra parecida es Il Decameron de Pier Paolo Pasolini pero la vi hace tanto que no valdría la pena la referencia; la otra es Kill Bill de Quentin Tarantino una extensa y caprichosa historia de venganza que se pierde precisamente dentro de la longitud de su narración; obviamente para terminar de dar un juicio de Nymphomaniac es necesario atender su desenlace y ver si las expectativas se cumplen o se descarrilan en su impulso.

Una de las trampas en las que uno cae, y lo sugeríamos previamente en la entrada, es que el título Nymphomaniac, sumado al espíritu provocador de Von Trier y la campaña propagandística que se hizo alrededor del sexo no simulado en la peli hace que esperemos una pieza cruda, descarnada, grotesca pero que al final es un ejercicio dialéctico, un poco subido de tono y si muy pícaro; me pasó lo mismo en Brokeback Mountain de Ang Lee cuando en la escena del campamento, Heath Ledger aviva la fogata y en un plano muy posterior, muy desenfocado, sale Jake Gyllenhaal desnudo por ahí; uno piensa que se avecina una escena fuerte de cine rosa candela pero al final Gyllenhaal se mete a la carpa y no sucede nada, dejándonos una sensación inquieta de que los prejuiciosos, perversos y morbosos somos nosotros como espectadores. Tal cual es la sensación de esta primera parte, un tanteamiento de la situación, un humor sofisticado y una recurrente analogía de la sexualidad de la mujer con la pesca profesional de río.

El chileno Manuel Alberto Claro repite equipo con el danés, después de haber trabajado juntos en Melancholia ratificando el buen estado de la producción austral; al lado de Claro también repiten varios actores así como Simone Grau en el arte y obviamente Molly Marlene Stensgaard su llave en el montaje de sus piezas; hay un recurso inédito en esta cinta y es el diseño de los títulos, la infografía y el diseño gráfico, aún no he descubierto de quién es pero espero saberlo pronto porque es un punto destacado dentro de la producción. La segunda parte llega en marzo y ya nos tiene muy ansiosos.

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Batoru rowaiaru

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En principio, la trama de Batoru rowaiaru (Battle Royale) se acerca a The Condemned con Steve Austin (2007), The Running Man con Arnold Schwarzenegger (1987) o incluso más cerca a la taquillera del año pasado The Hunger Games con Jennifer Lawrence pero Batoru rowaiaru es una cinta de ciencia ficción japonesa basada en un manga de Koushun Takami, sobre un grupo de niños que han sido seleccionados para enfrentarse a muerte durante tres días; medida tomada por la desesperación de los adultos que atestiguan el terrible caso de negligencia y desobediencia al que han llegado los adolescentes.

Lo que puede ser interesante en una novela, no necesariamente se evidencia en las pantallas de la misma forma. Si bien conocemos el manga y sabemos que es de un fuerte contenido erótico, no podíamos esperar exactamente ese mismo tratamiento en las pantallas por parte de Kinji Fukasaku pero de pronto si una mejor exposición de la ultraviolencia manejada en el material, que en mi parecer se quedó corta, o por lo menos trillada por la falta de dirección en su reparto, lleno de sobreactuaciones y melodramas completamente innecesarios.

El primer miedo que se experimenta no es el del cuchillo clavado en la frente de uno de los niños por parte de Takeshi Kitano (el profesor al mando de la misión) sino que al entender el planteamiento de la historia, la conclusión de eliminar a más de cuarenta personajes, en más de una hora y media, puede ser más allá de aburrido y desalentador.

Quentin Tarantino aduce que Batoru rowaiaru (Battle Royale) es una de sus pelis favoritas y se nota su influencia claramente en varios de sus personajes de Kill Bill, así como otros posteriores a La venganza de La Novia, pero Batoru rowaiaru no necesariamente se destaca por lo genial de sus personajes sino más bien por el manejo de su temática «pulp» asociada a un futuro oscuro, decadente y espantoso.

Sin rituales, ni promoción en los medios, los niños son expuestos a su destino con no más que un arma en su maleta y la única guía es un retorcido video introductorio -¿parecido a The Hunger Games?; claro que sí; la diferencia es que en la hollywoodense se exceden precisamente en lo opuesto, la clara exposición en los medios.

Exacerbando el ícono más característico de la cultura moderna japonesa, los niños conservan sus uniformes de colegio y ellos mismos son testigos de la tenacidad de las pruebas hasta sus últimas consecuencias.

Batoru rowaiaru tiene una secuela en 2003, mientras logramos verla, su primera parte puede ser observada en Netflix, en el catálogo norteamericano.

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True Romance

True-Romance

Hace pocos días, decíamos que Stoker fue la última cinta producida por Tony Scott y pues hablando de él, porqué no evocar un par de proyectos más del productor y realizador.

Siempre recordaré que Scott empezó su carrera con una de las pelis más impresionantes de mi niñez, The Hunger. Una historia de vampirismo ambientada en un clima muy cercano a la cinematografía de Blade Runner -dirigida por su hermano- donde se siente el paso del tiempo a través del moho y el polvo acumulados en grandes espacios con poca luz. Además el gusto por intercalar planos generales con primerísimos planos siempre fueron motivos de fascinación en las pelis de los hermanos Scott.

Al entrar a la universidad, después de dejarme el pelo largo y eventualmente hacerme nudos en él, la gente me decía que me parecía a Gary Oldman, Drexl Spivey en True Romance. Al escuchar esto, agachaba la cabeza un poco, me limpiaba la garganta y, generalmente, cambiaba de tema. Podría entenderse que el asunto me molestaba pero contrario a ello, sentía una especie de orgullo porque desde tiempo atrás mi admiración por el actor inglés era grande. Sin embargo, también relucía un sentimiento de pena porque no había visto aún la cinta. Me puse en la tarea de buscarla, y entre más lo hacía, parecía que más se me escabullía. No había en ese entonces, «torrents», «wishlists» de Amazon y lo peor es que nunca estaba disponible en los Betatonios de la esquina. Finalmente, fue quedando relegada en un rinconcito de mi mente y sólo volvió a brillar cuando nos enteramos de la muerte del director el año pasado. Volví a buscarla, estuve dispuesto a comprarla por Amazon pero la verdad estaba carísima y no sabía si valía la pena, hasta que por fin Cuevana la indexó y pude verla.

True Romance no parece una peli típica de Tony Scott. El realizador y productor gustaba más de las cintas de acción donde prevalece el héroe clásico que demuestra sus capacidades en el pico más alto de la trama o aquellas donde sobrecogido por todos los avatares del destino debe rehacerse o redefinirse. Tony Scott ejemplifica mejor esto con su portafolio siendo director de Top Gun, Days of Thunder, The Last Boy Scout o Unstoppable, por un lado, y Revenge, Crimson Tide, Enemy of the State, Domino o Deja Vu, por el otro. Tanto True Romance como The Hunger parecen pausas o pequeños paréntesis de su esparcimiento.

True Romance es una historia «pulp» donde se mezclan varios subgéneros del cine como, la serie B, los detectives, los policiás, los gangsters, el romance y el thriller. No por casualidad su escritor es Quentin Tarantino. Tarantino para 1992 había escrito tres guiones en Hollywood y había llamado la atención de la crítica por Reservoir Dogs al ganar un Spirit, ser la estrella en el Festival de Sitges y ser nominado en Sundance. Tony Scott, era ya un gran director-productor de renombre en la industria y quiso trabajar sobre el guión del joven sureño. No lo hizo mal, a mi parecer. True Romance es la historia de un vendedor de comics en Detroit (Christian Slater) que en el día de su cumpleaños se enamora de una acompañante (Patricia Arquette) y de cómo se ve envuelto en un rollo de narcóticos neoyorquinos, con la mafia de Nueva Jersey detrás. Las líneas de diálogo tienen mucho para exprimir, las constantes alusiones al cine, a Mr. Majestyk de Charles Bronson y especialmente a Sonny Chiba, fueron muy divertidas, claramente refieren el bagaje cinematográfico que tuvo Tarantino como empleado de una videotienda. Muchas de las conversaciones fueron reeditadas después en Pulp Fiction como por ejemplo cuando Jules (Samuel L. Jackson) pregunta al principio de la peli “…a qué se parece Marsellus Wallace?” (What does Marsellus Wallace look like?), esa línea (y las siguientes) la dice casi calcada Christian Slater en el diner a Michael Rapaport.

En casi todas las historias de Tarantino, se necesita de un despliegue importante de actores para desarrollar todos los personajes que dan forma al argumento. Curiosamente, su labor no funciona como contador de historias coral porque dichos roles tienen un tiempo de exposición limitado y nunca más vuelven a aparecer en la trama. True Romance no es la excepción, para lo cual simplemente se puede revisar el reparto: Christian Slater, Patricia Arquette, Dennis Hopper, Gary Oldman, Brad Pitt, Christopher Walken, Bronson Pinchot, Samuel L. Jackson, Michael Rapaport, Saul Rubinek, Conchata Ferrell, James Gandolfini, Anna Levine, Victor Argo, Chris Penn, Tom Sizemore, Kevin Corrigan siendo tal vez la figura más interesante Val Kilmer como el mentor que evoca a Elvis Prestley.

El ejercicio de interpretar a Tarantino resultó muy bien. Scott logra darle connotaciones «shakespearianas», gracias en parte a la cinematografía de Jeffrey L. Kimball y la música original de Hans Zimmer pero más que nada porque sigue siendo sencillamente una peli de Scott. Tarantino después vendería los derechos de Natural Born Killers a Oliver Stone, y aunque a mi personalmente me pareció una de las últimas grandes piezas relevantes del director, Tarantino la odiaría con todo su ser y decidiría que de ahí en adelante dirigiría cada uno de sus guiones.

En esencia, Quentin Tarantino es escritor y escuchando sus últimas declaraciones donde anuncia su retiro, no le vendría nada mal a su estilo dedicarse a escribir y que otros reinterpreten sus líneas. Claramente, sus piezas se han vuelta una mezcolanza repetitiva sin mucha originalidad o sorpresa.

Nota personal. Tarantino profundo admirador de Sonny Chiba, lo trae a trabajar en Kill Bill como el gran maestro de Hattori Hanzo hacedor de legendarios sables.

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Being Flynn

Rafa Puyana se encuentra en Vancouver y aún así logra mandarnos recomendaciones en el espacio que hemos denominado Su Ciclo. Esta vez nos trae la última peli de Paul Weitz, un director acostumbrado al género de explotación de Hollywood con todos sus matices posibles. Comedias, parodias, comedias físicas y hasta espectáculos de TV, la mayoría de las veces en un tridente como director, productor y escritor. Being Flynn es su primer filme independiente basado en la novela Another Bullshit Night in Suck City: A Memoir de Nick Flynn y Puyana nos alienta a verla por las sorprendentes actuaciones de Robert De Niro y Paul Dano.

De Niro se había dedicado cómodamente también al género de explotación -de esa forma se topa con Weitz en Little Fockers– y tal vez el único paréntesis para hacer algo más relevante fue The Good Shepherd donde se involucra por segunda vez como director. Ansiábamos verlo desarrollando sus papeles y no meras interpretaciones planas de comedia o serie B. Por su lado Dano, siendo muchísimo más joven, está en pleno fulgor de su carrera y mantiene un sano equilibrio entre el cine independiente y astutas decisiones comerciales que no necesariamente lo encasillan pero le permiten, obvio, flujo de caja y también frescura en sus desempeños. El reparto lo cierra una hermosa y más madura Olivia Thirlby y Julianne Moore como un suspiro de una mujer, ajetreada, exhausta, melancólica pero igual con el poder de acabarnos en una ensoñación con su belleza.

La verdad es que Being Flynn es una cinta hermosa y sorprende la extrema sensibilidad del realizador acostumbrado al estándar «hollywoodense». La historia se reparte entre dos narraciones; la de Jonathan Flynn como el obstinado y desordenado alcohólico que siente que nadie lo puede superar en su genialidad como escritor/poeta/pensador y la narración de Nick Flynn inseguro, benevolente, tratando de resolver sus fuertes problemas internos que lo conducen a la drogadicción y al desamparo. La rivalidad de las narraciones, a veces incluso yuxtapuestas, implica una delicada interpretación del conflicto paternal entre estos dos personajes donde la seguridad añeja de la narración del padre gusta por su elocuencia, su seguridad y su belleza, la del hijo es más visceral encaminada a la sensación vertiginosa de la timidez, la inseguridad y la poca determinación. Inversamente proporcional -dirían los matemáticos- el aumento de alcohol define la poca claridad del relato y el decaimiento en la salud mental de los personajes narradores hasta desencadenar sus resoluciones como protagonistas de la historia.

Más allá de la soberbia actuación de De Niro siento que la peli logra su gracia y magnitud en la cinematografía. El mismo afiche es una metáfora de ese momento sobrexpuesto de nuestros ojos en una resaca, en el frío de la calle y el azul que madruga sobre nuestros hombros agudizando nuestra culpa por los excesos. No es una fotografía obvia de vendimia pero es cálida y con una saturación especial en los momentos recordados, casi como un otoño donde los árboles se despiden de sus hojas y se tornan del color del pelo de Julianne Moore -lo máximo-. Su responsable Declan Quinn un veterano cinematógrafo que ya vimos en Leaving Las Vegas, In America y Rachel Getting Married. Pero también es muy importante el trabajo de montaje de Joan Sobel, otra veterana (Kill Bill -ambos volúmenes-, Boogie Nights, A Single Man), que logra jugar con el material de Quinn y Weitz para capturar un humor delicado y sencillo con una narración igualmente fresca.

No sabemos si la traen a salas fue estrenada apenas el 12 de abril de este año pero si lo hace está súper recomendada.

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Red State

Red State es la última peli de Kevin Smith y es bien entretenida. Recientemente también vi del mismo director Cop Out, con Tracy Morgan y Bruce Willis, y no muy lejos también Zack and Miri Make a Porno, con Seth Rogen, y la verdad nada especial para destacar (ni siquiera me dieron ganas de hacerles entrada ni por buenas ni por malas). Red State podría estar dentro de la misma camada de pelis de serie B sin mucho que decir al respecto pero al contrario me pareció súper divertido el contenido político que le agregó a esta.

Fundamentalistas cristianos guiados por su parroquia están secuestrando y asesinando a homosexuales culpándolos de todas las pestes del mundo contemporáneo. El guía espiritual es un transformado Michael Parks que también vimos como el padre de Bill en Kill Bill de Tarantino. Su endulzante acento sureño y su destacada actuación hacen muy entretenida la cinta. El reparto parecería también de bajo presupuesto pero dice lo contrario las apariciones fugaces de Anna Gunn (Breaking Bad), Melissa Leo (Frozen River, The Fighter), John Goodman (Treme) y porqué no Kyle Gallner (A Nightmare on Elm Street).

Me pareció un poco desalentador pensar que era de terror y no lo fue en absoluto pero me pude adaptar muy bien a la nueva dirección que planteó el realizador.

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A Single Man

Me encantó ir a cine el fin de semana. Me topé con muchas cosas incluída esta peli del diseñador de moda Tom Ford (de nuevo un poco tarde pero por lo menos la trajeron; fue también sorpresa encontrame con los cortos ultra tardíos de Synecdoche New York que seguramente la repetiré en salas). Fue realmente exquisito y relajante. Una delicada secuencia de imágenes arriesgadas, descaradas y muy muy sofisticadas completamente sorprendente para una ópera prima basada en la novela de Christopher Isherwood.

No creo que sea del gusto de todo el mundo. El ritmo es lento, las tomas se manifiestan en planos muy cerrados y por lo mismo el grano aparece de forma inusual. A mi me encantó. Es definitivamente intencional todo este manejo de cámaras para mostrarnos la interioridad de este hombre particular a cargo de Eduard Grau. Un hombre que apenas sobrevive el día a día cuando su pareja fallece en un trágico accidente automovilístico. Su vida se torna rutinaria y sin sentido, las imágenes se desaturan armónicamente y sólo en algunos momentos vuelve arrollante el color a la pantalla cuando las remembranzas de esos momentos entrañables lo envuelen de melancolía.

Me encantó el montaje (Joan Sobel: Boogie Nights, Kill Bill) y el diseño de sonido (Brian Dunlop) con superposición de ambientes sensibilizando cada toma; el culmen creo más hermoso de la peli es cuando a Colin Firth le anuncian el deceso y cuelga el teléfono, un rompecabezas de tomas inconexas de no saberse, de no querer estar donde está, incomodidad y una toma larga con el actor destrozado donde apenas lagrimea, afuera llueve y el sonido del agua se vuelve protagonista, Firth sale de su casa quebrado en llanto, histérico y se refugia en los brazos de Julianne Moore, la lluvia no da tregua y el sonido nos sobrecoge. Excelente secuencia.

El resumen de la peli puede ser minuciosidad por el detalle, desde la utilería, la continuidad de los planos o el diseño son abordados con una seriedad que da miedo. Me pareció muy interesante que el guardarropa no lo haya diseñado el mismo Ford y por el contrario lo haya encargado al mismo equipo que hace Mad Men cuya contemporaneidad ofrece una experiencia invaluable en este tipo de producción pero lo que me hace pensar es que Ford es muy seguro de si mismo, de su equipo y de su producto. Delega con responsabilidad y está a cargo de lo que de verdad importa si uno está detrás de una silla de director, sus actores que no sentí sobreactuados en ningún moento, las cámaras que me parecieron geniales y el guión que lo desarrolla en equipo con David Scearce. De pronto se enloquece al aventurarse en la producción de su peli porque ya tenía suficiente trabajo como para no tenerse que enfocar en nada más.

Me quito el sombrero frente a este nuevo director. Quedo ansioso para su nuevo proyecto y estoy muy motivado a comprar el libro de Isherwood y un par de novelas del «Señor Huxley» sutilmente referido en la peli, descaradamente olvidado en mi biblioteca.

Nota personal. Para resaltar la estupenda actuación de Colin Firth, sencillo, fresco, de una sóla pieza y súper honesto en cada una de sus interpretaciones me encantó como coqueateaba mirando a los ojos pero pues ahí había mucha ayuda del montaje y los planos cerrados de los ojos, de pronto la más clara reacción es cuando Julianne Moore lo cuestiona en sus sentimientos y este estalla en furia. Dicha actuación no fue sorda, fue aclamada en Chicago, en los Globo de Oro, en los Oscar, en los Spirit, en los Premios del Gremio de Actores y en los London Critics Circle Film Awards, en los BAFTA’s, en La Biennale de Venezia, donde ganó su reconocimiento como mejor actor. Sin duda alguna el mejor desempeño de toda su carrera.

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Inglourious Basterds

Es divertido cuando uno está cansado de ver basura en la cartelera de cine y de repente uno le empieza a hacer fuerza a sólo una oportunidad que pueda salvar la semana, la quincena o incluso el mes. Y cuando llega el momento no importa si es terror, comedia, súper comercial, romantica, thriller, una basura de pulp fiction o una peli clásica de alemanes.

Desde los cortos de la peli, desde que escuché por pimera vez el marcado acento sureño de Brad Pitt, desde que supe que era la última peli de Tarantino, desde que supe que el tema iba a ser de alemanes, desde que vi por primera vez ese Hitler rídiculo, tuve muchas ganas de ver Inglorious Basterds.

Esta peli hecha en 2009, es la continuación de una muy buena peli, Death Proof de la cual ya se hablé  en entradas anterioes y la cual nos sorprendió por su ridícula trama y su excelente musicalización barata. Bueno los basterdos es una peli narrada en capítulos (como le encanta a Tarantino) sobre el final de los tiempos nazis en una Francia invadida por alemanes del Tercer Reich.

No tiene un reparto muy reconocido, por lo menos para mí. Shosanna Dreyfus es una actriz francesa llamada Mélanie Laurent que apenas reconozco de una peli llamada Paris del año pasado y donde interpretó a una deliciosa estudiante enamorada de su profesor casi tres veces mayor que ella, Daniel Brühl un sobresaliente actor alemán que lo reconocemos por Good Bye Lenin! en 2003 o Die fetten Jahre sind vorbei (mejor conocida como Los Edukadores o The Edukators) de pasando incluso por Hollywood como el hermano de Marie en la franquicia de los Bourne. Obviamente, Brad Pitt y la linda Diane Kruger de algunas pelis de Jerry Bruckheimer. De pronto se me escapa el fugaz Mike Myers con un disfraz burlesco pero nadie más. El resto son medianamente conocidos hasta completamente ignorados. Sin embargo que buen el papel de esos alemanes. Que sobresaliente que es Goebbels interpretado por Sylvester Groth, que grandioso que es el Hitler de Martin Wuttke con su ínfima casi impotente imagen, que fuerte y aterrador que es este Hans Landa de Christoph Waltz y su forma siniestra de cazar judíos. Qué reparto logró Tarantino. Qué reparto y que bien desenvuelto. No hubo mayores sobreactuaciones y las que existieron fueron bien encauzadas. Muy buena dirección. Casi que la mejor que ha hecho desde Jackie Brown o Pulp Fiction.

La naturaleza de la ultraviolencia es un toque más personal que algo sobresaliente. Aunque debo decir que desde Kill Bill, en sus dos volúmenes, la ultraviolencia, el gore, lastimosamente, han disminuído un poco, en los basterdos siento pinceladas de una caligrafía maestral. Chorros de sangre sólo en los momentos más especiales, gritos de sufrimiento cuando en realidad se necesitaba y un par de escenas realmente grotescas que aportan mucho carácter a la obra.

La peli tiene una connotación de invención en su desenlace y le quita un poco de realismo a lo que veníamos observando pero por dios qué buen nudo y qué buen desenlace.

Es imposible no amar a Brad Pitt en Snatch de Guy Ritchie en 2000, es imposible no amarlo aqui con esa pasión para matar nazis combinado con esa facción Apache (mitad nativo como el mismo Tarantino que casi entonces logra una oda egocéntrica hacia un héroe creado entorno su misma naturaleza) y su sello de coleccionar cabelleras, en fin, es muy dificil explicar esa empatía. Sin embargo quien vaya a ver la peli y entienda lo bien que está desarrollado el tema de Hitler se dará cuenta que no hay un papel más sobresaliente que él o su enano artista que me imagino fue escogido por el mismo führer para que se viera más grande de lo que era, mientras que  Tarantino se encarnizó en hacerlo genialmente más y más ínfimo (con picados, contraplanos a un inmenso mural, ropas extrañamente pesadas que lo hacían sentir incomodamente minúsculo).

No quiero dañar la peli, no quiero llenarlos de demasiadas expectativas, aunque deben saberlo me la voy a repetir apenas pueda.

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Death Proof

Death Proof

Death Proof es una peli que nunca llegó a las carteleras colombianas; al igual que Kill Bill fue un osado experimento de Quentin Tarantino (esta vez de la mano de su mellizo malévolo Robert Rodríguez) retando las distribuidoras con una obra en dos partes de casi tres horas de duración.
Con un exótico tono cincuentón, exaltado en cada de detalle cinematográfico, Tarantino hace viajar al espectador a una época donde las mujeres eran voluptuosas, los carros monstruosos, la música muy ligera y las escenas de sexo abundaban por doquier. Una época muy característica en Estados Unidos por ser muy popular el autocinema y las pelis que pasaban allí serie B y gore.
Death Proof no es gore, es un ejemplo clásico de ultraviolencia, bailes exóticos, mujeres hermosas, carreras en polvorientos andares, humor sencillo parafraseando a Kill Bill y mucha mucha falta de un guión estructurado. Aunque para mi gusto le hizo falta mostrar la exaltación del género con abundancia de senos y mujeres semidesnudas, me parece una excelente variación donde la mujer toma revancha del género  y encarna el ser dominante que al final define su destino.
En serio, qué bonito homenaje a Russ Meyer y su Faster, Pussycat! Kill! Kill! o Supervixens ejemplos de este fabuloso género. El experimento es bien ambientado en estética, en la textura del celuloide carcomido y deteriorado, en esa musiquilla de quinta categoría con fuertes raíces mexico-francesas y las destacadas actuaciones de Kurt Russell, Rosario Dawson, Vanessa Ferlito (una perfecta pussycat), Rose McGowan y Zoë Bell quien con su carisma y su profesionalismo como doble de acción real le aporta un gran tono de veracidad a las escenas de carretera. Lastimosamente, Kurt Russell no despertó el ocaso de su carrera como lo hizo en su entonces Samuel L. Jackson o John Travolta pero estoy seguro que se divirtió tanto o más que el mismo Tarantino dirigiendo su obra.
Una de vaqueros? Al parecer es el rumor que corre sobre los nuevos proyectos de este divertido personaje que le sigue apuntando al ser independiente en Hollywood con megarresultados de taquilla. Ojalá sea una crítica al segrario John Wayne y toda su camada de vaqueros racistas.
Death Proof es una peli que nunca llegó a las carteleras colombianas; al igual que Kill Bill fue un osado experimento de Quentin Tarantino (esta vez de la mano de su mellizo malévolo Robert Rodríguez) retando las distribuidoras con una obra en dos partes de casi tres horas de duración.

Con un exótico tono cincuentón, exaltado en cada de detalle cinematográfico, Tarantino hace viajar al espectador a una época donde las mujeres eran voluptuosas, los carros monstruosos, la música muy ligera y las escenas de sexo abundaban por doquier. Una época muy característica en Estados Unidos por ser muy popular el autocinema y las pelis que pasaban allí serie B y gore.

Death Proof no es gore, es un ejemplo clásico de ultraviolencia, bailes exóticos, mujeres hermosas, carreras en polvorientos andares, humor sencillo parafraseando a Kill Bill y mucha mucha falta de un guión estructurado. Aunque para mi gusto le hizo falta mostrar la exaltación del género con abundancia de senos y mujeres semidesnudas, me parece una excelente variación donde la mujer toma revancha del género  y encarna el ser dominante que al final define su destino.

En serio, qué bonito homenaje a Russ Meyer y su Faster, Pussycat! Kill! Kill! o Supervixens ejemplos de este fabuloso género. El experimento es bien ambientado en estética, en la textura del celuloide carcomido y deteriorado, en esa musiquilla de quinta categoría con fuertes raíces mexico-francesas y las destacadas actuaciones de Kurt Russell, Rosario Dawson, Vanessa Ferlito (una perfecta pussycat), Rose McGowan y Zoë Bell quien con su carisma y su profesionalismo como doble de acción real le aporta un gran tono de veracidad a las escenas de carretera. Lastimosamente, Kurt Russell no despertó el ocaso de su carrera como lo hizo en su entonces Samuel L. Jackson o John Travolta pero estoy seguro que se divirtió tanto o más que el mismo Tarantino dirigiendo su obra.

Una de vaqueros? Al parecer es el rumor que corre sobre los nuevos proyectos de este divertido personaje que le sigue apuntando al ser independiente en Hollywood con megarresultados de taquilla. Ojalá sea una crítica al segrario John Wayne y toda su camada de vaqueros racistas.

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