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Gojira vs Godzilla

«Gojira» (Godzilla) es una criatura gigantesca producida por un accidente nuclear. Pertenece al subgénero de la serie B de monstruos pero es bueno nombrar en esta pequeña introducción los pasos de The Lost World y King Kong que entre 1925 y 1933 dieron origen a otro subgénero, el de las cintas de monstruos gigantes. Los japoneses incursionaron en este tipo de piezas y les dieron el nombre de «kaijus» o extraños monstruos; en el blog también hemos hablado de otros monstruos gigantes como Attack of the 50 Foot Woman o incluso «kaijus» cuya referencia recientemente vimos en Pacific Rim pero realmente el que los hizo populares en nuestro medio fue el recién fallecido Ray Harryhausen.

Hay más de un par de docenas de pelis que se han hecho sobre el lagarto de proporciones jurásicas y la desolación y destrucción a su paso. Sin embargo, y es obvio, esta entrada tiene la intención de hablar de la última pieza producida sobre Godzilla, dirigida por Gareth Edwards (Monsters) y que recientemente vió la luz en nuestras salas comerciales; además vamos a referir los arcos de origen de este monstruoso espécimen, sin contar con la versión de 1956, Godzilla, King of the Monsters, que finalmente es un enlatado del mismo director inicial para tener una versión hablada en inglés. Entonces a continuación podrán leer sobre esa primera edición de 1954 de Ishirô Honda, la vapuleada versión de Roland Emmerich de 1998 y la recién estrenada de Gareth Edwards.

Godzilla

godzilla_2014

Después de Monsters, que es una peli de bajo presupuesto no obstante entretenida, tensa y con una buena aceptación de la crítica y el público, a Gareth Edwards se le confía el proyecto de rehacer y relanzar Godzilla en Hollywood. Ya lo veremos más adelante pero la versión de Roland Emmerich tiene muchas fallas sólo ahora entendibles desde que vimos las tres épocas del «kaiju».

En Monsters, Gareth Edwards rodea el género de monstruos con cierto suspenso porque su falta de presupuesto lo limita en producción y grandes protagonismos de «las bestias»; esto nos hace recordar inmediatamente Jaws de Steven Spielberg, peli del mismo género que no mostró al monstruo sino hasta la mitad del segundo acto gracias al malfuncionamiento del robot que impidieron su uso con mayor anterioridad; la jugada fue un golpe de genialidad que sumado a la banda sonora de John Williams dieron un vuelco en el género y crearon un hito a nivel de tensión y suspenso. Edwards ahora con mayor presupuesto, con una producción cercana a los 160 millones de dólares, mantiene la premisa, la abraza y, así nos introduzca a la historia con material de archivo, sólo nos muestra a Godzilla al final del primer acto; no se separa de la estrategia de Spielberg porque con la mano del excelente y magistral Alexandre Desplat, logra cautivarnos con tonadas orientales, coros y fabulosos taikos. No es una casualidad. Honra de tal forma a Spielberg que incluso su familia protagonista toma el mismo apellido que Roy Scheider en Jaws.

Al igual que con Spielberg, el Godzilla tiene aún más referentes impresionantes y divertidos. El primero obviamente es el archivo de imágenes extraídas de Gojira que introduce al monstruo dentro del mismo universo.

De la mano de este primer referente también está el Doctor Serizawa que para los que aún no han visto Gojira tiene absoluta relación con el también doctor y héroe de 1954, Daisuke Serizawa. Aunque este doctor actual, interpretado por Ken Watanabe, se llama Ishiro hay un par de líneas de diálogo donde hace alusión a su padre el cual poseía un reloj que se detuvo en el momento de los ataques nucleares de Hiroshima y Nagasaki; no necesariamente tiene que Ishiro ser el hijo de Daisuke pero de nuevo su estrecha familiaridad hace muy cercano su referente y concuerda con el mismo universo, anteriormente nombrado.

No me considero un experto en Godzilla o sus pelis. De su treintena de historias he visto una sexta parte de ellas; es de allí y de previas investigaciones que uno sabe que los MUTOs (siglas para Massive Unidentifiable Terrestrial Organisms) son extraídos de la cosmogonía de Gojira. Para Edwards, los MUTOs no son cualquier referente son precisamente el centro de su historia; en su existencia dan la dirección y el sentido de Godzilla en esta cinta, claramente referido al final de la cinta como «King of Monsters».

La gran diferencia entre Roland Emmerich y Gareth Edwards es que el tamaño si importa y que no se puede sacar a Godzilla de su ambiente japonés. Edwards lo entendió perfectamente; Emmerich trató de hacer un Parque Jurásico en Nueva York –de nuevo, ampliaremos más adelante esto–. La definición de Edwards de su monstruo es un oso macho alfa y es su apología más esencial al monstruo de Honda que basa sus movimientos y catas en las figuras de un oso. Aunque hay referencias también de águilas en la cinta, el movimiento, la contextura y los rugidos de Godzilla son propios de un úrsido, no un lagarto, y esto cambia diametralmente la percepción de la bestia. Eso y que es tan grande que la bruma de San Francisco se le pega exquisitamente al cuerpo de Godzilla y provee un ambiente misterioso a su apariencia. Muchos se quejan que no hay suficiente foco en la destrucción y los enfrentamientos con Godzilla, por el contrario, pensamos que el enfoque del montaje final lo engrandece y le quita parte de la payasada innata que tiene el engendro nuclear; aquí hay que decir que así como se descalifica la peli de Emmerich, no está al final de toda la cinematografía de Godzilla como lo han querido posicionar, por el contrario, está por encima de una docena de cintas ridículas que establecen esa lista.

Hay muchas más referencias en la cinta sobre todo en detalles de la cotidianidad de los Brody, particularmente de Ford con los afiches de su cuarto de niño que hacen alusión a batallas legendarias de Gojira, los montajes en la ventana de su escuela con la destrucción de la planta y los origamis de dinosaurios en primer plano o cuando vuelven a su derruida casa y en uno de sus dioramas aparece claramente el nombre de «Mothra», un clásico en los antagónicos de la gigantesca aberración que es Godzilla. Otros mas perspicaces lograron descifrar en los avances, el discurso de J. Robert Oppenheimer reconocido padre de la bomba atómica y líder del Manhattan Project; así mismo también encontraron referencias al Nautilus de Julio Verne o el USS Saratoga vinculado a pruebas nucleares en el Pacífico. Pero en resumen la peli aguanta un par de revisiones adicionales para descubrir todas sus sorpresas y hacernos entender que no es un trabajo a la ligera el de Edwards en esta cinta, que seguramente estará favorecido al final del año con varias nominaciones en la temporada de premios y que ya empieza a ver sus frutos cuando se confirma que dentro del universo de Star Wars, gerenciado por Buena Vista, ya se le encargó uno a este joven británico 😉

¿Es perfecta? ¿Merece una calificación excelente?
Definitivamente es la mejor cinta de Godzilla que he visto pero no es una peli impecable. Parte de los problemas vienen con las tramas alternativas que recreó alrededor para poder darle forma de relato. El error principal fue haber destinado el peso dramático en Ford Brody interpretado muy pobremente por Aaron Taylor-Johnson; su padre (Bryan Cranston) y su madre (Juliette Binoche) definían un intrínseco y mejor drama pero fueron sacados prematuramente del protagonismo; esto permitió que Ford, su esposa (Elizabeth Olsen) y su hijo desarrollaran un empalagoso melodrama que si bien puede descalificar la pieza, sus errores van más a la sobreactuación y los arquetipos que definieron su uso; esto evidenció que el trabajo de Max Borenstein como guionista fuera patético y que sus líneas de diálogo no apoyaron en absoluto a Bryan Cranston, a Ken Watanabe o Sally Hawkins desperdiciados criminalmente.

Aspectos de credibilidad y concordancia científica, considerados igualmente en Pacific Rim, son más subjetivos y se los dejamos a los puristas. Esta es una fantástica cinta de ciencia ficción, una oda al cine de Toho Studios y una perfecta celebración del sexagésimo aniversario del legendario engendro nuclear que es Godzilla.

Gojira

Gojira_1954

Difícilmente otra peli podrá hacerse con el enfoque que le dió Ishirô Honda a Godzilla en 1954.

El contexto histórico es brutal apenas sólo nueve años después de las detonaciones atómicas de Hiroshima y Nagasaki; los japoneses no sólo firmarían su rendición sino que después de semejante experiencia decidieron no tener ni siquiera un ejercito para volver a incursionar en una guerra posterior; sin embargo, y a pesar de su rendición, Occidente, en cabeza de Estados Unidos, seguiría experimentando con este tipo de armas, haciendo explosiones controladas de la Bomba H en cercanías al archipiélago nipón, a pesar del repudio mundial por su obrar en las anteriores y destruidas ciudades.

Mucho se ha dicho al respecto de Hiroshima y Nagasaki pero el acto indecoroso de Harry S. Truman como presidente de los Estados Unidos tiene muchas agendas oscuras; la primera es la desprotección del área de Pearl Harbor con previo conocimiento del ataque japonés; dicho ataque, se volvió masacre y, justificó cualquier medida norteamericana en aras de ganar la Guerra del Pacífico; de esta forma Truman envalentonado declaró objetivos militares a Hiroshima y Nagasaki para destruir las fábricas de Mitsubishi, las cuales habían desarrollado 91 torpedos usados en Pearl Harbor; el resultado de dichos bombardeos fueron un millón de japoneses muertos y una larga fila de afectados por los efectos secundarios de la radiación; en palabras de Truman aún resuena la declaración que fueron dos bombas nucleares las que salvaron la vida de 500 mil americanos, que sigue siendo visto como un detalle de bajísima moral desde cualquier perspectiva y es juzgado como un acto de terrorismo de estado.

Gojira entonces plantea una reflexión oscura del armamentismo nuclear; japoneses expuestos a la destrucción de Hiroshima y Nagasaki pierden su mirada en el horizonte y proclaman frases de torpe articulación sobre una memoria que los afecta; el hecho de que Estados Unidos siga jugando con estas armas los llena de pánico; Godzilla aunque es el resultado de una experiencia violenta, agresiva y directa con radiación, es la metáfora misma de la radiación que los golpeó en el pasado y es su miedo a los juegos imperialistas que siguen experimentando con estas armas.

Godzilla no es un monstruo presente, o completamente expreso, en la cinta, es por el contrario un miedo latente que se mete en las discusiones frecuentes del gobierno japonés y del cual no saben cómo defenderse. El agobio de muchos japoneses nace de la necesidad de tener que huir de nuevo gracias a las secuelas de la radiación que deja el monstruo a su paso; Godzilla es doblegado pero el miedo no; por eso nunca muere.

Godzilla

godzilla_1998

Finalmente, Godzilla de Roland Emmerich. Personalmente, he de reconocer que debo ser de los pocos que en su momento, y hasta sólo unos pocos meses, esta cinta me parecía divertida y que le habían dado muy duro en crítica. En vista de los terribles enlatados que han venido sucediendo en Hollywood, tomamos la decisión en el blog de revisar también los suyos y el balance no es positivo para el alemán.

Es posible que no haya envejecido muy bien la peli. Emmerich intenta, pero no lo logra, tener una historia consistente. El origen de Godzilla se aleja completamente de sus raíces japonesas. Si es una aberración nuclear consecuente con los múltiples experimentos ejecutados en la Polinesia Francesa; lo que no explica es porqué si puede tomar un viaje a Melbourne, Auckland, Santiago o incluso Lima, la bestia decide atravesar Panamá, continuar por el Caribe y desviarse hasta Nueva York con la única disculpa que es una isla con unas condiciones especiales para sobrevivir y esconderse. Si es así, ¿cómo sabía hasta dónde ir? ¿Por qué se dirigió al norte y no al sur? Si los motivos son inexplicables y debe dirigirse al norte ¿por qué atravesar todo el Caribe en vez de ir a San Francisco, Portland o Seattle?

Así como Emmerich se alejó de los orígenes japoneses, su engendro no tiene nada que ver con ellos. Ishirô Honda en 1954 estudió los movimientos de un oso y es así como ejerce su conducta, erecto, con zarpazos de sus patas delanteras y descomunal. Emmerich pensó que sería divertido hacer ver más real a Godzilla por eso es que se comporta como un lagarto, es ágil, pequeño, sus articulaciones y sus movimientos son como una iguana gigante; le gusta el pescado y cava para esconderse; el tamaño es ligeramente mayor al del Tiranosaurio Rex de Jurassic Park II pero a la vista de todos es el mismo animal con una cresta de tres filas. Así como su cresta, Honda y Toho Studios hicieron una serie de reglas para que Godzilla pudiera ser ejecutado a lo largo de su trayectoria fílmica; Emmerich se cuidó entonces de que su lagarto tuviera tres dedos en los pies, cuatro uñas en forma de garra en cada mano, que comiera pescado en vez de personas, que no fuera presentado cursi o de manera tonta porque Godzilla no puede ser una vergüenza y que no puede morir. En teoría, tampoco debe avalar ninguna marca como si fuera emplazamiento de productos y su mutación le permite expeler fuego de su boca como si fuera un dragón, cosa que entendió Emmerich como una sugerencia y que en la peli se ve como una casualidad de su aliento con un escape de gasolina.

En principio, Godzilla en Manhattan es una amenaza, no se ve bochornoso pero falla en las frases cómicas de sus personajes desde que empieza la peli sumado al fondo de la historia de Matthew Broderick –con tintes romanticones de traición e idilio– que hacen que Godzilla si se sienta ridículo(a) y el hecho de que su director haya querido hacerla más real deja en vilo problemas mucho más grandes como que el lagarto es un reptil, necesita mucha comida pero sobre todo mucho aire para respirar; dicha criatura podría sobrevivir en tiempos en los que la atmósfera era rica en oxígeno en esta simplemente se desmallaría y no podría tener la agilidad que posee en las calles de Nueva YorkEdwards, por su lado, genialmente hace de su oso mutante un engendro con un tiburón que le permite sobrevivir debajo del agua y alimentarse de la radiación del núcleo de la Tierra–.

Ratifico que Roland Emmerich no hace el peor Godzilla de la lista; que es ingenuo y envejece mal pero es divertida hasta cierto punto con su fetiche por destruir Nueva York y con referencias incluso al mismo Ray Harryhausen, en un televisor de Manhattan.

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Pacific Rim

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Hollywood lanza su quinta gran apuesta este verano. Ya pasaron por nuestras carteleras Iron Man 3, Star Trek: Into Darkness, Man of Steel, Fast & Furious 6 y ahora Pacific Rim del mexicano Guillermo del Toro. Hacemos de todas formas mención de honor a World War Z porque sin ser una de las favoritas logró sorprendernos gratamente e interesarnos en la novela de Max Brooks.

Pacific Rim es una apuesta actualizada de Del Toro para traernos, con grandes efectos logrados por computador, una peli de explotación de monstruos y destrucción masiva típica de la década de los 50’s. La lista de estas cintas es absurdamente larga y puede comenzar incluso con The Lost World de 1925 o King Kong de 1933 pero de las que verdaderamente estamos hablando son 20,000 Leagues Under the Sea, las de Gill-Man (Creature From The Black Lagoon, Revenge of the Creature, The Creature Walks Among Us) las de Godzilla (Godzilla, Godzilla Raids Again, King Kong vs. Godzilla, Ghidorah, the Three-Headed Monster), Attack of the 50 Foot Woman, The Black Scorpion, The Deadly Mantis o The 7th Voyage of Sinbad. Todo este listado se puede extraer del documental American Grindhouse y del portafolio recientemente revisado del finado Ray Harryhausen.

Si por algo puede sobresalir Pacific Rim es por sus efectos especiales. Un gran despliegue de trucos para demostrar la monstruosidad de los “Kaijus“, gigantes genéticamente alterados cuya misión es destruir la humanidad, así como los “Jäger” (ó “Jaegers“) respuesta robótica de la humanidad frente a esta amenaza. Harryhausen toma valor en esta entrada precisamente gracias a la creación de los efectos especiales mágicos y de alocada vanguardia en esas pelis de los 50’s. Del Toro al igual que Harryhausen nos encanta con un estudio minucioso de las proporciones de estas batallas colosales y logra convencernos de la posibilidad de cada una de ellas. Lástima que no hubo encuentros de día para lograr evaluar con mejor ojo todos los detalles envueltos.

La cinta, ejemplar de la serie B, no ofrece mucho más que diversión, entretenimiento y estridencia. Veremos si al final en los Oscar del próximo año logra, sin embargo, reconocimientos en las categorías técnicas. Es imposible no compararla con Evangelion -serie animada japonesa- y descalificarla por los vacios conceptuales que ofrece en el manejo de los “drifters” sobre los robots. Creerse realmente el manejo de la bestia a través de una dupla es verdaderamente complicado, incluso más que entender a Charlie Day como científico, tenedor del último bastión de esperanza para la humanidad.

Nota persona. Recomiendo revisar todas las versiones de afiches promocionales de esta pieza. Como la de Mondo no-oficial que abre esta entrada.

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The Hobbit: An Unexpected Journey

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La introducción a la nueva trilogía de Peter Jackson, The Hobbit: An Unexpected Journey, no es más que un desatino como franquicia que el director neozelandés defiende con fervor apasionado -y cuando se confunde pasión con cariño u objetividad los resultados no son los mejores-. Debo aclarar primero que nunca me he leído un libro de Tolkien y que mi reseña sobre The Hobbit es más como espectador de cine que como fanático de los cuentos de la Tierra Media.

La gran expectativa de esta cinta era el nuevo formato HFR que básicamente introduce veinticuatro cuadros más por segundo. Ya había ensayado las grandes salas digitales y pues mi sensación es que de lejos es muchísimo mejor la experiencia en el IMAX que en cualquiera de ellas pero había dos disyuntivas que debía solucionar antes. La proyección del IMAX en Colombia es directamente desde el celuloide -es decir, no podría experimentar el HFR digital en este gran teatro- además por una resolución, que aún no entiendo, la peli se está proyectando solamente en una versión doblada al español. Por mucho que me guste el formato IMAX, mi respeto hacia el idioma original es mucho mayor y decidí probar el formato digital HFR de 48fps en una pantalla de gran formato.

Por momentos, el HFR nos provoca mareos y dolor de cabeza. Es necesario que nos vayamos acostumbrando con muchas más piezas antes de impugnarlo completamente -pues directores como Bryan Singer están dispuestos a seguir experimentando con él, incluso Singer afirma que su X-Men: Days of Future Past quisiera rodarla enteramente en ese formato-. Hay algunos «travelings», sin embargo, se sienten más osados y audaces porque se elimina completamente la borrosidad natural del movimiento que sumado al 3D nos envuelve de alguna forma más en la escena. Es difícil describirlo, nuestros ojos apenas se están adaptando pero parece que aún tiene mucho potencial.

En recientes entrevistas a Jackson, había una primera intención del realizador de pasarle completamente la batuta a Guillermo del Toro. Jackson afirmaba que este acto inmediatamente iba a refrescar el proyecto y poderlo relanzar como otra gran franquicia. Aunque la mano de Del Toro se nota en la pieza, hubiéramos querido que todo su ingenio se hubiera involucrado al cien por ciento. Seguramente la claridad del mexicano no hubiera permitido extender esta historia innecesariamente. Una razón sencilla es que si The Lord of The Rings son tres libros y permitieron tres regularmente buenas piezas, ¿por qué The Hobbit que es un sólo libro requeriría una ampliación de este tipo? Esta decisión hace que de facto The Hobbit: An Unexpected Journey sea una cinta muy densa, cadenciosa y poco estimulante. Defiendo que es una historia impresionantemente atractiva para niños pero un niño no está preparado para ver tres horas seguidas una historia con ese ritmo. Gran error de fundamento.

Si The Hobbit hubiera sido una parte de la franquicia de un sólo capítulo apreciaríamos mucho más la transformación de Martin Freeman para parecerse al joven Bilbo Baggins que interpretó previamente Ian Holm; el ritmo de la narración pudiera ser descriptiva pero no contemplativa, insulsa y con la sensación de que no pasó nada al final de la cinta más que florituras que adornan el verdadero inicio de la aventura; apreciaríamos todos los engranajes encajando uno a uno en la historia como la aparición de Gandalf el Gris, Radagast o Saruman, Thranduil, Elrond o Galadriel; o incluso estaríamos emocionados por saber más aún más de los orígenes de Gandalf, Galadriel y Gollum. Pero no. Fue mucho más importante recrear al detalle la pieza literaria que a medida que avanzaba la historia cada nuevo nombre o cada nuevo giro era como un mazo ablandando nuestra paciencia. Fue más importante jactarse de los avances de los nuevos efectos especiales que abundaron por toda la pieza que el verdadero objetivo de contar una historia que terminó disolviéndose en prepotencia y petulancia -errores que ya lo habían sacrificado en King Kong, The Lovely Bones e incluso Tintin-. Es tan absurda esta decisión que nos enfrentamos en casi tres horas, a un listado de casi cincuenta y dos items de personajes y ni una sóla figura antagónica clara.

Digamos que no todo es una pesadilla. Aparte de la historia sin dirección clara que nos ofrece Jackson, es muy buena la sensación del cuento narrado al estilo de The Lord of The Rings en una ambientación que ya reconocemos propia de Tolkien. Hubo eso sí un factor increíble y que me embelesó inmediatamente y fue la música. Esos cantos celtas acompañando las jornadas épicas de los personajes, esa forma de traer a colación los personajes con ciertos acordes en esas tonadas y, en general, las sensaciones exaltadas por esta partitura hacen que no sea más grave la clasificación.

The Hobbit es una peli que hay que verse por cultura general, yo recomendaría verla en IMAX pero el idioma original es invaluable.

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